LA VERDADERA NATURALEZA DE LA ESTAFA JUDÍA
EL ENGAÑO DE LA CREACIÓN DEL
DINERO DEFRAUDA AL MUNDO ENTERO
"Es
necesario reducir, si es que no destruir, la tendencia del pueblo judío a
practicar un número muy grande de actividades que son dañinas para la
civilización y el orden público en la sociedad en todos los países del
mundo" (Napoleon Bonaparte, 1808) citado por Stephen Goodson en "A History of
Central Banking and the Enslavement of Mankind".
"Si la usura
permanece intacta, entonces el mundo debe prepararse para una depresión,
similar a la Edad Media, que durará durante muchos siglos" (Stephen Goodson, 2013).
Vivimos
en la oscuridad, convencidos por nuestros medios públicos de comunicación y
nuestros deshonestos líderes de que somos héroes y luchadores por la libertad.
En realidad lo contrario es lo verdadero: somos los saqueadores, los
destructores, engañándonos a nosotros mismos para hacer el trabajo sucio de los
manipuladores que han distorsionado nuestras mentes con fruslerías y falsos
informes de la gente que matamos y de los países que arruinamos a fin de robar
sus tesoros.
Y la
parte más triste —el remate del chiste que demuestra cuán estúpidos somos— es
que nunca nos beneficiamos de las invasiones que cínicamente nos ordenan que
efectuemos. La recompensa siempre es para los estafadores que mueven los hilos,
y nosotros, como los agentes del bandidaje, una y otra vez somos dejados
sufriendo el mismo destino de la gente a la que hemos robado, ya que nos hemos
robados nosotros mismos, no sólo nuestros tesoros, sino nuestra dignidad, poco
antes de que seamos despojados de nuestras vidas.
Ésta
es la manera en que la Historia ha sido siempre. Las masas ignorantes son persuadidas
a cometer los crímenes de los ricos, y como los autores involuntarios, al final
sufrimos el mismo destino que las víctimas, mientras los ricos se ríen en sus
palacios y traman su siguiente fraude.
La
razón de que usted no pueda ver lo que está sucediendo en el mundo es debido al
lavado de cerebro llevado a cabo por los medios judíos de comunicación, que son
poseídos por los autores intelectuales que cometen los crímenes, quienes han
invertido descarada y hábilmente el bien y el mal, y la libertad y la tiranía.
Y el público ignorante mueve su cabeza con aprobación, como muñecos incapaces
de percibir que este engaño hace ricas a algunas personas y deja a mucha gente
muerta.
Cuando
usted analiza la estructura de las guerras durante los pasados dos milenios,
el modus
operandi se hace claro: los países con su propio banco nacional, que trabajan
para beneficio de sus propios ciudadanos, son tragados y apaleados hasta su
sumisión por el monstruo financiero internacional que hunde sus colmillos en
naciones sanas que son repentinamente declaradas malas por aquellos que tienen
el poder de envenenar a millones de mentes con un único sorprendente y falso
boletín.
Piense
en las armas iraquíes de destrucción masiva o en los alemanes gaseando a 6
millones de judíos, dos mentiras deliberadas que sellaron el destino de
millones de personas inocentes.
Éste
es el patrón político predominante en el mundo hoy, como lo ha sido durante al
menos los pasados 400 años, o desde que los judíos se infiltraron de nuevo en
Gran Bretaña usando sus técnicas de marca registrada de soborno, chantaje y
asesinato.
Cuando
usted comprende que las destrucciones consecutivas de Libia, Siria e Irán —y
anteriormente, las de Alemania, Japón e Italia en la Segunda Guerra Mundial—
han sido pretendidas todas porque esos países tenían sus propios sistemas
bancarios honestos, y rechazaron ser tragados por la criminal estafa del banco
central de los Rothschild que le roba a los países su dinero duramente ganado,
usted comenzará a entender cómo usted ha sido estafado durante toda su vida por
periódicos mentirosos y comentaristas imbéciles pagados por los banqueros
criminales mismos que lo han convencido de que usted ha estado experimentando
la libertad cuando en realidad usted está encerrado en la prisión de la usura y
entregando más de la mitad de las ganancias de su trabajo a estúpidos que crean
dinero a partir de la nada y luego roban aún más de cada uno en el planeta.
