TODO ESTÁ COMO
DEBIERA SER, ¿O NO?
“Esto tenía que suceder”, “debe haber un propósito más
elevado detrás de esto”, “todo es exactamente como se supone que sea”.
Expresiones hechas fácilmente entre
los de inclinación espiritual. A menudo, expresiones como éstas se hacen frente
a situaciones o eventos que parecen sin sentido, trágicos o crueles.
Accidentes, enfermedades, contratiempos graves que ponen a prueba nuestro
sentido de justicia. ¿Por qué esto me sucede a mí, por qué esto tenía que
suceder? La noción de que
para todo lo que ocurre debe existir un orden superior, una mano divina que
quiere nuestro bien, es reconfortante. ¿Pero es cierto?
La idea de que todo ocurre como debiera, es una
noción determinista: expresa que hay un poder superior que predetermina lo que
va a suceder en nuestras vidas terrenales. Este poder superior puede ser Dios,
o el alma de ustedes o su yo superior. Sea lo que sea, el poder creativo no les
pertenece a ustedes, sino a esta fuente superior. La idea que nosotros como
seres humanos tenemos libre albedrío y podemos elegir libremente, se ve por
tanto seriamente cuestionada.
Por tanto surge una
paradoja: viéndolo desde un enfoque espiritual del mundo, la
mayoría de las personas consideran que su poder para hacer elecciones y asumir
la responsabilidad en sus vidas es esencial a quienes son. De no ser por ese
poder, toda la noción de crecimiento interno y transformación sería obsoleta. A
la vez, hay una expresión que a veces suena como una invocación, de que “todo
es como debiera ser”, o como otros dicen “todo está en orden divino”.
Esta “marea bienaventurada” de que todo realmente es
como debiera ser, me molesta y me asombra.
Primero, hay un sufrimiento
masivo en la tierra, que resulta obvio al echar una mirada al azar a la prensa
en cualquier día. Hay intenso sufrimiento a nivel físico, emocional y
espiritual para muchos, muchos seres humanos al igual que para la naturaleza.
Así que ¿Cómo es que todo está como debe ser?
Segundo, está la paradoja anterior de que el libre
albedrío y la predestinación no van bien juntas. Este es un punto que merece
consideración cuando surge la idea de que todo está bien y en orden divino.
Tercero, he notado que estas palabras se acompañan
de una nota típica de pena, un tipo de condescendencia espiritual, que implica
cosas como: “Ah, criatura, veo que no entiendes todavía, atrapada como estas en
tus pensamientos, emociones y estados de ánimo demasiado humanos, pero hay
realmente un significado superior detrás de todo lo que está ocurriendo, y un
día también lo verás”. La gente a menudo quiere nuestro bien, estoy segura,
pero de todas formas…
Cuando recién había sanado de una depresión severa
con episodios sicóticos en 2010, y todavía luchaba con esta experiencia
horrenda, alguien me dijo “está
claro que tenías que experimentar esto, y que el propósito era capacitarte para
ayudar ahora a otros con aflicciones similares”.No pude responder a esta
sugerencia mientras trataba de reponerme, pero luego entendí que se habían
hecho de manera implícita tres sugerencias:
1. La depresión era predeterminada y yo no podía
haberla evitado.
2. La misma sucedió para mi propio bien aunque me
sentía muy mal.
3. El propósito espiritual detrás de ello era
hacerme una mejor maestra y sanadora para los demás.
La última sugerencia instantáneamente me llevó al
martirologio. Lo que realmente había ocurrido era que yo me había sacrificado y
había sufrido todo ese infierno para la salvación de los demás. Oh Dios, es muy
halagador el colocarme en un pedestal de esa manera; pero sospecho que hay
bastante poco equilibrio allá arriba.
Lo que subyace de las tres sugerencias es la gran
brecha entre la forma en que me sentí respecto a lo que había sucedido y la
verdad espiritual “real”. Lo que sentí resumidamente mal era “realmente” algo
bueno, lo que quería evitar más que nada había sido predeterminado “realmente”
y lo que experimenté como mi prueba personal durante la depresión era
“realmente” algo que asumí para convertirme en mejor maestra para los demás. La
ira, tristeza y abatimiento que sentí después respecto a lo que me había
ocurrido eran simplemente el deambular de mi ego que no se podía rendir al
orden superior de las cosas.
Este ejemplo muestra una línea general de
razonamiento que se puede aplicar a muchas situaciones diferentes. La tendencia general es mirar a un evento o situación que al inicio
parece terrible, trágica o absurda y entonces suavizarla con la ayuda de la
tesis espiritual de que “las cosas siempre son como debieran ser”, o
que “hay un orden divino que gobierna los eventos de manera que a un nivel más
profundo todo está bien”.
