3.9.15

La única manera posible en que la Humanidad puede sobrevivir es suprimiendo cada rastro de este destructivo legado judío.

LA VERDADERA NATURALEZA DE LA ESTAFA JUDÍA

Cuando gobiernan las minorías, las sociedades son destruidas

EL ENGAÑO DE LA CREACIÓN DEL DINERO DEFRAUDA AL MUNDO ENTERO

"Es necesario reducir, si es que no destruir, la tendencia del pueblo judío a practicar un número muy grande de actividades que son dañinas para la civilización y el orden público en la sociedad en todos los países del mundo" (Napoleon Bonaparte, 1808) citado por Stephen Goodson en "A History of Central Banking and the Enslavement of Mankind".

"Si la usura permanece intacta, entonces el mundo debe prepararse para una depresión, similar a la Edad Media, que durará durante muchos siglos" (Stephen Goodson, 2013).

Vivimos en la oscuridad, convencidos por nuestros medios públicos de comunicación y nuestros deshonestos líderes de que somos héroes y luchadores por la libertad. En realidad lo contrario es lo verdadero: somos los saqueadores, los destructores, engañándonos a nosotros mismos para hacer el trabajo sucio de los manipuladores que han distorsionado nuestras mentes con fruslerías y falsos informes de la gente que matamos y de los países que arruinamos a fin de robar sus tesoros.

Y la parte más triste —el remate del chiste que demuestra cuán estúpidos somos— es que nunca nos beneficiamos de las invasiones que cínicamente nos ordenan que efectuemos. La recompensa siempre es para los estafadores que mueven los hilos, y nosotros, como los agentes del bandidaje, una y otra vez somos dejados sufriendo el mismo destino de la gente a la que hemos robado, ya que nos hemos robados nosotros mismos, no sólo nuestros tesoros, sino nuestra dignidad, poco antes de que seamos despojados de nuestras vidas.

Ésta es la manera en que la Historia ha sido siempre. Las masas ignorantes son persuadidas a cometer los crímenes de los ricos, y como los autores involuntarios, al final sufrimos el mismo destino que las víctimas, mientras los ricos se ríen en sus palacios y traman su siguiente fraude.




     La razón de que usted no pueda ver lo que está sucediendo en el mundo es debido al lavado de cerebro llevado a cabo por los medios judíos de comunicación, que son poseídos por los autores intelectuales que cometen los crímenes, quienes han invertido descarada y hábilmente el bien y el mal, y la libertad y la tiranía. Y el público ignorante mueve su cabeza con aprobación, como muñecos incapaces de percibir que este engaño hace ricas a algunas personas y deja a mucha gente muerta.

     Cuando usted analiza la estructura de las guerras durante los pasados dos milenios, el modus operandi se hace claro: los países con su propio banco nacional, que trabajan para beneficio de sus propios ciudadanos, son tragados y apaleados hasta su sumisión por el monstruo financiero internacional que hunde sus colmillos en naciones sanas que son repentinamente declaradas malas por aquellos que tienen el poder de envenenar a millones de mentes con un único sorprendente y falso boletín.

     Piense en las armas iraquíes de destrucción masiva o en los alemanes gaseando a 6 millones de judíos, dos mentiras deliberadas que sellaron el destino de millones de personas inocentes.

     Éste es el patrón político predominante en el mundo hoy, como lo ha sido durante al menos los pasados 400 años, o desde que los judíos se infiltraron de nuevo en Gran Bretaña usando sus técnicas de marca registrada de soborno, chantaje y asesinato.

     Cuando usted comprende que las destrucciones consecutivas de Libia, Siria e Irán —y anteriormente, las de Alemania, Japón e Italia en la Segunda Guerra Mundial— han sido pretendidas todas porque esos países tenían sus propios sistemas bancarios honestos, y rechazaron ser tragados por la criminal estafa del banco central de los Rothschild que le roba a los países su dinero duramente ganado, usted comenzará a entender cómo usted ha sido estafado durante toda su vida por periódicos mentirosos y comentaristas imbéciles pagados por los banqueros criminales mismos que lo han convencido de que usted ha estado experimentando la libertad cuando en realidad usted está encerrado en la prisión de la usura y entregando más de la mitad de las ganancias de su trabajo a estúpidos que crean dinero a partir de la nada y luego roban aún más de cada uno en el planeta.

