¿ERES UN ESCLAVO INTEGRAL?
¡Vive libre y
conscientemente!
La elección es solamente tuya
La evolución del sistema socioeconómico ha transformado al
esclavo tradicional en “esclavo integral” y ha convertido en esto a la mayoría
de la gente. La identificación histórica de los seres humanos con el yo físico,
mental y emocional (el coche que usan para vivenciar la experiencia humana),
olvidando lo que realmente son (conductor divino, infinito y eterno) y
auto-percibiéndose y encorsetándose como individuos y sujetos, ha introducido a
la vida humana, tanto personal como colectiva, en una maraña de miedos,
autolimitaciones mentales y comportamientos egocéntricos. Y sobre estos pilares
se ha fraguado y construido el sistema social y económico vigente, que toma forma
hoy de capitalismo global, especulativo y cortoplacista.
Frente a fases anteriores de su discurrir, presenta ahora la
novedad del esclavo integral: personas que se explotan a sí mismas de manera
voluntaria y sin ni siquiera percatarse de tal auto explotación y de la
esclavitud que marca y caracteriza su vida. Para el sistema, ha dejado de ser
eficiente explotar a alguien contra su voluntad. Y sus mecanismos de dominio y
manipulación se han perfeccionado hasta la transformación de los
individuos-sujetos, da igual su situación socioeconómica, pues afecta a todos
los estratos y clases sociales, en esclavos integrales que, en su
inconsciencia, creen y piensan que viven en libertad…
Pero todo ostenta su sentido profundo y también esto, tiene
su porqué y para qué en el devenir consciencial de la Humanidad, en su
conjunto, y en el tuyo, en particular. En concreto, todo lo descrito te sitúa
aquí-ahora ante la gran oportunidad de entender desde el Corazón que la
elección es solamente tuya y actuar en consecuencia y con coherencia. En tu
mano está recordar tu naturaleza inefable y vivir como un ser humano libre y
consciente que despliega su acción cotidiana desde su divinidad intrínseca y
esencial, con base en sus dones y talentos y por el gozo mismo de acometerla;
o, por supuesto, puedes continuar experimentando el plano humano como esclavo
integral y, en lugar de vivir, sobrevivir y trabajar.
Sobrevivir o Vivir
“Sobrevivir” se basa en el utilitarismo. Para sobrevivir se
necesitan ineludiblemente personas y cosas y lo demás, la Naturaleza y hasta el
planeta, pasan a tener un carácter “utilitario” e instrumental (el mismo amor
se convierte en una mera emoción derivada de esa necesidad instrumental del
otro); en el valor de cambio que conlleva una contrapartida o precio y suele
ser valorable en términos pecuniarios, en euros; requiere de esfuerzo y
trabajo; y se sustenta en la ilusa creencia de que el tiempo existe, moviéndose
entre el pasado y el futuro y desatendiendo e ignorando el aquí-ahora, que es
donde exclusivamente está y fluye la vida.
En cambio, “vivir” no necesita de nada ni de nadie, sobra
con la propia vida; es totalmente ajeno a lo pecuniario y al esfuerzo, sus
componentes y manifestaciones carecen de contrapartida o precio y fluyen en la
vida, en la de cada uno, sin trabajo y con naturalidad y pertenece a la esfera
del aquí-ahora, sin tiempo alguno que procesar. No en balde, vivir es gozar la
vida. De hecho, la única razón de la existencia en cualquier plano y Dimensión
es esa: ¡gozar la vida! ¿Te imaginas al Dios que eres tú encarnándose en su
propia Creación para algo distinto? ¿Tanta es tu amnesia consciencial encarnado
en el plano humano que lo has olvidado? Recupera la Memoria y fluye y flota en
la vida con Confianza plena en ella y, fruto de esto, con Aceptación, que no es
resignación o impotencia, sino el hondo discernimiento de que todo tiene un
sentido profundo y un porqué y un para qué ligado a lo que realmente eres y es,
aquí-ahora, a la evolución en consciencia para que lo recuerdes… Ya no hay
inquietudes, ni quejas… Vivir es ser un “Vividor”. ¿Estás listo para
experimentarlo?
