NO
ME LLAMEN CIUDADANO
No
me llamen ciudadano porque viva en una ciudad. También podría vivir
en el campo, en una pequeña aldea o en la cima de una montaña. ¿Es
que acaso el lugar donde vivo resta o acrecienta mis derechos?
No
me llamen ciudadano para otorgarme unos derechos y deberes tanto
civiles como políticos, que en realidad lo que hacen es someterme a
unas leyes para decirme, o mejor dijera imponerme, lo que puedo o no
puedo hacer. Mis Derechos y Deberes fundamentales los tengo por
nacimiento, y se me confiere por derecho natural de Vida.
No
me llamen ciudadano para menospreciar a quien ha venido de otro país,
o que ha sido desposeído y se ha quedado sin nada, durmiendo en la
calle porque alguien le arrebató su casa. ¿Dónde estaban sus
derechos?
No
me llamen ciudadano si con ello lo que pretenden es asignarme una
identidad como unidad de producción, una documentación como titular
de derechos y obligaciones legales, un número de identificación
como activo y pertenencia de alguien, aunque le llamen Estado. No me
encasillen en un marco local, regional o nacional como una fría
estadística. Soy algo más que un número y un nombre.
No
me llamen ciudadano si es para apuntarme a un censo, decirme cuándo
y por quién puedo votar, y luego si te he visto no me acuerdo. No me
engañen, no me manipulen, no digan que me representan en cada
decisión cuando solo permiten manifestarme una vez cada cuatro años.
No
llamen ciudadanos a los pueblos para someterlos y hacerlos manejables
para quienes los gobiernan bajo el concepto de legalidad, pues algo
que es legal no significa que sea justo.
¿No
comprenden que cuando me llaman ciudadano me limitan, me reducen, me
encadenan... me hacen titular de unos derechos concedidos y unas
obligaciones impuestas para someterme al imperio de unas leyes que no
aprobé, sino que me impusieron? ¿A quiénes beneficia realmente
esas leyes?
Soy
un SER HUMANO, así, en mayúsculas. Y no importa mi raza, mi credo,
mi sexo o mi edad. No importa si soy rico o pobre, si nací aquí o
allá, si mi piel es más clara u oscura, si nací hombre o mujer.
Nadie debe otorgarse el derecho de decirme cuáles son los míos y
cuáles no, de restringirlos o limitarlos, pues éstos son naturales
e inherentes a la condición Humana y por tanto sagrados e
inviolables.
Podrán
estos derechos vestirlos de legalidad o ilegalidad, podrán
recortarlos y ocultarlos, podrán reprenderlos y negarlos, pero eso
no los hace más reales ni por ello desaparecerán. Pues el
pensamiento, el sentimiento, el Amor, la Libertad y la Verdad no se
pueden enjaular, porque habitan en la Consciencia del Ser Humano, en
su mente, en su alma y su corazón, en su Espíritu inquebrantable y
eterno... Y no se llama ciudadano, sino Humanidad.
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