UN PRIMER PASO PARA CAMBIAR EL MUNDO…
Es una pregunta crucial que debería hacerse cualquier
persona que quiera cambiar el mundo: ¿realmente estoy dispuesto a dar el primer
paso?
¿Estoy dispuesto a dejar de ver la realidad tal y como me
han dicho que es, para empezar a verla tal y como es realmente?
Porque en eso consiste precisamente este primer paso para
cambiar el mundo: en cambiar nuestra percepción de la realidad.
Y es que tal y como venimos advirtiendo en este blog desde
hace bastante tiempo, vivimos en una realidad paralela que solo existe en el
interior de nuestras cabezas.
Cualquier persona que realmente quiera cambiar el mundo,
debe comprender la existencia de esta realidad paralela y conocer los pilares
que la sostienen en pie.
Por esa razón, en este artículo expondremos una serie de
conceptos que resultan cruciales para empezar a distinguir esa ficción y
conseguir separarla de la auténtica realidad.
Y para realizar esta tarea, vamos a poner como ejemplo un
asunto del que todo el mundo ha hablado durante días y que ha provocado horas y
horas de debates, discusiones y opiniones escritas de todo tipo.
Estamos hablando de la prohibición del Burkini en algunas
playas francesas, aunque advertimos que éste no va a ser el foco central del
artículo, sino solo una excusa para exponer conceptos que creemos que son
importantes.
Al fin y al cabo, hablar sobre la prohibición o no del
burkini, en los términos en que lo ha hecho la mayoría de gente, resulta
infructuoso: entran en juego los prejuicios ideológicos y la mayoría de
personas muestran una incapacidad evidente para volar por encima de los muros
que compartimentan su mente.
Por esa razón, vamos a abordar el tema desde un punto de
vista radicalmente diferente, porque de hecho, lo que ha sucedido en esas
playas francesas y la discusión que se ha generado a su alrededor, (en la que
se han utilizado los habituales términos grandilocuentes para estos casos, como
“libertad”, “ley”, “cultura”, “discriminación”, “racismo”, “derechos”, etc…),
es un reflejo perfecto de lo que es en realidad el Sistema y cómo domina por
completo todas nuestras acciones y pensamientos.
Como veremos más adelante, el espectro de visión de los
acontecimientos cambia radicalmente dependiendo de si los observamos “desde
dentro” del Sistema o “desde fuera” de él.
Analizar los hechos desde dentro del Sistema (lo que ha
hecho todo el mundo), implica sumergirse en una realidad abstracta virtual que
sólo existe dentro de nuestras mentes, mientras que analizarlo desde fuera, sin
embargo, significa tomar conciencia de todas esas abstracciones ficticias e ir
a la auténtica raíz del asunto.
Por esa razón, intentaremos analizarlo todo desde la segunda
opción. Sin embargo, para poder hacerlo, antes debemos poner sobre la mesa
algunos conceptos…
QUIÉN DOMINA A QUIÉN
Para empezar, debemos tomar conciencia de la influencia que
tienen sobre nosotros los sistemas de creencias, sean de carácter político o
religioso, y nuestros hábitos y costumbres, de carácter cultural.
Lo primero que debemos comprender es que las creencias, las
ideologías y la identidad cultural, solo existen dentro de nuestra psique.
Son paquetes de información muy parecidos a un programa
informático instalado en una computadora: son meros mecanismos psíquicos de
programación mental.
Y la percepción distorsionada que tenemos de ellos y de su
relación con nosotros, es muy parecida a la percepción distorsionada que
tenemos de un programa informático instalado en una computadora.
Por ejemplo, pensemos por un momento en un programa como el
célebre Photoshop, un editor de gráficos que nos permite retocar fotos.
De forma inconsciente, tendemos a pensar que la computadora,
por ser un elemento físico tangible, es “la que utiliza” el Photoshop para
editar las imágenes.
Pero en realidad no es así: es el Photoshop, el programa
informático, el que utiliza a la computadora, un dispositivo físico, para
cumplir con su función.
Puede parecer una tontería, pero verlo de una forma u otra,
cambia por completo la visión de la realidad.
Pensémoslo bien: la computadora no ha sido creada con la
función de retocar fotos o editar imágenes; es un dispositivo complejo, repleto
de grandes posibilidades, pero que solo tiene la opción de retocar imágenes si
alguien instala en su interior el programa informático adecuado, creado para
esa función específica.
En cambio, el programa Photoshop sí ha sido creado con dicha
función. Es su razón de ser y de existir: editar imágenes.
Y aunque no esté instalado en una computadora, ese software
llamado Photoshop, sigue existiendo y conservando todas las capacidades
potenciales para las que fue creado.
Puede estar “inerte”: guardado en un CD, en un DVD, en un
pendrive, en un disco duro, o en un servidor en la nube, esperando a que
alguien lo instale.
Pero esté donde esté, el programa ya tiene todo lo que
necesita para SER lo que ES, porque aunque no tiene conciencia de sí mismo, sí
dispone de una función específica que cumplir, que determina su existencia.
En todo caso, la computadora, con su enorme capacidad de
procesamiento, es el elemento subyugado, aunque indispensable, para que ese
programa informático pueda plasmar circunstancialmente sus funciones en la
realidad tangible.
En definitiva: las computadoras “crean” programas
informáticos con los que programar a otras computadoras o a sí mismas; y esos
programas, permiten realizar determinadas funciones, que finalmente se plasman
en la realidad a través de las propias computadoras.
Pero una vez creados esos programas, una vez EXISTEN en
forma de paquetes de información, ya no son las computadoras las que los
utilizan para realizar determinadas funciones, sino que son los programas los
que UTILIZAN a las computadoras, como un instrumento para plasmar sus
capacidades en el entorno real.
Puede ser que a muchos lectores, lo que acabamos de decir
les parezca un giro absurdo, un conjunto de elucubraciones sin sentido o una
forma de ver las cosas retorcida que no lleva a ninguna parte.
Pero como decíamos antes, ver las cosas de una forma o de
otra cambia radicalmente la concepción de nuestra realidad.
Lo que estamos diciendo, es que nosotros (las computadoras),
creamos todas nuestras creencias, nuestras ideologías e identidades culturales
(programas de software) y que una vez creadas, esas ideologías, creencias y
conceptos culturales, NOS UTILIZAN a nosotros mismos para expresarse en el
entorno real y no al revés.
