MANUAL
PARA QUE NO TE ENGAÑEN LOS POLÍTICOS
Cada año, votas con la
esperanza de que algo vaya a cambiar para bien, y cada año, te das
cuenta de que aquellos en los que confiaste, te engañaron. ¿Cómo
puede ser que cayeses una vez más en esa trampa? ¡Si parecía que
de todas las opciones posibles ésa era la menos mala!
En estas pocas páginas vas
a aprender a leer por detrás de lo que dicen y hacen los políticos
para que nunca más te vuelvan a engañar, pero antes de nada, tienes
que hacerte la promesa de no volver a auto engañarte jamás, porque
si no, no hay nada que hacer.
Si permites que tu alma
admita la mentira que tu mente produce, volverás a caer en depresión
al comprobar que, lejos de lo que tú imaginaste, las cosas fueron a
peor con el partido que votaste, y que incluso sentiste vergüenza de
haber votado a aquel que luego te ha perjudicado tan seriamente.
Si no te haces la promesa a
ti mismo de no volver a creer en lo que sabes que es mentira, no
merece la pena que pierdas un minuto en leer este texto: no es para
ti.
Historia del gobierno en
la sociedad de masas
La democracia moderna y el
supuesto régimen de libertades nace en la Revolución Francesa, y
coincide con la propagación de los medios de comunicación de masas.
El primero, el periódico, que se extiende a principios del siglo
XIX, y después, la radio y la televisión, a principios y mediados
del siglo XX, respectivamente.
El llamado “régimen
democrático” se basa en los votos de los ciudadanos por algún
“partido político” (diferenciados desde entonces entre
“izquierda” y “derecha”) y esa elección se fundamenta, a su
vez, por su respectiva visión sobre la realidad y las hipotéticas
soluciones que les proporcionan los medios de comunicación asociados
a una u otra corriente, que no trabajan por la Verdad (que unifica)
sino por las visiones ideológicas (que separan).
Cada uno de los
medios de comunicación tiene una ideología y coloca esa ideología
por encima de la Verdad; por lo tanto, en democracia se protege la
libertad de expresión, siempre y cuando no se haga uso de ella para
decir la “Verdad de verdad”, la que unifica. Si algún
librepensador trata de decir esa Verdad unificadora será silenciado
y se le impedirá aparecer en los medios de comunicación de masas
porque cambiaría el orden psicopático de las cosas.
Tu percepción de la
realidad a través de los medios de comunicación que lees o ves
condiciona el sentido de tu voto. Si sigues una televisión o radio
de izquierdas, votarás por la izquierda, y si ves o sigues una radio
de derechas, votarás por la derecha. Correcto, ¿verdad?
El problema reside en cuando te das cuenta de que ambos, los medios de comunicación de derechas y los de izquierdas, son propiedad de los mismos banqueros que a su vez perdonan las deudas a los partidos políticos y, por tanto, jamás harán una política que les perjudique o vaya a la raíz del problema: el dinero deuda.
Teniendo esto presente
comprenderás que ninguna persona o líder que pueda perjudicar a
esos banqueros tendrá derecho a aparecer en esos medios de
comunicación: ¡no van a ser tan gilipollas de fastidiar su propio
invento, verdad?
La razón es muy sencilla:
si apareciera alguien que explicara el problema real y la manera de
solucionarlo, los banqueros perderían su poder, y si algo no son
esos banqueros que gobiernan
nuestras vidas es… tontos.
Hasta la llegada de
Internet, las personas insatisfechas con el sistema político se
reunían en ambientes alternativos alrededor de la música rock y
posteriormente cuestiones sociales,
sexuales e identitarias creyendo que de esa manera estaban haciendo daño al sistema…
hasta que nos dimos cuenta de que también ese ambiente underground
estaba controlado por los sionistas y se silenciaba (y asesinaba) a
los artistas incontrolables e imprevisibles. ¿Solución? Esos
artistas o personalidades que no se pliegan a la corrección política
(la verdadera dictadura) tienen prohibido aparecer en los grandes
medios de comunicación.
