UNA REVOLUCIÓN INCREÍBLE QUE TE HAN OCULTADO Y QUE
DEBES CONOCER
Esta es una historia realmente inspiradora. Se trata de una
revolución que todo el mundo debería conocer y de la que muy poca gente ha oído
hablar.
Una lucha de la que, sospechosamente, los medios de
comunicación apenas se han hecho eco.
Estamos hablando de la Revolución de Bougainville,
también conocida como la Revolución del Coco, la que podríamos
considerar la primera revolución exitosa de carácter ecológico del mundo.
Curiosamente no se trata de una
historia antigua, pues se inició hace apenas 25 años y aún siguen escuchándose
sus ecos en la actualidad.
La crónica de esta lucha es un
ejemplo de superación, dignidad y fe inquebrantable en las propias
convicciones.
Una lección para todos nosotros,
de la que todos deberíamos aprender y que en el fondo a todos debería
avergonzarnos.
Es la historia de una pulga que ha
derrotado a un gigante y que nos ha demostrado que todo es posible, mientras
nosotros, una panda de conformistas, fofos y obesos, incrustados en el sofá e
inmersos en un coro de patéticos lamentos, somos incapaces de levantar ni un
solo dedo contra aquellos que nos oprimen, nos maltratan y nos roban.
BREVE INTRODUCCIÓN AL CONFLICTO DE BOUGAINVILLE
Pero antes de entrar en detalles,
quizás deberíamos exponer, ni que sea brevemente, de qué estamos hablando con
exactitud.
Bougainville es una isla situada
en el océano pacífico, al noroeste de Australia.
Es la isla más grande del
archipiélago de las Islas Salomón y actualmente aún pertenece al estado de
Papúa Nueva Guinea.
Descubierta por los colonizadores
occidentales en 1768, la isla ha sido víctima de los típicos vaivenes
coloniales y ha sido utilizada como mera moneda de cambio entre las grandes
potencias occidentales.
Así ha sido como durante los dos
últimos siglos, Bougainville ha estado bajo jurisdicción alemana, australiana,
japonesa y actualmente de Papúa Nueva Guinea.
Por lo tanto, la población de
Bougainville lleva más de dos siglos sin poder decidir sobre su futuro,
sometida a las decisiones y a los intereses de potencias extranjeras.
Una situación que los habitantes
de la isla han decidido cortar por lo sano.
Quizás penséis que este es un caso
repetido muchas veces a lo largo y ancho del mundo y que no tiene nada de
particular.
Pero en el caso de Bougainville se
reúnen una serie de factores que convierten su revolución y su lucha en un caso
especial.
Porque Bougainville no es una isla
cualquiera, ya que dispone de un entorno natural privilegiado: la isla está
cubierta por una frondosa selva y dispone de abundantes recursos hídricos, así
como de una tierra fértil y productiva.
Sin embargo, alberga un tesoro en
sus entrañas que es la fuente de todas sus desgracias: dispone de ricos
yacimientos de metales y minerales.
EL DETONANTE DE LA REVOLUCIÓN
Sin duda, Bougainville no habría
sufrido lo que ha sufrido si sus riquezas minerales no hubieran despertado la
codicia desenfrenada de las grandes compañías mineras.
Todo empezó en 1967, cuando la isla aún estaba bajo
jurisdicción australiana. Fue entonces cuando un gigante minero mundial, la
empresa británica Rio Tinto Zinc, a través de una subsidiaria
australiana, Bougainville Copper Limited, abrió una enorme mina de cobre al
aire libre, llamada mina Panguna. Cuando la calificamos de “enorme” no
exageramos en lo más mínimo.
Esa explotación se convirtió en la
operación minera más grande del mundo. Se excavó en el centro de la isla, en
plena selva y llegó a tener una profundidad de 500 metros y una superficie de 7
kilómetros cuadrados.
Durante su excavación se arrasaron
colinas, selvas y territorios de caza indispensables para la supervivencia de
los habitantes del lugar, que vieron, consternados, como el entorno del que
dependían y en el que vivían plenamente integrados desde hacia siglos, quedaba
destruido para siempre.
De los 3000 millones de dólares en
beneficios que obtuvieron los propietarios de la mina, tan solo unos pocos
miles fueron destinados a indemnizar a los habitantes locales.