Dicho de otra manera: somos esclavos de nuestras propias
creaciones psíquicas, que toman control de nuestras vidas y nos usan como
instrumentos a su servicio, para intervenir sobre la realidad de forma
tangible.
Sí, es una visión chocante, anti-intuitiva y que incluso
puede parecer absurda, fantasiosa o hasta terrorífica: pero si lo analizamos
bien, veremos que es la auténtica realidad en la que vivimos.
Pongamos un ejemplo. Imaginemos a dos personas, A y B,
educadas desde pequeñas (es decir, programadas mentalmente) con dos ideologías
opuestas.
Por ejemplo, A ha sido educado para ser un fascista,
mientras que B ha sido educado para ser un comunista.
Cuando esas personas A y B coinciden y empiezan a
intercambiar información, es altamente probable que sientan rechazo o incluso
odio el uno por el otro.
¿Y por qué?
Bien, pues porque los programas que llevan instalados en su
mente (fascismo y comunismo), entre sus funciones principales tienen la de
luchar o rechazar a la ideología opuesta, a la que consideran una competencia
directa, o en este caso, directamente “un enemigo”.
Ahora supongamos otra posibilidad: que esa misma persona B,
en lugar de haber sido educada como comunista, ha sido educada desde pequeña
como fascista, al igual que A.
¿Qué sucederá cuando se encuentren A y B y empiecen a
intercambiar información?
Pues que muy posiblemente tenderán a considerarse “colegas”
y ese odio cerval que surgía en el primer caso por razones políticas, no
existirá, porque sus programaciones mentales son similares.
¿Y qué demuestra eso?
Pues que la raíz del rechazo o el odio entre A y B, no surge
de la naturaleza de los propios individuos A o B; los individuos en sí mismos,
no son la fuente original de esos sentimientos de odio o rechazo mutuo.
A y B no se odian.
Son el programa “fascismo” y el programa “comunismo” los que
se rechazan entre sí y UTILIZAN a las personas A y B, en las que han sido
“instalados”, como instrumentos para expresar su rechazo mutuo en un entorno
físico real, llegando a inducir en las mentes de A y B un sentimiento de odio
del uno hacia el otro.
Es la programación mental la que UTILIZA a la persona para
manifestarse y no al revés.
De la misma manera que es el programa Photoshop el que
utiliza a la computadora para plasmar sus funciones en un entorno real y no al
revés.
Sí, es difícil de asimilar, porque es anti-intuitivo:
estamos hablando de simples conglomerados de información, en forma de programa
mental, sin voluntad propia ni aparente conciencia de sí mismos, que son
capaces de dominar a seres pensantes y conscientes, hasta convertirlos en
esclavos a su servicio.
¡Y lo más sorprendente es que son precisamente individuos
pensantes y conscientes los que, gracias a sus mentes creativas, han engendrado
de la nada esas programaciones mentales que al final los acaban dominando!
En este blog, llamamos Sistema (con “s” mayúscula) al
conjunto de todos esos mecanismos de programación mental, que instalados en
nuestras psiques, nos dominan y esclavizan por completo.
Y llamamos sistema (con “s” minúscula) a todo el conjunto de
estructuras de organización política, social y económica (aquello que
habitualmente la gente conoce como “el sistema”), que no son más que una
plasmación externa de carácter comunitario, de lo que es el Sistema implantado
en la mente de todos los individuos.
Ahora, antes de continuar, necesitamos explicar de forma
condensada otro concepto que nos permitirá comprender cómo esos mecanismos
mentales consiguen apoderarse de nosotros.
EL MECANISMO CLAVE: LA IDENTIFICACIÓN
Antes hemos expuesto un ejemplo metafórico y simplificado,
en el que teníamos a dos individuos, A y B, educados (programados) como un
fascista y un comunista, respectivamente.
Decíamos que las programaciones mentales de carácter
ideológico-político instaladas en sus psiques, eran las que les inducían a
generar en su interior un sentimiento de odio mutuo.
Y nos preguntamos: ¿cómo pueden conseguir simples mecanismos
de programación mental, es decir, meros conglomerados de información sin
voluntad propia, que los individuos se odien y se maten los unos a los otros,
sin que los propios individuos se percaten de que sus acciones han sido
inducidas por mecanismos mentales implantados, ajenos a su propia naturaleza?
Bien, pues lo consiguen generando un mecanismo de
IDENTIFICACIÓN.
Los individuos “programados” con ideologías o creencias, se
identifican plenamente con ellas, borrando en su mente, de forma inconsciente,
las fronteras entre su propia identidad individual y aquello “en lo que creen”.
¿Qué le dice alguien que ha abrazado el comunismo como
ideología política? Le dice: “YO SOY COMUNISTA”
¿Qué le dice alguien que ha abrazado el cristianismo como
religión? Le dice: “YO SOY CRISTIANO”
No se limitan a decirle: “yo sigo circunstancialmente las
doctrinas comunistas o cristianas”, trazando una frontera entre su yo y la
programación mental recibida, sino que se IDENTIFICAN con el programa instalado
en su psique, y al hacerlo, pasan a considerarse a sí mismos como una
MANIFESTACIÓN FÍSICA del propio programa mental.
Así es como estos mecanismos psíquicos, consiguen
convertirnos en sus esclavos.
Esclavos físicos de un mecanismo psíquico.
Una vez el mecanismo de programación ideológica instalado en
la mente de A (en nuestro ejemplo, el fascismo), consigue que A se identifique
como “Fascista”, es decir, como “representación física del fascismo”, pasa a
identificar a B como un “comunista”, es decir, una “representación física del
Comunismo” y entonces desaparece toda restricción, tanto en A como en B, para
destruirse físicamente el uno al otro.
Esto permite que los distintos mecanismos de programación
mental (en este caso ideologías políticas), puedan combatirse los unos a los
otros a través de sus subyugados (las personas programadas), en el entorno
físico; de esta manera, los individuos pasan a convertirse en algo parecido a
piezas sobre un tablero, en lo que vendría a ser una partida de ajedrez entre
dos mecanismos de programación mental; ambos mecanismos de programación tratan
de eliminar físicamente las fichas controladas por el oponente, porque cada una
de esas piezas representa una posibilidad de propagación de la ideología
opuesta, en el mundo real.
