Llevamos
un largo camino de búsqueda, cada uno a su modo, buscando sus propias fuentes e
influencias, otros menos ortodoxos buscan también a su modo, salvando sus
propios obstáculos dentro de sí mismos. Mi “método” no es el indicado para
nadie, porque solo yo me entiendo a mí mismo y soy el que lidia con mis
emociones, pensamientos y contradicciones. Así debería ser la búsqueda de cada
uno, porque al final solo tú sabes interpretarte y nadie podrá jamás, decirte o
saber lo que sientes, mejor que tú mismo. Es por eso, que es momento de hacer
balance, identificar en nosotros mismos lo que fue llegando este tiempo atrás a
nosotros, qué nos aportó y qué nos restó, qué muros tiramos abajo y qué nuevas
creaciones construimos, qué nos hizo tropezar y qué nos ayudó a levantarnos.
Si
hacemos un pequeño recuento mental, nos daremos cuenta que iniciamos este
tortuoso camino con unas creencias, unos lastres diría yo, que nos impedían ver
más allá de lo que queríamos y podíamos comprender, aprendimos a abrir la mente
a nuevas posibilidades y con ello, nuevas probabilidades se ofrecían casi por
defecto. Como poco a poco, nos hemos ido dando cuenta que una vez que tirábamos
abajo esa pared que nos impedía avanzar, otra estaba allí esperando, que a cada
avance, esa prueba era aún más difícil, y nos hacía enfrentarnos no solo a
nosotros mismos, sino a todos los que aún no habían empezado a palpar ese
obstáculo.
La
religión, la muerte, la esperanza y la fe, el miedo, las ideologías, la
familia. Una larga e interminable crisis existencial, en la que constantemente
nos ponemos a prueba y unas veces salimos victoriosos y otras replegamos velas,
y esperamos un momento más propicio. De vez en cuando paramos, miramos
alrededor y vemos como el resto siguen ignorantes su ritmo, como el sonido de
sus cadenas forma la canción de los condenados, pero no somos distintos de
ellos, la única diferencia es que sabemos que tenemos cadenas, que somos
esclavos, que fuimos condenados y sufrimos la perversa amnesia de no saber por
qué.
Eres libre
de buscar la verdad o de perderte por las ramas.
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Esas
dudas son la chispa que hizo prender la mecha, que inició este peregrinaje. La
nuestra es una epopeya digna de leyenda, unos pocos formamos esta especie de
avanzadilla en el que lograremos la libertad por nosotros mismos, y esta
libertad ansiada, solo llega con nuestra memoria, de hecho, solo por ansiar la
libertad, ya tenemos un gran avance. Una vez recuperemos el alma de nuestra
total existencia, lo tendremos todo. Cuáles fueron las mentiras implantadas,
cuales las creencias falsas, cuales los modos erróneos, y en esto estamos
muchos...
Cada
uno elige qué debe derrumbar ahora, La religión impide reconocernos, mirar
hacia adentro y tomar conciencia de lo que somos, mientras miramos fuera y
seguimos a otros, sean o no hijos de un dios, nosotros seremos simples
bastardos sin derechos ni gloria, perpetuos hijos de Caín viviendo en el pecado
y la culpa de algo de lo que no tenemos memoria suficiente como para siquiera
admitir o resarcir, no hay solución aparente, es por ello que aceptamos al
redentor, inocentes e inconscientes, sin saber que acabamos de colocarnos lo
grilletes y por defecto colocárselos a nuestros hijos y nietos.
La
muerte es otro de esos engaños que es difícil de eliminar de nuestras
creencias, porque podemos creer en la resurrección, en la reencarnación o en un
final sin trascendencia, pero al final cuando entramos en la caja, nada parece
que nos de la prueba previa definitiva, que nos digan y aseguren que esas
creencias tienen algún sentido. Hay cosas que la ciencia y la empírica jamás te
responderán, si no hay nada en tu interior que se remueva y te hable nunca
podrás entender qué es eso de la conciencia. La necesidad de ver y tocar, es la
que ha empujado a muchos a caer en ocultismos, nueva era y teosofías, que solo
les han mostrado el lado erróneo de esa realidad, que se escapa y esquiva
nuestros sentidos. Otros en cambio se contentan con mirar más allá de lo que
pueden comprender y aceptan conceptos como “holograma” o “Matrix” sin
comprender que se están alejando aún más, de lo que es en esencia, su realidad.
