LA TRAMPA ESTÁ EN LA “SOLUCIÓN”
Cada vez más gente empieza a darse cuenta. Solo
cambia la nomenclatura que cada uno le da y algunos detalles sin demasiada
importancia sobre sus características finales. Pero cada vez más personas son
conscientes de que las élites que controlan este planeta están sentando las
bases para crear un Nuevo Orden Mundial.
Básicamente,
este “nuevo orden mundial” es un cambio de piel del sistema, una adaptación a
las nuevas circunstancias globales derivadas del progreso tecnológico.
Las
élites buscan un nuevo paradigma a nivel político, social y económico, en el
que se dejarán atrás las viejas estructuras del mundo actual y se sentarán las
bases para un mundo global definitivamente unificado, que probablemente
conllevará la existencia de un gobierno global supraestatal, una autoridad
militar o policial de rango planetario, una autoridad económica centralizada y
probablemente algo parecido a una religión global, o como mínimo un organismo
que englobe el conjunto de la mayoría de creencias religiosas mayoritarias
actuales.
En
este futuro que empieza a dibujarse en el horizonte, los estados-nación se
disolverán y su poder será sustituido por el de las grandes corporaciones
transnacionales, algo que ya empieza a apuntarse claramente en los borradores
filtrados de los tratados TTP y TTIP.
Pero
la implantación de todas estas estructuras depende enteramente de cómo
evolucionen las nuevas tecnologías.
Y
es que en el mundo que se aproxima, parece que se desarrollarán nuevas
tecnologías que cambiarán la faz de la tierra: un mundo de impresoras 3D,
tecnología basada en el grafeno y nuevos combustibles más eficientes y limpios
que acabarán sustituyendo los actuales combustibles fósiles.
A
ello se sumará el desarrollo definitivo de Internet como red mental global,
sentando las bases para algo parecido a una mente de colmena para toda la
humanidad, que incluirá todo el conocimiento humano y todos los artefactos
tecnológicos, entre ellos los robots y la Inteligencia Artificial.
El
desarrollo tecnológico promete cambiarlo todo de forma inevitable: nuestra
forma de comunicarnos, nuestra sexualidad, la estructura de las sociedades y de
las culturas y todos los aspectos del poder político y económico.
Cambiará
la naturaleza del ser humano en sí mismo.
Todo
ello parece que sucederá en muy pocas generaciones, por lo que desde un punto
de vista histórico, podríamos calificarlo como un cambio muy acelerado, casi
drástico.
Y
esta es precisamente la clave de todo: si se produce un cambio tan rápido
basado en el imparable desarrollo tecnológico, ¿cómo lo harán las élites que
actualmente ostentan el poder basado en las viejas estructuras, para mantener
su posición de control y privilegio cuando estas estructuras desaparezcan?
Realmente,
pueden llegar a perderlo todo si no controlan adecuadamente la situación: están
cabalgando un caballo que se acerca a galope tendido a una amplia zanja; saben
que el caballo va a saltarla irremediablemente, pero corren el peligro evidente
de acabar siendo descabalgados.
La
única manera de que este cambio imparable lleve a un nuevo escenario donde esas
mismas élites sigan manteniendo el poder y el dominio, es que sean las propias
élites las que dirijan todo el proceso de transformación.
Deberán
ser ellas las que realicen la demolición de las viejas estructuras y las que
sienten los cimientos del nuevo paradigma que tanto les interesa.
En
el mundo de las teorías alternativas, (aquello que malintencionadamente vienen
a llamarse “teorías de la conspiración”), se intuye desde hace tiempo que este
proceso se vehiculará a través de un caos absoluto.
Mucha
gente del mundo alternativo está convencida de que el viejo mundo será demolido
de forma salvaje, a través de una vorágine de violencia, destrucción y muerte;
un caos absoluto y aparentemente incontrolable que no solo derribará las viejas
estructuras, sino que agotará la resistencia de toda la población, hasta que
ésta suplique por la imposición de un nuevo orden que permita volver a la
estabilidad y la paz.
Será
entonces cuando las élites, que habrán perpetrado todo ese caos, aparecerán con
la “solución” y todo el mundo, rendido y exhausto, la acabará abrazando de
forma desesperada, imponiendo así las bases para el nuevo paradigma social,
económico y político del Nuevo Orden Mundial.
