SERVIDUMBRE MODERNA
Este post está dedicado a dar a conocer un excelente documental: De la servidumbre moderna. En tan sólo 52 minutos, Jean-François Brient, su director, consigue colocar ante nuestras conciencias un espejo que nos muestra, sin dejar espacio para el escape, nuestra condición de siervos modernos.
No hay peor esclavitud que la del que cree ser libre. Por eso, cualquier liberación posible solo puede empezar por una toma de conciencia. En ese punto exacto es en el que películas, como la que se incluye en este post, resultan imprescindibles.
Hazte un favor a ti mismo, y dedica 52 minutos de tu vida a ver esta peli. Si te decides a ello es que ya hay algo en ti que está en movimiento… Si después de verla, te escuece un poco, es que algo en ti está empezando a despertar.
Si lo que se cuenta en ella, hace ya tiempo que te incomoda, seguro que sentirás la necesidad de que otros también lo sepan, porque te habrás dado cuenta ya de que se precisan muchas más personas despiertas para hacer frente a lo que tenemos delante de nuestros ojos… y que todavía resulta tan ininteligible para la mayoría.
Presentación de la película, realizada por su director y editor
Toda verdad atraviesa tres
estadios:
en primer lugar se le
ridiculiza;
en segundo lugar se le oponen
violentamente;
finalmente se le acepta
como si fuese una evidencia.
A. Shopenhauer
De la servidumbre moderna es un libro y un documental de 52 minutos
producidos de manera totalmente independiente; el libro (y el DVD que contiene) es distribuido
gratuitamente en algunos sitios alternativos de Francia y de América Latina. El
texto fue creado en Jamaica en octubre de 2007 y el documental fue terminado en
Colombia en Mayo de 2009. Existe de él una versión en francés, en inglés y en
español. La película ha sido elaborada a partir de fragmentos malversados de
películas de ficción y de documentales.
El objetivo central de esta película es poner al día la condición del esclavo moderno en el marco del sistema totalitario mercantil y dar a conocer las formas de mistificación que ocultan esta condición servil. Fue concebida bajo la única intención de atacar de frente la organización dominante del mundo.
En el
inmenso campo de batalla de la guerra civil mundial, el lenguaje constituye una
de nuestras armas. La intención es llamar las cosas por su nombre y revelar la
esencia escondida de la realidad a través de la manera como es llamada.
La democracia liberal,
por ejemplo, es un mito ya que la organización dominante del mundo no tiene
nada de democrático ni de liberal. Es, entonces, urgente sustituir el mito de
la democracia liberal por su realidad concreta de sistema totalitario
mercantil; se trata de divulgar esta nueva expresión a modo de una
línea de pólvora dispuesta a incendiar las mentes con el desenmascaramiento de
la naturaleza profunda de la dominación presente.
Algunos querrán encontrar aquí
soluciones o respuestas preconcebidas del género “¿Cómo hacer la revolución?”.
Este no es el propósito de esta película. Se trata más bien de hacer la crítica
precisa de la sociedad a la que debemos combatir. Esta película es ante
todo una herramienta militante cuyo propósito es hacer que la mayoría se
cuestione y que la crítica se propague allí donde no tiene acceso. Las
soluciones y los elementos del programa debemos construirlos juntos a través de
la práctica.
No
necesitamos un gurú que venga a explicarnos cómo debemos actuar: la libertad de
acción debe ser nuestro rasgo característico. Quienes desean continuar siendo esclavos esperan
su mesías o la obra que bastaría seguir al pie de la letra para lograr ser
libre. Ya hemos visto muchas de esas obras o de esos hombres en la historia del
siglo XX que se propusieron constituir la vanguardia revolucionaria y conducir
al proletariado hacia la liberación de su condición; los resultados de esa
pesadilla hablan por sí mismos.
Por otro lado, condenamos todas
las religiones ya que son generadoras de ilusiones que nos invitan a aceptar
nuestra sórdida condición de dominados y nos mienten o des-racionalizan casi
todo. Pero también condenamos toda estigmatización de cualquier religión en
particular. Los adeptos del complot sionista o del peligro islamista son mentes
mistificadas que confunden la crítica radical con el odio y el desdén. Solo son
capaces de producir lodo. Si algunos de ellos se llaman revolucionarios es más
con respecto a las revoluciones nacionales de los años 1930 – 1940 que con
respecto a la verdadera revolución liberadora a la que aspiramos. La búsqueda
de un chivo expiatorio, en función de su religión o de su pertenencia étnica,
es vieja como la civilización y no es más que el producto de las frustraciones
de aquellos que buscan respuestas rápidas y simples para el mal que nos agobia.