Por eso es tan importante el mecanismo de IDENTIFICACIÓN y
es lo primero que “se instala” en nuestra mente cuando somos programados
(educados) culturalmente, religiosamente, o cuando somos inducidos a abrazar
una ideología política concreta.
Si no existiera este mecanismo de identificación, en
cualquier momento, tanto A como B, podrían tomar conciencia de que ellos y las
creencias que tienen instaladas en la cabeza, no son la misma cosa; y entonces,
podrían tomar conciencia de que el presunto opositor al que tanto “odian”, en
realidad es una persona como ellos, que simplemente, ha sido programada con
otra ideología y que por lo tanto, no hay ninguna justificación real para
odiarlo, combatirlo o hacerle daño físico.
La función del mecanismo de IDENTIFICACIÓN pues, es impedir
que pueda producirse esa toma de conciencia.
Y este es un paso crucial, porque si no existiera este
mecanismo de IDENTIFICACIÓN, las guerras por ideologías, patrias, o religiones,
serían imposibles.
De hecho, sería imposible que el Sistema siguiera en pie, al
menos mediante las estructuras que hasta ahora hemos conocido.
Pero la importancia capital del mecanismo de Identificación
no termina aquí, pues genera una serie de efectos colaterales que cambian por
completo nuestra visión de la realidad.
LA REALIDAD ABSTRACTA PARALELA
En el mismo momento en el que firmamos ese contrato psíquico
de IDENTIFICACIÓN, (algo parecido a venderle el alma al diablo), en el que
aceptamos identificarnos a nosotros mismos como una manifestación física de un
programa mental instalado ( recordemos esas expresiones de identificación tan
típicas: “yo soy comunista”, “soy cristiano”, “soy francés”, “soy heavy metal”,
“soy merengue”, etc…), en ese preciso instante, abandonamos el mundo real para
entrar en un mundo abstracto de ficción que solo existe en el interior de
nuestra mente.
¿Por qué?
Pues porque el mecanismo de identificación, no nos lo
aplicamos solo a nosotros mismos, sino a todo lo que nos rodea.
Es así como todas las personas únicas, con identidades
individuales y diferenciadas que vemos a nuestro alrededor, pasan a ser
identificadas, en el interior de nuestra mente, como “moros”, “conservadores”,
“perroflautas”, “argentinos”, “gringos”, “culés”, “ciudadanos de clase media”,
“inmigrantes”, etc…
Se genera así un mundo paralelo en el que las personas son
clasificadas mediante multitud de estereotipos y etiquetas superpuestas de toda
índole, que conforman una nueva realidad abstracta, una suerte de “realidad
aumentada” que solo existe en el interior de nuestra psique y que confundimos
con la auténtica realidad tangible.
Por si eso fuera poco, esa realidad paralela del Sistema,
viene acompañada de toda una panoplia amplísima de conceptos que sirven para
justificar todas esas ficciones y cuya lógica interna depende por completo de
que permanezcamos sumergidos en esa realidad ficticia, en la que ahora creemos
vivir.
Es algo parecido a lo que sucede con la lógica interna de un
sueño: que solo tiene sentido mientras estás soñando. El propio sueño incorpora
todo un paquete de mecanismos lógicos inherentes que le dan sentido a algo que
en realidad no lo tiene.
Lo que dentro de la realidad ficticia del Sistema nos parece
“completamente lógico y razonable”, desde fuera del Sistema lo veríamos como
“totalmente absurdo e insensato”.
Es algo parecido a cuando despiertas del sueño y recuerdas
asombrado lo contradictoria que era la “lógica onírica” en la que estabas
sumergido y que tanto sentido parecía tener.
¿Cuántas veces nos ha sucedido?
Pues bien, este “despertar” es muy similar al que
experimentamos si de repente tomamos conciencia plena de lo que es en realidad
el Sistema y de lo absurdos que son sus presuntos “principios lógicos de
funcionamiento”, por los que la gente entrega literalmente la vida.
RESUMEN DEL PROCESO DE DOMINIO
Así pues, a modo de resumen, el proceso de dominio que
tienen los mecanismos de programación mental sobre nosotros, evoluciona
mediante las siguientes fases:
INSTALACIÓN:
Se “instala” en nuestra mente un mecanismo de programación
mental (creencia religiosa, ideológica, cultural, etc…), generalmente a través
de un proceso educativo o por influencia del entorno social o familiar.
IDENTIFICACIÓN:
A medida que somos programados con este mecanismo de
programación mental, se va desarrollando en nuestra mente un proceso de
identificación con el programa mental, y se difuminan las fronteras entre
nuestro yo y la programación mental instalada.
Con ello, el programa mental obtiene un dominio completo
sobre nosotros, pues pasamos a considerarnos de forma inconsciente como una
Manifestación Física del programa mental.
Este proceso de identificación está compuesto de diversos
niveles.
VÍNCULO EMOCIONAL:
Mientras se consolida el proceso de identificación, se
genera en la mente un mecanismo crucial: un SENTIMIENTO DE IDENTIFICACIÓN, es
decir, una vinculación de carácter emocional con el programa mental, que sirve
para cimentar nuestra IDENTIFICACIÓN con dicha programación mental.
Este sentimiento extiende raíces y establece vínculos
relacionados con el conjunto de sentimientos propios de la vida personal de
cada individuo. De hecho, se nutre de ellos.
Por ejemplo, si nos IDENTIFICAMOS como Alemanes, la
existencia de ese SENTIMIENTO de Identificación, nos llevará, no solo a
considerar el himno alemán como algo con lo que nos identificamos y que nos
representa, sino que además, cuando lo escuchemos sentiremos emoción.
Y esa emoción, puede estar vinculada y puede verse
potenciada por elementos emocionales personales, como por ejemplo, que tus
abuelos o tus padres, te inculcaran ese sentimiento patriótico y que albergues
recuerdos concretos relacionados con ello. (Como por ejemplo, cuando recuerdas
ese día en que tu querido abuelito Hans te enseñó la letra del himno alemán al
llevarte de pesca al precioso lago Barmsee, rodeado de nenúfares, bajo el
maravilloso sol de la primavera bávara)
Si no existiera ese vínculo emocional programado en nuestra
mente, que cimenta el proceso de IDENTIFICACIÓN, la gente no llegaría a
indignarse cuando alguien quema su bandera o silba su himno.