Se
terminará con todo aquello que llevó al mundo al precipicio: las viejas
fronteras nacionales, los poderes estatales, las ideologías, las religiones
enfrentadas, las viejas divisiones étnicas.
Habrá
sido un “caos constructivo”. Se habrá alcanzado un “orden a través del caos”.
LA METÁFORA DEL BARCO QUE SE HUNDE
Podríamos
definir esta posible estrategia a través de una situación metafórica.
Supongamos
que las élites que gobiernan el planeta son como el capitán egoísta e
irresponsable de un gran barco de pasajeros, que representa el viejo sistema.
Un
gran trasatlántico que a pesar de estar muy bien pintado, es una auténtica
chatarra.
El
capitán y algunos de sus oficiales saben que el barco está en pésimas
condiciones y que se hundirá tarde o temprano, pues las bodegas están llenas de
vías de agua y no dan el abasto tapando los agujeros.
Y
lo peor es que hay muy pocos botes salvavidas para tantos pasajeros.
Ante
esta perspectiva, el capitán puede actuar de diferentes maneras…
OPCIÓN
1:
Puede
cerrar los ojos a la situación y seguir navegando hasta que el barco decida
naufragar por sí solo, algo que puede suceder sin avisar y en cualquier
momento. Si el capitán decide actuar de esta manera, sabe que al empezar a
hundirse, los pasajeros se percatarán de lo que sucede y se desatará el pánico.
El
pasaje desesperado se precipitará sobre los botes salvavidas y él y sus
oficiales no podrán controlar la situación, lo que probablemente implicará que
ese capitán irresponsable y egoísta se acabará hundiendo con el barco, algo que
no está dispuesto a aceptar de ninguna manera.
OPCIÓN
2:
Sabiendo
que el barco se hundirá, el capitán puede utilizar esa información privilegiada
en su propio beneficio: puede ser él mismo el que decida cómo y cuándo
naufragará el navío.
Esto
le otorga la ventaja de organizar previamente y sin que el pasaje se de cuenta,
los preparativos necesarios para alcanzar los botes y salvarse sin que una
horda de pasajeros presa del pánico se lo impida.
Actuar
así implica que no le dirá a los pasajeros que el navío puede hundirse, ni les
advertirá cuando el naufragio sea inminente.
De
hecho, ese siniestro capitán puede permitirse el lujo de hundir el barco
mientras los pasajeros duermen, garantizándose su salvación y la de los
oficiales de confianza, así como el de un selecto grupo de personas que él
decida salvar.
Cuando
el barco naufrague, la mayoría de pasajeros perecerán ahogados y probablemente
unos pocos conseguirán saltar por la borda o alcanzar alguno de los contados
botes que les permitirán seguir con vida.
Ésta
es la opción que la mayoría de gente en los círculos alternativos cree que va a
producirse: el capitán y los oficiales están a punto de hundir el barco y
enviarnos a todos al fondo del mar, con el objetivo de salvar sus pellejos,
garantizar su supervivencia y seguir manteniendo su posición de dominio.
Si
estuvieran en el trasatlántico, estos medios alternativos o conspirativos,
serían ese pasajero lunático que trata de advertir al resto de desprevenidos
pasajeros, clamando que el navío está en pésimo estado y que se hundirá en
cualquier momento.
Un
loco que hablaría de vías de agua ocultas en las bodegas en las que nadie
creería y de oficiales de alto rango que ya llevan puesto el chaleco
salvavidas, lo que el pobre loco consideraría una señal evidente del naufragio
que se avecina. Incluso afirmaría haber visto como, a escondidas, los oficiales
llenan los botes con objetos valiosos que pretenden salvar.
Pero
los pasajeros lo seguirían considerando un lunático y un paranoico y seguirían
bebiéndose a largos tragos y entre risotadas, sus dulces y deliciosos cócteles.
¿A
LOS ALBORES DEL GRAN CATACLISMO?
Así
es como básicamente ven la realidad actual las personas del mundo alternativo,
los mal llamados “conspiranoicos”.
Y
lo cierto es que hay muchos indicios que sustentan sus teorías.
Parece
que vamos de cabeza hacia un completo colapso financiero global y hacia el
estallido de una tercera guerra mundial de imprevisibles consecuencias.
Un
caos orquestado de magnitudes inimaginables.