     El libro "Una Historia de la Banca Central y la Esclavización de la Humanidad" (2014) de Stephen Goodson es una clara exposición de cómo los banqueros judíos se han tragado al mundo con su diabólico esquema de préstamos. Cuando usted comprende la naturaleza malvada y destructiva de esta estafa que ha engañado absolutamente a cada uno, usted comprenderá que Estados Unidos no sólo está en el lado equivocado de la Historia, sino que es principalmente responsable de la destrucción de la raza humana.

     Usted comprenderá que todas las guerras que EE.UU. ha luchado han servido para imponer la tiranía a desafortunados países donde la libertad había existido antes, sobre todo en Rusia y en Alemania. Y todo lo que la falsa retórica sobre democracia y libertad ha facilitado, simplemente es una gigantesca ola de mentiras que sumergen a cada uno en la sofocante prisión de las deudas del préstamo de la reserva fraccionaria.

     Esto se hace obvio cuando usted comprende que todas las guerras tanto de hoy como de ayer, hasta donde usted se encargue de calcular, han sido siempre tramadas por el banco central más poderoso del mundo contra países que intentan evitar su malévolo control.

     Los judíos siempre han puesto en la mira a todos los países que no tenían un banco central, para su robo y destrucción, tal como ellos lo están haciendo en este mismo momento.

     Goodson, un ex-director del South African Reserve Bank y un reconocido experto en historia de las finanzas, remonta su análisis histórico hasta los primeros días del Imperio romano.

    "Los principales factores en la decadencia del Imperio romano fueron la concentración de la riqueza, la ausencia de yacimientos minerales para la producción industrial, y la enorme importación de esclavos no-Blancos con la consiguiente degradación del valor genético de la nación".

     Una nota al pie de página en el texto describe en un párrafo la historia entera de cómo los Imperios encuentran sus intempestivos finales.

     "Cuando cayó el Gobierno del Antiguo Egipto, el 4% de toda la gente poseía toda la riqueza. Cuando la Antigua Persia se dirigió hacia su destrucción, el 2% de la gente poseía toda la riqueza. Cuando la antigua Grecia cayó en ruinas, la mitad del 1% de la gente poseía toda la riqueza. Cuando cayó el Imperio romano, dos mil personas poseían la riqueza del mundo civilizado. Luego siguió la Edad Media, de la cual el mundo no se recuperó sino hasta que la riqueza ya no estaba concentrada. Hoy (cita escrita en 1958) menos del 1% de la gente controla el 90% de la riqueza de estos Estados Unidos".

     Goodson concluye:

     "Ninguna sociedad puede sobrevivir a un sistema económico falso. Para que cualquier sociedad funcione y prospere es absolutamente fundamental que los medios de intercambio sean  emitidos libres de deuda e intereses por la autoridad legal como representante del pueblo a perpetuidad".

     Huelga decir que este consejo no ha sido seguido a través de la Historia, y los resultados han sido desastrosos.

     La civilización occidental realmente comienza en Inglaterra, y de acuerdo con Goodson, fue el rey Offa de Mercia en el siglo VIII d.C. quien primero inventó la acuñación de monedas en la isla, una libra de plata dividida en 240 peniques. En 787 él prohibió la usura, una tradición que fue conservada por sus sucesores los reyes Alfredo el Grande y Eduardo el Confesor, quien ordenó que los usureros perdieran su propiedad y fueran desterrados de por vida (una regla que podríamos usar severamente hoy).

     Los judíos llegaron con Guillermo el Conquistador en 1066 y se desató todo el infierno, las tasas de interés se elevaron, y el pueblo sufrió de la depredación judía hasta 1215 cuando la nobleza obligó al malvado rey Juan a firmar la Carta Magna. En 1290 los ingleses ya habían tenido bastante, y la población judía entera, aproximadamente 16.000 de ellos, fue obligada a dejar Inglaterra para siempre.

     Aproximadamente 400 años más tarde, judíos portugueses simulando ser cristianos se infiltraron en Inglaterra gracias a las maquinaciones de un traidor llamado Oliver Cromwell, quien logró, después de un simulacro de juicio, asesinar al rey y finalmente crear el monstruo succionador de dinero conocido como el Banco de Inglaterra, que gobierna el mundo entero hoy desde su enclave fortificado conocido como la City de Londres.

