CASUALIDAD O SUERTE... EN
REALIDAD NINGUNA DE ELLAS
Habitualmente de nuestros
labios salen palabras que encierran conceptos como casualidad o suerte que
aceptamos como ciertos, pero que no entendemos. Esto es una constante solo superada por
los tacos que proferimos al hablar. Es muy común dejar a la deriva del azar
todos esos pequeños sucesos sorprendentes que guardan complejas explicaciones,
con la casualidad y la suerte etiquetamos todo lo inexplicable de nuestra
cotidianeidad para no pensar demasiado y continuar cuanto antes con la rutina,
las obligaciones y los quehaceres.
Pensar que un suceso es fruto
de la casualidad, y de la buena o mala suerte que hayamos tenido, es cegar
nuestra conciencia a nuestros propios actos y la poderosa influencia que ejercen
en el tejido de la realidad. Prestamos una dedicación exclusiva de todos
nuestros sentidos y toda nuestra atención, a la casa, el coche, el trabajo, la
familia… Que hasta cierto punto es lógico si no quieres naufragar en este
sistema social existente, pero que nos ciega ante lo verdaderamente importante,
que es nuestra capacidad para tejer esa realidad que nos golpea a diario.
La gente que nos cruzamos, las
situaciones que nos agolpan y las consecuencias que sufrimos no son casuales, nada
en este universo gira en torno a la casualidad, nada se produce porque si, si
no todo lo contrario. Toda acción tiene una reacción, esto que suena básico,
generalmente no se tiene en cuenta, y creemos que nuestros actos se pierden en
la nada y no contraen consecuencias. La reacción de nuestra acción puede ser
percibida a corto plazo e instantáneamente, pero por lo general los engranajes
de la realidad que sufrimos, giran despacio y sus ruedas dentadas nos acaban
mordiendo cuando menos lo esperamos. Las casualidades no son mas que causalidades,
siempre hay una causa para todo, nuestra desmemoria e inconsciencia, no son
excusa para que aquello a lo que no dimos importancia y quedó guardado en el
cajón del olvido, hoy nos golpee con todas sus ganas marcándonos de por vida.
Unos querrán llamarlo Karma,
otros ley del Talión, el caso es que el sistema vertiginoso en el que estamos
inmersos, no nos permite parar y acolchar nuestras emociones, para prepararnos ante
posibles reveses, es por eso que nuestra inmadurez nos hace caer en la autocompasión
y la consecuente depresión, no nos acostumbramos a perder, culpando a los
elementos, de las circunstancias de nuestros actos. No es casualidad que te
llegue una mala racha, no es casualidad que tus relaciones sociales se rompan,
no es casualidad que esa persona llegue a tu vida en el peor momento, no es
casualidad, si no causalidad.
Con la suerte pasa igual, no
existe la suerte y la diosa fortuna, no es mas que una mala invención. Creer en
la suerte, es como continuar creyendo que los niños los trae la cigüeña, ni
tiene sentido, ni fundamento lógico y es mas propio de una mentalidad inmadura.
Si conocemos y entendemos como funcionan las leyes universales, sabremos que la
suerte las contradice todas. La suerte tal y como la entendemos premia y
castiga ciegamente, sin tener en cuenta las circunstancias de la persona, si es
bueno o malo, si lleva un modo de vida correcto o no, si necesita o no
realmente la suerte en su vida.
La suerte es arbitraria e
inconsciente, y da al que mas tiene y quita al que menos posee, pero esto en
realidad no es suerte, esto es aplicar conocimiento. Comprar un boleto de
lotería apelando a la suerte, para que sin esfuerzo nos cambie la vida de la
noche a la mañana, es de una ingenuidad increíble, pensar que los juegos son
realmente de azar es de un desconocimiento que abruma, por eso no podemos maldecir nuestra mala suerte, si no comenzar a
adquirir los conocimientos para que la suerte desaparezca de nuestras creencias
de una vez por todas.
La suerte al igual que la
casualidad, responden al mismo mecanismo, en el que con un concepto erróneo y vacío,
el sistema evade la responsabilidad del conocimiento y la profundidad del
pensamiento existencial. Finalmente la suerte y la casualidad funcionan igual
que la religión o las ideologías, son conceptos prefabricados, sembrados en la
mente social y asumidos como auténticos sin necesidad de demostrar su fundamento,
solo son y punto. Es un pensamiento de terceros que fue implantado como propio.
Es mejor no pensar y achacar al azar todo aquello que nos pasa, sea bueno o
malo para nosotros, que responsabilizarnos de nuestras acciones asumiendo las
posibles consecuencias que a corto o largo plazo, estas nos puedan acarrear.
Su desaparición de nuestras
vidas no tiene por que pasar por un proceso de toma de conciencia aunque fuera
lo idóneo, no es absolutamente necesario, pero si es vital, que se empiece a
atesorar un interés, por utilizar el conocimiento que hoy día esta al alcance
de todos, para tomar las riendas de nuestras vidas y saber reconocer cuando una
acción va a producir una reacción, que a largo plazo pueda acarrearnos mas de
un disgusto, una acción que no es casual, y una reacción que no fue fruto de la
suerte. Las acciones surgen concatenadas, esas mismas acciones como pequeños
bumeranes, que llegan con la misma fuerza que fueron arrojados, por lo tanto, unos
tardaran más que otros, pero todos llegan y puede que no estemos atentos y nos
golpeen en la peor parte.
Mide y sé consciente cada vez
que actúes, ten presente que tus actos golpean a terceros y esos terceros a
otros tantos, y que para cuando la ola llega a ti, puede que esta sea un
tsunami. La teoría del caos, no es más que la ley de acción/reacción matizada
por la ciencia, la matemática y la probabilidad estadística, pero con esa
etiqueta de “teoría” que resta demostrabilidad a la propia ciencia. En este
mundo no existen clases, no hay afortunados y desafortunados, si no personas
que saben y aplican lo que saben y personas que creen y aplican lo que las personas
que saben les dicen que deben creer.
Ahora tienes la posibilidad de posicionarte y
tomar las herramientas que tienes a tu alcance, y decidir
si quieres ser de los que saben o de los que creen que saben.
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