NUNCA SE TIRA LA TOALLA
El escenario geopolítico que se
está manifestando en los últimos meses, quizás desde un punto de
vista puramente “funcional” y de “hechos”, parece llevarnos
encaminados a grandes confrontaciones y “tiempos revueltos”. La
situación en Siria está siendo usada como campo de medida de las
fuerzas que, por un lado, luchan por mantener el pulso al status
quo mundial, empeñadas en que nada
cambie en el sistema de poder y control bajo el que vivimos, y, por
otro lado, los que se empeñan en que a la tortilla se le de por fin
la vuelta.
Con ayuda, por supuesto, para
ambos bandos, aunque más para el lado ruso creo, de “los de
arriba” (cada uno sabrá que tiene que entender), la balanza se
equilibra y el orden geopolítico ha dejado de ser un monopolio
USA-EU-Israel, que
ahora ven como, su Estado Islámico, creado por ellos y dirigido por
Mossads diversos, con dinero de jeques árabes y repleto de
mercenarios a sueldo que no dudan en huir
o cambiar de bando si
en otro escenario cobran más (como por ejemplo en la última
deserción
de “militantes islamistas”
en Siria para irse a luchar a Yemen, evacuados
y movidos por aviones turcos),
está empezando a dejar ver que, en Oriente Medio, tenemos cuento
para rato.
El
último discurso de Putin en la conferencia de Valdai en Sochi
no dejaba demasiadas dudas respecto a la visión de Rusia al
respecto: “Rusia no desea que el caos
se extienda, no quiere la guerra, y no tiene intención de iniciar
ninguna. Sin embargo, hoy en día Rusia ve el estallido de la guerra
mundial como casi inevitable, está preparada para ella y continúa
preparándose para ella. Rusia no hace la guerra, pero tampoco la
teme.”
La
explosión del avión ruso en el Sinaí
hace unos días, el uso más que probable de la ingeniería climática
para desestabilizar algunos países y zonas (Patricia,
Chapala),
que, parece fueron “reducidos” tan artificialmente como fueron
creados, de un bando y de otro, las escaramuzas entre chinos y
americanos en las islas Spratly, etc., son movimientos y jugadas en
un enorme tablero de ajedrez, cuyo ganador se lleva, ni más ni
menos, que el premio de hacer jaque mate al orden mundial
establecido, si ganan unos, o la continuación del mismo, si
ganan otros. El petroleo y el gas en Siria, la construcción
de una nueva vía de suministro a través de Turquía
y otros factores, son, como siempre, los caballos de Troya para ir
consiguiendo posicionarse estrategicamente en lugares claves del
globo.
Como es arriba, es abajo
Si la parte “física” del
mundo está así, la parte “hiperdimensional” no está aflojando
un ápice, al menos así me lo parece. Hace algún tiempo que empiezo
a ver (no es que no sucediera antes, es que no tenía bastante
percepción para darme cuenta), a personas que llevan alrededor del
cuello lo que he empezado a llamar un “collar etérico”, y
“detrás”, frecuencialmente y vibracionalmente en otro plano, el
reptoide, mantid o insectoide de turno al otro lado de la cuerda. A
veces uno no sabe como reaccionar a todo esto, ya me parecía
bastante trabajo tener que lidiar con anclajes, manipulaciones
energéticas e implantes de todo tipo.
¿Causa horror? Lo sé. Pocas
personas que también los ven se atreven siquiera a comentarlo
entre amigos. Pero igual hacemos nosotros con los animales de
compañía. Nunca me sentí más identificado con la máxima
hermética de“como es arriba es
abajo”. La cuestión es que, si de
los que nos controlan desde fuera, desde otros planos, la cosa no ha
cambiado, encima ahora cada vez lo veo con más nitidez, y, en el
plano físico, sus “bandos” andan tratando de quedarse con el
tablero de juego, ¿que hacemos para no tirar la toalla entre tanto
jugador de tan alto nivel ante los cuales uno parece sentirse muy
poca cosa?
Hace un par de meses viví una
situación, en la que, uno de aquellos que nos asisten (podemos
llamarles “guías” si queréis), me demostró en el plano físico,
como todos los que tratan de asistir desde fuera harán siempre todo
lo posible para que el ser humano realmente tome el control de la
situación, despertando las cualidades que precisamente nos hacen
humanos. Hace unos días, viendo un reportaje sobre no sé que
historias de desarrollo personal y superación humana, todo el rato
me venia intuitivamente el mismo mensaje: “hay
que trabajar por la gente, la gente es la clave”.