Hoy sabemos que la
Fundación Soros financia todos los grupos de ultraizquierda, a
través de becas, ONGs y “programas de desarrollo”, enmascarados
bajo el apelativo de “políticas sociales”, con el fin de
fracturar la sociedad en decenas de “causas supuestamente justas”
pero que lo que consiguen es distraer la atención de lo
verdaderamente importante y que nos enfrentemos entre nosotros:
mujeres contra hombres, musulmanes contra cristianos, vegetarianos
contra carnívoros, negros contra blancos, etc.
Comoquiera que el ser
humano busca naturalmente la Libertad y la Justicia, los banqueros e
ingenieros sociales que nos gobiernan siempre tienen un ojo puesto en
lo que los amantes de la libertad hacemos para desactivar esos
movimientos aún incluso antes de que se conviertan en un problema
para el status quo; para su dictadura encubierta.
Por eso, lo primero que
hacen los malos es infiltrarse en todo movimiento social
potencialmente peligroso para descafeinarlo y desactivarlo. Lo vimos
en España con el 15-M pero sucedió previamente con el movimiento
hippie o el anarquismo: cada vez que el ser humano crea una visión
libertadora, individuos rastreros pero dotados de eficaces artimañas
se infiltran para desactivarlo desde dentro. ¿Cómo detectar a un
infiltrado?
El infiltrado imita los
objetivos del grupo que desea desactivar, su manera de hablar y hasta
su forma de vestir, pero siempre tenderá a imponer un lenguaje
políticamente correcto y a generar culpa en los demás por decir la
verdad, la verdad que le deja en evidencia como un fraude. De esa
manera acabará imponiendo su lenguaje: como vimos en el 15-M con el
“todos y todas”, el lenguaje “inclusivo” y demás inventos de
la Escuela marxista de Sociología de Frankfurt, patria chica de la
Familia Rothschild. El infiltrado tratará de halagarte, haciéndote
creer que todas las opiniones valen igual y que, por tanto, el que
más sabe es una mala persona porque te hace sentir inferior. El
manipulador emitirá mensajes cortos con los que sabe que conecta con
la masa aborregada para ganarse sus aplausos y así aislar al que
diga la verdad políticamente incorrecta. De esa manera, logrará
expulsar a las personas del movimiento que podrían detectarlo,
desactivarlo y elevarlo al cuestionamiento real de los problemas y
con ello, a las soluciones. Los que saben, se van, aburridos y son
los demagogos los que toman el control.
El infiltrado es
fundamental para que “todo cambie y sin embargo siga igual”. Es
el que mantiene el debate en un nivel superficial. El mejor ejemplo
de esto son los españoles Pablo Iglesias y Ada Colau o la chilena
Camila Vallejo; estrellas mediáticas que aparecen de la nada, de
discurso superficial y que sólo aparentemente cuestionan la realidad
reinante; en realidad, humo.
El político, da igual del
signo que sea, siempre te va a decir lo que quieres oír, mientras
por detrás se reirá de ti y de tus expectativas. En realidad, los
políticos tienen un plan (un plan maléfico) y lo que desean es
transformar tus opiniones para acabar con tu Ser, mientras tú crees
que te están representando. Eso es a lo que se llama “ingeniería
social”. Mientras tú crees que has elegido alguien que te
representa, ellos dan pasos dialécticos para que acabes aceptando lo
que sabes que está mal: la manera en la que lo hará será
enfrentarte a los que defienden la otra opción, derecha o izquierda.
De esa manera, acabarás apoyando políticas que perjudican tu
dignidad humana haciéndote dependiente del Estado, leyes que
destruyen la convivencia simulando apoyar a una “minoría
discriminada” y que en realidad te enfrentan con tu vecino, tu
propia familia o destruyen tu propio país. Para eso sirve la
dualidad derecha/izquierda.
Esos planes tampoco son
suyos: en realidad corresponden a un plan mayor que, o bien ellos
desconocen, o con el que cooperan como “tontos útiles”, pensando
que un día engañarán al banquero que les prestó el dinero. Ese
plan son las pequeñas opciones que plantean los medios de
comunicación, de derechas o de izquierdas, y que en realidad, como
hemos visto, son planteados por los mismos poderes. Nada que no
aparezca en los medios de comunicación es real, por lo que no se
puede discutir sobre ello y por tanto, no existe.