No puede haber ambigüedad
en la naturaleza de nuestra lucha. Estamos de parte de la emancipación de la
humanidad entera, y en contra de toda forma de discriminación. Todo para todos es la esencia del
programa revolucionario al que nosotros adherimos.
Las referencias que inspiraron
este trabajo, y en general mi vida, están explícitas en esta película: Diógenes
de Sinope, Etienne de la Boétie, Karl Marx y Guy Debord. No las escondo ni
pretendo haber descubierto que el agua moja. Se me reconocerá simplemente el
mérito de haberme servido de ella para limpiarme de la propaganda del sistema.
Aquellos que dirán que esta obra
no es lo suficientemente revolucionaria o realmente radical o incluso una
incitación a la violencia, que propongan su propia visión del mundo en el que
vivimos. Entre más difundamos estas ideas, más podrá surgir la posibilidad
de un cambio radical.
La crisis
económica, social y política ha revelado el fracaso patente del sistema
totalitario mercantil. Una brecha se ha abierto. Ahora se trata de atreverse (lanzarse)
sin miedo pero de manera estratégica. Sin embargo hay que reaccionar
rápidamente ya que el poder, perfectamente informado sobre el estado de la
radicalización de las contestaciones, prepara un ataque preventivo sin
precedentes. La urgencia de los tiempos nos impone la unidad más que la
división ya que lo que nos une es más profundo que lo que nos separa. Es siempre muy cómodo criticar lo que
hacen las organizaciones, los individuos o los diferentes grupos inspirados por
la revolución social, pero, en realidad, estas críticas provienen de la
voluntad inmovilista que intenta convencernos de que nada es posible. No hay
que equivocarse de enemigo. Las viejas discusiones bizantinas en el
campo revolucionario deben dar lugar a la unidad de acción de todas nuestras
fuerzas. Hay que dudar de todo, incluso de la duda.
El texto y la película están
libres de derechos, y pueden ser copiados, difundidos y proyectados sin la
menor duda. Son además gratuitos y no pueden ser vendidos ni comercializados
bajo ninguna circunstancia. Sería incoherente proponer una crítica de la omnipresencia
de las mercancías con otra mercancía. La lucha contra la propiedad
privada, intelectual u otra, es nuestra fuerza de ataque contra la dominación
presente.
Esta película, difundida por
fuera de cualquier circuito legal o comercial, no puede existir sin el apoyo de
las personas que organizan la difusión o la proyección. No nos pertenece,
pertenece a quienes quieran tomarlo para lanzarlo a la línea de fuego.
Jean-François Brient y Victor León Fuentes
De la servidumbre moderna
La película: 52 minutos para una toma de conciencia imprescindible para todo aquel que está empezando a intuir que no es otra cosa que un esclavo moderno…
VISUALIZALA EN LA COLUMNA DERECHA DE ESTE BLOC
Los capítulos y su contenido
Capítulo I: Epígrafe
Mi optimismo está basado en la certeza de que
esta civilización está por derrumbarse.
Mi pesimismo, en todo lo que hace por arrastrarnos en su caída.
Capítulo II: La servidumbre voluntaria
Es el mal de estos tiempos, los locos guían a los ciegos. William Shakespeare
La servidumbre moderna es una esclavitud voluntaria, consentida por la
muchedumbre de esclavos que se arrastran por la faz de la tierra. Ellos mismos
compran las mercancías que los esclavizan cada vez más. Ellos mismos procuran
un trabajo cada vez más alienante que se les otorga si demuestran estar
suficientemente amansados. Ellos mismos eligen los amos a quienes deberán
servir. Para que esta tragedia absurda pueda tener lugar, ha sido necesario
despojar a esa clase de la conciencia de su explotación y de su alienación. He
ahí la extraña modernidad de nuestra época. Al igual que los esclavos de la
antigüedad, que los siervos de la Edad Media y que los obreros de las primeras
revoluciones industriales, estamos hoy en día frente a una clase totalmente
esclavizada, solo que no lo sabe o más bien, no lo quiere saber. Ellos ignoran
la rebelión, que debería ser la única reacción legitima de los explotados.
Aceptan sin discutir la vida lamentable que se planeó para ellos. La renuncia y
la resignación son la fuente de su desgracia. He ahí la pesadilla de los
esclavos modernos que no aspiran sino a ser llevados por la danza macabra del
sistema de la alienación.
La opresión se moderniza
expandiendo por todas partes las formas de mistificación que permiten ocultar
nuestra condición de esclavos. Mostrar la realidad tal como es y no tal como la
presenta el poder, constituye la subversión más genuina. Sólo la verdad es
revolucionaria.