Una alegoría que se convierte en creencia casi religiosa, aceptada solo porque
es una explicación aceptable y plausible, tomada desde la total amnesia de lo
que somos.
Seguimos
tirando muros, aceptamos que no morimos, pero seguimos creyendo en un orden
natural, negando la raíz del mal, y tomamos filosofías orientales solo porque
creemos que escapan a las garras judeo-cristianas, nos abrazamos tan fuerte a
ellas, que no se nos ocurre, pensar que provienen de la misma mente retorcida.
Morir y volver, para repetir y morir otra vez. Nos dan un concepto llamado
Karma, que explicaría porque es necesario el perpetuo retorno, dándonos excusas
infantiles para la amnesia y lo artificioso de este sistema, algo que no
precisa más que un poco de análisis para concluir que somos completamente
ajenos al orden natural y vivimos en una burbuja de irrealidad, pero esto lejos
de plantearnos un refuerzo en nuestro análisis, preferimos paliar el
desasosiego nuevamente con la dichosa “Matrix” lo que logra impedirnos que
avancemos en la dirección correcta.
También
nos dimos cuenta que no podemos fiarnos de absolutamente nada de lo que diga
cualquier ente o ser corpóreo, de la tierra o fuera de ella, porque aquí cada
uno tiene una intención y un plan distinto, y ninguno de ellos trata de evitar
que nuestras dudas existenciales se resuelvan, solo nos dan bonitas palabras,
gruesos libros llenos de paja literaria y un buen puñado de creencias, las
cuales nos impedirán avanzar en esa búsqueda que iniciamos. Como podemos
imaginar, al final, unos millones inician el camino, y estas trabas hacen que
el ritmo se atenúe, y de millones pasen a ser unos cientos los que logran
sobrepasar estas barreras, o perder poco tiempo en ellas.
En
este punto te das cuenta que solo te puedes fiar de ti mismo, y de aquellos que
están aquí pringando contigo y comparten esta búsqueda. Es compartiendo entre
nosotros como logramos concluir y comparar experiencias, para finalmente elegir
aquello que nos queda aún por liberar. Una vez tienes algunas dudas
existenciales encaminadas y tu comprensión del papel que estás jugando en este
mundo toma un cariz muy distinto al que tenías en un principio, es cuando las
ideologías, los arraigos y lazos de sangre se desmontan.
La
nación ya no es algo que te mueva, ese trapo que ondea al viento no significa
nada para ti, es como que sientes que ya cometiste ese error antes y no te
permites repetirlo más veces, y solo sientes amor, por la Tierra en términos
generales, no por un trozo delineado en un mapa, del cual ni siquiera tienes
referencias reales. Es tal el desconocimiento que tenemos del suelo que pisamos
y el planeta que habitamos, que cualquier teoría medianamente bien argumentada
se acepta y se cree, es por eso que cuanto más logramos aproximarnos a la
verdad, más éxito tienen cosas como la “Tierra Plana” “Tierra cubica” “Tierra
cóncava”...
Admitámoslo,
no sabemos dónde estamos y solo creemos lo que nos dicen, hasta en algo tan
básico como esto. En ningún momento pensamos que antiguamente se creía que la
Tierra era plana y que un día un señor con un rudimentario telescopio dijo que
la Tierra era redonda y lo quemaron vivo, tampoco nos da por pensar, que esa
poderosa Iglesia inquisitoria es la misma que hoy vuelve al ataque con todas
esas “teorías” de un planeta con formas geométricas antinaturales. Si nos
fijamos en la naturaleza nos damos cuenta que esta, da frutos mayoritariamente
esféricos, por lo tanto y sabiendo que todo está sujeto a un mismo patrón, sería
estúpido pensar en cosas cubicas, planas o cóncavas, para hacer propagar la
vida.