Claro que, igualmente, puedes seguir actuando como un
esclavo integral, que no vive, sino que sobrevive, De hecho, el esclavo
integral ha olvidado completamente lo que significa vivir y lo confunde con
sobrevivir. Ha transformado la vivencia en supervivencia y pasa sus días sumido
en el miedo a la vida y la desconfianza hacia a ella. A partir de ahí, el
sistema socioeconómico imperante se presenta cual salvador que le proporciona
los medios para protegerse y obtener seguridad. Pero tales medios son, en
realidad, los barrotes de la prisión en la que la gente se auto-encarcela: los
instrumentos y mecanismos a través de los cuales el sistema y cada persona
alimenta y retroalimenta continuamente ese miedo a la vida, esa desconfianza
hacia ella y, desde luego, la inseguridad, que el propio sistema fomenta de
forma permanente y subrepticia organizando y financiando los conflictos,
guerras, atentados, disputas y demás acontecimientos y situaciones que
contribuyen a potenciarla.
Tu auténtico derecho no es al trabajo, sino a la pereza
El sistema socioeconómico, por su visión egocéntrica,
economicista y materialista de la existencia, persigue y consigue atar la vida
de las personas al trabajo, es decir, a una actividad cotidiana ajena y
desvinculada de los dones y talentos de quien lo realiza. ¿Cómo lo logra? Muy
sencillo: debido a las reglas y creencias que el sistema implanta y a la
usurpación por unos cuantos de la riqueza social y los recursos colectivos, se
hace depender del desempeño de un puesto de trabajo la obtención de los
ingresos precisos para cubrir tanto las pocas necesidades vitales básicas como
las muchas creadas artificialmente por el propio sistema.
Es así como, finalmente, se encadena al ser humano al
ejercicio cotidiano de unas actividades laborales (físicas y/o intelectuales)
alienantes y alejadas de sus dones y talentos innatos. Sin embargo, por efecto
también del citado sistema de creencias, la mayoría de las personas, lejos de
ver el trabajo como la obligación impuesta que obviamente es, lo conciben como
un derecho y como tal se proclama solemnemente desde las instituciones que el
sistema genera, gobierna y gestiona.
A partir de ahí, quedan convertidas en esclavos integrales
que, desde el disparatado convencimiento de que trabajar es un derecho y no una
imposición, se auto-explotan voluntariamente a sí mismos y caen en un doble
desatino: reclamar (a los políticos, a esas instituciones) que alguien cree un puesto
de trabajo para ellos y sus seres queridos (el esclavo pidiendo que alguien,
por favor, le esclavice); y hacer depender su vida (desarrollarla,
organizarla…) no de ellos mismos (sus sentires, sus capacidades creativas, sus
prioridades vitales…), sino de ese trabajo, con su consiguiente dedicación
horaria, que otro le proporciona y de la retribución que este estima oportuno
abonarle… ¡Uuuffff!…
Para un momento y respira: ¿tan ciego estás como para no ver
lo tremendamente absurdo de todo esto?
Abre tu consciencia… Lo real es que nadie ha encarnado en el
plano humano para venderse como fuerza de trabajo. Y lo real es que a lo que el
ser humano tiene verdaderamente derecho no es al trabajo, sino a la pereza,
sabiendo que esta no es vagancia ni indolencia, sino el libre ejercicio y el
compartir libre y con entusiasmo los dones y talentos que cada uno atesora para
gozarlos y ponerlos en común con los demás… Con estas bases, el quid de la
cuestión no radica en trabajar o no (hazlo si así lo consideras necesario),
sino en ser consciente de que no naciste para ello y evitar que la actividad
laboral te lleve al olvido de tus dones, talentos y auténticas capacidades.
Emilio Carrillo
Revista Digital Amma Elah.nº2
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