Las
redes van llenas de pistas sobre un más que posible colapso económico, sobre el
estallido de enormes burbujas financieras basadas en los derivados y en los
bonos; sobre la caída del dolar como moneda de reserva mundial y las
imprevisibles consecuencias que ello conllevaría.
A
la vez, las noticias sobre las crecientes tensiones entre grandes potencias apuntan
claramente al estallido de un gran conflicto.
La
guerra de Ucrania ha enfrentado a Rusia con EEUU y sus aliados de la Unión
Europea y amenaza con provocar una guerra entre potencias nucleares.
Los
conflictos en el Mar de China Meridional también amenazan con provocar una
guerra en la que podrían verse involucradas China, Japón y EEUU.
Y
todo ello aderezado con el ascenso de los BRICS, que amenazan el poder
económico norteamericano y occidental; el caos creciente e incontrolable de
Oriente Medio con el auge imparable de Estado Islámico; el posible conflicto
entre Arabia Saudí, Irán, Israel y Turquía, y una pléyade de conflictos
asociados con el terrorismo extendiéndose como la pólvora por África y Asia.
Un
cóctel explosivo repleto de ingredientes tóxicos y altamente volátiles que
prometen provocar un caos y una destrucción inconcebibles y todo ello sumado a
la justificada y creciente desconfianza de las poblaciones hacia sus líderes
políticos.
Todo
esto está delante de nuestras narices.
Los
teóricos de la conspiración lo tienen clarísimo y las pruebas son casi
irrefutables…pero hay otra opción.
¿Y
si todas estas amenazas “apocalípticas” no son más que una inmensa tomadura de
pelo?
EL
PROCESO INVERSO: LA TRAMPA ESTÁ EN LA SOLUCIÓN
En
los llamados “círculos conspirativos” habrá mucha gente que no querrá
aceptarlo.
Pero
existe la posibilidad, nada desdeñable, de que todo este inminente caos que
aparentemente se avecina, no sea más que una pantalla de humo.
Y
es que hay una opción alternativa más beneficiosa para las élites, que no
necesita de un caos controlado para originar un cambio de paradigma.
Esta
opción alternativa consiste, no en provocar el caos, sino en hacernos creer a
todos que ese caos se aproxima y evitarlo a última hora, ofreciéndonos una
única alternativa para salvarnos: la solución que las élites aporten.
Algo
así como llevarnos al borde de un abismo agarrados a una cuerda que se
deshilacha y obligarnos a despojarnos de toda nuestra ropa y de nuestras
posesiones para salvar el pellejo.
Ponernos en la disyuntiva de “¿Qué
prefieres? ¿Perderlo todo y vivir desnudo y de prestado o caer al vacío con
todo el equipo y morir reventado en el fondo del precipicio?”
El
cambio de paradigma a través del caos sería la versión “hard”; esta opción, sin
embargo, sería la versión “soft”…y como veremos, puede llegar a ser mucho más
efectiva.
DE NUEVO LA METÁFORA DEL BARCO
Si
utilizamos de nuevo la metáfora del barco para explicar esta maniobra
alternativa, veremos que las élites, encarnadas en ese viejo capitán abyecto y
egoísta, disponen de una tercera opción que se suma a las dos opciones
anteriores.
Recordemos
que la opción 1 del capitán era no hacer nada y dejar que el barco se hunda por
si solo, corriendo el riesgo de perecer ahogado con gran parte de los
pasajeros.
La
opción 2 del capitán era ocultar al pasaje la realidad de la situación y hundir
el barco en el momento oportuno para garantizarse el fácil acceso a los botes,
aunque ello implicara la muerte de casi todos los pasajeros.
Pero
hay una OPCIÓN 3:
El
capitán no le dice a ningún pasajero que el barco se puede hundir en cualquier
momento…pero deja pistas no concluyentes al respecto.
Y
esas pistas no tardan en ser detectadas por el pasajero lunático y paranoico,
ese que encarna a los “teóricos de la conspiración”.
Ese
lunático advierte al resto del pasaje y les dice que el capitán quiere hundir
el navío y para demostrarlo les presenta todas esas pistas no concluyentes que
ha encontrado, lo que provoca que el resto de los pasajeros no sepan que creer.
Aunque
nadie le cree, poco a poco se extiende la incertidumbre entre el pasaje, no
obstante, el capitán y los oficiales actúan con completa normalidad.