IDENTIFICACIÓN DEL ADVERSARIO:
A medida que el programa mental consigue que nos
identifiquemos con él, instala a su vez en nuestra mente los mecanismos de
identificación necesarios para reconocer a todos aquellos mecanismos mentales
que puedan representar una competencia para su existencia o que resulten
potencialmente peligrosos.
Por ejemplo, si somos programados con una ideología
política, empezamos a identificar las otras opciones políticas como posibles
adversarios o peligros potenciales o directos para la ideología con la que nos
identificamos.
Esos potenciales adversarios van siendo clasificados en
nuestra mente según un conjunto de parámetros (ideológicos, políticos,
históricos, culturales, etc…), que determinan el rango de amenaza que
representan para el mecanismo mental que nos programa.
RECHAZO EMOCIONAL DEL ADVERSARIO:
Mientras se producen los procesos de identificación y
clasificación de los posibles mecanismos de programación adversarios, se van
desarrollando simultáneamente, sentimientos de rechazo hacia dichos programas
mentales “amenazantes”.
El rango de amenaza con el que los clasificamos, determina a
su vez el nivel de sentimiento de rechazo o repulsión hacia cada uno de ellos.
Por ejemplo: inicialmente, alguien de extrema derecha
tenderá a sentir menos repulsión por alguien de centro-derecha, que por alguien
de extrema izquierda, a no ser que haya factores históricos o personales
circunstanciales que influyan en dichas dinámicas.
TRANSMISIÓN:
Esta es la fase culminante que cristaliza definitivamente el
proceso de IDENTIFICACIÓN
Se llega a este punto cuando el individuo programado e
identificado plenamente con su programación mental, se convierte en un foco de
transmisión de dicha programación hacia otras personas. (Algo parecido a
convertirse en un foco de infección)
Llegados a esta fase, la persona programada no se limita a
actuar como manifestación física de la programación mental instalada en su
mente, sino que además trata de inocular esa misma programación mental a otras
personas.
Uno de los ejemplos más habituales de foco de transmisión,
lo encontramos cuando las personas intentan inocular sus programaciones
mentales a sus descendientes, aprovechando la existencia de vínculos
emocionales y de autoridad.
Cabe destacar que cuando una persona se convierte en
transmisor del programa instalado, se genera inconscientemente en su psique una
nueva “capa” o “nivel” de identificación, que está relacionado con la cantidad
de tiempo que ese mecanismo de programación mental lleva existiendo sobre la
tierra y la cantidad de generaciones a las que “ha infectado”.
Una programación mental que lleva transmitiéndose de
generación en generación en un entorno concreto, puede pasar a considerarse
“tradición”, “costumbre”, “creencia”, etc…
Pues bien, cuando alguien se convierte en foco de
transmisión de un programa mental tan antiguo, inconscientemente establece un
nuevo vínculo de identificación con dicho programa mental: ya no solo se
considera a nivel inconsciente como una manifestación física de esa
programación mental (IDENTIFICACIÓN), sino que además se considera
inconscientemente como un eslabón más en la cadena de transmisión o propagación
de esa programación mental a lo largo del tiempo (IDENTIFICACIÓN TRASCENDENTE).
De hecho, pasa a identificarse como un eslabón más de algo
que considera superior a sí mismo: una tradición, costumbre o creencia, cuya
antigüedad es más extensa que la duración de su propia vida.
Y uno de los efectos que genera en los individuos la
identificación con una programación mental tan antigua y extendida entre grupos
de población, es que les provoca una sensación de “pequeñez” ante el programa
mental que les controla, pues como decíamos, es percibido como una entidad que
trasciende a sus propias existencias.
Por ejemplo, una persona que se identifica como católico,
considerará el catolicismo como algo superior o más grande que él mismo, a
pesar de que no es más que una programación mental que lleva instalada en la
mente y que se ha propagado a lo largo de generaciones, de forma similar a como
lo haría una “infección psíquica”.
Bien, pues es precisamente esta percepción de la propia
pequeñez ante el programa mental “trascendente”, la que actúa como un resorte
que garantiza que el individuo tratará de transmitir a sus descendientes la
programación mental que le controla.
¿Por qué?
Pues porque a nivel inconsciente, la principal manera que
tienen los individuos programados de participar de esa “trascendencia”, es
convertirse en focos de propagación de dicha programación mental a las nuevas
generaciones; con ello generan en su mente la ilusión de formar parte de la
propagación temporal de un ente que de alguna forma, perciben como “inmortal”.
Es como si absorbieran parte de esa “inmortalidad” para sí mismos.
De ahí lo de IDENTIFICACIÓN TRASCENDENTE.
Como podemos ver, es mediante mecanismos tan básicos como
estos, que actúan a nivel inconsciente, que algunas creencias y tradiciones
consiguen pervivir durante tanto tiempo.
CONSTRUCCIÓN DE UNA REALIDAD PARALELA: Generación de
argumentario
Una vez concluidas y consolidadas todas las fases del
proceso de Identificación, que vendrían a representar el armazón del proceso de
programación mental, se inicia un proceso de construcción de discurso o
ARGUMENTARIO, que vendría a ser algo así como su recubrimiento o piel externa.
La función del discurso o argumentario que acompaña a un
proceso de programación mental (de carácter ideológico, religioso o cultural),
es servir como escudo protector intelectual, ante la amenaza que representan
los mecanismos de programación adversarios, a la vez que también sirve como
arma de agresión intelectual hacia ellos.
Y ese argumentario no se genera a nivel individual, sino a
nivel social.
Pongamos un ejemplo para verlo más claro:
Supongamos a un europeo cristiano y de raza blanca (lo
llamaremos el “Europeo”), que siente un profundo e incontenible sentimiento de
rechazo cuando ve a una mujer musulmana vestida con un Niqab que le cubre todo
el cuerpo, paseando por las calles de su ciudad.
¿Por qué el “Europeo” siente ese sentimiento tan fuerte de
repulsión?