El
libro "Una
Historia de la Banca Central y la Esclavización de la Humanidad" (2014) de Stephen Goodson es una
clara exposición de cómo los banqueros judíos se han tragado al mundo con su
diabólico esquema de préstamos. Cuando usted comprende la naturaleza malvada y
destructiva de esta estafa que ha engañado absolutamente a cada uno, usted
comprenderá que Estados Unidos no sólo está en el lado equivocado de la
Historia, sino que es principalmente responsable de la destrucción de la raza
humana.
Usted
comprenderá que todas las guerras que EE.UU. ha luchado han servido para
imponer la tiranía a desafortunados países donde la libertad había existido
antes, sobre todo en Rusia y en Alemania. Y todo lo que la falsa retórica sobre
democracia y libertad ha facilitado, simplemente es una gigantesca ola de
mentiras que sumergen a cada uno en la sofocante prisión de las deudas del
préstamo de la reserva fraccionaria.
Esto
se hace obvio cuando usted comprende que todas las guerras tanto de hoy como de
ayer, hasta donde usted se encargue de calcular, han sido siempre tramadas por
el banco central más poderoso del mundo contra países que intentan evitar su
malévolo control.
Los
judíos siempre han puesto en la mira a todos los países que no tenían un banco
central, para su robo y destrucción, tal como ellos lo están haciendo en este
mismo momento.
Goodson,
un ex-director del South African Reserve Bank y un reconocido experto en historia de las
finanzas, remonta su análisis histórico hasta los primeros días del Imperio
romano.
"Los principales
factores en la decadencia del Imperio romano fueron la concentración de la
riqueza, la ausencia de yacimientos minerales para la producción industrial, y
la enorme importación de esclavos no-Blancos con la consiguiente degradación
del valor genético de la nación".
Una
nota al pie de página en el texto describe en un párrafo la historia entera de
cómo los Imperios encuentran sus intempestivos finales.
"Cuando cayó el
Gobierno del Antiguo Egipto, el 4% de toda la gente poseía toda la riqueza. Cuando
la Antigua Persia se dirigió hacia su destrucción, el 2% de la gente poseía
toda la riqueza. Cuando la antigua Grecia cayó en ruinas, la mitad del 1% de la
gente poseía toda la riqueza. Cuando cayó el Imperio romano, dos mil personas
poseían la riqueza del mundo civilizado. Luego siguió la Edad Media, de la cual
el mundo no se recuperó sino hasta que la riqueza ya no estaba concentrada. Hoy
(cita escrita en 1958) menos del 1% de la gente controla el 90% de la riqueza
de estos Estados Unidos".
Goodson
concluye:
"Ninguna sociedad
puede sobrevivir a un sistema económico falso. Para que cualquier sociedad
funcione y prospere es absolutamente fundamental que los medios de intercambio
sean emitidos libres de deuda e
intereses por la autoridad legal como representante del pueblo a
perpetuidad".
Huelga
decir que este consejo no ha sido seguido a través de la Historia, y los
resultados han sido desastrosos.
La
civilización occidental realmente comienza en Inglaterra, y de acuerdo con Goodson,
fue el rey Offa de Mercia en el siglo VIII d.C. quien primero inventó la
acuñación de monedas en la isla, una libra de plata dividida en 240 peniques.
En 787 él prohibió la usura, una tradición que fue conservada por sus sucesores
los reyes Alfredo el Grande y Eduardo el Confesor, quien ordenó que los usureros perdieran su
propiedad y fueran desterrados de por vida (una regla que podríamos usar
severamente hoy).