Si
te das cuenta el patrón siempre es el mismo, este sistema te hace creer lo que
sea con tal, de que sigas perdido y jamás alcances lo que en un principio te
propusiste: saber la verdad. Como el sistema está sujeto a un modo ritual de
hacer las cosas, a poco que sepas pensar, sabes cuándo y cómo te la quieren
colar. Las ideologías son uno de esos patrones en los que la ingeniería social
tiene su especial caldo de cultivo con nosotros, pero toda ideología y todo
movimiento de ingeniería social está sujeto a un patrón, que esta
obligatoriamente sujeto a unos regímenes.
La
mejor manera de detectarlos es a la hora de identificar sus etiquetas, los
“ismos” y los “istas” con los cuales toman una idea y la invierten para
transformarla en una forma de control o en un mecanismo de conflicto entre
masas. Formas de dividir y vencer, métodos para fragmentar la unidad y lograr
pastorear de una forma más sencilla a grandes cúmulos de población. Enfrentan
al hombre con la mujer y viceversa, rompen el núcleo familiar, forman
sentimiento de clase, diferencian y etiquetan a las personas por colores,
formas y tamaños, y los enfrentan entre ellos.
Al
final cualquier excusa es buena para tener un enemigo, familias toxicas,
divididas y enfrentadas, vecinos y amigos con unas relaciones en las que la
apariencia/envidia/camaradería juegan en un extraño equilibrio, relaciones
laborales en las que es raro no ver una competencia desleal y un uso deportivo
de la traición, y por supuesto, unas relaciones de pareja que están cada vez
más motivadas por el cumplimiento de unos cánones, la autosatisfacción y el
desarrollo del estatus social, que por los sentimientos.
Por muy engañado que estuvieras, de todo se sale,
solo debes empezar a pensar.
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Con
todos estos ingredientes, no es raro salir a la calle y comprobar que las
generaciones que vienen están muy lejos de retomar nuestra búsqueda para
continuar donde lo dejemos. No soy amigo de tener esperanzas, de hecho no se lo
aconsejo a nadie, la esperanza es un cáncer para la conciencia, la calla y la
deja inerte en esa eterna espera, que nos ha llevado hasta estas aguas
revueltas.
Una
vez visto y enfrentado todo esto, una vez derribados estos muros, toca purgar
todas esas mentiras, toda esa trama corrupta, todos esos escollos. La limpieza
de todos esos escombros se hace necesario para aclararnos mentalmente y
espiritualmente. Evaluar y saber qué errores no podemos volver a cometer, quien
está con nosotros y quien se vendió por un poco de dinero o popularidad, quien
está tratando de adoctrinarte, quien persigue intenciones sectarias y usa
herramientas de control mental, quien simplemente marear la perdiz y quien está
igual de perdido que lo estuviste tú.
Es
necesario en todo proceso de cambio y transformación parar, hacer balance y
purga de vez en cuando, mirar atrás solo para no perder nuestras referencias,
nuestro objetivo primario, y poder mirar hacia el frente con total confianza en
ti mismo.
La
liberación va llegando según te vas deshaciendo de todas esas capas de
creencias que no dejaban entrar la luz en tu discernimiento, todo aquello
opacaba tu comprensión y evitaba que llegases nunca a una conclusión correcta,
o perdieses tu precioso tiempo en estúpidas teorías de un sabelotodo con
argumentos llenos de programación mental.
El
deseo de ser libre no se puede evitar, pero si lo pueden retrasar, por eso hay
tanto “iluminado” últimamente, que nos vende tierras planas, manipulación
babilónica del lenguaje o que vivimos dentro de un ordenador. Perder tiempo con
estos, es una opción que te puede salir muy cara. Una vez identifiques a todos
estos cuentistas vende-humo, estarás liberado y con la mente despejada, ahora
seguro logras encajar mejor la información interior y exterior.
Ahora
cada vez eres más tú, los pensamientos que nacen de ti, definitivamente son
tuyos, sin influencias, ni reacciones originadas por los lastres que los
programas provocaban que estuvieses totalmente condicionado; ahora y tras toda
esta limpieza puedes Ser más tú mismo, y formar una individualidad más pura y
más auténtica, natural, critica contigo, y con todos.
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