Los políticos de
izquierdas creen (o se autoengañan) que de todos los escenarios
posibles ellos están escogiendo el menos malo porque en realidad se
informan por los mismas fuentes que sus supuestos enemigos… al
margen de que reciban subvenciones de su propio enemigo, la banca
sionista, vía George Soros. No se dan cuenta de que mientras crean
en la realidad generada por sus enemigos, seguirán siendo presos de
este sistema demencial.
El Mal imita al Bien.
El Mal por sí solo nunca
triunfaría porque, entre otras cosas, el odio no genera suficiente energía para
levantarse por la mañana: hace falta un buen deseo. Y el Mal, en sí mismo, no es
atractivo. Por eso se ha de disfrazar del Bien.
Es por ello que los
partidos políticos continuamente toman prestado de los periódicos o
de las tendencias sociales genuinas sus conceptos, las palabras que
usan y hasta las expresiones. Porque la clase política (es decir,
los individuos a los que se ha permitido llegar a tribunas de
opinión) no tiene ninguna idea propia, ni análisis ni inteligencia
más que para manipular a la población. Los políticos han sido
seleccionados de entre los individuos más rastreros y vampíricos de
la sociedad.
Fíjate que jamás un
político te sorprenderá con una idea nueva, original o ingeniosa y
siempre repetirá las consignas de su partido (procedentes del medio
de comunicación que lee); si tuviera alguna idea original y sobre
todo, profunda, no estaría allí. Sencillamente, no le
dejarían hablar. Sólo lo superficial está permitido, recuerda:
está prohibido siquiera plantearse la solución a la delincuencia,
la guerra o el paro. Sólo se habla de “parches” para los
problemas, no de soluciones.
Por eso, para diferenciar a
aquel que pudiera traer algo bueno, has de fijarte en su lenguaje
gestual y en el tono de su voz, para discriminar si hay algo de
verdad en ese personaje. Has de entrenarte para diferenciar el tono
impostado del natural, comparándolo con el de la calle: ¿harías
caso al que habla como ese político si te lo
encontraras por la calle?
¿Confiarías en el vendedor de una tienda si te hablara con el tono de voz del político
al que votas?
El desarrollo de la
democracia ha ido en paralelo al del marketing o, dicho de otra
forma, a la manera de manipular tu inconsciente, ya sea para comprar
un producto como para “vender un candidato”. De hecho, todas las
técnicas de venta desarrolladas por el capitalismo fueron copiadas
pocos años después en las campañas electorales, que son dirigidas
por expertos en marketing; es decir, discípulos de Freud y su
sobrino, Edward Bernays, inventor de las relaciones públicas.
Si en los años 60 del
siglo XX, imitando las terapias de grupo, se crearon los “grupos de
opinión” para adivinar los deseos inconscientes de los individuos,
esta técnica de márketing fue utilizada en los 80 y 90 por los
propagandistas de Tony Blair y Bill Clinton para alcanzar el poder a
base de decir a la gente lo que su inconsciente quería oír (unos
deseos de los que ni siquiera eran conscientes). La democracia se
convierte así en una continua batalla por conectar con el
inconsciente del individuo, en el que las encuestas de opinión
(popularizadas desde los años 50) sondean cómo piensa la gente; sus
tendencias. En base a esos sondeos, le dicen a la gente lo que está
esperando oír. A su vez, esas tendencias van aparejadas con lo que
cuentan los medios de comunicación, de manera que -hasta la
extensión de las redes sociales- el político ha de acompasarse a
las paranoias y las realidades que emiten los medios, pugnando por el
espacio que les deja. Ese es el origen del “postureo”, los actos
propagandísticos para aparecer en los medios de comunicación, una
creación del sobrino de Freud, como demuestra este vídeo
https://www.youtube.com/watch?v=DotBVZ26asI
En realidad, son los
codazos por aparecer en los medios y ganarse “buena prensa”; para
así llegar al inconsciente de las personas.