Los
judíos llegaron con Guillermo el Conquistador en 1066 y se desató todo el infierno,
las tasas de interés se elevaron, y el pueblo sufrió de la depredación judía
hasta 1215 cuando la nobleza obligó al malvado rey Juan a firmar la Carta Magna. En 1290 los ingleses ya habían
tenido bastante, y la población judía entera, aproximadamente 16.000 de ellos,
fue obligada a dejar Inglaterra para siempre.
Aproximadamente
400 años más tarde, judíos portugueses simulando ser cristianos se infiltraron
en Inglaterra gracias a las maquinaciones de un traidor llamado Oliver
Cromwell, quien logró, después de un simulacro de juicio, asesinar al rey y
finalmente crear el monstruo succionador de dinero conocido como el Banco de Inglaterra, que gobierna el mundo entero hoy
desde su enclave fortificado conocido como la City de Londres.
"De aquí en adelante
surgiría una pauta donde serían emprendidas guerras innecesarias que
simultáneamente aumentarían la deuda pública y las ganancias de los usureros.
Significativamente, la mayor parte de esas guerras fueron comenzadas contra
países que habían puesto en práctica sistemas bancarios estatales libres de
intereses, como era el caso en las colonias norteamericanas y Francia bajo
Napoleón. Esta práctica de atacar e imponer el sistema de usura de los
banqueros ha sido desplegado extensamente en la época moderna e incluye las
derrotas de la Rusia imperial en la Primera Guerra Mundial, Alemania, Italia y
Japón en la Segunda Guerra Mundial, y más recientemente Libia en 2011. Todos
éstos eran países que tenían sistemas bancarios estatales, que distribuían la riqueza
de sus respectivas naciones sobre una base equitativa y que proporcionaban a
sus pueblos un nivel de vida muy superior al de sus rivales y
contemporáneos".
En
el siglo XVIII, los británicos enloquecidos por el dinero condujeron tres
guerras principales, contra España, el naciente Estados Unidos, y Francia. El
objetivo principal de la guerra contra Francia era destruir el sistema
financiero libre de deuda y libre de intereses de Napoleón. Ese mismo fue
también el objetivo de la segunda guerra de Inglaterra contra las colonias
norteamericanas. Y así también el objetivo del banco judío es
impresionantemente revelado por los tristes infortunios del pueblo inglés.
"A fin de destruir
el banco estatal de Napoleón, eso costó al engañado público británico unos
asombrosos 831 millones de libras esterlinas, de los cuales todavía se debían
más de 2.500 millones de libras esterlinas en 1914. La cantidad de 504 millones
de libras esterlinas se había incrementado durante el período intermedio en
cinco veces a consecuencia del efecto acumulativo del interés".
Inglaterra
todavía está pagando a los banqueros judíos por el costo de los préstamos que
tomó para emprender sus guerras.
"Al
comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914 la deuda pública era de 650
millones de libras esterlinas. El 31 de Marzo de 1919 había aumentado a 7.434
millones, de los cuales 3.000 millones se debían todavía después de 95 años a
una tasa de interés del 3,5% por año. (...) En la Segunda Guerra Mundial la
deuda pública creció casi en un 300%, desde 7.100 millones de libras esterlinas
en 1939 a 20.100 millones en 1945. En Junio de 2014 ya va en casi 1.300
billones".
Entonces
ésta ha sido la historia temprana de las destructivas prácticas del esquema
monetario judío. Entramos en los tiempos modernos con las mismas malvadas
payasadas practicadas contra países muy felices y autónomos, Francia, Rusia,
Alemania, Japón, y en tiempos más modernos, Iraq, Libia y tantas otras víctimas
inocentes, todos torturados y destruidos por los depredadores judíos y los
traidores que ellos compraron con sus ganancias mal adquiridas.
Todos
estos hermosos países, convertidos en lobotomizados Estados vasallos del mayor
y más duradero mal que el mundo haya conocido alguna vez: los judíos.