Capítulo III: La planeación territorial y la vivienda
El urbanismo es esta toma de posesión del medio ambiente natural y humano por el capitalismo que, desarrollándose lógicamente como dominación absoluta, puede y debe ahora rehacer la totalidad del espacio como su propio decorado. Guy Debord, La Sociedad del Espectáculo
A medida que construyen su mundo
con la fuerza alienada de su trabajo, el decorado de este mundo se vuelve la
cárcel donde tendrán que vivir. Un mundo sórdido, sin sabor ni olor, que lleva
en sí la miseria del modo de producción dominante.
Este decorado está en permanente construcción, nada en él es constante. La remodelación continua del espacio que nos rodea está justificada por la amnesia generalizada y la inseguridad con las que tienen que vivir sus habitantes. Se trata de cambiarlo todo a la imagen del sistema: el mundo se vuelve como una fábrica, cada vez más sucio y ruidoso.
Cada parcela de este mundo es propiedad de un Estado o de un particular. Este robo social que es la apropiación exclusiva de la tierra se materializa en la omnipresencia de los muros, de las rejas, de las cercas, de las barreras y de las fronteras. Son las marcas visibles de esa separación que lo invade todo.
Pero al mismo tiempo, la unificación del espacio, según los intereses de la cultura mercantil, es el gran objetivo de nuestra triste época. El mundo debe convertirse en una inmensa autopista, absolutamente eficiente, para facilitar el transporte de las mercancías. Todo obstáculo, natural o humano, debe ser destruido.
La concentración inhumana de esa masa de esclavos es fiel reflejo de su vida: se asemeja a las jaulas, a las cárceles, a las cavernas. Pero a diferencia del esclavo o del prisionero, el explotado de la época moderna debe pagar por su jaula.
Este decorado está en permanente construcción, nada en él es constante. La remodelación continua del espacio que nos rodea está justificada por la amnesia generalizada y la inseguridad con las que tienen que vivir sus habitantes. Se trata de cambiarlo todo a la imagen del sistema: el mundo se vuelve como una fábrica, cada vez más sucio y ruidoso.
Cada parcela de este mundo es propiedad de un Estado o de un particular. Este robo social que es la apropiación exclusiva de la tierra se materializa en la omnipresencia de los muros, de las rejas, de las cercas, de las barreras y de las fronteras. Son las marcas visibles de esa separación que lo invade todo.
Pero al mismo tiempo, la unificación del espacio, según los intereses de la cultura mercantil, es el gran objetivo de nuestra triste época. El mundo debe convertirse en una inmensa autopista, absolutamente eficiente, para facilitar el transporte de las mercancías. Todo obstáculo, natural o humano, debe ser destruido.
La concentración inhumana de esa masa de esclavos es fiel reflejo de su vida: se asemeja a las jaulas, a las cárceles, a las cavernas. Pero a diferencia del esclavo o del prisionero, el explotado de la época moderna debe pagar por su jaula.
Pues no es el hombre sino el mundo el que se ha vuelto anormal. Antonin Artaud
Capítulo IV: La mercancía
A primera vista, una mercancía parece ser una cosa trivial, de comprensión inmediata. Su análisis demuestra que es un objeto endemoniado, rico en sutilezas metafísicas y reticencias teológicas. Carlos Marx, El Capital, capítulo I, libro 4
En
este estrecho y lúgubre espacio en donde vive, el esclavo acumula las mercancías,
que según los mensajes publicitarios omnipresentes, deberán traerle la
felicidad y la plenitud. Pero entre más acumula mercancías, más se aleja de él
la posibilidad de acceder un día a la felicidad.
De qué le sirve al hombre poseerlo todo, si a cambio pierde su alma. Evangelio San Marcos 8, 36
La
mercancía, ideológica por esencia, despoja de su trabajo al que la produce y
despoja de su vida al que la consume. En el sistema económico dominante, ya no
es la demanda la que condiciona la oferta, sino la oferta la que determina la
demanda. Es así como, de manera periódica, surgen nuevas necesidades
consideradas vitales por la inmensa mayoría de la población: primero fue el
radio, luego el carro, el televisor, el computador y ahora el celular.
Todas estas mercancías, distribuidas masivamente en un corto lapso de tiempo, modifican en profundidad las relaciones humanas: sirven por un lado para aislar a los hombres un poco más de sus semejantes y por otro, para difundir los mensajes dominantes del sistema. “Las cosas que poseemos terminan por poseernos.”
Todas estas mercancías, distribuidas masivamente en un corto lapso de tiempo, modifican en profundidad las relaciones humanas: sirven por un lado para aislar a los hombres un poco más de sus semejantes y por otro, para difundir los mensajes dominantes del sistema. “Las cosas que poseemos terminan por poseernos.”