Las campañas
electorales
Una campaña electoral es
un acto emocional para convencer a las personas sin criterio propio,
y que se dejan llevar por una palabra, un acto o una promesa que les
conceda una ilusión MOMENTÁNEA para salir del estado de estrés y
ansiedad que es la vida moderna. Por definición, no hay nada
espontáneo ni sincero en estos actos, en los que todo está medido,
comenzando por los aplausos, los colores y las personas que están
detrás del líder para que aparezcan en la tele. Esos actos están
diseñados por psicólogos y sociólogos que analizan a los públicos
segmentados (los ciudadanos) de la misma manera que lo hace una
empresa con su marketing. Es por ello, que se asocia cada partido con
un color (¿te has fijado?, ¡están jugando al parchís con
nosotros!).
Conociendo su diversa
psicología, le cuentan a cada uno aquella promesa (mentira) que
quiere oír y de la cual no querrá saber una vez llegue al Poder. En
una campaña electoral se te presentan eslóganes a los que no puedes
decir que no (“Somos más”, “Por el cambio”, “Un futuro
mejor”, “Porque todos somos ‘tal cosa’”, “Somos un
pueblo”…) pero que están vacíos por completo de contenido
porque no explican en profundidad cómo resolver ningún problema.
No hay diferencia entre una
campaña electoral y la competencia entre los bancos por gestionar tu
hipoteca y tus ahorros. Los partidos políticos presentan sus
mensajes intentando captar una audiencia de manera casi idéntica a
como las marcas de teléfonos compiten por los compradores de sus
dispositivos.
La razón es la “razón
de Estado”, que siempre invocan cuando aparece una opinión que
cuestiona la corrupción generalizada. Es decir: hay un elemento por
encima de los partidos políticos que es la superestructura que da
sentido a toda la estructura nacional y que no se puede cambiar; y
esa estructura es la emisión de la moneda, en el caso europeo, el
Banco Central Europeo. Y para el resto del mundo, la Reserva Federal
Americana. Todas las políticas ¡y lo que se emite por los medios de
comunicación como “realidad! han de ser aprobadas por estos
organismos.
Estudio de mercado
Los sociólogos de los
diferentes partidos estudian las diferentes tipologías de votantes a
los que quieren llegar y consultan con los psicólogos sociales sus
respectivas expectativas y el carácter emocional de sus mensajes, de
manera que esas personas se sientan compelidas a votarles. En los
mítines, por ejemplo, colocarán a personas de cada una de esas
tipologías (edad, clase social, vestimenta) detrás del líder para
que las cámaras de televisión los enfoquen justo a ellos y así
introduzcan en tu subconsciente que las personas “como tú” están
de parte de ese partido. En un fenómeno identificatorio del que ni
siquiera te darás cuenta, votarás por aquel partido con el cual tu
subconsciente ha conectado; con el que te hayas identificado.
Entonces, ¿no te puedes
fiar de ningún político? Por definición, no te
puedes fiar de ningún político que te cuente lo mismo que ya sabes
por los periódicos. Un político ha de ser un sabio que conozca más
de lo que cuentan los periódicos porque, por definición, los
periódicos no van a contar nada que ponga en cuestión al poder real
porque perderían sus anuncios y no podrían pagar las nóminas de
sus trabajadores. Así que, si un político te cuenta lo que ya
sabes, no es de fiar.
El político habla con
titulares porque lo que le importa es lo que vaya a salir en los 20
segundos que dura un “corte” (intervención) en una noticia del
telediario. Todo lo que hace va encaminado a salir en la televisión,
que es donde la gente dormida decide su voto: a esto es a lo que se
le llama hoy día “postureo”. Cualquier pensamiento profundo está
prohibido por la misma dinámica de los medios, y SIN PENSAMIENTO
PROFUNDO ES IMPOSIBLE SOLUCIONAR NINGÚN PROBLEMA. Dado que la
dinámica de los medios obliga a mensajes cortos, ningún político
se arriesga a profundizar en ningún tema porque perdería la
oportunidad de aparecer en los medios.
La manera de comunicar del
político es fría, sosegada, estudiada, sin fallos; por eso lee los
discursos y enfatiza las frases más emocionales para conectar con el
inconsciente de la gente. Todas esas características son impostadas,
estudiadas, son una pose, porque la pose, la apariencia, es la base
de la política en la era de los medios de comunicación de masas.
