ORDEN MUNDIAL
HUMANO: UNA UTOPÍA SOBRE UNA NUEVA CIVILIZACIÓN.
Existe una lucha enconada por el nuevo orden mundial, unos por
imponerlo y otros por evitarlo, conmigo ambos grupos están huérfanos, ya que esto no se
trata de imponer una postura a nadie, si no de proponer una valida. Voy a
intentar proponer, como debería ser un orden mundial humano y civilizado, según una
visión propia y abierta, a que cada uno aporte su grano de arena. Esto es solo un
deseo, algo a día de hoy difícil de lograr, que a buen seguro concuerda con lo que tiene en
mente la gran mayoría de seres humanos. Este orden mundial, por llamarle de algún
modo, no llegaría por la fuerza, ni se impondría, seria un ideal que se
formaría por la unión de corazones, sentimientos y conciencias a nivel planetario, un orden
natural de cómo debería haberse comportado el humano con el humano, como
tendría que haber sido la historia y como debería haber quedado reflejada en los
libros.
De entrada eliminaría el dinero, no lo necesitamos, el trabajo se haría
por vocación de servicio y todos si excepción tendrían el suyo, un trabajo (que
dejaría de llamarse así) enriquecedor en el que ser útil y sentirse útil.
Al no existir el dinero, no habría consumo, ni necesidad de competir
para lograrlo, por lo tanto se erradicaría todo lo negativo que el dinero ha
traído consigo desde que existe, corrupción, delincuencia, explotación,
avaricia, esclavitud y una extensísima lista de problemas, que desaparecerían
con la desaparición del intercambio de moneda. El trueque tampoco seria una opción ya que este denota
intercambio de propiedades, y la propiedad debe de ser erradicada, nadie posee
nada y todo es de todos.
Las fronteras tampoco existirían, el concepto ciudadano del mundo,
seria literal, donde
todos podrían disponer del planeta, para desarrollarse allí donde mas
se adecue a su
necesidad. No existiría el lugar de nacimiento como un lugar donde
acotar tu personalidad y cerrarte en base a un territorio, y una única posibilidad,
si no como un primer punto de origen. Por supuesto no existirían las banderas,
desde que estos trapos existen, solo han existido conflictos. La tan cacareada bandera
blanca de la paz, es la que mas manchas de sangre tiene, así que, es mejor no
tener bandera, que tenerla, como excusa para matar.
No hay leyes, esa seria la única ley. Sin legislación no hay
solapación de derechos y no hay injusticia o desigualdad. Nadie es más que
nadie, nadie tiene más poder que nadie. No existiría la posesión material o propiedad,
no habría jueces, ni cárceles. Al no existir la desigualdad que produce el
dinero, no existiría la delincuencia. Los delitos violentos, son consecuencia
de una educación inadecuada, en una sociedad enferma que provoca modelos paternos erróneos y situaciones de trauma, un ser
educado en un entorno hostil, agresivo, violento o con una moralidad laxa y
desatendida, provocara que todo ese ambiente acabe aflorando en ese ser, y quede
reflejado en sus actos. No habría castigo a los errores, si no rectificación en
el modelo de conducta.
Pensar en un mundo libre, como el paraíso del delincuente, es mantener
una mentalidad cerrada y un total desconocimiento en la capacidad y el
sentimiento humano.
No hay gobierno. Desde que se pretende fundar una convivencia en
igualdad, desde ese instante en que la conciencia dicte que nadie es mas que tú
y tú no eres mas que nadie, cualquier forma de gobierno implica una imposición
de voluntad, de parte de unos seres, sobre otros. Un planeta que es gobernado,
lleva implícitamente puesta la marca de la desigualdad, esto no quiere decir
anarquía, ya que la anarquía es un germen ideológico de laboratorio, fabricado
para sembrar caos. Un orden planetario “sin gobierno” volvería al origen de la
civilización, donde aquellos más sabios, con más experiencia o más sentido
común, arbitraban sobre los pequeños conflictos que pudieran surgir, esto sin
caer en el ordenamiento ni la legislación. Este orden mundial utópico se
regiría por las leyes naturales que siempre le han negado al hombre, una leyes
no escritas que están impresas en el universo y las cuales hacen que todo tenga
un orden y un concierto. Un equilibrio social, en el que todos ayudan, a la vez
que son ayudados, una red global de apoyo, que se gestiona sin necesidad de
gestión o supervisión.