Capitulo V: La alimentación
Lo que es comida para unos, es veneno para otros. Paracelso
Pero es cuando se alimenta que el
esclavo moderno ilustra mejor el estado de decadencia en que se encuentra.
Disponiendo cada vez de menos tiempo para preparar la comida que ingiere, se ve
reducido a consumir a la carrera lo que la industria agroquímica produce. Erra
por los supermercados en busca de los ersatz
que la sociedad de la falsa abundancia consiente en darle. Su elección no
es más que una ilusión. La abundancia de los productos alimentarios no disimula
sino su degradación y su falsificación. No son otra cosa que organismos
genéticamente modificados, una mezcla de colorantes y conservantes, de
pesticidas, de hormonas y de otros tantos inventos de la modernidad. El placer
inmediato es la regla del modo de alimentación dominante, así como la de todas
las formas de consumo. Y las consecuencias que ilustran esta manera de
alimentarse se ven por todas partes.
Pero es frente a la indigencia de la mayoría que el hombre occidental se regocija de su posición y de su consumo frenético. Por tanto, la miseria está dondequiera que reine la sociedad mercantil totalitaria. La escasez es el revés de la moneda de la falsa abundancia. Aunque la producción agroquímica es suficiente para alimentar a la totalidad de la población, en un sistema que hace de la desigualdad un criterio de progreso, el hambre no deberá desaparecer jamás.
Pero es frente a la indigencia de la mayoría que el hombre occidental se regocija de su posición y de su consumo frenético. Por tanto, la miseria está dondequiera que reine la sociedad mercantil totalitaria. La escasez es el revés de la moneda de la falsa abundancia. Aunque la producción agroquímica es suficiente para alimentar a la totalidad de la población, en un sistema que hace de la desigualdad un criterio de progreso, el hambre no deberá desaparecer jamás.
Ellos están convencidos de que el hombre, especie pecadora por excelencia, domina la creación. Como si todas las demás criaturas no hubieran sido creadas sino para servirles de comida, de pieles, para ser martirizadas y exterminadas. Isaac Bashevis Singer
La
otra consecuencia de la falsa abundancia alimentaria es la multiplicación de
las fábricas de concentración y el exterminio bárbaro y a gran escala de las
especies que sirven para alimentar a los esclavos. Esta es la esencia misma del
modo de producción dominante. La vida y la humanidad no resisten más ante el
afán de lucro de unos cuantos.
Capítulo VI: La destrucción del medio ambiente
Qué triste es pensar que la naturaleza habla y que el género humano no la escucha. Victor Hugo
El
pillaje de los recursos del planeta, la abundante producción de energía o de
mercancías, los residuos y los desechos del consumo ostentoso hipotecan las
posibilidades de supervivencia de nuestra tierra y de las especies que la
pueblan. Pero para darle paso al capitalismo salvaje, el crecimiento no deberá
parar jamás. Hay que producir, producir y volver a producir cada vez más.
Y son
los mismos que contaminan quienes se presentan hoy en día como los salvadores
del planeta. Esos imbéciles de la industria del espectáculo, patrocinados por
las firmas multinacionales, intentan convencernos de que un simple cambio en
nuestros hábitos bastará para salvar al planeta del desastre. Y mientras que
nos culpan, continúan contaminando sin cesar el medio ambiente y nuestro
espíritu. Esas pobres tesis seudo-ecológicas son repetidas por todos los políticos
corruptos que necesitan eslóganes publicitarios. Pero se cuidan bien de no
proponer un cambio radical en el sistema de producción. Se trata, como siempre,
de cambiar algunos detalles para que lo esencial siga siendo igual.
Capítulo VII: El trabajo
Trabajo, del latín tri palium “tres palos”, instrumento de tortura.
Para entrar en la ronda del
consumo frenético, hay que tener dinero y para tenerlo, hay que trabajar, es
decir, venderse. El sistema dominante ha hecho del trabajo su principal valor,
y los esclavos deben trabajar cada vez más para pagar a crédito su vida
miserable. Se agotan en el trabajo, pierden con él la mayor parte de su fuerza
vital y tienen que soportar las peores humillaciones. Pasan toda su vida
haciendo una actividad extenuante y molesta para el beneficio de unos cuantos.
La invención del desempleo moderno tiene como propósito asustarlos y hacerles
agradecer sin cesar la generosidad del poder.
¿Qué harían sin esta tortura que es el trabajo? Son estas actividades alienantes las que nos presentan como una liberación. ¡Qué mezquindad y qué desdicha!
