EL ARQUERO Y EL VENDEDOR DE ACEITE
Había una vez un hombre que era muy buen arquero. Podía disparar
una flecha, dar en el blanco y luego, con otra flecha, partir la primera en
dos. Iba de pueblo en pueblo mostrando su habilidad, y todos le admiraban y le
aplaudían, porque nunca habían visto nada parecido.
Un día, llegó a una pequeña aldea, disparó una flecha con su
arco y todo el mundo le ovacionó: “¡Bravo, bravo!”. Pero cuando todos acabaron
de aplaudir, se oyó una voz al fondo del público: “¡Bah! Es sólo cuestión de
práctica”.
El arquero oyó aquello y le molestó, pero siguió adelante. Tomó
otra flecha, la lanzó, partió la primera por la mitad y todo el mundo volvió a
gritar: “¡Bravo, bravo, bravo!”. Y volvió a escucharse la misma voz: “¡Bah! Es
sólo cuestión de práctica”.
Cuando terminó el espectáculo, el arquero estaba muy enfadado.
Ahí estaba él, mostrando su gran habilidad, y aquel hombre no hacía más que
decir que sólo era cuestión de práctica. Así que se dirigió hacia el fondo del
público y encontró a aquel hombre. Éste llevaba un palo de bambú del que
colgaban dos tinajas de aceite, una delante y otra detrás, y estaba tratando de
vender aceite.
El maestro arquero le dijo: “¿Cómo te atreves a decir que es
sólo cuestión de práctica? ¿Qué haces tú? Vendes aceite. Pero fíjate en mí. La
gente viene a verme desde muy lejos porque tengo una puntería buenísima”.
El hombre del aceite miró al arquero y dijo: “¡Bah! Es sólo
cuestión de práctica. Ahora te mostraré algo”.
Puso sobre la boca de una botella una moneda que tenía un
agujero en el centro, tomó una de las tinajas y empezó a echar aceite en la
botella a través del pequeño agujero sin derramar ni una gota. Luego se volvió
hacia el arquero y le dijo: “Ahora prueba tú”. Y el arquero ni siquiera lo
intentó; comprendió que era una cuestión de práctica.
La Paz es Sencilla
Ahora me gustaría hacerte una pregunta: “¿Qué es lo que tú
practicas?”. Piénsalo. ¿Qué practicas? Porque te harás un experto en lo que
practiques.
A veces olvidamos lo sencillo que es el tema de la paz. ¿Quieres
conocer la verdad? ¿La auténtica verdad? Pues aquí la tienes: “Lo que buscas
está dentro de ti”. Quizá quieres que te explique a qué me refiero cuando digo
que lo que buscas está dentro de ti, pero no puedo. Yo no puse en tu interior
eso que estás buscando. Siempre ha estado ahí. Y nosotros -todos nosotros-
siempre nos hemos sentido inclinados a conocerlo. Pero estamos demasiado
ocupados intentando medir lo inconmensurable, definir lo indefinible, dar con
unas soluciones que como mínimo son desconcertantes.
Algunos dicen: “Si quieres verdadera paz, tienes que renunciar a
todo”. ¿Pero cómo lo hago? Es fácil decir: “¡Renuncia a todo!”. ¿Renunciar a
qué?
Hay una historia sobre Buda, que renunció a “todo”. SUJATA se le
acercó y le dijo: “¿Qué haces?”. Buda le contestó: “Intento liberarme de
cualquier pertenencia. No quiero tener nada”. SUJATA le señaló y dijo:
“¿También vas a renunciar a esto? Sigues teniendo este cuerpo. No lo has dejado
todo”. Según dice la historia, Buda comprendió algo. Hay un proverbio que dice
que nadie desea la paz más que un soldado. Él es el último en querer ir a la
guerra. Lo hace sólo por obligación, pero tanto él como su mujer serían muy
felices si, cuando se están despidiendo, llegaran de repente nuevas órdenes:
“Se acabó la lucha. Ha llegado la paz. Volvemos a casa”.
Intentamos encontrar soluciones para tener paz, aunque no
sabemos qué es lo que desencadena las guerras. ¡Ah!, pero siempre hay un
motivo. Por lo menos, la pluma de algún historiador relatará por qué empezó
cada guerra, pero en ninguna parte dirá que dentro del ser humano hay algo que
no está satisfecho. ¿Sabes lo qué es la satisfacción? Sentir cada día gratitud
por estar vivo. ¡Por estar vivo!
Un Río es una Aventura Amorosa
Cuando la vida no significa gran cosa para nosotros, la guerra y
matar se convierten en una solución muy cómoda. Para un ser humano no es ningún
problema matar a otro: “Me interesa más tu dinero que tu vida”. ¡Bum! ¿Por qué?
