Según el Mito bíblico Adán y Eva fueron los primeros humanos que habitaron el planeta. Si bien su historia y caída representan cuestiones que van más allá de meros conflictos de pareja, la historia de amor de Adán y Eva resulta tan interesante como poco explorada.
Tanto el Antiguo
Testamento como el Corán sostienen que Adán y Eva
aparecieron en el sexto día de la creación, aunque en este
sentido hay algunas discrepancias cronológicas. La única coincidencia a lo
largo de todos los mitos de Adán y Eva es la
sospecha de que él fue el primero en nacer. Según el Libro
del Génesis su cuerpo fue creado de polvo y arcilla a través de un
procedimiento de “alfarería”, y su alma fue inseminada a partir de un soplo
divino.
Ahora bien, la Biblia no
logra ponerse de acuerdo sobre el momento de la creación de Adán y Eva.
En el primer capítulo del Génesis se nos informa que fueron creados en
el sexto día, tras la aparición de las plantas y los animales (Génesis
1:11-27). Pero en el segundo se afirma contradictoriamente que Adán fue
creado en primer lugar, y que tras su él aparecieron las plantas, los animales,
y finalmente Eva (Génesis 2:5-25).
Poco sabemos acerca
de esta historia de amor. Ya sea por deslumbramiento o por falta de
opciones, la pareja se unió y juntos engendraron a Caín, Abel, Set y
posteriormente a otros hijos e hijas a los que la Biblia no
les adjudica ninguna importancia.
Tras el episodio de
la tentación, es decir, del engaño
de la serpiente y la trasgresión de comer del árbol del conocimiento, Adán y Eva fueron
expulsados del Edén, es decir, fueron castigados con la pérdida del favor
divino.
Este acto de
desobediencia y el posterior castigo de Dios fueron -filosóficametne hablando-
el nacimiento de la humanidad. ¿En qué consistió aquel castigo? Precisamente en
la materialización de las cosas que nos vuelven humanos: muerte, dolor,
vergüenza y trabajo.
Ahora bien, la historia
de amor de Adán y Eva continuó, con algunos
sobresaltos, fuera del Paraíso. La Biblia se ocupa
poco y nada sobre estos hechos. Solo nos informa que tuvieron varios
hijos e hijas además de Caín y Abel, y que Adán murió a la
asombrosa edad de 930 años.
El único episodio
posterior al exilio del Edén que es relatado en detalle es el
asesinato de Abel a manos de Caín y el consecuente castigo del fratricida.
Las “escenas
de la vida conyugal” de Adán y Eva exceden a los libros
canónicos. Para encarnar personajes de tamaña envergadura es muy poco lo
que sabemos sobre ellos. ¿De qué murió Eva? ¿Cómo fue su vida
posterior al exilio? ¿Estaban realmente enamorados…?
Como era de esperar,
estos interrogantes no son evacuados por los libros sagrados, al
menos por los libros aceptablemente sagrados. Cuando la Biblia dice su última
palabra acerca de Adán y Eva nos vemos obligados a
considerar a otras fuentes, a menudo más antiguas que las “oficiales”.
Y si hablamos de
fuentes, la que mejor y más profundamente habla sobre la historia de
amor de Adán y Eva es un texto muy antiguo llamado
el Apocalipsis de Adán,
descubierto en 1946 y parte estructural del corpus de Nag Hammadi.
Esta obra fue escrita por los gnósticos en la antigua lengua copta.
Allí se nos cuenta
que al cumplir 700 años Adán sintió la necesidad de aclarar
algunas cuestiones de su pasado a su hijo Seth. En su primera
declaración sostiene la inocencia de Eva y su importancia
en la construcción de la humanidad. Adán sugiere que gracias a
Eva conocieron al verdadero Dios, es decir, a un Creador que nada tiene que ver con el vengativo y
restrictivo Dios que conocieron en el Paraíso; en definitiva, un impostor.
Frente al
desconcierto de Seth, Adán se pregunta qué clase de Dios
pondría un árbol
prohibido a disposición de quienes no debían comer de él. La respuesta
a este interrogante se sucede con total naturalidad: un dios que busca la
trasgresión.
Adán denuncia que el Dios del
Génesis es un Dios falso, un impostor vil y volátil capaz de condenar
desproporcionadamente a sus hijos por seguir los mismos instintos que Él les
insufló con gran prolijidad. No niega que este Señor sea en definitiva el
creador del mundo, pero rechaza la idea de que sea el hacedor del universo. En
este sentido Adán defiende las teorías gnósticas que proponen
que muy por encima de aquel Dios rabioso del Génesis existe un Dios Absoluto,
cuya faz se verá representada en Cristo.
Para probar su
sospecha Adán recurre a la filosofía. ¿Por qué un Dios
Perfecto crearía cosas Imperfectas? La respuesta más simple nos obliga a
considerar que aquel dios tal vez no sea perfecto, y que sus creaciones
imperfectas se corresponden con las suyas propias.
Acto seguido Adán rompe
en llanto, triste y melancólico, mientras cuenta la misteriosa muerte
de Eva. Calla sobre la causa del deceso pero desliza que en su muerte
están involucrados algunos sicarios angelicales.
Cuando
estuvo solo, el viejo Adán resolvió romper su pacto de
silencio y profetizar aquellos pensamientos siniestros que lo atormentaban
desde los primeros días del exilio.
Antes de finalizar
conviene repasar una respuesta demoledora de Adán. En cierto
momento Seth le pregunta por qué no cuestionó la decisión de Dios de
expulsarlos del Paraíso y por qué se sometió mansamente a las sugerencias
gastonómicas de Eva. . Y que
siempre que la siguiera estaría en el Edén.
Muchos siglos
después, Mark
Twain tradujo esta sensación adánica de indiferencia por el
Paraíso en el relato
fantástico El diario de Eva (Eve’s Diary); donde Adán, de pie frente a la
tumba de su amada, murmura las siguientes palabras: Dondequiera
que estaba ella, ahí estaba el Edén. (Wherever she was, there was Eden)
Visto en: maestroviejo
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