Y no solo eso. La población
desplazada por la mina fue reubicada en tierras yermas donde se construyeron
pueblos con casas prefabricadas y en los que, ni el gobierno ni la compañía
minera, les ofrecieron ningún tipo de ayuda.
Llama la atención el caso de unos
de esos poblados, donde ni tan solo tuvieron la generosidad de construirles una
escuela para los niños, por lo que los habitantes tuvieron que construirla
pagándola de sus propios bolsillos, a pesar de que para la compañía minera, que
estaba ganando cantidades astronómicas de dólares con la explotación, construir
la escuela habría representado un dispendio ridículo.
La destrucción ecológica provocada
por esa enorme explotación minera provocó una primera oleada de protestas y
movilizaciones en 1969, que se alargó durante varios años.
EL DESASTRE ECOLÓGICO
Pero esa inmensa mina no solo dejó
una imperecedera cicatriz en el corazón de la isla.
Provocó además una auténtica
catástrofe ecológica por culpa de los vertidos contaminantes procedentes de la
explotación.
Miles de toneladas de desperdicios
terminaron en el rio Jah, contaminando sus aguas y las tierras circundantes con
cobre, mercurio, plomo y arsénico. Eso acabó con la vida salvaje en sus
alrededores y destruyó los bosques cercanos al río, convirtiéndolos
prácticamente en un paisaje lunar.
Pasadas las décadas, el agua del
rio sigue sin poder beberse y siguen sin aparecer peces. Según los habitantes
del lugar, ni tan solo se puede nadar en él: el sistema ecológico del rio Jah
está dañado por completo.
Ese fue el factor clave que
finalmente empujó al pueblo de Bougainville a la revolución y a luchar por su
independencia.
COMO ESTALLÓ LA REVOLUCIÓN
A pesar de las protestas, la
enorme explotación minera continuó en funcionamiento durante años, incluso
después del año 1975, cuando Papúa Nueva Guinea se independizó de Australia.
Uno podría pensar que con el
establecimiento de un nuevo estado libre, la conducta respecto la población de
Bougainville se alejaría del desprecio y la prepotencia demostrados por las
autoridades australianas, herederas directas de las actitudes coloniales
británicas más clásicas.
Pero no fue así. La mina, aún
propiedad de las mismas compañías, siguió en funcionamiento exactamente igual
durante años, destruyendo gravemente el entorno ecológico de la isla, ahora con
la complicidad de un nuevo gobierno: el del nuevo estado de Papúa Nueva Guinea.
Fue entonces cuando se produjo el
punto de inflexión del conflicto, en el año 1988, un acontecimiento que
acabaría derivando en la Revolución del Coco.
Todo se inició cuando la
Asociación de Jóvenes Dueños de Tierras de Bougainville, encabezados por
Francis Ona, consiguieron forzar una reunión con los propietarios de la mina,
en la que les reclamaron que clausuraran la explotación y les indemnizaran con
10 mil millones de dólares por los graves daños ocasionados por tantos años de
contaminación y destrucción del medio ambiente.
Francis Ona, frente a la mina |
La respuesta de los dueños de la
mina no pudo ser más ofensiva: literalmente se rieron de ellos en la cara.
Es decir, los responsables de la
compañía minera no se conformaron con actuar con prepotencia, contaminar
gravemente la tierra por generaciones y dejar una cicatriz perpetua en el
paisaje de Bougainville; encima, se atrevieron a burlarse de los habitantes de
la isla en sus mismísimas narices.
Y fue un error grave. La gota que
colmó el vaso.
A Francis Ona, que había sido
empleado de la propia empresa minera Bougainville Copper Limited, no le gustó
que se rieran de él y de su gente de esa manera, tras tantas décadas soportando
abusos y atropellos.
Evidentemente, podría haber
reaccionado rebajando sus peticiones o implorando servilmente algún tipo de
concesión a los amos de la mina. Quizás podría haber organizado una festiva
manifestación con pitos y pancartas o incluso podría haber hecho algún tipo de
reclamación por vía legal al estado de Papúa Nueva Guinea, el mismo estado que
se beneficiaba económicamente de la destrucción de su hogar.
Pero Francis Ona y sus compañeros tomaron una decisión mucho
más directa y audaz: “si ellos no cierran la mina, la cerraremos
nosotros”
Fue entonces cuando él y sus
compañeros entraron por la fuerza en los almacenes de la mina Panguna y robaron
50 kgs de explosivos, con los que sabotearon las lineas eléctricas que
alimentaban la mina y los accesos a la explotación, así como parte de las
instalaciones.