El
famoso viaje de Benjamin Franklin a Inglaterra donde contó la historia del papel
moneda norteamericano llamado Colonial Scrip [Certificado Colonial] dio
comienzo a un asedio de EE.UU. por los banqueros judíos que permanece en vigor
hasta este día. Preguntado por el Parlamento inglés para que explicara la
fuente de la prosperidad en las colonias norteamericanas, Franklin contestó:
"En las colonias
emitimos nuestro propio dinero. Se llama el Colonial Scrip. Lo emitimos en proporción a las demandas
del comercio y la industria para hacer que los productos pasen fácilmente desde
los productores a los consumidores. De esta manera, creando para nosotros
mismos nuestro propio dinero, controlamos su poder adquisitivo, y no tenemos
ningún interés que pagar a nadie".
Al año
siguiente el Banco de Inglaterra comenzó su asalto financiero sobre la libertad
estadounidense, primero con un Proyecto de Ley del Dinero que iba a provocar la
Revolución original, luego inundando las colonias con dinero falsificado, luego
estableciendo bancos centrales contra los cuales los Presidentes lucharon para
disolver, y un siglo más tarde, con el establecimiento de la estafa de la Reserva Federal que infesta a EE.UU. hasta este
día.
Inglaterra
jugó el mismo juego al precipitar la Revolución francesa.
Goodson
hace la crónica detallada de la continuada batalla de los banqueros ingleses
contra la naciente república estadounidense, los pánicos bancarios y las
recesiones artificialmente inducidas, hasta el Pánico de 1907, que puso el
escenario para la creación de la Reserva Federal.
"...desde el inicio
de la Reserva Federal estadounidense", escribe Goodson, "el dólar ha perdido
el 97% de su poder adquisitivo, y ha habido 19 recesiones, la gran depresión de
los años '30 y la actual gran depresión que comenzó en 2008 y que, no obstante
la propaganda de los medios predominantes de comunicación, parece tener todos
los síntomas de una depresión. Desde 1910, la Deuda Pública ha aumentado desde
2.650 millones de dólares hasta 17.500 billones dólares en 2014".
La
mayoría de nosotros conoce las penurias y tribulaciones de Estados Unidos a lo
largo del siglo XX causadas por los tiránicos banqueros, pero lo que la mayoría
de nosotros no comprende es la admirable condición de Rusia a lo largo del
siglo XIX que ha sido totalmente falsificada a través de todas nuestras vidas
por los medios judíos de comunicación completamente indignos de confianza.
Gracias
a las sanas políticas fiscales de los zares, hacia 1914 Rusia se había
convertido en una de las principales instituciones de préstamo en Europa. Tenía
la deuda pública más pequeña en el mundo, de lejos; había abolido la esclavitud
antes de que Estados Unidos alguna vez lo hiciera, permitía a una mayoría de
sus campesinos poseer su propia tierra, y su producción agrícola era la más
alta en el mundo.
Rusia
había acumulado más dinero que cualquier otro país en el mundo, la educación
era gratis hasta el nivel universitario, y sus leyes laborales fueron elogiadas
por el Presidente estadounidense William Howard Taft.
Goodson
resume el cuadro de Rusia, la que ha sido tan desacreditada por propagandistas
judíos que abogan por la "libertad" comunista para el mundo entero:
"La
gente de todas las razas en el Imperio ruso tenía una igualdad de status y
oportunidad que carecía de parangón en el mundo moderno. Su Majestad Imperial
el Zar Nicolás II (1894-1917) y su banco estatal habían creado un paraíso de
los trabajadores que no tenía rival en la historia de la Humanidad".
Los
Rothschild y su banco central destruyeron ese maravilloso país, y según
Aleksander Solzhenitsyn, asesinaron a 66 millones de personas no-judías en el
proceso. Su interminable juerga de asesinatos y robos masivos continúa hoy,
defendida por las marionetas asesinas de Estados Unidos que cumplen las órdenes
de sus amos israelíes.