Hay
indicios que apuntan a que el barco efectivamente puede hundirse, hay
sospechas, rumores y chismorreos sin sentido entre los viajeros…pero también
hay muchos indicios que apuntan a que el barco navega perfectamente y a toda
máquina y que todos esos rumores no tienen ninguna base.
Nadie
sabe lo que puede suceder, pero todo el pasaje acepta la posibilidad, aunque
sea remota, de que el barco pueda llegar a hundirse y de que el capitán pueda
ser una persona aviesa capaz de hundir el navío y dejarlos morir a todos, tal y
como advierte el pasajero lunático.
Mientras
tanto, el capitán junto con los oficiales, prepara disimuladamente los botes y
toma posiciones sin que nadie se de cuenta.
Y es entonces, cuando todo está preparado, que
el capitán, megáfono en mano, advierte a los pasajeros: “El
barco se va a hundir, vamos a evacuarlo. Mantengan la calma, sigan mis
instrucciones y todos se salvarán”
El
viejo capitán es el que dirige la operación de evacuación y da las
instrucciones que cada pasajero debe obedecer estrictamente.
Él
es el quien impone las condiciones para salvarse: quien obedece al capitán
vive, quien desobedece se queda en el barco y muere ahogado.
No
hay pues, ninguna alternativa más que acatar sus órdenes.
Y
lo peor es que las condiciones que impone el capitán son muy estrictas: solo el
capitán y los oficiales pueden permanecer en los botes; los demás pasajeros
tendrán que conformarse con agarrarse precariamente a los costados de los botes
para no hundirse, con el cuerpo sumergido en el agua.
Los
pasajeros estarán mojados, pasarán frío, sed y hambre y si alguno de ellos
intenta encaramarse al bote sin permiso, recibirá un golpe de remo de algún
oficial, o directamente un tiro. Pero tragará con la situación, pues será la
única manera de sobrevivir, aunque sea precariamente.
Incluso
muchos se conformarán, pensando que es una situación comprensible, puesto que
no había botes para todos.
Sin embargo, aquél lunático paranoico que
denunció que el capitán pretendía hundir el barco y matarlos a todos, quedará
desacreditado a ojos de los demás y los otros pasajeros le espetarán con rabia: “¡Eres
un maldito paranoico: el capitán nos ha salvado a todos y aunque estamos
mojados y lo pasamos mal, gracias a él aún estamos vivos!”.
Pasará
el tiempo y los pasajeros más débiles que permanecen en el agua, no tardarán en
rendirse y ahogarse, mientras que los más fuertes sobrevivirán. Y será así
como, poco a poco, éstos se acostumbrarán a ir agarrados al costado de los
botes.
Entonces llegará un momento en el que el
capitán y los oficiales les dirán: “Ya que estáis en el agua, ¿Por qué no movéis los
pies y ayudáis a empujar la barca? Así llegaremos antes a tierra”
Esta
será la situación tras el hundimiento del trasatlántico: el viejo capitán
egoísta y sus despreciables oficiales permanecerán secos y cómodos en sus
botes, conservando su poder y su dominio, recibiendo además la gratitud de esos
pasajeros que malviven en el agua, que les agradecerán haberles salvado la
vida.
Y
lo que es mejor: ni el capitán ni los oficiales tendrán que remar para que los
botes avancen.
Para
mantener esta situación indefinidamente, el capitán solo necesitará hacer creer
dos cosas a todos esos pasajeros que están en el agua. La primera es que existe
una isla perdida a la que se puede llegar si impulsan el bote con los pies; la
segunda es que a aquellos que impulsen con más esfuerzo, se les dejará subir al
bote un rato para secarse y tomar el sol.
¿Acaso
ésta no es una mejor opción que hundir el barco y matar a todo el pasaje?
Así
pues, esta tercera opción nos hace ver de forma bien diferente las amenazas
terribles que se dibujan en el horizonte.
Con
esta maniobra, las élites conseguirían un triunfo absoluto, sin tener que
destruirlo todo.
La
guerra mundial y el colapso económico masivo solo serían amenazas que nunca
llegarán a materializarse…
COLAPSO
ECONÓMICO:
Siguiendo esta alternativa, llegaríamos al
borde de un colapso económico total de consecuencias devastadoras y justo
cuando éste pareciera inevitable y el caos estuviera a punto de desatarse, las
propias élites económicas podrían aportar una solución para evitarlo, en forma
de grandes uniones y pactos comerciales tipo TTP o TTIP, nuevos sistemas de
control financiero estricto de toda la población, eliminación del dinero en
efectivo para obtener un “mejor control de la economía” por parte de los órganos reguladores y
un organismo de control económico global que se hiciera cargo de la gestión de
todos estos nuevos mecanismos.