¿Qué harían sin esta tortura que es el trabajo? Son estas actividades alienantes las que nos presentan como una liberación. ¡Qué mezquindad y qué desdicha!
Siempre apresurado por el
cronómetro o el látigo, cada gesto de los esclavos está calculado a fin de
aumentar la productividad. La organización científica del trabajo constituye la
esencia misma de la desposesión de los trabajadores, del fruto de su trabajo y
del tiempo que pasan en la producción automática de las mercancías o de los
servicios. La actividad del trabajador se confunde con el de una máquina en las
fábricas, o con el de un computador en las oficinas. El tiempo pagado no se
recupera jamás.
De esta manera, a cada empleado se le asigna un trabajo repetitivo, ya sea intelectual o físico. Él es un especialista en su área de producción. Esta especialización se reproduce a escala planetaria en el marco de la división internacional del trabajo. Se concibe en Occidente, se produce en Asia, se muere en África.
De esta manera, a cada empleado se le asigna un trabajo repetitivo, ya sea intelectual o físico. Él es un especialista en su área de producción. Esta especialización se reproduce a escala planetaria en el marco de la división internacional del trabajo. Se concibe en Occidente, se produce en Asia, se muere en África.
Capítulo VIII: La colonización de todos los sectores de la vida
El hombre entero está condicionado al comportamiento productivo por la organización del trabajo, y fuera de la fábrica, mantiene la misma piel y la misma cabeza. Christophe Dejours
A
medida que el sistema de producción coloniza todos los sectores de la vida, el
esclavo moderno, no conforme con su servidumbre en el trabajo, sigue
desperdiciando su tiempo en las actividades de esparcimiento y las vacaciones
planificadas. Ningún momento de su vida escapa al dominio del sistema. Cada
instante de su vida ha sido invadido. Es un esclavo de tiempo completo.
Capítulo IX: la medicina mercantil
La medicina hace morir más lentamente. Plutarco
La
degradación generalizada de su medio ambiente, del aire que respira, y de la
comida que consume; el stress de sus condiciones laborales y de la totalidad de
su vida social son el origen de las nuevas enfermedades del esclavo moderno. Su
condición servil es una enfermedad para la cual no existirá jamás ninguna
medicina. Sólo la completa liberación de la condición en la que se encuentra,
puede permitirle al esclavo moderno reponerse de su sufrimiento.
La
medicina occidental no conoce sino un remedio contra los males que sufren los
esclavos modernos: la mutilación. Es a base de cirugías, de antibióticos o de
quimioterapia que se trata a los pacientes de la medicina mercantil. Nunca se ataca el origen del mal sino sus
consecuencias, porque la búsqueda de las causas nos conduciría inevitablemente
a la condenación implacable de la organización social en su totalidad.
Así
como el sistema actual ha convertido cada elemento de nuestro mundo en una
simple mercancía, también ha hecho de nuestro cuerpo una mercancía, un objeto
de estudio y experimentación para los seudo-sabios de la medicina mercantil y
de la biología molecular. Los amos del mundo ya están a punto de patentar todo
lo viviente. La secuencia completa del ADN del genoma humano es el punto de
partida de una nueva estrategia puesta en marcha por el poder. La
decodificación genética no tiene otra finalidad que la de ampliar
considerablemente las formas de dominación y de control.
Como
tantas otras cosas, nuestro cuerpo ya no nos pertenece.
Capitulo X: la obediencia como segunda naturaleza
A fuerza de obedecer se obtienen reflejos de sumisión. Anónimo
Lo
mejor de su vida se le escurre por los dedos, pero él continúa porque tiene la
costumbre de obedecer desde siempre. La obediencia se ha convertido en su
segunda naturaleza. Obedece sin saber por qué, simplemente porque sabe que
tiene que obedecer. Obedecer, producir y consumir, he ahí el tríptico que
domina su vida. Obedece a sus padres, a sus profesores y a sus patrones, a sus
propietarios y a sus mercaderes. Obedece a la ley y a las fuerzas del orden,
obedece a todos los poderes porque no sabe hacer otra cosa. No hay nada que lo
asuste más que la desobediencia, porque la desobediencia es el riesgo, la
aventura, el cambio. Así como el niño entra en pánico apenas pierde de vista a
sus padres, el esclavo moderno se siente desorientado sin el poder que lo ha
creado. Por eso, continúa obedeciendo.
El
miedo ha hecho de nosotros unos esclavos y nos mantiene en esa condición.
