CARTA DE UN INICIADO
Debo
reconocer que cuando fui iniciado en el grado 34, el más bajo de
todos del quinto círculo de poder de los grados superiores, el que
va del 34 al 72, no pensaba que ellos tenían razón, creía
inocentemente que sólo eran ideas absurdas de una secta de engreídos
embebidos de superioridad, con infantiles creencias de dioses y
entidades que manejaban al hombre y a la realidad. Aunque fui
elegido, mi decisión de pertenecer fue más por curiosidad que por
creencia, impulsado por la búsqueda de la verdad y el extraño
sentimiento de ser más de lo que era. Cuando ingresé al cuarto
círculo, el que va del grado 73 al 90, ya tenía mis dudas pero
seguía creyendo en el Lhumanu, como a ellos les gusta llamar al
común de la gente. Todavía creía que subestimaban y menospreciaban
al hombre, y que esa distinción entre ellos y nosotros, era sólo un
sentimiento absurdo de superioridad y en definitiva de cierta
inseguridad y racismo ancestral.
El Lhumanu tenía posibilidades de comprender su verdadero origen, de ser diferente, de vencer sus programaciones y yoes, de manifestar su Ser, de ser verdaderos, libres y justos con ellos mismos y con los demás, de comunicarse con su dios sin necesidad de intermediarios, de ser dueño de sus pensamientos, responsable de sus palabras y creador de sus actos. Cuando ingresé al tercer círculo y me fue revelado por primera vez la verdad de mi origen y el del hombre, todo cambió, y entendí que el equivocado era yo, y que el Lhumanu nunca sería lo que debía ser, no porque no lo dejáramos, sino porque no quería, no quería despertar de su sueño de ser especiales, únicos, a imagen y semejanza de su dios, porque su raíz, su ADN, era ser esclavo del Demiurgo y de ellos mismos, para que nosotros, los originales, los que logramos despertar podamos existir. Igualmente seguí adelante y cumplí mi propósito, pese a todos los que me decían lo contrario, porque confiaba en que el Lhumanu podía cambiar.
Hace
cientos de años que intentamos que reaccionen, apretando cada vez
más la soga a su cuello, o dándoles todas las libertades de manejar
sus vidas, y sin embargo, siguen haciendo todo lo posible para
negarse su liberación. ¿Qué se puede esperar de aquellos, que
teniendo la benevolencia del Do, lo niegan y lo entregan para ser
devorado? ¿Qué se puede esperar de aquellos que dudan de todo, aún
de la verdad que le dicta su corazón? ¿Qué se puede esperar de
aquellos que están ciegos, sordos y mudos ante el dolor y el
sufrimiento de sus semejantes? ¿Qué se puede esperar del que muerde
la mano del que le da de comer y desconfía hasta de su hermano?
Indudablemente son salvajes, violentos, egoístas, crueles,
desalmados, aberrantes, soberbios, mentirosos, Lhumanus sin ninguna
duda y sin posibilidad de ser, y no por nosotros, sino por ellos. Les
damos todas las posibilidades, cubriendo todas las gamas posibles de
su particular ecuación de elección, y siguen eligiendo el camino
incorrecto, el camino de la desconfianza y la apatía, el camino
corto y fácil del egoísmo y el falso amor, el camino de los egos y
la fantasía del salvador venido de las estrellas, el camino de la
violencia, las guerras, el hambre, el poder, el dinero, el sexo, las
drogas, la diversión, la traición y los mil pecados capitales. No
me vengan que nosotros somos los culpables, los manipuladores, los
amos, no, no, no, nosotros no hacemos las reglas, ustedes las hacen o
permiten que las hagan. Son sus instituciones, sus democracias,
sus ejércitos, sus reyes, sus religiones, sus dirigentes, sus
gobiernos, sus leyes, sus normas, sus bancos, sus Bilderberg, su
mundo. Nosotros habitamos el nuestro y no nos interesa el suyo porque
a ustedes no les interesa protegerlo, defenderlo y cambiarlo.
Todo
en el universo se rige por jerarquías, y ustedes están empeñados
en destruirlas empezando por ustedes mismos. Quieren ser iguales
cuando ni siquiera pueden ser iguales a nivel personal, hoy son una
persona y mañana otra completamente diferente, están disgregados,
fragmentados, alienados. Nosotros debemos cuidarnos de ustedes,
porque son ustedes los empeñados en destruirnos y destruirse,
empeñados en llevar a la especie Lhumana a la extinción y con
ustedes a todos los demás seres, sean plantas, animales o Humanos.
Se la pasan hablando,
discutiendo, confrontando, separando, en vez de callar y sólo hacer.
Ni siquiera los que tienen un propósito en común, se ponen de
acuerdo, porque compiten, se envidian, intentan ser los protagonistas
de una historia sin sentido, que no existe más allá de su limitada
imaginación. Nosotros, si tenemos hambre comemos, si tenemos sueño
dormimos, si estamos cansados descansamos, ustedes se quejan, dicen
que tienen hambre, sueño y cansancio, se toman algo para despejarse
y siguen trabajando, porque eso es lo que quieren, trabajar, dinero,
posesiones, más, más, más…y mientras pregonan igualdad en cada
esquina, a su lado un niño pide limosna y duerme en la calle, pero
claro es culpa del estado, de la democracia, de los oscuros. ¿Qué
saben ustedes de luz y oscuridad? Si defienden al que los halaga para
tenerlos dormidos en sus manos, y condenan al que los insulta para
despertarlos. ¿Todavía no saben que los ángeles se disfrazan de
demonios y los demonios de ángeles? no
quieren ver que las luces y las sombras existen en su interior, que
ustedes son el enemigo, no nosotros, y que sólo bastaría decir
basta para cambiar su vida. No quieren ver que ya son libres si lo
deciden, que las únicas cadenas que los atan están en su interior,
son sus temores, su ignorancia, su dependencia, su apatía, su
aterrador miedo a ser responsables.
Muchos
serán los llamados y pocos los elegidos, porque cuando ven la verdad
la niegan, no quieren ver lo que verdaderamente son, porque son justo
lo que están condenando y persiguiendo, son sus propias luces y
sombras, son Manus, son originarios de la tierra, son iguales
que nosotros pero renegando de su especie, y los que lo saben se
aprovechan de los otros poniéndole al enemigo un nombre, pero no
somos sus captores, son ustedes mismos, cobardes ovejas encerradas en
su propio corral, el que ustedes mismos construyeron durante miles de
años de negación y soberbia. No se merecen ser liberados, no se
merecen ser ayudados, no se merecen todo lo que se les ha dado. Y sin
embargo, yo, iluso e inocente, confié en ustedes, los entendí, los
defendí, los representé, los respeté, los eduqué, los curé, los
amé, y pese a todo fui perseguido, torturado y crucificado. Que
ironía!!, los que buscaban la liberación, mataron a su liberador.
Ahora la rueda se detendrá y cada uno cosechará lo que sembró y
serán los únicos creadores de su cielo o su infierno, nosotros,
sólo observaremos porque ya hemos hecho todo lo que teníamos que
hacer. Nuestro trabajo ha finalizado, y el de ustedes, recién ha
comenzado.
IHS
XVIII-VI-MMXII
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