Cuando el estado de Papúa Nueva
Guinea tuvo noticias de la rebelión que se producía en Bougainville, mostró su
auténtico rostro. Temeroso de perder la mitad de las exportaciones del país si
se clausuraba la explotación minera de Panguna, el gobierno papuano decidió
reprimir con extrema violencia la revuelta, sin establecer ningún tipo de
negociación ni diálogo con la gente de Francis Ona o los habitantes de la isla.
Papúa Nueva Guinea envió a las
tropas y quemó casas, golpeó a la población e incluso mató a varios habitantes
de la isla a modo de escarmiento.
Ese fue el segundo gran error,
esta vez perpetrado por el gobierno de Papúa Nueva Guinea.
Con ello solo consiguieron que la
población de Bougainville simpatizara con Francis Ona y sus seguidores y nació
así una guerrilla, que con el tiempo seria conocida como BRA (Bougainville
Revolutionari Army o Ejército Revolucionario de Bougainville).
El BRA, liderado por Francis Ona
nació con un triple objetivo:
- Luchar por la cultura propia de Bougainville
- Luchar por la tierra y el medio ambiente de la isla
- Luchar por la independencia de la isla, con el fin de
que sus habitantes decidieran su futuro sin tutelas externas de ningún
tipo.
Acababa de iniciarse la Revolución
de Bougainville, una lucha tremendamente desigual que llevaría a que un grupo
de personas muy precariamente armadas, se enfrentasen contra un estado que
disponía de un ejército regular equipado y entrenado por la poderosa Australia,
(que pretendía proteger sus intereses comerciales en la isla) y contra una de
las mayores y más poderosas compañías mineras del planeta, Rio Tinto Zinc, un
monstruo con profundas ramificaciones financieras que la unían con la mismísima
familia Rothschild.
A estas alturas, es posible que
muchos de los lectores piensen que este artículo pretende glorificar las
revoluciones violentas, la lucha armada o la creación de guerrillas para luchar
contra los poderes fácticos.
Pero esta no es la intención del
artículo.
Uno puede estar más o menos de
acuerdo con los diferentes métodos de protesta o de rebelión contra los
opresores y dejaremos las opiniones al respecto a criterio de cada uno.
Lo realmente significativo de la
Revolución del Coco es la increíble muestra de dignidad, creatividad, ingenio,
convicción y fe en las propias posibilidades del pueblo de Bougainville.
Hasta el punto de que llegaron a
obrar un auténtico milagro.
EL MILAGRO DE LA REVOLUCIÓN DEL COCO
Puede parecer increíble, pero en
sus inicios, los guerrilleros del BRA no disponían prácticamente de armas.Tal y
como lo decimos.
A diferencia de muchos otros
movimientos guerrilleros aparecidos en otras partes del mundo, no hay
constancia de que nadie acudiera en defensa de los rebeldes de Bougainville,
pues no estaban adscritos a ninguna ideología ni corriente internacional, ni
disponían de dinero ni recursos para comprar armas desde ese remoto rincón del
mundo.
Para enfrentarse a la represión
del ejército de Papúa Nueva Guinea, que disponía de fusiles de asalto y
helicópteros y disfrutaba del apoyo directo de Australia, los guerrilleros del
BRA tuvieron que agudizar su ingenio hasta límites que rozan el surrealismo.
Disponiendo tan solo de las piezas
de deshecho abandonadas en la mina y con las precarias herramientas que tenían
a mano, los guerrilleros de Francis Ona se vieron obligados a construir a mano
sus propias armas.
Una de esas primeras armas
consistió en un sucedáneo de fusil, que mediante un ingenioso resorte y algo
parecido a una goma era capaz de disparar una flecha.
Algo así como un cruce entre
tirachinas, ballesta y fusil.
Con esas armas primitivas,
pretendían luchar en las espesas selvas de la isla, con el objetivo de ir
derrotando soldados enemigos y poder arrebatarles sus fusiles de asalto.
Y lo más increíble es que lo
consiguieron.
Con el paso de los meses, los
guerrilleros del BRA consiguieron apoderarse de 2300 armas automáticas,
arrebatadas a su enemigo, hasta conformar una auténtica guerrilla armada.