Porque siente que él no vale nada, y cuando ve a otra persona, piensa: “Tú
tampoco tienes ningún valor”. ¡Espera un momento! Se te ha dado el regalo más
increíble, el regalo de la vida. Y quizá te preguntes: “¿Quién me dio ese
regalo?”. ¿Qué importa eso? Si no lo has aceptado, ¿qué más da quién te lo dio?
Primero, acéptalo.
¿Cuándo te levantas por la mañana, piensas: “Gracias por este
aliento, gracias por este día?”. ¿O más bien: “¡Vaya! Tengo que hacer esto y lo
otro?”. ¿Qué es lo que practicas cada día? ¿Practicas la bondad? Porque si lo
haces, te harás un experto en eso. ¿O practicas la frustración? ¿Cuánto tardas
en sentirte frustrado? Si practicas la paz que reside en tu corazón, te harás
un experto en sentirla. Y entonces comprenderás lo que intento decirte.
La gente quiere soluciones: “Dinos una forma práctica para
conseguir esa paz”. Me encantaría, pero ahí está mi dilema: lo que buscas está
dentro de ti. Es como si llevas los lentes puestos y me preguntas: “¿Has visto
mis lentes?”. Y yo te contesto: “Sí, los llevas puestos”. “¡No, no! Estoy
buscándolos. He mirado por todas partes y no los encuentro”. “Sí, pero es que
los llevas puestos”.
Para nosotros, todo es un rompecabezas. Mira con sinceridad y
verás que es sencillo. ¿Te has parado alguna vez a ver fluir un río?
¿Simplemente a observarlo? ¿Sabes por qué corre el agua? Se trata de una
aventura amorosa. El agua vuelve al mar del que salió. Y correrá, correrá y
correrá, día y noche, hasta llegar al mar, y entonces ya no tendrá que correr
más.
Un día vi en la televisión un documental sobre una rana de
África que en épocas de sequía se entierra profundamente en el suelo y allí
sobrevive durante meses. Los científicos decían: “¡Qué fascinante! ¿Cómo lo
hace?”. Y yo pensé: “Lo realmente fascinante no es todo lo que hace para
sobrevivir bajo tierra. Eso son sólo medidas provisionales para seguir con vida
hasta que vuelvan las lluvias. Lo verdaderamente fascinante es que esa rana ha
apostado su vida a que volverá a llover. ¿Y cómo sabe que eso sucederá? ¿Acaso
es meteoróloga? No, pero tras millones de años de evolución, ha comprendido que
sucederá.
Tu Hogar
Algún día ya no existirán muchas cosas en las que crees y
confías. Los científicos predicen incluso que un día la Tierra ya no existirá.
“¿Cómo? ¿La Tierra ya no estará ahí? ¿Quieres decir que todo esto desaparecerá?
¿Qué pasará con mi estatua? ¿Y mi nombre? ¿Y mi historial?”. Pues sí,
desaparecerá. Eres un huésped en el hotel. No lo conviertas en tu hogar.
¿Sabes qué es un hogar? Cuando la gente sale del trabajo, muchos
dicen: “Me voy a casa”. Y cuando van de camino, pasan ante miles de casas, pero
no se detienen. No sirve cualquier casa. Así que continúan hasta que llegan a
su hogar.
¿Has encontrado tu hogar? No el que está ahí fuera, sino el que
se encuentra dentro de ti. Cuando lo hagas, empezarás a comprender qué es la
paz. Muchas personas dan discursos sobre la paz, pero parece que la paz las
elude. Incluso hay canciones que hablan de “paz, paz, paz”. Sin embargo, lo que
ocurre es que hay otra guerra, y otra, y otra. ¿Cuándo acabará eso? Hemos
estado luchando durante mucho tiempo. ¿Y qué es lo que queremos? Queremos
prosperidad. Pero, ¿cuál ha sido siempre la fórmula? Paz y prosperidad. No hay
ninguna fórmula que diga: “Prosperidad y luego paz”. Primero paz y luego
prosperidad.
Escucha la sencillez de tu existencia. La paz está relacionada
con lo indefinible, con la sencillez y el poder del ir y venir del aliento.
¿Qué has comprendido acerca de tu aliento? Tienes que practicar la sencillez en
tu vida para comprender que lo más sencillo de todo reside dentro de ti.
Encuentra esa belleza en tu interior, porque es ahí donde está
la paz. Cava hasta que encuentres el tesoro, porque está ahí, dentro de ti.
Busca hasta que lo encuentres. No aceptes un no por respuesta. Cava, cava hasta
que encuentres lo que siempre has buscado.
Si practicas la paz que
reside en tu corazón, te harás un experto en sentirla.
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