     "De aquí en adelante surgiría una pauta donde serían emprendidas guerras innecesarias que simultáneamente aumentarían la deuda pública y las ganancias de los usureros. Significativamente, la mayor parte de esas guerras fueron comenzadas contra países que habían puesto en práctica sistemas bancarios estatales libres de intereses, como era el caso en las colonias norteamericanas y Francia bajo Napoleón. Esta práctica de atacar e imponer el sistema de usura de los banqueros ha sido desplegado extensamente en la época moderna e incluye las derrotas de la Rusia imperial en la Primera Guerra Mundial, Alemania, Italia y Japón en la Segunda Guerra Mundial, y más recientemente Libia en 2011. Todos éstos eran países que tenían sistemas bancarios estatales, que distribuían la riqueza de sus respectivas naciones sobre una base equitativa y que proporcionaban a sus pueblos un nivel de vida muy superior al de sus rivales y contemporáneos".

     En el siglo XVIII, los británicos enloquecidos por el dinero condujeron tres guerras principales, contra España, el naciente Estados Unidos, y Francia. El objetivo principal de la guerra contra Francia era destruir el sistema financiero libre de deuda y libre de intereses de Napoleón. Ese mismo fue también el objetivo de la segunda guerra de Inglaterra contra las colonias norteamericanas. Y así también el objetivo del banco judío es impresionantemente revelado por los tristes infortunios del pueblo inglés.

     "A fin de destruir el banco estatal de Napoleón, eso costó al engañado público británico unos asombrosos 831 millones de libras esterlinas, de los cuales todavía se debían más de 2.500 millones de libras esterlinas en 1914. La cantidad de 504 millones de libras esterlinas se había incrementado durante el período intermedio en cinco veces a consecuencia del efecto acumulativo del interés".

     Inglaterra todavía está pagando a los banqueros judíos por el costo de los préstamos que tomó para emprender sus guerras.

     "Al comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914 la deuda pública era de 650 millones de libras esterlinas. El 31 de Marzo de 1919 había aumentado a 7.434 millones, de los cuales 3.000 millones se debían todavía después de 95 años a una tasa de interés del 3,5% por año. (...) En la Segunda Guerra Mundial la deuda pública creció casi en un 300%, desde 7.100 millones de libras esterlinas en 1939 a 20.100 millones en 1945. En Junio de 2014 ya va en casi 1.300 billones".

     Entonces ésta ha sido la historia temprana de las destructivas prácticas del esquema monetario judío. Entramos en los tiempos modernos con las mismas malvadas payasadas practicadas contra países muy felices y autónomos, Francia, Rusia, Alemania, Japón, y en tiempos más modernos, Iraq, Libia y tantas otras víctimas inocentes, todos torturados y destruidos por los depredadores judíos y los traidores que ellos compraron con sus ganancias mal adquiridas.

     Todos estos hermosos países, convertidos en lobotomizados Estados vasallos del mayor y más duradero mal que el mundo haya conocido alguna vez: los judíos.

     El famoso viaje de Benjamin Franklin a Inglaterra donde contó la historia del papel moneda norteamericano llamado Colonial Scrip [Certificado Colonial] dio comienzo a un asedio de EE.UU. por los banqueros judíos que permanece en vigor hasta este día. Preguntado por el Parlamento inglés para que explicara la fuente de la prosperidad en las colonias norteamericanas, Franklin contestó:

     "En las colonias emitimos nuestro propio dinero. Se llama el Colonial Scrip. Lo emitimos en proporción a las demandas del comercio y la industria para hacer que los productos pasen fácilmente desde los productores a los consumidores. De esta manera, creando para nosotros mismos nuestro propio dinero, controlamos su poder adquisitivo, y no tenemos ningún interés que pagar a nadie".

    Al año siguiente el Banco de Inglaterra comenzó su asalto financiero sobre la libertad estadounidense, primero con un Proyecto de Ley del Dinero que iba a provocar la Revolución original, luego inundando las colonias con dinero falsificado, luego estableciendo bancos centrales contra los cuales los Presidentes lucharon para disolver, y un siglo más tarde, con el establecimiento de la estafa de la Reserva Federal que infesta a EE.UU. hasta este día.

     Inglaterra jugó el mismo juego al precipitar la Revolución francesa.

     Goodson hace la crónica detallada de la continuada batalla de los banqueros ingleses contra la naciente república estadounidense, los pánicos bancarios y las recesiones artificialmente inducidas, hasta el Pánico de 1907, que puso el escenario para la creación de la Reserva Federal.