¿Y
quién se opondría a ello si la alternativa fuera perderlo todo y vivir en el
caos y la pobreza más absoluta?
Las
élites económicas impondrían así las condiciones del nuevo sistema e incluso
podrían llegar a ser consideradas como salvadoras de la economía si utilizasen
como interfaz a los interlocutores adecuados, en forma de jóvenes economistas
con nuevas ideas y propuestas.
GUERRA
MUNDIAL:
De
la misma forma, podrían llevarnos al borde de una devastadora guerra mundial
entre potencias nucleares y justo cuando el conflicto y el apocalipsis
parecieran inevitables, podría “estallar la paz”: un gran pacto global de
última hora que sentase las bases para un nuevo modelo de organización política
que acabara con todos los conflictos de una vez por todas.
Se
sentarían así las bases para un organismo mundial supranacional, que superara
las limitaciones de la ONU y que fuera el embrión de un futuro gobierno
mundial.
Todo
ello se produciría bajo un bonito lema: “En la guerra siempre hay derrotados… pero
hoy aquí, los seres humanos, hemos conseguido que la única derrotada, sea la
propia guerra”
RELIGIÓN
ÚNICA:
La
necesidad de acabar de una vez por todas con los sangrientos conflictos religiosos,
también sentaría las bases para crear algún tipo de organismo espiritual que
integrara a todas las religiones y creencias bajo un mismo paraguas de diálogo
e intercambio.
Todo ello bajo el argumento de que “todos
tenemos los mismos anhelos de paz y amor y el mismo dios con diferente nombre”
y que “es hora de superar nuestras diferencias ficticias, pues todos
compartimos el mismo planeta”.
Este
organismo supra-religioso sería el embrión de una religión única futura.
Empezaría como un organismo que incluyera a todas las religiones en su regazo y
poco a poco iría sentando las bases para una nueva creencia religiosa que
integrara elementos mezclados de todas las creencias existentes, bajo un poder
espiritual centralizado a nivel global, con la creación de una figura
espiritual similar a un papa interreligioso.
Todos estos razonamientos pueden parecer muy
rebuscados y retorcidos, pero en lo que respecta al colapso económico y a la
posible guerra mundial, hay unas declaraciones recientes del magnate globalista George
Soros, que hablan muy claramente de todo lo que estamos advirtiendo
en este artículo.
Soros afirma que “está
preocupado por la posibilidad de una tercera guerra mundial”,
que según él se iniciaría entre China y EEUU. Para evitar esta situación, Soros
hace una llamada a los EE.UU. para hacer una “gran concesión” y
permitir que la moneda de China se una a la cesta del Fondo Monetario
Internacional de monedas. Esto haría que el yuan se convirtiera en un rival
potencial para el dólar como moneda de reserva mundial. A cambio, China tendría
que hacer grandes concesiones similares para reformar su economía, “tales como
aceptar el imperio de la ley”, dijo Soros.
Permitir
que el Yuan chino sea una moneda de mercado crearía “una conexión” entre los
dos sistemas.
De
hecho, añadimos nosotros, lo que propone Soros sentaría las bases para la
creación de una nueva moneda de reserva mundial basada en los Derechos
Especiales de Giro del Fondo Monetario Internacional; esa moneda de reserva
sería la precursora de una moneda única mundial y implicaría la necesidad de un
organismo económico centralizado global y por lo tanto, de un gobierno global,
precisamente los objetivos que buscan alcanzar las élites: aquello que llamamos
Nuevo Orden Mundial y que les permitirá perpetuarse en el poder a escala
planetaria.
Como
vemos pues, las advertencias de Soros, incluyen el mecanismo del que estamos
advirtiendo en este artículo: hay una amenaza grave, la tercera guerra mundial
y una solución previa para evitarla que conlleva el establecimiento de las
estructuras de un Nuevo Orden Mundial.
Soros nos está diciendo “o aceptamos estas nuevas estructuras, o habrá una guerra mundial entre
dos potencias nucleares, ¿qué preferís?”.
¿Necesitamos
una mejor pista que las propias declaraciones de un miembro de las élites para
ver por donde va la jugada?
