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11.5.17

Nadie debe otorgarse el derecho de decirme cuáles son los míos y cuáles no

NO ME LLAMEN CIUDADANO                                                           
  

No me llamen ciudadano porque viva en una ciudad. También podría vivir en el campo, en una pequeña aldea o en la cima de una montaña. ¿Es que acaso el lugar donde vivo resta o acrecienta mis derechos?

No me llamen ciudadano para otorgarme unos derechos y deberes tanto civiles como políticos, que en realidad lo que hacen es someterme a unas leyes para decirme, o mejor dijera imponerme, lo que puedo o no puedo hacer. Mis Derechos y Deberes fundamentales los tengo por nacimiento, y se me confiere por derecho natural de Vida.

No me llamen ciudadano para menospreciar a quien ha venido de otro país, o que ha sido desposeído y se ha quedado sin nada, durmiendo en la calle porque alguien le arrebató su casa. ¿Dónde estaban sus derechos?

No me llamen ciudadano si con ello lo que pretenden es asignarme una identidad como unidad de producción, una documentación como titular de derechos y obligaciones legales, un número de identificación como activo y pertenencia de alguien, aunque le llamen Estado. No me encasillen en un marco local, regional o nacional como una fría estadística. Soy algo más que un número y un nombre.

No me llamen ciudadano si es para apuntarme a un censo, decirme cuándo y por quién puedo votar, y luego si te he visto no me acuerdo. No me engañen, no me manipulen, no digan que me representan en cada decisión cuando solo permiten manifestarme una vez cada cuatro años.


No llamen ciudadanos a los pueblos para someterlos y hacerlos manejables para quienes los gobiernan bajo el concepto de legalidad, pues algo que es legal no significa que sea justo.

¿No comprenden que cuando me llaman ciudadano me limitan, me reducen, me encadenan... me hacen titular de unos derechos concedidos y unas obligaciones impuestas para someterme al imperio de unas leyes que no aprobé, sino que me impusieron? ¿A quiénes beneficia realmente esas leyes?

Soy un SER HUMANO, así, en mayúsculas. Y no importa mi raza, mi credo, mi sexo o mi edad. No importa si soy rico o pobre, si nací aquí o allá, si mi piel es más clara u oscura, si nací hombre o mujer. Nadie debe otorgarse el derecho de decirme cuáles son los míos y cuáles no, de restringirlos o limitarlos, pues éstos son naturales e inherentes a la condición Humana y por tanto sagrados e inviolables.

Podrán estos derechos vestirlos de legalidad o ilegalidad, podrán recortarlos y ocultarlos, podrán reprenderlos y negarlos, pero eso no los hace más reales ni por ello desaparecerán. Pues el pensamiento, el sentimiento, el Amor, la Libertad y la Verdad no se pueden enjaular, porque habitan en la Consciencia del Ser Humano, en su mente, en su alma y su corazón, en su Espíritu inquebrantable y eterno... Y no se llama ciudadano, sino Humanidad.


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