¿Qué hacer con este enfoque típico de suavizar? La noción de que todo está predeterminado y que se
manifiesta según la voluntad divina, no se puede refutar sobre bases lógicas.
Es un reclamo metafísico irrefutable, que no se puede falsificar (ni confirmar)
mediante evidencia empírica. Sin embargo, de hecho entra en conflicto con
nuestro sentido profundo de que somos capaces de influir en nuestras vidas, de
que tenemos libre albedrío y el poder de elegir.
La noción de “que todo está bien como está”, o “todo
está como se supone que esté” está en conflicto con cómo nos sentimos en
nuestra vida cotidiana. Cuando una tesis espiritual está flagrantemente en
oposición con el sentido común, con nuestra intuición diaria, esto me enciende
una luz roja. Es más, creo que es a través de nuestra naturaleza sintiente que
nos conectamos con nuestra alma. Más que la mente y las ideologías que ésta
desarrolla, es el corazón, el
centro de nuestros sentimientos e intuiciones, lo que constituye la puerta de
entrada a la verdad espiritual.
Cuando hay una gran brecha entre lo que se siente
genuinamente bien para ustedes y lo que plantea una enseñanza espiritual como
algo bueno y verdadero, siempre elijo a favor del sentimiento humano como lo
apropiado. El aire de superioridad y de complacencia con la cual se hacen los
reclamos espirituales supuestamente intuitivos tampoco ayuda.
¿Y entonces qué? Si las cosas no están predeterminadas, si no hay un
significado mayor detrás de todo lo que ocurre, es la vida entonces un simple
juego de coincidencias? ¿No hay una historia mayor, ni un propósito? Y si todo
está libre y abierto y ustedes todavía creen en Dios, ¿Por qué Dios permite
tanto dolor y sufrimiento; cuál sería la explicación?
Quisiera plantear que hay razones con sentido
espiritual para que las cosas ocurran como lo hacen, pero eso no significa que
lo que sucede esté bien y sea bueno. Hay una razón para todo, pero eso no
implica que debía haber ocurrido. Mi enfoque es que hay una diferencia entre
reconocer una lógica espiritual detrás del evento que ocurre, y creer en la
predestinación. Hay leyes
espirituales que funcionan en nuestras vidas, pero no están en oposición con
nuestro libre albedrío.
Para aclarar lo que quiero decir apliquémoslo al
ejemplo anterior. Mi depresión era provocada evidentemente por mis temores y
creencias negativas. Creo que pertenece al propósito de mi alma el traer estos
temores y creencias negativas a la superficie de mi percepción en algún punto,
para que puedan sanar. Pero eso no significa que las cosas tengan que ocurrir
exactamente como lo hicieron, o que yo no tuviese elección respecto a lo que
sucedía en mi vida.
Recuerdo claramente que antes que la depresión se
adueñara de mí (y terminé en el hospital), recibí varias señales, especialmente
de mi cuerpo que me mostraban que estaba muy estresada y debía aplicar los
frenos. No lo hice y eso no estaba predeterminado. Hay una explicación para el
hecho de que no actué de acuerdo a mi intuición y señales de mi cuerpo: tenía
temor de fallar, temor de
decirle ‘no’ a la gente, porque valoraba su reconocimiento y temía al rechazo. Esto explica por qué no apliqué los
frenos a tiempo, sin embargo aunque había razones definidas, era mi elección.
El mismo hecho de que estuviese consciente de esas señales e intuiciones,
muestra que había espacio para la elección.
Así que en retrospectiva hice algunas elecciones
incorrectas. Ahora no cabe culparse a uno mismo interminablemente respecto a
las elecciones desafortunadas que uno ha hecho en el pasado. Recriminarse de
forma áspera hace surgir sentimientos de culpa que son destructivos y
contraproducentes (hablo desde mi propia experiencia aquí). Enjuiciarse uno
mismo no es muy útil. Sin embargo, decir que no podía evitarlo porque se supone
que debía suceder es como ir al otro extremo, esto es pura negación. No hay
manera de evitar el hecho de que podía haber elegido otra cosa.
La mejor manera de abordar esto es con una visión de
compasión y cariño. Al ser compasivo con uno mismo, reconocemos que somos
humanos que podemos fallar, y hace mucho más fácil aprender de nuestros
errores. Si somos capaces de perdonarnos, podemos ver las adversidades del
pasado como lecciones con sentido que nos han permitido ganar en introspección
para hacer mejores elecciones en el futuro.
Por tanto en esa forma, las situaciones trágicas se
convierten en significativas y con un propósito, no porque sean intrínsecamente
apropiadas o deseadas (normalmente no lo son) sino porque, el que algo tenga
sentido espiritualmente no está determinado por los eventos objetivos en sí
mismos, sino por la forma en que los interpretamos y experimentamos.