Mucho
antes de que el héroe británico Winston Churchill se hubiera convertido en el
bombardero loco de la Segunda Guerra Mundial, él era un crítico social creíble,
y en 1920 él echó la culpa de la Revolución bolchevique a "una conspiración
mundial para el derrocamiento de la civilización y para la reconstitución de
sociedad sobre la base del desarrollo detenido, de una envidiosa malevolencia y
una igualdad imposible". http://www.editorial-streicher.blogspot.cl/2011/08/blog-post_07.html
La
revista American Hebrew aquel mismo año se jactó de que
"La Revolución bolchevique
en Rusia fue el trabajo de la planificación judía y de la insatisfacción judía.
Nuestro Plan es tener un Nuevo Orden Mundial. Lo que funcionó tan
maravillosamente en Rusia va a hacerse realidad para el mundo entero".
El
Senado estadounidense concordó con esta conclusión en 1921 cuando dejó
registrado que "la responsabilidad completa de la Primera Guerra Mundial está en
los hombros de los banqueros judíos internacionales. Ellos son responsables de
los millones de muertos y agonizantes".
Sin
embargo, el real duradero legado de aquella desastrosa segunda década del siglo
XX fue la Reserva Federal. Goodson escribe:
"...le llevó sólo
seis años al Banco de la Reserva Federal estadounidense destruir el valor del
dólar. Entre 1914 y 1920 los precios se elevaron en un 125%, reduciendo su
valor en un 56,1%".
Después
de eso, las cosas sólo empeoraron, cuando los banqueros tramaron la Gran
Depresión. "Ése fue un acontecimiento cuidadosamente concebido", dijo el congresista Louis T. McFadden,
que posteriormente iba a ser asesinado por su franqueza. En su discurso de 1932
ante la Cámara de Representantes, él resumió: "Los banqueros
internacionales procuraron causar una condición de desesperación de modo que
ellos pudieran surgir como los gobernantes de todos nosotros".
"Aquellos banqueros
tomaron el dinero de este país para financiar a Japón en una guerra contra
Rusia. (...) Ellos financiaron las masivas asambleas populares de Trotsky de
descontento y rebelión en Nueva York. Ellos pagaron el pasaje de Trotsky desde
Nueva York a Rusia, de modo que él pudiera ayudar a la destrucción del Imperio
ruso".
Clifford
Hugh Douglas ha sido prácticamente olvidado por la Historia, pero él fue un
ingeniero que propuso que en vez del impuesto sobre la renta, a cada uno
debería dársele un dividendo nacional para rellenar la brecha entre ganancias y
precios. La teoría económica de Douglas, conocida como el Crédito Social,
abogaba por la transferencia del proceso de creación de dinero desde los bancos
privados, que crean dinero de la nada, a un banco estatal. Sólo Japón adoptó
los métodos de Douglas, pero para entonces se estaba preparando la Segunda
Guerra Mundial, y nunca se permitió que el éxito inicial del sistema se
desarrollara.
Pero
el único lugar donde la idea bancaria estatal se desarrolló realmente y
floreció fue en la Alemania Nacionalsocialista, donde se creó lo que cada uno
concuerda en que fue un milagro económico en un momento en que el resto del
mundo estaba en las angustias de la Gran Depresión creada por los judíos.
El
plan de Gottfried Feder para abolir la servidumbre ante el interés del dinero
fue entusiastamente adoptado por Adolf Hitler, quien escribió:
"El Estado impostor
de hoy, que oprime a las clases obreras y protege las ganancias pirateadas de
banqueros y especuladores de la Bolsa, es el área para el desconsiderado
enriquecimiento privado y para las más bajas y excesivas ganancias políticas
que no dedican ningún pensamiento a la gente y que no proporcionan ningún alto
lazo moral de unión. El poder del dinero, el más despiadado de todos los
poderes, tiene un control absoluto, y ejerce una influencia corruptora y
destructiva sobre el Estado, la nación, la sociedad, la moral, el teatro, la
literatura, y en todos los asuntos de la moralidad...".