Bien, pues porque sus sistemas de programación mental de
carácter nacional, cultural y religioso, reaccionan al ver el reflejo físico de
una programación mental ajena; el programa mental instalado en la mente del
“Europeo”, considera esa programación mental ajena como “una amenaza invasiva”
y automáticamente, consigue generar en su mente un sentimiento de rechazo hacia
esa mujer, su vestimenta y todo aquello que cree que representa; es decir, los
mecanismos de programación instalados en la psique del “Europeo” y con los que
se IDENTIFICA, lo utilizan como instrumento FÍSICO para defenderse ante lo que
consideran un mecanismo mental peligroso para su pervivencia (el mecanismo de programación
mental de carácter étnico-religioso instalado en la mente de la mujer
musulmana).
Ahora supongamos que ese “Europeo”, llevado por la rabia,
expresa su sentimiento de rechazo de forma explícita hacia esa mujer musulmana,
insultándola en público.
El “Europeo”, instrumentalizado por su programación mental,
estará expresando el sentimiento de rechazo que dicha programación le
induce…pero ¿qué sucederá si otro transeúnte, que se presenta como “defensor de
la multiculturalidad” (al que llamaremos el “Tolerante”), decide defender a la
mujer musulmana y le espeta: “Usted es un racista, un xenófobo y un
anti-demócrata que no respeta la libre expresión cultural de los individuos”
Pues simplemente, lo que tendremos es que el “Europeo” que
se ha dejado llevar por la rabia, estará en una clara inferioridad de
condiciones a la hora de JUSTIFICAR INTELECTUALMENTE sus acciones ante el
“Tolerante” que le ha reprendido por su actitud.
¿Y por qué?
Pues porque a diferencia del “Europeo”, que solo se ha
dejado llevar por una emoción inducida, el “Tolerante”, dispone de un
ARGUMENTARIO.
Su argumentario (en este caso en su faceta atacante),
consiste en vincular el mecanismo de programación mental de ese “Europeo” con
valores comúnmente aceptados a nivel social como “negativos”, como son el
racismo, la intolerancia, la xenofobia, etc…
Es decir, los argumentarios son conjuntos de mecanismos y
conceptos con lógica interna de carácter intelectual, que permiten defender las
propias programaciones y atacar las opuestas.
La única forma de defenderse que tendrá el “Europeo”, será
disponer de su propio argumentario con el que justificar sus acciones; en este
caso, en una faceta defensiva: para ello podrá esgrimir subterfugios como “la
libertad y los derechos de la mujer en la Europa Occidental que tantos
sacrificios nos han costado”, o usar argumentos tan básicos como “Esto es
Europa y Europa es cristiana”, “su vestimenta es un símbolo del islamismo
radical”, o quizás subterfugios lógicos más pedestres como “si una mujer fuera
a vivir a un país islámico debería vestir según sus costumbres y su cultura y
ella debe hacer lo mismo cuando está en Europa”.
Esta es la auténtica función del ARGUMENTARIO: es ARMAMENTO
INTELECTUAL para tratar de debilitar las programaciones mentales opuestas y
defender las propias.
Cabe destacar que los argumentarios siempre tienen 2
características fundamentales que no debemos ignorar:
1- Los argumentarios son coherentes con la lógica interna de
la programación que defienden.
(por ejemplo, es difícil que usted vea a alguien de “extrema
izquierda” utilizando conceptos como “patria”, “bandera”, “dios”, “familia”,
etc.. en la construcción de su argumentario, porque serían incoherentes con la
programación mental que representa. Tendrá que buscar conceptos coherentes con
su programa ideológico, como “clases populares”, “multiculturalidad”,
“feminismo”, “proletariado”, etc…)
2- Los argumentarios se construyen alrededor de los
conceptos disponibles más efectivos para cumplir con su función, con
independencia absoluta de la verdad y la honestidad.
(por ejemplo, todo el mundo alude al concepto de libertad,
pero ninguna ideología la defiende realmente, sino que solo la esgrime porque
es un arma muy efectiva argumentalmente, para defender el correspondiente programa
mental ante el argumentario opuesto).
Este segundo punto es el que quizás le cueste más de aceptar
a la mayoría de personas.
Y es que no nos limitamos a afirmar que todas las
discusiones ideológicas están bañadas en la más absoluta hipocresía. Si solo
existiera la hipocresía que conocemos todos, la que podríamos llamar
“Hipocresía Explícita”, todo sería mucho más fácil.
No, lo que decimos es aún peor: estamos hablando de un nivel
de hipocresía inconsciente, en el que la programación mental induce a la mente
del huésped a generar cualquier tipo de discurso lógico que le resulte útil; se
trata de una hipocresía de segundo nivel de la que los propios individuos
difícilmente toman conciencia.
Y todo esto que estamos diciendo, lo hemos visto expuesto en
el dichoso asunto del burkini y en todas las discusiones que lo han rodeado.
Todo el debate sobre este asunto, ha consistido únicamente
en una confrontación de argumentarios vacíos, que sólo tienen lógica interna
dentro de la ficción paralela del Sistema; aquello que antes comparábamos con
un “sueño”.
Sí, lo estamos diciendo claro: todos estos argumentarios,
con los que la gente se pone tan seria, tan trascendente y se llena tanto la
boca, en realidad NO TIENEN NINGÚN SENTIDO.
Vayamos a un ejemplo concreto.
¿Cuál ha sido uno de los argumentos que más han esgrimido
los contrarios a la prohibición del burkini en las playas francesas, es decir,
aquellos que defienden el uso del burkini?
La libertad. Y más concretamente, “la libertad individual de
la mujer de escoger cómo quiere vestirse”.
Todo ello acompañado de un cierto tono solemne y de ese
indescriptible “brillo vacío” en los ojos, tan característico de las personas
imbuidas por el Sistema, que tanto nos asemeja a sonámbulos (ya ven que me
incluyo, todos estamos metidos en esto).
Porque lo cierto es que defender el burkini como una
“expresión de libertad”, solo tiene sentido cuando se está profundamente
sumergido en el “sueño del Sistema”, con sus absurdas “lógicas” oníricas
internas.
Y si no, vamos a analizar el proceso mediante el cual, las
mujeres musulmanas han llegado hasta el uso del burkini.
Al fin y al cabo, han seguido las fases que antes hemos
destacado: Instalación, Identificación, Transmisión y construcción de
Argumentario.
INSTALACIÓN
Recordemos el principio mediante el cual las mujeres
musulmanas deben cubrirse el pelo o la piel: todo procede de un mecanismo
mental represivo, que culpabiliza la exhibición del cuerpo femenino,
convirtiéndolo en motivo de provocación sexual hacia los hombres y por lo
tanto, en motivo casi “de pecado”. Las mujeres deben cubrirse pelo y piel ante
aquellos hombres que no son de su familia más cercana, porque en el fondo, son
consideradas “una propiedad de sus maridos”, los únicos con el derecho
adquirido de poder ver esas partes de su cuerpo.