Nos inclinamos ante los amos del mundo; aceptamos esta vida de humillaciones y
de miseria, solamente por temor. Sin embargo, nosotros disponemos de la fuerza
numérica frente a la minoría que gobierna. Su fuerza no la obtienen de su policía
sino de nuestro consentimiento. Justificamos nuestra cobardía al enfrentamiento
legítimo contra las fuerzas que nos oprimen con un discurso lleno de humanismo
moralizador. El rechazo a la violencia revolucionaria está anclado en los
espíritus de aquellos que se oponen al sistema defendiendo unos valores que el
mismo sistema les ha enseñado.
Pero cuando se trata de conservar su hegemonía, el poder no vacila nunca en utilizar la violencia.
Pero cuando se trata de conservar su hegemonía, el poder no vacila nunca en utilizar la violencia.
Capitulo XI: represión y vigilancia
Bajo un gobierno que aprisiona injustamente, el lugar del hombre justo es también en prisión. Henry David Thoreau, La Desobediencia Civil.
Sin
embargo, existen algunos individuos que escapan al control de las conciencias,
pero están bajo vigilancia. Todo acto de rebelión o de resistencia es asimilado
como una actividad desviada o terrorista. La libertad no existe sino para
aquellos que defienden los imperativos mercantiles. A partir de ahora, la
verdadera oposición al sistema dominante es totalmente clandestina. Contra esos
opositores, la represión es la regla vigente. Y el silencio de la mayoría de
los esclavos frente a esta represión es justificada por el propósito mediático
y político de negar el conflicto que existe en la sociedad real.
Capítulo XII: El dinero
Y aquello que hicimos antes por el amor de Dios, lo hacemos ahora por el amor al dinero, es decir, por amor a aquello que da la sensación más elevada de poder y la buena conciencia. Aurora, Nietzsche
Como
todos los seres oprimidos de la historia, el esclavo moderno necesita de su
mística y de su dios para anestesiar el mal que le atormenta y el sufrimiento
que le agobia. Pero este nuevo dios, a quien entregó su alma, no es más que la
nada. Un trozo de papel, un número que tiene sentido solo porque todos han
decidido dárselo. Es por este nuevo dios que estudia, trabaja, riñe y se vende.
Es por este nuevo dios que ha abandonado sus valores y está dispuesto a hacer
lo que sea. Él cree que entre más plata posea más se librará de la coacción que
lo sujeta. Como si la posesión fuera de la mano de la libertad. La liberación es una ascesis que proviene
del dominio de sí mismo; un deseo y una voluntad de actuar. Está en el ser y no
en el tener. Pero hay que decidirse a no servir ni obedecer más. Falta ser
capaz de romper con unos hábitos que nadie, al parecer, osa poner en tela de
juicio.
Capitulo XIII: No hay alternativa a la organización social dominante
Acta est fabula. El juego terminó
Ahora
bien, el esclavo moderno está convencido de que no existe alternativa a la
organización del mundo presente. Se ha resignado a esta vida porque piensa que
no puede haber otra. Es ahí en donde reside la fuerza de la dominación
presente: hacer creer que este sistema que ha colonizado toda la superficie de
la Tierra es el fin de la historia. Ha convencido a la clase dominada que
adaptarse a su ideología equivale a adaptarse al mundo tal como es y tal como
ha sido siempre. Soñar con otro mundo se ha convertido en un crimen condenado
al unísono por los medios y por todos los poderes. El criminal es en realidad
aquel que contribuye, consciente o no, a la demencia de la organización social
dominante. No hay locura más grande que la del sistema presente.
Capítulo XIV: La imagen
Pero, sabed, oh rey, que no adoraremos a tus dioses ni nos arrodillaremos ante la imagen de oro. Antiguo Testamento, Daniel 3 :18
Ante
la devastación del mundo real, es necesario para el sistema colonizar la
conciencia de los esclavos. Es por eso que el sistema dominante ha decidido
enfocarse en la disuasión que, desde la más pequeña edad, cumple el papel
preponderante en la formación de los esclavos. Ellos deben olvidar su condición
servil, su prisión y su vida miserable. Basta con ver esa muchedumbre
hipnótica, conectada a las pantallas que acompañan su vida cotidiana. Ellos
disfrazan su insatisfacción permanente con el reflejo manipulado de una vida
soñada, hecha de dinero, de gloria y de aventura. Pero sus sueños son tan
lamentables como su vida miserable.
Hay
imágenes para todo y para todos. Esas imágenes llevan en sí el mensaje ideológico
de la sociedad moderna y sirven de instrumento de unificación y de propaganda.