     "...desde el inicio de la Reserva Federal estadounidense", escribe Goodson, "el dólar ha perdido el 97% de su poder adquisitivo, y ha habido 19 recesiones, la gran depresión de los años '30 y la actual gran depresión que comenzó en 2008 y que, no obstante la propaganda de los medios predominantes de comunicación, parece tener todos los síntomas de una depresión. Desde 1910, la Deuda Pública ha aumentado desde 2.650 millones de dólares hasta 17.500 billones dólares en 2014".

     La mayoría de nosotros conoce las penurias y tribulaciones de Estados Unidos a lo largo del siglo XX causadas por los tiránicos banqueros, pero lo que la mayoría de nosotros no comprende es la admirable condición de Rusia a lo largo del siglo XIX que ha sido totalmente falsificada a través de todas nuestras vidas por los medios judíos de comunicación completamente indignos de confianza.

     Gracias a las sanas políticas fiscales de los zares, hacia 1914 Rusia se había convertido en una de las principales instituciones de préstamo en Europa. Tenía la deuda pública más pequeña en el mundo, de lejos; había abolido la esclavitud antes de que Estados Unidos alguna vez lo hiciera, permitía a una mayoría de sus campesinos poseer su propia tierra, y su producción agrícola era la más alta en el mundo.

     Rusia había acumulado más dinero que cualquier otro país en el mundo, la educación era gratis hasta el nivel universitario, y sus leyes laborales fueron elogiadas por el Presidente estadounidense William Howard Taft.

     Goodson resume el cuadro de Rusia, la que ha sido tan desacreditada por propagandistas judíos que abogan por la "libertad" comunista para el mundo entero:

     "La gente de todas las razas en el Imperio ruso tenía una igualdad de status y oportunidad que carecía de parangón en el mundo moderno. Su Majestad Imperial el Zar Nicolás II (1894-1917) y su banco estatal habían creado un paraíso de los trabajadores que no tenía rival en la historia de la Humanidad".

     Los Rothschild y su banco central destruyeron ese maravilloso país, y según Aleksander Solzhenitsyn, asesinaron a 66 millones de personas no-judías en el proceso. Su interminable juerga de asesinatos y robos masivos continúa hoy, defendida por las marionetas asesinas de Estados Unidos que cumplen las órdenes de sus amos israelíes.

     Mucho antes de que el héroe británico Winston Churchill se hubiera convertido en el bombardero loco de la Segunda Guerra Mundial, él era un crítico social creíble, y en 1920 él echó la culpa de la Revolución bolchevique a "una conspiración mundial para el derrocamiento de la civilización y para la reconstitución de sociedad sobre la base del desarrollo detenido, de una envidiosa malevolencia y una igualdad imposible". http://www.editorial-streicher.blogspot.cl/2011/08/blog-post_07.html  

     La revista American Hebrew aquel mismo año se jactó de que

     "La Revolución bolchevique en Rusia fue el trabajo de la planificación judía y de la insatisfacción judía. Nuestro Plan es tener un Nuevo Orden Mundial. Lo que funcionó tan maravillosamente en Rusia va a hacerse realidad para el mundo entero".

     El Senado estadounidense concordó con esta conclusión en 1921 cuando dejó registrado que "la responsabilidad completa de la Primera Guerra Mundial está en los hombros de los banqueros judíos internacionales. Ellos son responsables de los millones de muertos y agonizantes".

     Sin embargo, el real duradero legado de aquella desastrosa segunda década del siglo XX fue la Reserva Federal. Goodson escribe:

     "...le llevó sólo seis años al Banco de la Reserva Federal estadounidense destruir el valor del dólar. Entre 1914 y 1920 los precios se elevaron en un 125%, reduciendo su valor en un 56,1%".

     Después de eso, las cosas sólo empeoraron, cuando los banqueros tramaron la Gran Depresión. "Ése fue un acontecimiento cuidadosamente concebido", dijo el congresista Louis T. McFadden, que posteriormente iba a ser asesinado por su franqueza. En su discurso de 1932 ante la Cámara de Representantes, él resumió: "Los banqueros internacionales procuraron causar una condición de desesperación de modo que ellos pudieran surgir como los gobernantes de todos nosotros".

     "Aquellos banqueros tomaron el dinero de este país para financiar a Japón en una guerra contra Rusia. (...) Ellos financiaron las masivas asambleas populares de Trotsky de descontento y rebelión en Nueva York. Ellos pagaron el pasaje de Trotsky desde Nueva York a Rusia, de modo que él pudiera ayudar a la destrucción del Imperio ruso".