De esta forma, el libre albedrío y un cierto grado
de predeterminación pueden reconciliarse. Imaginen que su alma quisiera vivir a
través de ciertas experiencias en esta vida. Esa
es la razón por la cual su alma eligió confrontar ciertos desafíos, que eran
pre-programados en su vida. Ciertas personas que encuentran, diferentes
oportunidades o desaciertos que vienen hacia ustedes, pueden de hecho haberse
prestablecido de antemano.
La cuestión aquí, sin embargo, es cómo ustedes, el
humano con libre elección, responderá a estos encuentros y situaciones, y en
qué grado pueden ustedes detectar el propósito y significado de lo que les
sucede. Esto no es algo inamovible, y el propósito final de su alma es abrazar
las lecciones inherentes en los desafíos con amor y aceptación. De esa forma,
ustedes harán diferentes elecciones en el futuro y atraerán encuentros y
situaciones más positivas, eliminando la necesidad de enfrentar el mismo
desafío una y otra vez.
A veces es difícil responder a los desafíos más
graves con confianza y aceptación. Es
por eso que yo digo que es el objetivo final de su alma. A veces es una inmensa
lucha para reconocer el valor de las experiencias profundas de pérdida o dolor
o rechazo. La resistencia y
la desesperación son normales y muy humanas. No obstante creo que esta es la
invitación profunda de nuestra alma para abrazar aun la parte más oscura de
nuestras vidas y de nosotros mismos con entendimiento y cariño, no porque ‘esté
bien así’, sino porque aceptar y trabajar con ello es la única salida. Es la
única vía hacia la luz.
Cuando estaba en medio de mi depresión sicótica, no
experimenté ningún sentido ni significado en lo que me estaba sucediendo. Mis
seres queridos también sufrieron la pesadilla. Eventualmente fui hospitalizada
en una sala siquiátrica contra mi voluntad. Mi recuperación comenzó allí.
Después de recuperarme entendí como se siente cuando
un sufrimiento profundo rinde frutos. En cuanto viré hacia la luz y quise vivir
de nuevo, experimenté gran alegría y noté la abundancia en mi vida como nunca
antes. Lo que daba por sentado antes, se convirtió en fuente de maravilla y
profunda gratitud. A menudo me detenía frente a mi hogar, regresando del
mercado y me maravillaba ante el hecho de que existiera un lugar para mí en la
tierra, donde podía vivir con las dos personas que más amaba, mi esposo e hija.
Me asombraba el apoyo genuino y el cuidado de las
personas que me rodeaban, los que eran conocidos antes se convirtieron en
amigos íntimos. No sólo
este total abatimiento que trae la psicosis me dio una nueva apreciación de lo
que antes daba por sentado, sino que también me aportó percepciones duraderas
que ahora me ayudan a vivir mi vida con menos temor y mayor plenitud.
Unos cuantos años después, escribí un libro sobre mi
oscura noche del alma, que me ayudó a integrar toda la experiencia más
plenamente y con el beneficio de la retrospección. Después de publicar este
libro (en holandés, espero publicarlo en inglés para fines de año) recibí
cartas de personas que se reconocían en mi historia y se sentían apoyadas y
reconfortadas con ella. Por tanto mi noche oscura del alma ganó en sentido.
Gradualmente, esta horrenda experiencia aparece en una luz diferente, la luz de
sanación y sentido. Sin embargo, esto no significa que se ‘suponía que
sucediera’ o que ‘realmente’ era algo bueno.
¿Es todo como debiera ser? ¿Es la única forma en que puede ser? ¡No!. Hay mucho
sufrimiento y tragedia en la tierra. Yo creo que atraemos algunas situaciones
negativas a nuestras vidas para que seamos conscientes de la negatividad dentro
de nosotros (ira, temor, desconfianza). Estas situaciones pueden estar preestablecidas
en parte. Pero el propósito detrás de esos desafíos es que hagamos elecciones
diferentes en el futuro para que podamos liberarnos de la negatividad y dejemos
de atraerla a nuestras vidas.
Un evento doloroso o trágico no es intrínsecamente
bueno o valioso, será así solamente cuando los humanos tengan el coraje y la
claridad de mente de encontrar sentido en el mismo y permitir que los transforme.
Tenemos una elección en cómo respondemos a ‘lo que es’. Tenemos el potencial de
transformar la negatividad y el dolor mediante nuestra actitud interna y de
hacer la vida más ligera y alegre para nosotros y los demás. Este es el
propósito de la espiritualidad. El orden superior que buscamos tan
desesperadamente detrás de los eventos externos en nuestras vidas, no está
fuera de nosotros. Necesitamos crearlo nosotros mismos: esa es nuestra
misión como hijos libres de Dios.
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