12.2.15

¿En manos de qué tipo de personas estamos dejando el futuro de la especie humana?

LA INMORTALIDAD DIGITAL

A mucha gente le puede parecer una locura, una fantasía sin sentido o un arrebato propio de cuatro “frikis conspiranoicos”.

Pero en estos momentos, en el mundo hay un creciente número de personas poderosas que tratan de alcanzar algo parecido a la inmortalidad.

Éste es el típico tema controvertido en el cual toda la atención acaba focalizándose en el envoltorio anecdótico que lo envuelve, sin profundizar a fondo en la raíz del asunto.

Y el envoltorio aquí, está formado por la tecnología y los últimos avances y descubrimientos científicos, que acaban actuando como elementos de distracción en este tema de extrema importancia para el futuro de la humanidad.

Como hemos dicho tantas otras veces, el problema no está en la tecnología ni en la ciencia en sí, sino en el uso que determinadas personas quieren darle a esa tecnología y a las gravísimas implicaciones que ello tendrá para todos nosotros.

Empecemos con un ejemplo muy llamativo del que se ha hablado estos últimos días: el caso de Martine Rothblatt.

Rothblatt, fundadora de diversas empresas y proyectos de éxito como Sirius Radio y GeoStar, involucrada en el Proyecto Genoma Humano, experta en leyes de comunicación vía satélite, y actualmente la directora ejecutiva mejor pagada de EEUU (desde que cambió de sexo), ha creado una copia rudimentaria de la mente de su esposa y la ha instalado en una cabeza robótica.

Tal y como dice un artículo de RT: Una ejecutiva pionera en el ámbito de la inteligencia artificial crea un prototipo robótico de ‘cabeza inteligente’ como paso previo al desarrollo de la extrapolación de recuerdos, pensamientos y sentimientos humanos a una computadora que actuará como ‘clon mental’.



Sus expectativas aspiran a que un día los humanos serán capaces de ‘verter’ su ‘yo’ creando una réplica mental que permanezca en el tiempo proporcionando una ‘vida artificial’ después de la muerte.

Rothblatt, de hecho, predice que dentro de 20 años, la clonación mental se convertirá en el mayor invento de la historia de la humanidad.

Dicho de otra manera, Rothblatt pretende clonar las mentes de las personas fallecidas y posteriormente devolverlas a la vida en forma física, algo que la mayoría de nosotros consideramos como una fantasía propia de una película de ciencia ficción.

A estas alturas, muchas personas quizás piensen que Rothblatt es simplemente una “pobre lunática” que trata de alcanzar quimeras irrealizables.

Y es posible que así sea; el problema es que no es la única.

Ray Kurzweil, director de ingeniería de Google, también prevé un futuro en el que los cuerpos serán reemplazados por máquinas dentro de 90 años y en el que la gente se convertirá en “digitalmente inmortal”.

Kurzweil presentó el plan para esta utopía transhumanista en su libro “La era de las máquinas espirituales” (1999).

Kurzweil se ha ganado un merecido prestigio por su capacidad para predecir el futuro de la evolución tecnológica. Entre otras cosas, predijo con exactitud la llegada del iPad, Kindle, iTunes, YouTube y servicios bajo demanda como Netflix con años de antelación, así como la primera victoria de un ordenador sobre un humano jugando al ajedrez, la explosión de Internet y su papel futuro, el uso de tecnología inalámbrica en la red y el uso masivo de los teléfonos móviles para acceder a Internet.

A lo largo de su libro , “La era de las máquinas espirituales” , Kurzweil se “comunica” con un personaje de ficción llamado Molly que está viviendo a través de los diferentes períodos de tiempo que Kurzweil anticipa, entre 2009 y 2099.

Para el año 2029 Molly se ha deshecho de su marido y lo ha sustituido por un programa de inteligencia artificial llamado George, con el que mantiene relaciones sexuales mediante realidad virtual.

Hacia el año 2099, la imaginación de Kurzweil prevé que el personaje de Molly sube su propio cerebro a un programa informático y se fusiona con George para crear una mente de colmena.

Como vemos, fundir la propia mente con el software y con las máquinas parece ser el sueño dorado de los líderes del mundo de Internet y del desarrollo de la Inteligencia Artificial.