Se multiplican a medida que el hombre es despojado de su mundo y de su vida. Es
el niño el primer blanco de esas imágenes. Hay que volverlos estúpidos y
extirparles toda forma de reflexión y de crítica. Todo ello se hace, claro
está, con la desconcertante complicidad de sus padres, quienes han desistido
ante el impacto de los medios modernos de comunicación. Ellos mismos compran
todas las mercancías necesarias para la esclavización de su progenie. Se
desentienden de la educación de sus hijos y se la dejan al sistema del
embrutecimiento y de la mediocridad.
Hay
imágenes para todas las edades y para todas las clases sociales. Los esclavos
modernos confunden esas imágenes con la cultura y, a veces, con el arte. Se
recurre constantemente a los instintos más bajos para vender cualquier
mercancía. Y es la mujer, doblemente esclava en la sociedad presente, la que
paga el precio más alto. Ella es presentada como simple objeto de consumo. La
rebelión ha sido también reducida a una imagen desprovista de su potencial
subversivo. La imagen sigue siendo la forma de comunicación más directa y más
eficaz: crea modelos, embrutece a las masas, les miente, les infunde
frustraciones y les insufla la ideología mercantil. Se trata, pues, una vez más
y como siempre, del mismo objetivo: vender, modelos de vida o productos,
comportamientos o mercancías, vender no importa qué, pero vender.
Capitulo XV: El entretenimiento
La televisión embrutece a los que la miran, no a los que la hacen. Patrick Poivre d’Arvor
Esos
pobres hombres se divierten, pero ese divertimiento no sirve más que para
distraerlos del auténtico mal que los acosa. Han dejado que hicieran de su vida
cualquier cosa y fingen sentirse orgullosos de ello. Intentan lucir satisfechos
pero nadie les cree; ni ante al frío reflejo del espejo, alcanzan a engañarse.
Pierden su tiempo delante de unos imbéciles que los hacen reír o cantar, soñar
o llorar. A través del deporte mediático, se representa el éxito y el fracaso,
el esfuerzo y las victorias que el esclavo moderno ha dejado de vivir en
carne propia. Su insatisfacción lo incita a vivir por encargo frente a su
aparato de televisión. Mientras que los emperadores de la Antigua Roma
compraban la sumisión del pueblo con pan y circo, hoy en día, es con
divertimientos y consumo del vacío que se compra el silencio de los esclavos.
Capitulo XVI: El lenguaje
Uno cree que domina las palabras, pero son
las palabras las que lo dominan a uno. Alain Rey
El control de las conciencias es el resultado de la utilización viciada del
lenguaje por la clase económica y socialmente dominante. Siendo el dueño de
todos los medios de comunicación, el poder difunde la ideología mercantil a
través de la definición fija, parcial y amañada que le atribuye a las palabras.
Las palabras son presentadas como si fueran neutras y su definición como
evidente. Controladas por el poder, designan siempre una cosa muy distinta a la
vida real.
Es ante todo un lenguaje de la resignación y de la impotencia, el lenguaje
de la aceptación pasiva de las cosas tal como son y tal como deben permanecer.
Las palabras actúan por cuenta de la organización dominante de la vida y el
hecho mismo de utilizar el lenguaje del poder, nos condena a la impotencia. El
problema del lenguaje es el punto esencial de la lucha por la emancipación
humana. No es una forma de dominación que se añada a otra sino que es el centro
mismo del proyecto de sometimiento del sistema mercantil totalitario.
Es a
través de la reapropiación del lenguaje y, por tanto, de la comunicación real
entre las personas, que surge de nuevo la posibilidad de un cambio radical. Es
en este sentido que el proyecto revolucionario converge con el proyecto
poético. En la efervescencia popular, la palabra hablada es re-aprendida y
reinventada por extensos grupos. La espontaneidad creativa se encuentra en cada
uno y nos une a todos.
Capitulo XVII: La ilusión del voto y la democracia parlamentaria
Votar es abdicar. Élisée Reclus
No
obstante, los esclavos modernos se sienten todavía ciudadanos. Creen votar y
decidir libremente quién conducirá sus asuntos, como si aún pudieran elegir.
Pero, cuando se trata de escoger la sociedad en la que queremos vivir, ¿creen
ustedes que existe una diferencia fundamental, entre la socialdemocracia y la
derecha populista en Francia, entre demócratas y republicanos en Estados
Unidos y entre laboristas y conservadores en el Reino Unido? No existe ninguna
oposición, puesto que los partidos políticos dominantes están de acuerdo en lo
esencial: la conservación de la presente sociedad mercantil. Ninguno de los
partidos políticos que pueden acceder al poder pone en entredicho el dogma del
mercado. Y son esos mismos partidos los que, con la complicidad mediática,
acaparan las pantallas; riñen por pequeños detalles con la esperanza de que
todo siga igual; se disputan por saber quién ocupara los puestos que les ofrece
el parlamentarismo mercantil. Esas pobres querellas son difundidas por todos
los medios de comunicación con el fin de ocultar un verdadero debate sobre la
elección de la sociedad en la que queremos vivir. La apariencia y la futilidad
dominan sobre el profundo enfrentamiento de ideas.