Por lo tanto, cubrirse el pelo y la piel, parte, simple y
llanamente, de un mecanismo de represión sexual y social sobre las mujeres, que
viene especialmente incorporado en la programación mental musulmana en
múltiples formas, desde hace siglos.
Así pues, desde sus inicios, cubrirse la cabeza no tiene
nada que ver con “la libertad”, sino con todo lo contrario.
IDENTIFICACIÓN
Una vez se instaló esa programación mental mediante la cual
las mujeres debían ir cubiertas y “mostrarse modestas”, esas mujeres de
tradición musulmana fueron desarrollando un proceso de identificación con dicho
mecanismo represivo.
Una vez el proceso de identificación se consolidó en la
mente de las propias mujeres durante varias generaciones, esa obligación
procedente de una programación mental, empezó a ser considerada por las propias
mujeres como un elemento cultural con el que se identificaban y con el que
establecían vínculos emocionales, en lugar de seguir viéndolo como lo que era
en realidad: un mecanismo de represión; con ello, las propias mujeres
musulmanas, se convirtieron en manifestaciones físicas de las restricciones
mentales que les habían inoculado, aunque en su mente programada y moldeada por
el proceso de identificación, ahora la restricción llevaba el nombre de
“costumbre”, “tradición” o “identidad cultural”.
TRANSMISIÓN
Con el paso de las generaciones, las propias mujeres
musulmanas se han convertido en el principal vehículo transmisor de ese
mecanismo mental represivo hacia sus descendientes; y con ello, como decíamos
antes, han pasado a verse a sí mismas como eslabones de la cadena de
transmisión de lo que interpretan como una tradición y una identidad cultural,
asentando con ello su proceso de identificación mediante el subproceso de la
Identificación Trascendente, que anteriormente hemos indicado.
Es decir, se cubren la cabeza porque haciéndolo generan en
su mente la ilusión de que forman parte de algo más grande que ellas mismas,
algo que trasciende sus propias vidas, cuando en realidad, lo único que hacen
es actuar como “foco de infección”, propagando un mecanismo de programación
mental represivo.
Y llegados aquí, es cuando se ha producido el “choque
cultural” entre ciertas personas de “programación europea” y esas mujeres,
“defensoras de sus costumbres” (programaciones mentales), que rápidamente han
echado mano del Argumentario necesario para defender su programación mental.
ARGUMENTARIO
¿Y qué han esgrimido esas mujeres programadas con sus
creencias musulmanas, cuando se han visto atacadas por personas programadas con
mecanismos mentales diferentes?
Pues lo que decíamos antes: han echado mano del argumentario
más adecuado para defender la pervivencia de su mecanismo de programación ante
el ataque de los mecanismos de programación ajenos.
¿Y cuál es el paquete conceptual más adecuado para defender
tu programación mental cuando estás en una democracia occidental? Pues utilizar
los conceptos propios de la democracia a tu favor.
Así ha sido como han esgrimido su derecho a “vestir como
quieran”, “su libertad de expresión”, “la libertad de las mujeres”, “la defensa
de la multiculturalidad y la tolerancia”, etc…y de la misma forma, han
utilizado un argumentario similar para atacar a los “programados oponentes”,
acusándolos de “xenofobia”, “represión”, “intolerancia”, “racismo”,
“imposición”, etc…
De hecho, han llegado a utilizar argumentos tan falaces como
“forma parte de nuestra libertad individual vestir como queramos”…¡Es increíble
la facilidad con la que todas las personas programadas mentalmente, sean del
bando que sean, echan mano del recurso de la “libertad individual” para
defender la programación mental que precisamente la atenaza!
Pero ahora vayamos al otro bando y observemos qué
argumentario han utilizado los que quieren prohibir el burkini…¿Adivinan qué
subterfugio han utilizado?
(redoble de tambores)
¡La Libertad!
Hemos visto a montones de políticos franceses, con expresión
severa, aduciendo: “el burkini representa la represión sobre la libertad de la
mujer, es un símbolo del radicalismo islámico que tanto daño le ha hecho a
Francia, no representa los valores de libertad e igualdad de la República
Francesa, bla, bla bla…”
Como vemos, la (presunta) libertad es el comodín de los
argumentarios de nuestro tiempo…
Aunque ciertamente, debemos indicar que el concepto de
Libertad solo lo han esgrimido las personas con una programación mental “más
refinada”, es decir, personas que necesitan de varias capas de programación
mental para acabar siendo esclavizadas.
Porque existen personas tan débiles psíquicamente, que
pueden ser programadas mentalmente de forma básica, por no decir directamente
“primitiva” y “rudimentaria”; esas personas apenas necesitan de
argumentario…son los que directamente afirman: “Esto es Europa, somos
cristianos y blancos y vosotros sois unos sucios moros invasores”.
Este tipo de seres humanos son “maravillosos”: Obedecen a su
programación mental de forma fanática sin tan solo necesidad de subterfugios
intelectuales. ¡Qué simplicidad!
Y en “el otro bando” también los tenemos…son aquellos que
dicen “sois todos unos infieles y debéis morir”.
De hecho, ambos grupos forman parte de ese tipo de personas
que cada día se esfuerzan en recordarnos que provenimos de las amebas…
Pero volvamos de nuevo al absurdo debate sobre el uso del
burkini.
Hagamos un poco de repaso.
Más o menos, ya conocemos los diferentes argumentarios
usados en esta discusión y todo el mundo probablemente se ha formado una
opinión al respecto.
Ahora observemos el debate sin sumergirnos en las lógicas
distorsionadoras del Sistema, “desde fuera del Sistema”; analicemos la
discusión teniendo plena conciencia de la existencia de todos esos mecanismos
de programación y de su efecto sobre cada bando…
¿Qué vemos entonces?
Por ejemplo, vemos que todos aquellos europeos que “atacan”
a las mujeres vestidas con burkini, lo único que hacen es defender ciegamente
la pervivencia de las programaciones mentales con las que han sido educados
(programados) e identificados desde pequeños, en forma de cultura, tradición,
costumbres y religión.