Ese fue el primer gran milagro
conseguido por la gente de Bougainville.
Pero fue aquí cuando el gobierno
de Papúa Nueva Guinea, emprendió una maniobra extremadamente cruel y sucia, que
es precisamente, la que convierte esta revolución en un fenómeno tan extraordinario.
Ante la fuerte oposición
presentada por la población de Bougainville y tras perder el control de gran
parte de la isla, el gobierno papuano, con el apoyo de Australia, inició un
insidioso bloqueo sobre Bougainville, con el fin de evitar que sus habitantes
recibieran suministros de ningún tipo: ni víveres, ni medicamentos, ni gasolina
para utilizar los vehículos que aún permanecían en la isla. Fue un auténtico
estado de sitio al más puro estilo medieval.
Un férreo bloqueo que se alargó
durante 7 largos años y cuyo fin era doblegar la moral de la población de
Bougainville y tratar de enfrentar entre sí los diferentes clanes de la isla,
hasta conseguir que se revolvieran contra los guerrilleros del BRA y los
culpabilizaran de su terrible situación de precariedad.
El objetivo era pues, derrotar la
rebelión desde dentro a través de la miseria y el hambre.
Y lo cierto es que el bloqueo
funcionó. Durante 7 años, prácticamente no entró ni un solo medicamento, ni un
solo alimento, ni una sola gota de combustible en la isla de Bougainville.
Sin embargo, tras 7 años de
asfixia total, la población de Bougainville seguía luchando, seguía
alimentándose, seguía disponiendo de electricidad y los guerrilleros del BRA se
movían a toda velocidad a lo largo y ancho de la isla, montados en sus
todoterrenos…sin usar ni una sola gota de gasolina…
¿Cómo obraron tamaño milagro?
CÓMO SUPERARON EL BLOQUEO
Sin lugar a dudas, ante unas
circunstancias tan duras y desesperadas, muchos de nosotros ya nos habríamos
rendido.
Pero la gente de Bougainville,
ante la necesidad imperiosa de encontrar mecanismos de supervivencia, afilaron
su ingenio y realizaron una demostración de inventiva, voluntad, dignidad y
convicción dignas de ser estudiadas.
Y lo consiguieron buscando las
soluciones a sus problemas en la propia tierra, en los recursos ecológicos y en
los conocimientos ancestrales heredados de sus antepasados.
La primera conclusión a la que
llegaron los habitantes de la isla fue que, para sobrevivir, cada familia debía
conseguir ser autosuficiente en lo referente a su sustento.
Cada familia se vio obligada a
cultivar su propio huerto, aplicando un cultivo rotativo de la tierra en el que
se aprovechó cada tipo de cultivo disponible en la isla.
Así fue como cultivaron boniatos,
plátanos, mandioca, ñame, caña de azúcar, papayas, patatas, cebollas, maíz,
tomate, etc…
Con esos cultivos, bien
organizados, consiguieron superar el primer problema fundamental en la isla
bloqueada: no pasar hambre y ser autosuficientes, aprovechando la tierra fértil
de la que disponían y la naturaleza generosa de la isla.
Pero si hay un cultivo esencial en
Bougainville que explica el porqué del triunfo de la voluntad de su gente, ha
sido el cultivo del coco, el gran símbolo de esta asombrosa revolución.
Y es que los habitantes de
Bougainville, acuciados por la necesidad, se vieron obligados a aprovechar cada
parte del coco.
Para empezar, aprovecharon los
valores alimenticios de la pulpa y de la leche de coco, ricas en hierro, como
alimentos nutritivos y fortalecedores.
La piel, exprimida y hervida se
utilizó para curar heridas y como repelente de los mosquitos y las hojas de los
cocoteros se usaron para elaborar canastas y utensilios similares.
El aceite de coco se utilizó para
hacer funcionar lámparas y para fabricar jabón.
Incluso lo utilizaron como aceite
lubricante para limpiar las armas de fuego y mantenerlas en perfecto estado.
Pero los habitantes de
Bougainville no solo nos podrían dar lecciones acerca del aprovechamiento de
los recursos agrícolas.
También pueden ofrecernos a todos
una impresionante lección de reciclaje y reutilización ingeniosa de los
recursos disponibles.