La gente es la clave
El hecho de que ahora mismo esté medio
planeta patas arriba (por otro lado, ¿cuándo no lo ha estado en la
historia conocida?), esconde, que, en realidad, hay millones de
pequeños gestos y microcambios que hacen pensar que la gente está
cambiando, que estamos poco a poco “despertando” a otro tipo de
ver y hacer las cosas. Esos microcambios en las personas no se ven si
no formas parte del círculo de esas personas, no salen en la tele y
no forman parte de los titulares de las noticias. Como tal, el mundo,
visto desde esa amalgama de recopilación de hechos “de lo que
pasa”, como la que os he hecho al inicio, nos da una imagen falsa
de la realidad.
Porque la realidad es que el mundo está
mejorando, y que estos coletazos son los de un animal herido que
lucha por no morir. El planeta en el que vivimos es el último
reducto de un cierto tipo de “polaridad energética” de muy mala
baba (vista desde nuestra posición), de muy alto nivel, y que abarca
muchos planos y niveles dimensionales, pero no es más que eso, el
último reducto que queda, y cada vez es más pequeño. Se les acaba
la comida, y tienen un miedo terrible. Por lo que he visto y se
me ha mostrado, estoy 100% seguro de que es así.
Por lo tanto, el trabajo de
hormiguita con la gente es la clave. El trabajo macro a nivel
planetario lo dejamos para los grandes jugadores, y aquellos que les
apoyan. La
tecnología extraterrestre de la que disfruta ahora Rusia
va a equilibrar la balanza armamentística en breve, y, por ese lado,
poco hay que preocuparse, pero el trabajo a pie de calle aun necesita
de miles de microcambios más.
La cuestión es que necesitamos seguir
trabajando en nosotros y en nuestro entorno. Hay que trabajar en
seguir despertando las mismas cualidades que se dicen poseemos como
raza única e increíble: la compasión de unos por otros, la ayuda
mutua, la empatía, la amistad, el apoyo, el cariño, etc. Eso es lo
único que hay que hacer en nuestro entorno cercano. Hay que ir
sanando miedo a miedo, y ayudando a que los demás lo hagan, hay que
ir rompiendo la visión global de que todo está yendo mal, por qué
solo es la visión que se nos quiere dar para seguir manteniendo el
mundo tal y como está. Hay que ir ejecutando microcambios en nuestra
forma de ser, para que a nivel global, le demos la estocada final a
esta rocambolesca situación en la que estamos como especie y raza.
Un porvenir por decidir
Las cosas han cambiado tanto en
los últimos años, que cuando hace varios hablábamos de grandes
saltos de niveles evolutivos y de consciencia, y los veíamos a la
vuelta de la esquina, todos estábamos alentados y esperanzados por
ellos, y luego, las líneas temporales cambiaron, los
plazos se alargaron,
la masa crítica que creíamos tener no llegaba nunca, los actores
del bando que no cejan en perder su “Mercadona” (supermercado,
para los que no sabéis que es) particular de este sector del espacio
redoblaron su actuación y poder para que nada de eso sucediera. Pero
solo consiguen, quizás, ralentizar algo a gran escala, que no hay
quien pare. Ahora si, todo depende de la gente. La gente es la clave,
y por eso, no hay que tirar la toalla nunca.
Se presentan cada día mil
oportunidades de ser solidarios, amables, pacientes, empáticos,
sociables, cariñosos, cooperativos, etc. Hay que aprovecharlas
todas, por qué esa es la clave. De hecho, es que no hay otra. Hay
tantos abrazos que podemos dar, tanto apoyo y ayuda que podemos
prestar, tantas caricias que podemos realizar, tantas palabras de
ánimo que podemos decir, tantas risas que podemos soltar. De hecho,
hay tanta vida por vivir, que esto no se acaba hasta que la vivamos
toda.
Este es un gran juego y, de algún
modo, por cruel que parezca, está diseñado así en estas últimas
etapas para que nos demos cuenta de que la gente corriente y moliente
somos la clave, y ya solo depende de nosotros, a nivel individual.
Esa misma gente que las élites desprecian y las razas de fueran ven
como recursos, pues si, esa misma gente que es todo lo que tenemos y
lo que somos. Y esa misma gente es la que vamos a hacer que esto
cambie. Nadie tira la toalla, y todos vamos en el mismo barco, y por
eso todos juntos llegaremos al mismo puerto. Garantizado.
Un abrazo, David Topí
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