Sus programaciones mentales, al sentirse amenazadas ante la
presencia de mecanismos mentales ajenos que pueden “robarles su cuota de
mercado”, arrojan a sus esclavos psíquicos, cual perros rabiosos, a atacar a
los portadores de mecanismos peligrosos para su pervivencia.
Esta es la triste realidad de aquellas personas que tan
ofendidas se sienten ante la presencia de “musulmanes invasores”.
¿Pero saben lo mejor?
Resulta que esas personas “europeas y cristianas” creen que
“defienden su territorio” ante algo que consideran una “invasión”…cuando en
realidad, lo que defienden es el territorio conquistado por la programación
mental que llevan instalada en sus cabezas.
¡Es la programación mental la que los usa a ellos para
defender “su territorio”, ante la amenaza de una programación mental ajena y no
al revés!
Pero están tan cegados por sus mecanismos de identificación,
que son incapaces de verlo…
Pero esos “europeos” no son los únicos locos en este
manicomio.
Si seguimos observándolo todo desde fuera del Sistema,
también seremos capaces de ver, de forma diáfana, lo absurda que es la posición
de las personas del bando contrario, aquellos que defienden con tanta
vehemencia el uso del burkini.
En el caso de las mujeres que lo visten, como ya hemos
indicado antes, vemos a personas profundamente esclavizadas por una
programación mental rígida, que no solo se auto engañan a sí mismas calificando
de “tradición” algo que no es más que un mecanismo de represión mental de carácter
hereditario, sino que además tratan de utilizar cualquier subterfugio
disponible, por más contradictorio que sea, para defender dicha programación
mental a capa y espada.
Uno de los ejemplos más claros y paradigmáticos de ello, lo
tenemos en la mismísma inventora del burkini, Aheda Zanetti, capaz de utilizar
un paquete de argumentos que solo pueden sostenerse dentro de una “(i)lógica
onírica”.
En el colmo de los retruécanos y del absurdo más total y
absoluto, la señora es capaz de decir, literalmente, que el burkini “es
libertad” porque permite a las mujeres musulmanas “realizar deportes o bañarse
en la playa”, respetando a la vez sus creencias, es decir, respetando las
restricciones con las que han sido programadas mentalmente.
O sea, que estamos ante una invención (el burkini), cuyo
objetivo principal es mantener intactas y sin discusión todas las restricciones
que coartan la libertad de un grupo de individuos (en este caso, mujeres)…¡y la
llamamos “símbolo de libertad”!
Es como si alguien hubiera sido programado mentalmente para
llevar grilletes y una bola de hierro encadenada al pie durante toda su vida y
un buen día apareciera alguien y le dijera: “para que puedas seguir llevando
tus grilletes y la bola atada al pie ‘con toda libertad’ cuando vayas a la
playa, vamos a hacer que todas tus cadenas, en lugar de hierro, sean de
plástico, para que no te hundas”.
¡Maravilloso!
¡Es “libertad” en estado puro!
Es una contradicción tan flagrante que solo puede adquirir
sentido cuando se está sumergido en las lógicas propias de un sueño.
Un sueño ( por no decir una pesadilla ) en el que las
personas están encadenadas desde que nacen hasta que fallecen y en el que los
individuos son capaces de matarse los unos a los otros para defender sus
grilletes, al grito de “¡¡Nadie me arrebatará la ‘libertad’ de llevar mis
cadenas hasta la muerte!!”
Es así de demencial. Esta es la realidad del mundo en el que
vivimos.
Sabemos que todo lo que hemos dicho hasta ahora es difícil
de asimilar…¡porque es demasiado fácil de entender!
No hacen falta sesudos tratados de filosofía, repletos de
farragosas referencias en griego o latín, para percatarse de que vivimos en una
realidad paralela que solo existe dentro de nuestras cabezas y del profundo
efecto que tiene sobre nosotros.
Lo tenemos tan delante de nuestras narices que cuando nos
enfrentamos a ello, tendemos a pensar: “no, no puede ser…es demasiado evidente,
algo no cuadra…no puede ser tan fácil”
Y preferimos buscar cualquier entretenimiento que nos
distraiga y nos aleje de la evidencia: unos lo hacen a través de las
distracciones más mundanas; otros a través de todo tipo de “fantasías
alternativas” que deciden ver como “revelaciones liberadoras” que los
convierten en “despiertos”; y otros perdiéndose en los más complejos laberintos
conceptuales, creados por el Sistema, para alejarnos de lo que es más que
obvio.
Si tuviéramos que elegir una imagen gráfica para describir
lo que le sucede a la humanidad, podríamos pensar en una película de terror, en
la que todo el mundo se ha visto afectado por un virus que le ha vuelto loco y
le hace creer que vive en una realidad alternativa, como si el velo de un sueño
continuo, les cubriera los ojos.
Es como si todos estuviéramos “poseídos”.
Si quieren saber lo que es una auténtica “posesión
infernal”, no es necesario que se pongan “El Exorcista”…salgan a la calle y
observen; acudan a un mitin político, a un campo de fútbol o entren en un
templo religioso…fíjense en la expresión de las personas, en como se retuercen
sus caras en muecas de odio, fanatismo o emoción, dominados por completo por
ideas que solo existen dentro de sus cabezas…
O escúchense a sí mismos, cuando defienden vehementemente
una ideología o una creencia en un debate o en una discusión…¿están seguros de
que son ustedes quienes hablan con tanta pasión…o hay “algo” en su interior que
está usando su voz para defenderse?
¿No quieren creerlo?
¿No quieren aceptar que están ustedes “poseídos”?
No hay problema: hagan uso del instrumento más terrorífico
jamás creado por el hombre…
Mírense fijamente al espejo…
Háganlo cuando se sientan ofendidos por que alguien ha
atacado alguna de sus más profundas creencias…y verán claramente que hay
“algo”, agazapado en su interior, que está usando sus propios ojos para
mirarles con expresión de rabia…
COMENTARIO ADICIONAL
Ya sabemos que a estas alturas, habrá lectores inquietos,
removiéndose en sus sillas, buscando subterfugios para justificar sus
respectivas programaciones mentales. Quizás estén negando con la cabeza, con
una mueca de desprecio en la cara y un extraño estado de desazón, que
probablemente no saben interpretar…
No les culpamos.