La
conclusión de Hitler:
"Nuestro principio
financiero: las finanzas existirán para el beneficio del Estado; los magnates
financieros no formarán un Estado dentro del Estado. De ahí que nuestro
objetivo sea romper la esclavitud del interés del dinero".
"Desde ser una
nación arruinada y quebrada en 1933 con 7,5 millones de personas
desempleadas", escribe Goodson, "Hitler había transformado a Alemania
en un paraíso socialista moderno".
Después
de 1939, "Hitler era ahora su propio banquero, pero habiéndose apartado del
redil de los estafadores y usureros internacionales. Él, como Napoleón
Bonaparte, que en 1800 había establecido el Banque de France como un banco estatal, sufrió el mismo
destino: una guerra innecesaria seguida del arruinamiento de su pueblo y su
país".
"Fue este
acontecimiento el que provocó la Segunda Guerra Mundial, la comprensión por
parte de los Rothschild que la réplica universal del sistema bancario estatal
sin usura de Alemania destruiría permanentemente su malvado Imperio financiero.
En Europa esta esclavitud fue finalmente conseguida con el establecimiento del
Banco Central Europeo controlado por los Rothschild el 1º de Junio de 1998, y
con la introducción del euro el 1º de Enero de 1999".
En
su breve apogeo, Hitler había tenido éxito en hacer de Alemania exactamente lo
que él quiso que ella fuera.
"Los alemanes eran
ahora el pueblo más feliz y más próspero en el mundo, totalmente empleado y
disfrutando de uno de los niveles de vida más altos. Este éxito fue conseguido
por el trabajo duro de la gente alemana y con el apoyo de un estimado sistema
monetario no basado en la usura ni en el patrón oro".
Goodson
posteriormente hace notar que "el estado del armamento alemán en
1939 da la prueba decisiva de que Hitler no estaba contemplando la guerra
general, y probablemente no quería ninguna guerra en absoluto", el cual es un hecho que la mayor
parte de la gente en el mundo simplemente rechaza conocer, gracias al constante
bombardeo de las mentiras judías.
Mientras
tanto, al otro lado del mundo, cuando Japón adoptó el método de C. H. Douglas
del crédito social, su economía se catapultó y se convirtió en un objetivo de
los financieros judíos que habían capturado al mundo occidental con su
debilitante esquema de banco central.
"Su sistema del
crédito social fue entusiastamente recibido tanto por el gobierno como por la
industria", escribe Goodson. "El Banco de Japón se reorientó hacia
las necesidades de la nación, más bien que a los parásitos de Nueva York. El
desempleo disminuyó, los conflictos laborales disminuyeron, la producción
industrial y la renta nacional aumentaron marcadamente, excediendo por un
amplio margen al crecimiento económico del resto del mundo
industrializado".
"Hacia finales de
los años '30 Japón se había convertido en la principal potencia económica de
Asia del Este y sus exportaciones estaban sustituyendo constantemente a las de
EE.UU. e Inglaterra. Los judíos de la Reserva Federal concluyeron que la guerra era la
única respuesta a esa amenaza económica...".
Una
serie continua de medidas provocativas por parte del Estados Unidos controlado
por los judíos forzó a Japón a involucrarse en la Segunda Guerra Mundial.
Roosevelt cerró el Canal de Panamá a todos los barcos japoneses, y fue impuesto
un embargo a la goma y al petróleo, causando la pérdida del 88% de todos sus
suministros. Sin petróleo, Japón no podía sobrevivir.
El
general Tojo explica en su diario cómo Estados Unidos continuamente frustró los
esfuerzos japoneses para el mantenimiento de la paz. El bloqueo económico puso
una soga alrededor del cuello de Japón. Japón tuvo que responder a fin de
sobrevivir.