Como hemos visto, la amenaza de la guerra
mundial y del colapso económico pueden ser bien utilizadas para conseguir los
objetivos de las élites, siguiendo un plan basado en “salvar
del caos” en
lugar de basarlo en “provocar el caos”.
Estaríamos
ante una maniobra mucho más sibilina e inteligente de lo que creíamos en un principio,
que además, conllevaría otros beneficios para las élites nada despreciables una
vez conseguidos sus objetivos. Y es que además de sentar las bases del nuevo
paradigma, las élites conseguirían…
AUTORIDAD
MORAL Y ADORACIÓN DE LAS MASAS:
Al
ofrecer una solución que salve al mundo del caos y de la destrucción en el
último momento, los representantes de las élites escogidos para realizar esta
misión, serían considerados unos auténticos salvadores de la humanidad,
prácticamente unos héroes merecedores de un papel preeminente en los libros de
historia.
Eso
les otorgaría a estos personajes impulsores del nuevo orden mundial, un
prestigio y una autoridad moral que les permitiría tomar todo tipo de
decisiones sin apenas resistencia, dejando atrás el desprestigio de las viejas
élites políticas corruptas odiadas por la población y entrando en una edad
dorada de adoración hacia los poderosos, ahora probablemente representados por
una imagen mucho más capacitada a nivel técnico, más modernizada, más accesible
y más popular que la de sus predecesores de la vieja política.
Y
es que las élites del futuro ya no tendrán el aspecto momificado de un David
Rockefeller o un Jacob Rothschild, sino un aspecto más parecido al de un Steve
Jobs, un Bill Gates o un Richard Branson.
ELIMINACIÓN
DE LOS REBELDES:
En
contraposición a estos nuevos líderes, todos aquellos “paranoicos alternativos”
que trataron de advertir de las maniobras de las élites y de la presunta
destrucción y caos que trataban de provocar, quedarían automáticamente
desacreditados ante los ojos de los demás, tal y como hemos indicado en la
metáfora del barco.
Los
defensores de las teorías de la conspiración y todos aquellos que sospecharan
de las oscuras maniobras de los poderosos, serían ahora considerados “personas
negativas”
Cada vez que denunciaran el funcionamiento de
las nuevas estructuras, serían atacados con argumentos del tipo: “¿Y
tú qué prefieres, una guerra nuclear? ¿Volver atrás, a los tiempos de las
guerras entre países y las luchas del fanatismo religioso, la muerte y la
destrucción? ¿Al tiempo de las fronteras y las divisiones entre hermanos? ¡El
mundo ha evolucionado y tú no lo quieres aceptar!”
Con
cada denuncia que hicieran, serían tildados de locos, de retrógrados, de
fanáticos, de amantes de los antiguos modelos de violencia “afortunadamente
superados”…y no tardarían en ser calificados casi como potenciales terroristas
que pretenden volver a la “edad oscura”.
Llegados
a este punto e implantadas con éxito las estructuras del Nuevo Orden Mundial, las
élites necesitarían una serie de instrumentos psicológicos que llevaran a la
población a seguir creyendo que el nuevo paradigma, aunque exiguo, incómodo y
doloroso, es la única solución viable para el mundo.
Y
para ello, como siempre ha sucedido a lo largo de la historia, necesitarán de
la existencia de un enemigo.
En
este caso y dado que estaremos en un paradigma de poder global centralizado,
necesitarán también un enemigo global, una sombra fantasmagórica que pueda
hacer acto de aparición en cualquier momento y en cualquier lugar del mundo y
que justifique, con su sola presencia, la necesidad de un gobierno mundial y de
una autoridad policial global.
Ese
enemigo, común para todos, puede ser exterior, interior o ambos al mismo
tiempo.
Por ejemplo, un modelo de enemigo exterior que
obligaría a aunar fuerzas a escala planetaria, obviamente sería un enemigo
extraterrestre. Esta opción la dejaremos por imposible, aunque en un artículo
anterior titulado ¿SE ACERCA UN FALSO CONTACTO EXTRATERRESTRE? ya hablamos de cómo podría vehicularse
una manipulación de este tipo.
Otra
forma de enemigo exterior común para toda la humanidad, sería el enemigo
abstracto en forma de amenaza de la naturaleza, algo que obligara a toda la
humanidad a unir esfuerzos para evitar la destrucción común.
