LA
HISTORIA MÁS BONITA DEL MUNDO
Mientras
miro sus pequeños y brillantes ojos, comprendo que valió totalmente
la pena. Observar su hermosa e inocente sonrisa, verlo jugar,
experimentar, disfrutar, VIVIR. Si, VIVIR, en un mundo limpio,
renovado, lleno de AMOR, de Hermandad, de Luz. Un mundo que por
tantos siglos sólo existió en los sueños de los locos. Un mundo
que millones imaginamos y por el que millones luchamos. Un mundo que
resurgió prácticamente de las cenizas.
Ahora
lo observo venir hacia mí, con esa risa de quien trama algo y no
puede ocultarlo. Se sienta en mi regazo, me abraza y me da un beso.
Instantes después, se pone de pie y sale a jugar a su lugar
preferido, bajo la sombra del viejo castaño que está en el
jardín. Yo también me pongo de pie y me quedo mirándolo unos
segundos. Sin poder controlarlo, mis lágrimas comienzan a rodar.
Comienzo a recordar todo lo que tuvimos que pasar, los obstáculos
que parecían imposibles de superar, las dudas que parecían
imposibles de aclarar, las mentiras que lucían imposibles de
revelar.
Pero
lo logramos. Nos convencimos de que para hacer posible lo imposible
solo se necesitaba Voluntad, y entonces ocurrió. Las dudas dieron
paso a las certezas que dictaba el corazón, las mentiras sucumbieron
ante la Verdad del espíritu, y la noche, que parecía eterna, dio
paso al más bello amanecer que se recuerde.
Luchamos
contra un enemigo más fuerte, más preparado y mejor organizado.
Luchamos tanto que nuestras fuerzas comenzaban a flaquear y la
Victoria parecía lejana, inalcanzable. Pero no nos rendimos, o al
menos no todos. Muchos encontramos un ideal al cual aferrarnos, un
motivo por el cual seguir enfrentando a los demonios que por eones
nos sometieron y nos llenaron de dolor y de desdicha. Unos peleábamos
para no perder a nuestros seres amados. Otros peleaban porque ya
habían perdido a alguno.
En
ese momento ya no había razas, nacionalidades, clases sociales,
ideologías ni religiones. Sólo había Humanos, hijos de Gea
luchando por su bella madre, defendiéndola y defendiéndose,
exigiendo lo que era suyo pero que les había sido negado: VIVIR CON
LIBERTAD.
Parecía
que no lo lograríamos, que éramos tan pocos y ellos eran tantos,
que estábamos solos ante la oscura realidad. Pero no era así.
Pedimos ayuda y la recibimos. Vino de muchas partes y de muy diversas
maneras. Vino de nuestro padre, de nuestros Hermanos, de nuestros
creadores y, principalmente, de nuestra partícula pura, inocente y
traslucida.
Y
entonces, ocurrió. Se manifestó lo no manifestado pero ya creado.
Ese bendito Futuro que ya existía y que solo esperaba por nosotros.
Después, 49 horas bastaron para que la Luz del Padre inundara todos
los rincones de esta nueva Tierra, donde el hambre, el dolor, la
guerra, la esclavitud y tantas otras cosas malas ya no tienen cabida,
pues ahora el AMOR y la Consideración han llenado nuestros
corazones. Uno sólo puede dar aquello que tiene, y yo, sólo tengo
AMOR.
Mientras
seco mis lágrimas, escucho sus pasitos. Comienza a atardecer y
seguramente viene a pedirme que le cuente una Historia antes de
dormir. Bien, creo que es tiempo de que conozca La Historia más
Bonita del Mundo, esa que comenzó cuando un pequeño Ser recostado
bajo la sombra de un castaño, se preguntaba si aquello que estaba
viviendo con tanta intensidad… era REAL.
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