Según Kurzweil, los seres humanos que se resistan a convertirse en parte de la “singularidad transhumanista”, es decir, a fundirse con las máquinas, o que no puedan permitirse el lujo de hacerlo por motivos económicos, serán aislados de la sociedad y tratados como ciudadanos de segunda clase.

Traducido a un lenguaje más entendedor y sin tantos eufemismos hipócritas, lo que nos está diciendo Kurzweil realmente, es que las personas que se nieguen a fundirse con las máquinas se convertirán en Seres Inferiores y Obsoletos.

Y por lo tanto, en individuos prescindibles.

Gente como Kurzweil o Rothblatt no son los únicos que trabajan ansiosamente en alcanzar la fusión con las máquinas y con ello la “inmortalidad digital”.

Otro ejemplo de ello, es el neurocientífico Randal Koene, que está “reclutando” a los mejores neurocientíficos para ayudarle a conseguir que los humanos “vivan para siempre”.

Su plan consiste en subir su mente a un ordenador. El proceso empezaría con una “cartografía completa” del cerebro, reduciendo su actividad cerebral a meros cálculos y dígitos, tras lo cual, se traducen tales cálculos a códigos y pueden ser instalados en otros soportes informáticos futuros de inteligencia artificial.

Esto puede parecer otra locura sin sentido, pero en el fondo, la labor de numerosos neurocientíficos de todo el mundo, que tratan de descodificar toda la actividad cerebral, concuerda precisamente con estos objetivos.

Cartografiar a fondo el funcionamiento del cerebro, es el paso previo indispensable para poder convertir la actividad cerebral en datos y parece que no falta dinero para invertirlo en tales investigaciones.

Rothblatt, Kurzweil y Koene no son los únicos que están trabajando arduamente en la construcción de este futuro propio de una fantasía distópica; hay cientos de personas trabajando en la vanguardia del mundo tecnológico y científico que van en la misma dirección.

Otro ejemplo de ello es el director ejecutivo de Google, Eric Schmidt, que está convencido de que Internet, tal y como lo conocemos, va a desaparecer, tal y como declaró en la reciente cumbre de Davos.

“Habrá tantas direcciones IP…tantos dispositivos, sensores, elementos conectados que usted llevará encima, tantas cosas con las que usted estará interactuando, que formarán parte de su percepción todo el tiempo”

Básicamente, cuando Schmidt habla de sensores que sustituirán a Internet como plataforma accesible externa, hace referencia a los chips cerebrales implantables.

La integración de Internet en el cerebro, es algo de lo que ya nos habló en su momento el que fuera director de ingeniería de Google, Scott Huffman, que en un arrebato de entusiasmo en el año 2013, predijo que “en cinco años los usuarios de Internet tendrían micrófonos conectados a sus techos y microchips integrados en el cerebro con el fin de realizar búsquedas más rápidas en Internet”.

A estas alturas sería ridículo pensar que el concepto de inmortalidad digital, los avances en el campo de la neurociencia y la integración de Internet en el cerebro no tienen nada que ver entre sí.

Navegar por Internet por vía cerebral implicaría tener la capacidad de transmitir información digital directamente al cerebro y desde el cerebro y eso representaría el paso previo indispensable para alcanzar la capacidad de copiar y grabar recuerdos, sensaciones o incluso sentimientos, algo que sería, a su vez, el paso previo para conseguir la clonación de toda la mente al completo.

Y para conseguir que todo esto sea posible, es estrictamente necesario que el campo de la neurociencia avance hasta conseguir crear un mapa completo de la mente humana, algo que ahora puede parecer una quimera imposible…como también nos lo parecía mapear todo el genoma humano, algo que en gran parte ya se ha conseguido.

Así pues, lo que al principio podría parecer la locura de “cuatro frikis enloquecidos”, es en realidad un proyecto mucho más sólido, a medio y largo plazo, que está avanzando paso a paso, de forma inexorable.

En él no están implicados los fanáticos de una secta, sino aquellas personas que están a la vanguardia del desarrollo tecnológico y científico humano; personas como las que dirigen el gigante empresarial que acapara mayor control sobre la red de Internet en estos momentos: Google; personas que están trazando, día tras día, los límites de la red del futuro; una red que por lo que vemos, va encaminada a convertirse en una nueva “mente global”.