De
alguna forma, este enemigo ya existe y cada vez está recibiendo un mayor
impulso por parte de las élites: se llama “calentamiento global” y pronto será
utilizado por organismos como la ONU o el Vaticano como vehículo para impulsar
la creación de un gobierno mundial centralizado.
Pero
el mundo del futuro también necesitará de un enemigo interior de carácter
humano capaz de amenazar a toda la humanidad en su conjunto.
Y
ese enemigo también existe ya: el terrorismo islamista.
Si
nos fijamos bien, veremos que Estado Islámico o ISIS, por poner un ejemplo,
actúa como si fuera “un enemigo global de toda la humanidad”. Es enemigo de los
musulmanes moderados, de los chiítas, de los cristianos, de los judíos, de los
budistas, de los hindúes y de todas las religiones anteriores y posteriores que
no siguen sus preceptos; además es enemigo de occidente, de Europa, de Estados
Unidos y de Israel; pero el terrorismo islamista también es enemigo de Rusia a
través de Chechenia y de China en la región Uigur, así como enemigo de cada vez
más gobiernos africanos.
Está
diseñado, por lo tanto, para ser un enemigo global y sin fronteras.
Y
está diseñado también, para simbolizar el viejo mundo que querrá dejarse atrás:
ese mundo de las religiones fanatizadas, enfrentadas y excluyentes; ese mundo
de las fronteras y de la división entre pueblos y etnias; ese mundo de la
discriminación social y de género; ese mundo que se enfrenta radicalmente con
la autoridad encarnada por las “democracias occidentales”.
Lo
más grave es que para que este fantasma siga asustando en el futuro, deberá
haber demostrado de forma fehaciente toda su brutalidad. Que nadie descarte
pues, un nuevo 11-S.
Así
pues, ya tenemos todos los elementos necesarios para esta gran jugada, para
esta enorme manipulación que puede llevarnos de cabeza al Nuevo Orden Mundial.
Tenemos
los cataclismos que supuestamente debemos evitar, encarnados en un casi inevitable
colapso económico mundial y una tercera guerra mundial galopante.
Tenemos
a los encargados involuntarios de expandir el miedo a esos sucesos
apocalípticos que se avecinan, encarnados en los miles de medios alternativos,
blogs y webs que creen ir contracorriente sin saber que están siendo utilizados
y que pronto serán sacrificados.
Tenemos
unas viejas estructuras que queremos dejar atrás: esos viejos políticos
corruptos e inútiles, que deberían ser sustituidos por técnicos capacitados y
personas con formación científica que piensen en términos de eficiencia global,
en lugar de pensar en términos de egoísmo local.
Y
tenemos a los enemigos globales que servirán para justificar la necesidad del
nuevo paradigma, encarnados en el calentamiento global y las crisis ecológicas,
y por el terrorismo, un fantasma informe capaz de materializarse en cualquier
lugar a criterio de su beneficiario principal.
Cuando
lo enfocamos desde este punto de vista, todo toma otro cariz.
Muchos
de nosotros, los que escribimos en blogs y webs, hemos pasado mucho tiempo
creyendo convencidos que nos acercamos a tiempos de caos y guerra y que todo ha
sido planificado de antemano.
Las
pistas y los indicios que así nos lo indican están por todas partes.
Pero
ya va siendo hora que alguien se pregunte: ¿y si estamos siendo utilizados? ¿Y
si esas amenazas terribles, que son tan inminentes, reales y tangibles, tienen
una función final diferente a la que creíamos?
Este
artículo, como tantos otros de esta índole que hemos subido a este blog (Gazzetta
del Apocalipsis y Robot Pescador), solo pretende invitar a observar la realidad
de manera diferente y a imaginar posibles alternativas.
Hay
muchas formas posibles de manipular a la población en su conjunto y si las
cosas fueran tal y como hemos indicado en este artículo, estaríamos ante una de
las manipulaciones más extraordinarias jamás realizadas.
Pero
si esta manipulación llega a materializarse, no tendremos ninguna excusa, ni
nada justificará nuestra inacción.
Porque
sabemos que estamos en un barco que se hundirá y sabemos que el capitán y los
oficiales nos están engañando y tienen malas intenciones…
Entonces,
¿a qué estamos esperando? ¿Por qué no los echamos por la borda de una vez y
reunimos a todo el pasaje para que construya más botes?
GAZZETTA
DEL APOCALIPSIS
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