Con los restos de la maquinaria abandonada en la mina y con
las piezas y recambios que allí encontraron, fueron capaces de construir sus
propias casas, creando sus propias cerraduras y llaves fabricadas por ellos
mismos, y lo que aún resulta más sorprendente: dotarlas de electricidad,
a pesar de no disponer de suministro eléctrico exterior ni de combustible para
hacer funcionar los generadores.
Mediante una admirable demostración de ingenio fueron
capaces de reciclar todo tipo de piezas y motores viejos para construir, nada
más y nada menos, que centrales hidroeléctricas enmedio de la
selva, capaces de canalizar el agua desde lo alto de las colinas a lo largo de
viejas tuberías, con el fin de mover precarias turbinas con las que generar
electricidad para iluminar sus chabolas.
Lo más sorprendente es que
llegaron a construir 50 de estas pequeñas centrales hidroeléctricas
improvisadas, capaces de funcionar las 24 horas enmedio de la selva.
Una muestra de ingenio propia del
mismísimo McGiver.
Pero lo que sin lugar a dudas
sorprende más es su capacidad para hacer funcionar vehículos motorizados con
los que desplazarse por la isla y combatir cara a cara con el ejército papuano.
¿Cómo es posible que los
guerrilleros del BRA, tras 7 años de bloqueo y sin apenas gasolina procedente
del contrabando, fueran capaces de desplazarse a toda velocidad por la isla
montados en todoterrenos y furgonetas?
De nuevo, la respuesta a este
“milagro” la hallamos en el mayor aliado de la gente de Bougainville: el coco.
Los habitantes trituran la pulpa
del coco, extrayendo su leche, que luego es fermentada y hervida hasta elaborar
el aceite de coco.
Con 15 cocos son capaces de
obtener un litro de aceite de coco de “primer grado”.
Ese aceite de alta calidad es
usado como gasolina para los viejos vehículos que han conseguido recuperar de
la mina, muchos de ellos potentes todo terrenos.
A pesar de que deben ser
arrancados empujando, el hecho más notable es que una vez en marcha contaminan
mucho menos y consiguen el doble de kilometraje que el que obtendrían con el
uso de gasolina normal.
Es por esa razón que la Revolución
de Bougainville ha sido llamada la Revolución del Coco.
UNA LECCIÓN DE FE
Pero las asombrosas lecciones que
nos ofrece la gente de Bougainville no se limitan al campo de lo estrictamente
material.
También pueden darnos una lección
acerca de la fe. De la auténtica fe.
Los revolucionarios de
Bougainville nos han mostrado cómo pueden aprovecharse todos los recursos
físicos disponibles, por precarios que éstos sean.
Pero también nos han mostrado cómo
pueden aprovecharse los recursos psíquicos en propio beneficio y su propia fe
cristiana es un claro ejemplo de ello.
Como todos sabemos, muchas veces,
por no decir casi siempre, las creencias religiosas son utilizadas como pesadas
cadenas que aprisionan la voluntad de los creyentes, sometiéndolos a la
superstición y a la perdida de su propio criterio y libertad individuales.
Sin embargo, los guerrilleros del
BRA, la mayoría de los cuales son católicos, han sido capaces de canalizar esa
fe y utilizarla como un instrumento que refuerza sus convicciones y su voluntad
férrea.
Y es que el primer acto de fe que
han tenido, ha sido respecto de sí mismos y a sus propias posibilidades.
Aferrados a sus creencias, podrían
haberse limitado a rezar, a rogarle a Dios o a esperar la ayuda divina,
convirtiendo su creencia religiosa en una carga inmovilizante.
Pero lejos de ello, decidieron
luchar con todo lo que tenían a mano, utilizando su propia creencia religiosa a
modo de escudo psicológico ante la adversidad.
Incluso en este aspecto, podemos
decir que nos han dado una maravillosa lección de reciclaje y aprovechamiento
de los recursos disponibles.
EL ÚLTIMO ACTO DE LA FUNCIÓN
Hasta tal punto llegó la fe de la
gente de Bougainville que podríamos decir que consiguieron moldear a su
voluntad el devenir de los acontecimientos, aunque ellos prefieren calificarlo
de “intervención divina y salvadora”.
Y es que tras largos años de
conflicto, en el año 1997, se produjo el último acto de esta admirable
revolución.