Una persona de verdad se
detiene al hablar, duda, elige la palabra acertada, se enfada, se
emociona y vive lo que está diciendo: a ese tipo de político,
humano, se le denigra con la palabra “populista”. En realidad, es
la persona que no sigue las normas no escritas de la política
mediática. Si quieres discriminar al honesto del estafador fíjate
en su manera de comunicar y juzga si es humana (con errores y dudas)
o “perfecta” (sin dudas); fíate más de aquel que habla como
hablamos los seres humanos. Los estafadores no piensan en el Bien
Común ni realizan un análisis profundo de la raíz de los problemas
porque esto les llevaría a una confrontación con el poder real.
Cómo se generan las
leyes
Dado que la Opinión
Pública debe aprobar las políticas, hay que convencer a la opinión
pública de que aquello que le va a perjudicar, en realidad es bueno.
La manera de hacerlo es generar un miedo, una amenaza, que justifique
las multas, impuestos o sanciones que se impondrán si no se cumple
con esa ley injustificada e innecesaria. Un invento que viene de
atrás, concretamente, de Nicolás Maquiavelo. Modernamente a esta
ciencia política se la conoce como “Ingeniería Social” y la
herramienta encargada del convencimiento de la población se llama
“ingeniería del consentimiento”. Así funciona.
Antes de que los políticos
actúen, los gabinetes de Relaciones Públicas del sector beneficiado
por esa medida (la farmaindustria, la banca o las asociaciones
feministas o de defensa de los animales) bombardearán a los medios
con noticias truculentas sobre el tema del que quieren legislar para
justificar la aprobación de esa ley. Lo mismo que cuando se lanzó
una nueva tecnología como el teléfono móvil o cualquier otra
tendencia social.
Seguidamente, el gobierno
emitirá un “globo sonda”, es decir, un rumor de que va a aprobar
una ley, un poco más dura de lo que luego se hará en realidad. De
esa manera se prepara a la Opinión Pública para que acepte la
necesidad de esa ley, redactada por bufetes de abogados al servicio
de la élite y no por los funcionarios del Estado, que representan,
supuestamente, al pueblo. Cuando veas o escuches un “globo sonda”
sobre un tema nuevo, ten por seguro que ya están preparando otra ley
para fastidiarte bajo el pretexto de apoyar a unos pocos que están
sufriendo.
Acto seguido, los partidos
políticos adoptarán los papeles del “poli bueno y poli malo”
sobre la aprobación de esa ley más o menos dura pero cuya necesidad
procede de unas noticias fraudulentas por exageradas y que, sobre
todo, desvían la atención del verdadero origen del problema,
siempre creado por el lobby bancario y los grupos en la sombra como
el Club Bilderberg y el Consejo de Relaciones Exteriores. Al repetir
constantemente la misma noticia alarmista acabarán por inocular a la
población que, o se aprueba esa ley, o ese mal no se acabará.
Hace unos años, por
ejemplo, amparados en la alta siniestralidad de las carreteras, en
España se implantó el carné por puntos y, según contaron los
medios, nada más aprobarse la ley que nos regresa a los castigos
escolares, los muertos en carretera descendieron drásticamente. Lo
que nadie te contó es que una semana antes de la aprobación de esa
ley, la Dirección General de Tráfico modificó el tipo de recuento
estadístico, y reubicó los accidentes provocados por furgonetas y
camiones en la categoría de “accidentes laborales”, así como
los accidentes en vías interurbanas como “urbanos”: de esa
sencilla manera manipularon la estadística para hacernos creer que
el carné por puntos era necesario y colocaron radares por todos
lados para multarnos sin piedad.
Otro ejemplo fue la
obligación de colocar chips a los perros, medida que fue precedida
de una oleada de noticias de perros peligrosos mordiendo a niños o
el matrimonio homosexual, precedido de la ya larga paranoia de la
guerra de sexos, conocida como “violencia de género”. Si la
imagen de la pareja hombre-mujer no hubiera variado drásticamente a
considerarla violenta en sí misma por culpa del periodismo
sensacionalista, la ciudadanía jamás hubiera legitimado el
“matrimonio” entre dos seres del mismo sexo; había que crear la
“necesidad” de esa ley, esa “solución” a la invariable
violencia y odio del hombre contra la mujer.