Porqué eso será Internet dentro de poco: una mente global que unirá, no solamente todas las computadoras, dispositivos portátiles, tablets y teléfonos móviles, sino todos los aparatos electrónicos del planeta, desde coches y aviones, hasta neveras, televisores o aparatos médicos, aquello que ha venido a llamarse como “el Internet de las cosas”.

Si a ellos sumamos los cerebros conectados a Internet, tal y como estos “visionarios” están proyectando, algo que será posible gracias a los avances realizados paralelamente en los campos de la Inteligencia Artificial y de la neurociencia, estamos ante el nacimiento de un nuevo ente planetario en forma de psique global, un macro-organismo con lógicas y leyes internas propias que conformará todo un ecosistema de algoritmos e intercambio incesante de información y en el que nuestra propias mentes estarán integradas.

¿Es una quimera inalcanzable? ¿Una alucinación de ciencia ficción como algunos quieren hacernos creer?

Quizás sí, pero en realidad poco importa lo que creamos nosotros; porque lo único cierto y tangible es que estas personas que moldean el mañana sí lo creen posible y están trabajando afanosamente en ello y la culminación de todos sus trabajos e investigaciones, conducen no solo a la Singularidad Tecnológica, ese supuesto momento en el que los seres humanos y las máquinas nos fundiremos creando una súper inteligencia, sino en el concepto de Inmortalidad Digital, como culminación lógica del proceso.

Olvidémonos pues, por un momento, de las discusiones sobre si es posible o no alcanzar la Singularidad, sobre si esa tecnología podrá ser desarrollada o no, ni sobre cuánto tiempo queda para que eso suceda y centrémonos en las personas que están tratando de alcanzar ese nuevo estado evolutivo del ser humano.

La existencia de estas personas, su actitud, sus sueños, sus anhelos y sus esfuerzos, nos llevan a extraer varias conclusiones inmediatas:

- La Primera conclusión es que muchos de estos personajes elitistas y sobretodo los grandes magnates del mundo de la tecnología, la informática o la inteligencia artificial, deben sentir un terror atroz a la muerte, aún mayor que el del resto de los mortales.

Parece que para ellos es inconcebible que sus “mentes privilegiadas” y su “ego inigualable” puedan desaparecer como el del resto de los seres humanos (“perdidos para siempre…en el tiempo…como lágrimas en la lluvia”)

De hecho, es evidente que considerarían la pérdida de sus mentes como una pérdida irreparable para el devenir del mundo y aunque hablen de “acabar con la muerte” o “vivir para siempre”, como si hicieran referencia a toda la humanidad en conjunto, es evidente que solo piensan en ellos mismos, como miembros destacados y superiores de la especie humana.

¿Alguien cree que cuando hablan de conseguir la inmortalidad, imaginan como inmortal a un campesino de Bangladesh?

Que nadie se deje engañar pues, por su discurso aparentemente altruista y desinteresado. ¿Habrá inmortalidad digital para los pobres?

- La Segunda conclusión a la que se puede llegar, es que estas personas ven la mente de los seres humanos como un mero conjunto de datos, clasificables, grabables y almacenables, como si fueran el código de un programa de ordenador o los datos almacenados en un simple disco duro, en este caso, un disco duro formado por neuronas.

Por lo visto, están convencidos de que si alguien copia los datos de su mente en otro soporte, automáticamente su “conciencia” se trasladará también a ese soporte. (Y si no lo creen, parece que no les importa demasiado que no sea así).

Si seguimos la lógica interna de sus razonamientos, esto nos lleva a preguntarnos: si alguien clona exactamente su mente estando ellos aún vivos y la instala en una cabeza cibernética, entonces ¿ellos dispondrán entonces de dos conciencias simultáneas instaladas en dos cuerpos diferentes?

Y si deciden clonar y copiar su mente en 1000 robots, entonces, ¿que sucederá? ¿Dispondrán de una mente de colmena con una supra-conciencia que las controle a todos a la vez? ¿Eso es lo que realmente creen y lo que sueñan en conseguir?