Prácticamente derrotados por los
guerrilleros del BRA y emprendiendo una medida desesperada, el gobierno de
Papúa Nueva Guinea decidió contratar los servicios de mercenarios profesionales
con los que aplastar de una vez por todas la Revolución de Bougainville.
Contrataron, por 36 millones de
dolares, los servicios de la compañía británica Sandline International, un
ejército profesional, perfectamente entrenado y equipado con el material más
moderno. Una amenaza casi insuperable para los mal pertrechados guerrilleros
del BRA.
Sin embargo, en un giro
“milagroso” de los acontecimientos, fueron las disensiones dentro del propio
ejército y los propios soldados del ejército de Papúa Nueva Guinea, los mismos
enemigos que habían luchado encarnizadamente durante tantos años contra el BRA,
los que los salvaron de una derrota prácticamente inevitable.
Indignados al ver que el gobierno
papuano destinaba tanto dinero a la contratación de mercenarios extranjeros,
tras años siendo enviados a morir a las selvas de Bougainville por un sueldo
miserable, el ejército papuano inició una masiva protesta que hizo tambalear al
gobierno y los mercenarios de Sandline International se vieron obligados a
abandonar el país.
Fue el último acto de una
revolución extraordinaria y la última victoria de la gente de Bougainville
sobre los gobiernos de Papúa Nueva Guinea y Australia.
Ante la imposibilidad de
derrotarlos, el gobierno papuano se vio obligado a acordar un proceso de paz
con el Ejército Revolucionario de Bougainville a principios de 1998, que
culminó con la paz definitiva en el año 2001, así como con el establecimiento
de una amplia autonomía política para la isla de Bougainville y con el pleno
reconocimiento de su derecho de autodeterminación.
Se espera que en los próximos
años, se convoque un referéndum en Bougainville para votar su posible
independencia.
Como podemos ver, al final y
contra todo pronostico, la Revolución del Coco triunfó.
La terrible mina de Panguna fue
clausurada y Bougainville tiene muchas posibilidades de llegar a erigirse como
territorio libre en un futuro cercano.
Pero no nos engañemos ni
edulcoremos la realidad: este triunfo fue a costa de muchísimo dolor y
sufrimiento. 15000 habitantes de Bougainville acabaron muriendo por la terrible
represión papuana, casi un 10% de la población de la isla, muchos de ellos
víctimas de enfermedades como la neumonía, la disentería o la malaria,
imposibles de tratar a causa del férreo bloqueo realizado durante tantos años
por sus enemigos. Además las disensiones internas entre los diferentes clanes
de la isla, azuzadas por el gobierno papuano y australiano, provocaron
enfrentamientos que estuvieron a punto de hacer pedazos la revolución.
Nunca sabremos qué habría sucedido
si los habitantes de la isla no se hubieran decidido a luchar en defensa de su
entorno natural y de su libertad.
Quizás se habrían ahorrado muchos
años de guerra, muerte, dolor y sufrimiento.
Pero probablemente habría sido a
costa de dejar a sus descendientes una tierra yerma y devastada como herencia.
Ese habría sido el costoso precio
que habría comportado a medio y largo plazo la inacción y la falta de respuesta
ante los abusos y la opresión de los más poderosos.
UNA ULTIMA LECCIÓN
Francis Ona, el líder de la
revolución de Bougainville, fue un hombre aparentemente sencillo y cercano a su
pueblo.
Probablemente hizo cosas de las
que nadie puede enorgullecerse y tomó decisiones que causaron dolor y
sufrimiento durante este terrible y sangriento conflicto.
Sin embargo, en el documental en
el que se ha inspirado este artículo, nos deja una última lección que nos
habla, muy claramente, de cual debería ser el papel de todo líder político o
social:
“Cuando
iba a la escuela, recuerdo que era citado regularmente, como los otros alumnos,
para ir a barrer la oficina del director o para limpiar las instalaciones del
colegio.
Recuerdo
que en una ocasión, cuando llegué al colegio, encontré al director haciendo ese
trabajo de limpieza que nos correspondía a los alumnos.
Allí
estaba, el director, limpiando los retretes.
Recuerdo
que le dije: ‘Usted es el director del colegio, ¿por qué está limpiando los
retretes?’
Su
respuesta fue: ‘el líder debe bajar a limpiar la suciedad para su gente’
Eso
me enseñó una lección que me gustaría que aplicaran todos los líderes del
mundo: el líder debe limpiar las botas de su pueblo”
Así pensaba el líder de la
Revolución de Bougainville.