La tecnología solo tendría un propósito común, el progreso humano. Se
prescindiría
de toda tecnología que implique un sistema de control, sumisión o
manipulación. La
tecnología debe ser una herramienta que implique un apoyo y un
mecanismo de progreso, la tecnología no debe ser una herramienta de control que
implique que el ser humano no se desarrolle y crezca en libertad. La evolución
tecnológica debe ir de la mano con la ética y la moral, el progreso y el crecimiento de la
civilización debe ser su motor y cualquiera de sus avances debería ser
repartido a todo el planeta. Al igual que la tecnología, la energía jugaría un
mismo papel. La energía debe ser limpia, respetuosa con el medio y libre, todos tendrían un beneficio implícito
en su consumo, sin tarifas, ni controles. Una energía al servicio del hombre y
no al contrario.
Todo esto es solo una reflexión personal de un orden global natural y
justo, en el que el ser humano se desarrollase según su capacidad en una
comunidad adaptada a la necesidad de sus integrantes, una comunidad global que
se desarrolle en conjunto con una meta y un objetivo común, el bien y el
progreso de todos, totalmente contrario a lo que hoy sufrimos y que ha
demostrado con creces que es un sistema repleto de taras y fallos, un error como civilización y un error como comunidad, que
pretenda un mínimo progreso. Continuar intentando hacer avanzar un sistema que
se nutre del odio y la desigualdad entre sus pueblos, es un esfuerzo y un gasto
energético y de recursos humanos, verdaderamente inútil. Nada que se construya
basado en los principios actuales puede acabar en buen puerto, la
competitividad, el fraccionamiento ideológico y cultural, el fraccionamiento
territorial y el fraccionamiento teológico, nos empujaran necesariamente a una
medievalización de la sociedad, una edad oscura y confusa, llena de prejuicios
y complejos. Un sentimiento de enanismo moral y ético, que provoque el auto
conflicto y el desconocimiento mutuo.
Soy consciente del sentido utópico de una sociedad equilibrada, libre
y concienciada, a
día de hoy, pero creo que no imposible, entiendo perfectamente que
cualquier
demagogo de taberna podría tirar todo lo expuesto si apenas
despeinarse, pero que
clase de seres humanos seriamos si en el fondo de nuestro corazón, no
albergara como mínimo la esperanza, de que la metástasis que hoy mantiene a
este sistema, comatoso y vegetativo, en un estado eterno de letargo, muera
definitivamente y entre todos podamos construir desde cero, un orden planetario,
íntegramente humano.
Si de verdad todo esto lo crees imposible, es que ya te has dado por
vencido, antes
siquiera, de haber comenzado a luchar. Las utopías son la semilla que
hace que germinen las grandes e improbables gestas. Una utopía bien plantada,
puede provocar que aflore aquello que en un principio, parecía imposible. Toda
posibilidad es inversamente proporcional, a nuestra capacidad para lograr lo
que soñamos, y si no sueñas, no puedes decir estas vivo, si no luchas por lo
que crees, pasaras por esta vida como un mero observador. Si vives solo para
ver y no para actuar, es que no sabes lo que es vivir, no venimos a ver la
vida, como si de una película se tratase, si no para que nuestros pequeños e
insignificantes gestos, provoquen un chapoteo allí donde te encuentras y un
tsunami en las conciencias de los que te rodean.
Tenemos que eliminar de nuestra mente el trabajo compensatorio, el
tener que recibir algo a cambio de nuestro trabajo, para compensar el esfuerzo.
Ese es el primer impedimento al que se enfrenta una sociedad enferma y moribunda,
el trabajo no ha de ser recompensado, ya que no requerirá de un esfuerzo, no
nos esforzaremos porque realizaremos tareas para las que estamos preparados y
regalaremos ese don sin esperar nada a cambio, porque otros nos regalaran sus
dones, nos regalaran su trabajo, su producción y su esfuerzo desinteresado, creando
una red de trabajo solidario en el que todo terminara equilibrado y nadie
quedara al margen, unos enseñaran, otros construirán, otros producirán, otros administraran,
otros repararan y otros sanaran. Todos tendrán una ocupación y la recompensa
será el fruto de ese trabajo fluido y solidario. Sin dinero, no hay competencia,
no hay propiedad, todo es de todos según la necesidad que en cada momento nos
sea precisa, nada de trueques, simplemente dar y recibir, en una constante
fluidez, que cubra todo el espectro humano y no deje a nadie en desigualdad.
Así es como funcionan las civilizaciones mas avanzadas y así es como tenemos que
empezar a pensar, hasta que no eliminemos de nuestra mente todos los conceptos
que denoten posesión, propiedad y recompensa, no podremos avanzar hacia la
unidad y la humanidad continuará en un perpetuo estancamiento.
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