     Clifford Hugh Douglas ha sido prácticamente olvidado por la Historia, pero él fue un ingeniero que propuso que en vez del impuesto sobre la renta, a cada uno debería dársele un dividendo nacional para rellenar la brecha entre ganancias y precios. La teoría económica de Douglas, conocida como el Crédito Social, abogaba por la transferencia del proceso de creación de dinero desde los bancos privados, que crean dinero de la nada, a un banco estatal. Sólo Japón adoptó los métodos de Douglas, pero para entonces se estaba preparando la Segunda Guerra Mundial, y nunca se permitió que el éxito inicial del sistema se desarrollara.

     Pero el único lugar donde la idea bancaria estatal se desarrolló realmente y floreció fue en la Alemania Nacionalsocialista, donde se creó lo que cada uno concuerda en que fue un milagro económico en un momento en que el resto del mundo estaba en las angustias de la Gran Depresión creada por los judíos.

     El plan de Gottfried Feder para abolir la servidumbre ante el interés del dinero fue entusiastamente adoptado por Adolf Hitler, quien escribió:

     "El Estado impostor de hoy, que oprime a las clases obreras y protege las ganancias pirateadas de banqueros y especuladores de la Bolsa, es el área para el desconsiderado enriquecimiento privado y para las más bajas y excesivas ganancias políticas que no dedican ningún pensamiento a la gente y que no proporcionan ningún alto lazo moral de unión. El poder del dinero, el más despiadado de todos los poderes, tiene un control absoluto, y ejerce una influencia corruptora y destructiva sobre el Estado, la nación, la sociedad, la moral, el teatro, la literatura, y en todos los asuntos de la moralidad...".

     La conclusión de Hitler:

     "Nuestro principio financiero: las finanzas existirán para el beneficio del Estado; los magnates financieros no formarán un Estado dentro del Estado. De ahí que nuestro objetivo sea romper la esclavitud del interés del dinero".

     "Desde ser una nación arruinada y quebrada en 1933 con 7,5 millones de personas desempleadas", escribe Goodson, "Hitler había transformado a Alemania en un paraíso socialista moderno".

     Después de 1939, "Hitler era ahora su propio banquero, pero habiéndose apartado del redil de los estafadores y usureros internacionales. Él, como Napoleón Bonaparte, que en 1800 había establecido el Banque de France como un banco estatal, sufrió el mismo destino: una guerra innecesaria seguida del arruinamiento de su pueblo y su país".

     "Fue este acontecimiento el que provocó la Segunda Guerra Mundial, la comprensión por parte de los Rothschild que la réplica universal del sistema bancario estatal sin usura de Alemania destruiría permanentemente su malvado Imperio financiero. En Europa esta esclavitud fue finalmente conseguida con el establecimiento del Banco Central Europeo controlado por los Rothschild el 1º de Junio de 1998, y con la introducción del euro el 1º de Enero de 1999".

     En su breve apogeo, Hitler había tenido éxito en hacer de Alemania exactamente lo que él quiso que ella fuera.

     "Los alemanes eran ahora el pueblo más feliz y más próspero en el mundo, totalmente empleado y disfrutando de uno de los niveles de vida más altos. Este éxito fue conseguido por el trabajo duro de la gente alemana y con el apoyo de un estimado sistema monetario no basado en la usura ni en el patrón oro".

     Goodson posteriormente hace notar que "el estado del armamento alemán en 1939 da la prueba decisiva de que Hitler no estaba contemplando la guerra general, y probablemente no quería ninguna guerra en absoluto", el cual es un hecho que la mayor parte de la gente en el mundo simplemente rechaza conocer, gracias al constante bombardeo de las mentiras judías.

     Mientras tanto, al otro lado del mundo, cuando Japón adoptó el método de C. H. Douglas del crédito social, su economía se catapultó y se convirtió en un objetivo de los financieros judíos que habían capturado al mundo occidental con su debilitante esquema de banco central.

     "Su sistema del crédito social fue entusiastamente recibido tanto por el gobierno como por la industria", escribe Goodson. "El Banco de Japón se reorientó hacia las necesidades de la nación, más bien que a los parásitos de Nueva York. El desempleo disminuyó, los conflictos laborales disminuyeron, la producción industrial y la renta nacional aumentaron marcadamente, excediendo por un amplio margen al crecimiento económico del resto del mundo industrializado".

     "Hacia finales de los años '30 Japón se había convertido en la principal potencia económica de Asia del Este y sus exportaciones estaban sustituyendo constantemente a las de EE.UU. e Inglaterra. Los judíos de la Reserva Federal concluyeron que la guerra era la única respuesta a esa amenaza económica...".