Tras
la derrota de Japón, Estados Unidos reestructuró el sistema bancario japonés
para que se pareciera a los modelos occidentales de Rothschild, que enfatizaban
el robo del pueblo y el robo de las ganancias nacionales.
El
único capítulo positivo de la obra de Goodson se refiere al banco estatal de
Dakota del Norte, el único Estado en Estados Unidos que no es técnicamente
insolvente, precisamente porque tiene un banco estatal próspero fundado por una
coalición de agricultores que sólo está preocupada por los asuntos de su propio
Estado y no trata con banqueros internacionales.
En
nuestro propio tiempo, la principal tragedia causada por los banqueros
centrales judíos (además de estar asando lentamente a Estados Unidos) fue la
demolición llevada a cabo por Barack Obama de la extremadamente funcional nación
de Libia, que tenía un banco muy parecido al de Dakota del Norte, totalmente
dedicado a sus propios ciudadanos.
Qadafi
fue descrito por los medios predominantes de comunicación como "un
monstruo que bebe sangre", y por Obama, como alguien que abusaba de su
propio pueblo; pero en realidad, señala Goodson, él tenía el apoyo del 90% de
su propio pueblo.
¿Por
qué ocurrió aquello, y por qué Qadafi no era el monstruo que Obama sugirió que
era?
Todos
los libios recibían educación gratis, a los estudiantes se les pagaban sus
estudios; había electricidad gratis; asistencia médica gratis; vivienda gratis
(ninguna hipoteca); los recién casados recibían 50.000 dólares; los automóviles
y los préstamos eran proporcionados sin intereses; el trozo de pan costaba 15
centavos; la bencina costaba 12 centavos el litro; parte de las ganancias por
el petróleo eran compartidas con los ciudadanos; los agricultores recibían
tierra, semillas y animales gratis; a los cesantes se les pagaba como si ellos
tuvieran empleos. Los mendigos y las personas sin hogar no existían.
Que
Obama haya dicho que Qadafi estaba abusando de su pueblo, reflejó perfectamente
las mentiras que han sido dichas sobre todos los enemigos del banco central
judío a través de toda la Historia. Sin embargo, todos aquellos países han sido
destruidos porque la gran mayoría de la gente engañada creyó las viciosas
mentiras que fueron dichas sobre aquéllos por los medios judíos de
comunicación.
Este
mismo síndrome desempeñó su papel en la destrucción de Iraq, y amenaza con
llevar a cabo la destrucción de Irán.
Ya
fuese Rusia, o Japón, o Alemania, o Libia, aquellas naciones cuyos confiables
líderes crearon precisamente sociedades para beneficio de todos sus habitantes,
esas naciones cayeron víctimas de los banqueros internacionales judíos, cuyo
objetivo es convertir al mundo entero en un ghetto en el cual ellos puedan mandar tiránicamente sobre
cada uno, asesinar a quienquiera que ellos deseen, y convertir al mundo en una
prisión atea donde, como Adolf Hitler una vez predijo, la Humanidad encontrará
su destino último en una interminable tierra baldía de ruina y depresión.
Y
como Winston Churchill alguna vez lo evaluó correctamente, todo ello se deberá
a los judíos y a su marca particular e inexplicable de sadismo demencial.
La
única manera posible en que la Humanidad puede sobrevivir es suprimiendo cada
rastro de este destructivo legado judío. Comprender la naturaleza maligna de su
debilitador sistema financiero y el sacárselo de encima en todos sus aspectos
es el primer paso esencial para intentar crear un mundo racional, comprensivo y
compasivo.
Aquello
puede ser hecho, pero no sin entender y neutralizar las actividades
criminalmente insanas de los judíos, como Napoleón tan correctamente dijo antes
de que él fuera depuesto y desterrado por el poder del dinero judío, que es el
enemigo de cada uno en la Tierra.
por John Kaminski
26 de Agosto de 2015
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