La verdad es que si estos personajes fueran gente pobre y utilizaran estos mismos argumentos, la sociedad los consideraría unos dementes y serían motivo de burla y escarnio por parte de sus semejantes. Sin embargo, como son ricos y poderosos, la gente los considera unos “visionarios” y unos “soñadores”…

- La Tercera conclusión a la que podemos llegar, es que si estas personas realmente ven a los seres humanos como paquetes complejos de datos instalados en máquinas biológicas, entonces es altamente improbable que sientan una empatía, un amor o un respeto profundos por los demás seres humanos.

No vamos a discutir sobre si existe o no el espíritu o el alma inmortal o sobre si solo somos materia pura y dura. Cada uno puede adoptar la posición que quiera y el problema de fondo seguirá intacto.

El problema radica en que estas personas conciben la mente humana como un mero programa informático y por lo tanto, no sienten un respeto reverencial por la identidad individual de los seres humanos ni por su conciencia como individuos.

Para ellos, el resto de humanos solo somos cuerpos dotados de un cerebro repleto de datos copiables y reproducibles y por lo tanto, sentirán tanto amor y respeto por nosotros como el que puedan sentir por cualquier otra computadora o máquina con la que trabajen. Poco más que el amor a sentir por un electrodoméstico con patas.

Si solo nos ven como paquetes de datos andantes, por lógica llegará un momento en el que quizás también puedan tratar de arrojarnos “a la papelera de reciclaje” si nuestra presencia resulta molesta o si ocupamos demasiado espacio “en el disco duro planetario”

Para ellos, pues, todos nosotros somos carne de la tecla “delete”.

Como vemos, eso nada tiene que ver con el avance tecnológico ni científico, sino con la mentalidad de quienes están liderando estos proyectos que sientan las bases del mundo del mañana.

Su concepción del futuro tecnológico, en realidad no es relevante. Lo realmente grave es cómo conciben y sienten la naturaleza humana, algo que podemos deducir de sus propias palabras y reflexiones.

Inherente en su concepción del ser humano, están los conceptos de elitismo, de seres superiores e inferiores, de eugenesia, de tiranía, de control mental y de eliminación de la conciencia individual, convertida al final en un conjunto de datos copiables, reproducibles y borrables.

Probablemente ellos mismos no sean plenamente conscientes de ello, pero estas personas que ahora diseñan el futuro de la humanidad desde sus computadoras, están sentando las bases de un futuro de pesadilla.

Calzados en sus deportivas y vestidos con sus camisetas y sus tejanos, con el pelo alborotado y su actitud juvenil, nos parecen unos chicos dinámicos y soñadores que hacen uso de sus privilegiadas mentes creativas como si de un juego se tratara.

Pero en el fondo, haciendo uso de su talento, subyacen conceptos extremadamente negativos, que están esperando el momento adecuado para materializarse físicamente y a los cuales nadie está prestando la debida atención.

Como podemos ver, el tema no es tan anecdótico como muchas personas puedan creer.

Esto no es la fantasía de unos chavalillos juguetones sumergidos en las fantasías de los cómics o las pelis de ciencia ficción.

Dibujan el futuro de la humanidad ante nuestros ojos y lo estamos ignorando despreciablemente.

Nos tragamos las noticias de que alguien quiere subir su mente a un ordenador o de que un multimillonario trata de copiar su propia psique para ser inmortal como si fueran un chascarrillo, sustituido en 10 segundos por el vídeo insustancial de un gatito juguetón o de un tipo que chuta una pelota, con la misma indolencia con la que nos comemos unas patatas fritas abotargados ante la tele.

Pero lo que estamos presenciando no es ni un juego ni una anécdota.

Implica profundas reflexiones de carácter filosófico, que se extienden al campo práctico de la economía, la política, la organización social y el futuro del ser humano a nivel biológico y psíquico.

Se están sentando las bases de un nuevo mundo.

Y eso debería llevarnos a hacernos la pregunta: ¿en manos de qué tipo de personas estamos dejando el futuro de la especie humana?

O dicho sin tantos tapujos: ¿Quién fabrica las futuras pesadillas?

GAZZETTA DEL APOCALIPSIS


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