Todo
esto no se parece en nada, ni de lejos, a una democracia. La democracia real se
define en primer lugar y ante todo por la participación masiva de los
ciudadanos en la gestión de los asuntos de la ciudad. Es directa y
participativa. Encuentra su expresión más autentica en la asamblea popular y en
el dialogo permanente sobre la organización de la vida en común. La forma
representativa y parlamentaria que usurpa el nombre de democracia limita el
poder de los ciudadanos al simple derecho de votar; es decir, a nada. Escoger
entre gris claro y gris oscuro no es una elección verdadera. Las sillas
parlamentarias son ocupadas en su inmensa mayoría por la clase económicamente
dominante, ya sea de derecha o de la pretendida izquierda social demócrata. No
hay que conquistar el poder, hay que destruirlo. Es tiránico por naturaleza,
sea ejercido por un rey, un dictador o un presidente electo. La única
diferencia en el caso de la “democracia” parlamentaria es que los esclavos
tienen la ilusión de elegir ellos mismos al amo que deberán servir. El voto los
ha hecho cómplices de la tiranía que los oprime. Ellos no son esclavos porque existen amos, sino que los amos existen
porque ellos han elegido mantenerse esclavos.
Capitulo XVIII: El sistema mercantil totalitario
La naturaleza no creó amos ni esclavos, yo no quiero dar ni recibir leyes. Denis Diderot
El sistema
dominante se define entonces por la omnipresencia de su ideología mercantil.
Ocupa a la vez todos los espacios y todos los sectores de la vida. No profesa
más que: produce, vende, consume, acumula. Ha reducido todas las relaciones
humanas a unas parcas relaciones mercantiles, y considera que nuestro planeta
es una simple mercancía. La función que nos asigna es el trabajo servil. El
único derecho que reconoce es el derecho a la propiedad privada. Al único dios
que rinde culto es al dinero.El monopolio de la apariencia es total. Solo
aparecen los hombres y los discursos favorables a la ideología dominante. La
crítica de este mundo se ahoga en el mar mediático que determina qué está bien
y qué está mal, lo que se puede y lo que no se puede ver.
Omnipresencia
de la ideología, culto al dinero, monopolio de la apariencia, partido único
disfrazado de pluralismo parlamentario, ausencia de una oposición visible,
represión en todas sus formas, voluntad de transformar al hombre y al mundo: He
ahí la verdadera cara del totalitarismo moderno que ellos llaman “democracia
liberal”, pero que es hora de llamar por su verdadero nombre: el sistema
mercantil totalitario.
El
hombre, la sociedad y todo nuestro planeta están al servicio de esta ideología.
El sistema mercantil totalitario ha logrado lo que ningún otro totalitarismo
había podido: ocupar cada resquicio del planeta. Hoy en día, ninguna forma de
exilio es posible.
Capitulo XIX: Perspectivas
A
medida que la opresión se expande por todos los sectores de la vida, la rebelión
toma el aspecto de una guerra social. Los motines renacen y anuncian que
la revolución está por llegar.
La
destrucción de la sociedad mercantil totalitaria no es un asunto de
opinión, es una necesidad absoluta en un mundo que se sabe
condenado. Ya que el poder está en todas partes, es por todas partes y
por todo el tiempo que hay que combatirlo.
La
reinvención del lenguaje, el trastorno permanente de la vida cotidiana, la
desobediencia y la resistencia son las palabras claves de la rebelión contra el
orden establecido. Pero para que de esta rebelión surja una revolución
hay que encaminar las subjetividades a un frente común.
Es en
la unidad de todas las fuerzas revolucionarias que hay que obrar. Esta no
se puede conseguir más que siendo conscientes de nuestros fracasos pasados: ni
el reformismo estéril ni la burocracia totalitaria pueden ser una solución para
nuestra inconformidad. Se trata de inventar nuevas formas de organización
y de lucha.
La
autogestión en las empresas y la democracia directa a escala comunal
constituyen las bases de esta nueva organización que debe ser anti-jerárquica,
tanto en la forma como en el contenido.
Al
poder no hay que conquistarlo, hay que destruirlo.
Capitulo XX: Epílogo
Caballeros, el tiempo de la vida es muy corto… Si vivimos, vivimos para hollar cabezas de reyes. William Shakespeare
Jean-François
Brient
Traducción: Alfonso Echeverry
Traducción: Alfonso Echeverry
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