Todas ellas, todas las
leyes, se aprueban mediante el mismo protocolo de ingeniería del
consentimiento, a base de generar paranoias/necesidades de leyes.
La manipulación de la
historia por medio de noticias fraudulentas será otra manera de
generar conflicto artificial entre la población y de esa manera
conseguir la aprobación de leyes injustas y que dañan la dignidad
humana y su libertad. Toda serie de noticias que pretendan
culpabilizar a un colectivo, como los hombres o los cristianos, ha de
ser necesariamente falsa porque la culpa es algo individual, y a
nadie se le debe juzgar en base a prejuicios colectivos. Como predijo
Sigmund Freud en su libro “El Malestar en al cultura”, el poder
del siglo XX y XXI utilizó la cultura (la cultura de masas) para
manejar el sentimiento de culpa y de víctima de la población,
consiguiendo reescribir historias para que la gente se enfrentara
nuevamente (véase el caso de Cataluña).
Dado que la Verdad es el
único valor que puede conducir a la Justicia, si aparece algún
humano que encarne ese valor, se le censurará o, en el extraño caso
de que consiga llegar a la Opinión Pública, se organizará una
campaña de desacreditación contra él, para impedir que la gente le
escuche.
Si existe alguna persona
capaz de unificar a la humanidad, ya dentro del sistema, se tratará
por todos los medios de quitarlo de en medio, llegando incluso a
asesinarlo, pero de manera que parezca un accidente… porque lo que
más teme esa gente es el martirio, y que la gente comprenda cómo
está siendo engañada. Las personas que son capaces de establecer
puentes de entendimiento son las más peligrosas para ellos; nada
preocupa más al Sistema que superar la dualidad derecha/izquierda y
sustituirla por verdad/mentira. Por eso se han sacado de la manga el
concepto de “postverdad”, porque le preocupa el movimiento por la
Verdad que ha nacido de Internet.
Para que la gente nunca
llegue a comprender el origen de la situación, se generará mucha
información basura, en la forma de falsos ídolos, y cortinas de
humo; problemas generados por ellos mismos para que la gente esté en
un constante estado de nervios y no sea capaz de razonar. Hasta sus
propios ex directivos han reconocido que el algoritmo de Facebook,
por ejemplo, ha sido manipulado para manipular la psique de la
población y aislarla, seleccionando noticias gore o de miedo. Desean
que el miedo se contagie de esa manera y que la gente sea incapaz de
razonar, primer paso para discriminar la verdad de la mentira.
Una persona que vive
estresada y ansiosa se mueve únicamente en el plano emocional, la
razón no funciona, porque está en el estado de supervivencia. Por
eso las multas y los continuos impuestos. El verdadero Estado es…
¡el estado de nervios colectivo!
Estamos viviendo una guerra
psicológica de 4ª Generación y la mejor prueba de ello es atender
el grado de degradación, retorcimiento y perversidad que contienen
los guiones de películas y series que se emiten por las pantallas:
¡No hay nadie normal ni bueno! ¡Hasta los jedis se han vuelto del
lado oscuro! ¡Y los cuentos infantiles han dado la vuelta a los
argumentos!
Por eso, porque los
manipuladores hablan con titulares y no con argumentos racionales,
hay que exigir a los nuevos políticos que se detengan, por lo menos,
cinco o diez minutos para, primero, analizar un problema y después,
cómo, a través de ese análisis, él tiene la solución.
Si no es capaz de analizar
durante más de cinco minutos un problema, como un youtuber, entonces
no se puede confiar en él. Es sólo un demagogo.
Los movimientos realmente
regeneradores nacerán de Internet, de las redes, y los liderarán
personas que se hayan significado como youtubers o blogueros; que la
gente conozca desde hace años y se hayan ganado su confianza. No
líderes que surjan “de la nada”, como hasta ahora.
Mientras tanto, más que lo
que dice, fíjate en los ojos de los políticos y piensa si te puedes
fiar de él.
Te recomiendo que veas el
siguiente documental de la serie “The Century of the Self”, de
Adam Curtis. https://www.youtube.com/watch?v=36kPSftpzjI
por Rafael Palacios
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