Sus programaciones mentales, cual serpientes amenazadas por
el fuego, les azuzan: “¡’Te están’ atacando! ¡Defiéndete!”, aunque en realidad
quieren decir “¡Defiéndeme, esclavo! ¡Quieren destruirme!”
Y ellos, desesperados, buscarán justificaciones para no
enfrentarse al hecho de que todo aquello que consideran sagrado: “sus
tradiciones”, su “cultura”, sus “costumbres” o “sus creencias”, en realidad no
son más que programación mental esclavizante.
Ya podemos imaginar los argumentos que algunos de ustedes
estarán construyendo, para “desmontar” lo que decimos en este artículo…
Nos dirán:
“el concepto de libertad individual que defiende intrínsecamente
este artículo es una falacia, algo que no puede existir. La propia naturaleza
del ser humano lo lleva a convivir en sociedad y la propia vida en sociedad
conlleva la creación de esos conceptos que el artículo, erróneamente, califica
como ‘programación mental’ (costumbres, tradiciones, creencias, ideologías,
etc…) y que garantizan la cohesión de los grupos. Somos seres sociales y es
absurdo tratar estas ‘programaciones mentales’ como si fueran algo malo, porque
sin ellas no podríamos convivir los unos con los otros, bla, bla, bla…”
Pero amigos, este artículo no discute la utilidad de todos
estos elementos de cohesión social.
Además, muchas veces vienen acompañados de bonitos
sombreros, ropajes coloristas, preciosos cuentos simbólicos y mitos sagrados que
celebramos con ritos de obligatoria repetición periódica…¡quién puede discutir
algo tan crucial para nuestra existencia!
Lo que ponemos en tela de juicio es la relación de absoluto
sometimiento que los individuos establecemos con estos mecanismos mentales.
La renuncia que hacemos todos a nuestra libertad individual
básica, considerándonos inferiores a lo que no son más que meros “programas de
software psíquico”.
Una libertad individual que es vilmente asesinada cada vez
que se produce un proceso de identificación.
Lo que queda después, ya no es libertad, solo es puro
sometimiento psíquico a la programación, aunque adquiera otro nombre y se le
llame “tradición”, “costumbre”, “ley” o “creencia”.
¿Y cual es el resultado de esta terrible renuncia?
Observen a su alrededor y verán en qué se ha convertido la
humanidad, construida en base a la obediencia ciega a los propios mecanismos
mentales que vamos creando los humanos.
¿De verdad creen que el ser humano, con su inigualable
capacidad para crear “conceptos de la nada”, no podría haber construido un
mundo mucho mejor que este?
¿Qué mundo tendríamos si los individuos, en lugar de
convertirse en representaciones físicas de sus programaciones mentales mediante
los procesos de identificación, mantuvieran siempre la soberanía plena sobre
sus mentes?
¿Creen que eso es imposible?
¿Por qué?
¿Acaso es imposible que una persona sea capaz de aprender y
abrazar los mejores valores o ideas del cristianismo, el budismo o el islam,
sin identificarse como “cristiano”, “budista” o “musulmán” y caer en sus
respectivas redes de adoctrinamiento y programación mental y social?
¿Acaso es imposible que alguien sea capaz de hablar y pensar
en francés, alemán o italiano y amar sus respectivas expresiones culturales,
sin identificarse como un “patriota” francés, alemán o italiano, capaz de matar
o morir por la dichosa bandera?
¿Qué sucedería si ningún individuo se identificara jamás con
ningún mecanismo de programación?
Si nadie “se sintiera” cristiano, musulmán, budista, francés,
alemán, mexicano, comunista, fascista, socialista, republicano, monárquico…
¿Existirían los nacionalismos? ¿Existirían los fanatismos
religiosos e ideológicos? ¿Existirían absurdos rituales de obligatorio
cumplimiento? ¿Soldados patriotas dispuestos a matar y morir por su bandera?
¿Borregos fanatizados por el fútbol? ¿Tribus urbanas? ¿Grupos mafiosos?
¿Estúpidos seguidores de modas? ¿Partidos políticos?
¿Cómo sería el mundo si los individuos hicieran las cosas
porque deciden hacerlas por sí mismos, a cada momento, y no porque alguien les
ha inculcado que eso “toca hacerlo porque siempre se ha hecho así”, “porque es
lo correcto según tal o cual doctrina” o “porque lo hacen todos los
demás?"
¿De verdad alguien cree que no podríamos vivir en sociedad,
de forma armónica sin todas esas estupideces metidas en nuestras cabezas,
dominando todos y cada uno de nuestros actos?
¿Alguien cree que nos mataríamos los unos a los otros por
las calles si nuestra realidad la dominaran nuestras conciencias individuales y
no las creencias que nos han inoculado?
¿Acaso hay alguna creencia o ideología que nos inculque un
amor, una comprensión o una empatía que no podamos generar por nosotros mismos,
gracias a nuestra propia conciencia y naturaleza humana?
¿Alguien cree que si dejáramos de seguir ciegamente
tradiciones absurdas y costumbres repetitivas sin sentido, se perderían los
conocimientos y la sabiduría acumulada por generaciones anteriores?
¿O quizás habría más sabiduría porque habría mas gente
pensando por sí misma y explorando nuevos caminos y métodos cada día?
¿No es lógico pensar que incluso habría más intercambio de
conocimientos porque no habría tantas fronteras y barreras ficticias entre los
individuos?
Y sobretodo, ¿cómo lo harían todas esas personas ávidas de
poder para controlar a las masas si no dispusieran de esos paquetes de
creencias, ideologías e identidades patrióticas con las que manipularlas?
¿Cómo generarían odios y resentimientos artificiales?
¿Cómo crearían enemigos a los que combatir bajo su “sagrado
liderato”?
Se quedarían sin sus principales instrumentos de dominación
y manipulación.
¿Empiezan a ver cuál es la auténtica raíz de todos nuestros
males?
Pero tal y como nos preguntábamos al principio: ¿Estamos
dispuestos a dejar de ver la realidad tal y como nos han dicho que es, para
empezar a verla tal y como es realmente?
¿Cuántas personas están dispuestas a dar ese paso decisivo?
Sabemos que hacerlo no es fácil.
De hecho, es peligroso…porque cuando das el paso, ya no
tienes vuelta atrás…
GAZZETTA DEL APOCALIPSIS
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