     Una serie continua de medidas provocativas por parte del Estados Unidos controlado por los judíos forzó a Japón a involucrarse en la Segunda Guerra Mundial. Roosevelt cerró el Canal de Panamá a todos los barcos japoneses, y fue impuesto un embargo a la goma y al petróleo, causando la pérdida del 88% de todos sus suministros. Sin petróleo, Japón no podía sobrevivir.

     El general Tojo explica en su diario cómo Estados Unidos continuamente frustró los esfuerzos japoneses para el mantenimiento de la paz. El bloqueo económico puso una soga alrededor del cuello de Japón. Japón tuvo que responder a fin de sobrevivir.

     Tras la derrota de Japón, Estados Unidos reestructuró el sistema bancario japonés para que se pareciera a los modelos occidentales de Rothschild, que enfatizaban el robo del pueblo y el robo de las ganancias nacionales.

     El único capítulo positivo de la obra de Goodson se refiere al banco estatal de Dakota del Norte, el único Estado en Estados Unidos que no es técnicamente insolvente, precisamente porque tiene un banco estatal próspero fundado por una coalición de agricultores que sólo está preocupada por los asuntos de su propio Estado y no trata con banqueros internacionales.

     En nuestro propio tiempo, la principal tragedia causada por los banqueros centrales judíos (además de estar asando lentamente a Estados Unidos) fue la demolición llevada a cabo por Barack Obama de la extremadamente funcional nación de Libia, que tenía un banco muy parecido al de Dakota del Norte, totalmente dedicado a sus propios ciudadanos.

     Qadafi fue descrito por los medios predominantes de comunicación como "un monstruo que bebe sangre", y por Obama, como alguien que abusaba de su propio pueblo; pero en realidad, señala Goodson, él tenía el apoyo del 90% de su propio pueblo.

     ¿Por qué ocurrió aquello, y por qué Qadafi no era el monstruo que Obama sugirió que era?

     Todos los libios recibían educación gratis, a los estudiantes se les pagaban sus estudios; había electricidad gratis; asistencia médica gratis; vivienda gratis (ninguna hipoteca); los recién casados recibían 50.000 dólares; los automóviles y los préstamos eran proporcionados sin intereses; el trozo de pan costaba 15 centavos; la bencina costaba 12 centavos el litro; parte de las ganancias por el petróleo eran compartidas con los ciudadanos; los agricultores recibían tierra, semillas y animales gratis; a los cesantes se les pagaba como si ellos tuvieran empleos. Los mendigos y las personas sin hogar no existían.

     Que Obama haya dicho que Qadafi estaba abusando de su pueblo, reflejó perfectamente las mentiras que han sido dichas sobre todos los enemigos del banco central judío a través de toda la Historia. Sin embargo, todos aquellos países han sido destruidos porque la gran mayoría de la gente engañada creyó las viciosas mentiras que fueron dichas sobre aquéllos por los medios judíos de comunicación.

     Este mismo síndrome desempeñó su papel en la destrucción de Iraq, y amenaza con llevar a cabo la destrucción de Irán.

     Ya fuese Rusia, o Japón, o Alemania, o Libia, aquellas naciones cuyos confiables líderes crearon precisamente sociedades para beneficio de todos sus habitantes, esas naciones cayeron víctimas de los banqueros internacionales judíos, cuyo objetivo es convertir al mundo entero en un ghetto en el cual ellos puedan mandar tiránicamente sobre cada uno, asesinar a quienquiera que ellos deseen, y convertir al mundo en una prisión atea donde, como Adolf Hitler una vez predijo, la Humanidad encontrará su destino último en una interminable tierra baldía de ruina y depresión.

     Y como Winston Churchill alguna vez lo evaluó correctamente, todo ello se deberá a los judíos y a su marca particular e inexplicable de sadismo demencial.

     La única manera posible en que la Humanidad puede sobrevivir es suprimiendo cada rastro de este destructivo legado judío. Comprender la naturaleza maligna de su debilitador sistema financiero y el sacárselo de encima en todos sus aspectos es el primer paso esencial para intentar crear un mundo racional, comprensivo y compasivo.

     Aquello puede ser hecho, pero no sin entender y neutralizar las actividades criminalmente insanas de los judíos, como Napoleón tan correctamente dijo antes de que él fuera depuesto y desterrado por el poder del dinero judío, que es el enemigo de cada uno en la Tierra.

por John Kaminski
26 de Agosto de 2015



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