¿Cuántos líderes políticos
conocéis que piensen de forma similar?
UN EJEMPLO PARA TODOS
La Revolución del Coco, con todas
sus imperfecciones y miserias, debería ser un motivo de inspiración para todos
nosotros.
Una inspiración que nada tiene que
ver con la sangrienta lucha armada ni con la revolución en sí, sino con los
valores que emergen del fondo de toda esta historia.
Valores como la dignidad de un
pueblo, sus anhelos de libertad e independencia, el amor y el respeto hacia el
entorno natural, la fe en las propias convicciones y posibilidades y la
capacidad de superación y sacrificio ante un enemigo mucho más poderoso.
Y estos valores deberían hacernos
reflexionar a todos y empujarnos a hacernos preguntas sobre nuestra actitud…
¿Qué estamos haciendo en nuestra
propia tierra?
¿Qué estamos tolerando?
¿Acaso no tenemos ni dignidad ni
vergüenza?
¿Acaso no tenemos valor para
reclamar y luchar, si es necesario, por nuestros derechos?
Es cierto: nosotros no somos la
gente de Bougainville, ni vivimos sus circunstancias.
En nuestro caso disponemos de
muchos más recursos y facilidades, de muchas más comodidades e instrumentos
para levantarnos y ser escuchados.
No vivimos encerrados en una isla
bloqueada del Pacífico en la que el único recurso disponible son los cocos.
¡Nos sobran las herramientas y las
posibilidades para cambiarlo todo!
Y sin embargo, no hacemos nada.
Apenas reaccionamos ante los
abusos y los atropellos que estamos sufriendo por parte de los más poderosos.
Ante el insulto y la burla,
bajamos la cabeza y nos limitamos a cambiar de canal, buscando algo que nos
reconforte.
Actuamos como si en nuestro mundo
no existiera esa mina tóxica que destruye el futuro de nuestros hijos y
descendientes.
Actuamos como si en nuestro mundo
no existiera el abuso desalmado de la multinacional que nos expolia y nos trata
como a “pobres indígenas ignorantes” a los que se puede contentar con un
espejito.
Actuamos como si en nuestro mundo no
existiera el bloqueo, la conspiración organizada ni la represión de los más
poderosos sobre el pueblo.
Hemos convertido la defensa de
nuestros derechos y del futuro de nuestros hijos en una patética representación
teatral, formada por pancartas de colores, lemas rimados y festivos toques de
silbato; una mera pantomima representada cada 4 años con la que creemos moldear
nuestro futuro, pero que tan solo está formada por urnas y papeletas repletas
de promesas mentirosas, que al final siempre se transforman en burlas y
escarnios.
Ya va siendo hora de que
reaccionemos.
Aunque nos neguemos a creerlo,
nosotros también tenemos una “mina tóxica” que destruye todo lo bello y arruina
nuestro futuro.
Y por más que se lo pidamos con
buenas palabras y con atinados razonamientos, los dueños de “la explotación” no
piensan cerrarla.
Los habitantes de Bougainville nos
han mostrado claramente cuál es el camino.
La tendremos que cerrar nosotros
mismos…
GAZZETTA DEL APOCALIPSIS
NOTAS:
Ante todo, queremos agradecer a
nuestro lector “anarquista” que nos diera a conocer esta excelente historia.
Este artículo está basado en el documental The
Coconut Revolution (la Revolución del Coco), dirigido por Dom Rotheroe
y producido por Darren Bender y Mike Chamberlain.
Podeis verlo con subtítulos en
español en el siguiente enlace:
Para una versión más detallada del conflicto:
Comentario final:
Actualmente, el gobierno autónomo
de Bougainville, posiblemente presionado o corrompido por el gobierno de Papúa
Nueva Guinea y por la minera Rio Tinto, está estudiando la reapertura de la
mina de Panguna, suponemos que en circunstancias mucho más beneficiosas para la
población local y el medio ambiente de la isla.
Esperemos que esto no llegue a
producirse nunca. Si volvieran a abrirla, deberíamos pensar que el mal y la
corrupción han vuelto a vencer y eso significaría que la lucha en Bougainville
aún no ha terminado…
No hay comentarios:
Publicar un comentario