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17.5.18

Si quieres que esto cambie, tienes que tomar medidas drásticas contigo mismo

SALIENDO DE LA ESCLAVITUD Y AYUDANDO AL PLANETA

Hace poco les comentaba de mi tortuosa carrera como ejecutivo de multinacionales y salvador de la tierra que, de todas maneras, acabó como pobre jubilado. No digo que lo mío sea la generalidad, pero sí la mayoría.
Durante la juventud sacrificamos nuestra calidad de vida y el disfrute de la misma a cambio de la construcción de un futuro, que, cuando llega, no es lo prometido.
La realidad termina siendo que trabajamos como esclavos para terminar nuestros años de vida enfermos, viejos y la mayoría de las veces, pobres.
Se nos dice que tenemos que tener una carrera universitaria, cuando la mayoría de los países no tienen suficientes puestos de trabajo para la cantidad de profesionales que producen, los cuales, por añadidura, pueden ser eficientes en sus profesiones, pero en la mayoría de los casos, muy malos administradores, con lo cual su riqueza no está asegurada.
Estudiamos durante dieciocho o veinte años y trabajamos cuarenta o cincuenta años más, para tener un pobre final de quince o treinta años, en el cual ni siquiera podemos disfrutar de lo que hayamos acumulado, si lo hubiéramos hecho.
Como si el sacrificio de cada vida humana fuera poco, el sistema, además, está destruyendo el medio ambiente, para darle de comer y satisfacer las necesidades de confort de una masa cada día más numerosa y exigente.

Impuesto el concepto de que los países del primer mundo producen inteligencia; los del segundo productos industrializados y los del tercero agricultura; colocando los centros de producción de alimentos lejos de las grandes ciudades y condenando al agricultor, base de toda la cadena de alimentación, a la pobreza… o por lo menos eso es lo que nos hacen creer, lo cierto es que la colmena es disfuncional, la alimentación es pobre y la industrialización de la agricultura produce basura en grandes cantidades.
El patrón dinero, las compañías de seguro, los bancos, las financieras y el mercado de acciones se ocupan de que las riquezas se distribuyan en forma poco equitativa y que los pequeños capitales individuales – generalmente sueldos paupérrimos – estén sujetos a las normas de un sistema que, además, le quita dinero a los trabajadores.
En medio de toda esta estupidez, surge una gran crisis, que afecta no sólo el bolsillo del asalariado, que no el del capitalista, sino también al medio ambiente, el cual se expresa con fenómenos meteorológicos que, otra vez, exponen a la clase menos acomodada económicamente.
Y para condimento final, tenemos guerras, terrorismo y grandes masas humanas cambiando de habitat, con el abandono de sus tierras yermas.
Así, en un mundo del que se dice es habitado por casi 8.000 millones de personas, el equilibrio ecológico y económico es inexistente. Entonces… ¿qué carajo está haciendo el sistema, como no sea fracasar estrepitosamente?
Las protestas no se hacen esperar, el castigo del voto y toda la “cosa” a la que estamos acostumbrados y repetimos como si alguna vez hubiera dado algún resultado.
Las grandes potencias se niegan a reducir sus emisiones de gases tóxicos, pretenden cambiar su cuota por las de los países pobres a cambio de dinero. Eso sería el final para ellos, si es que no han llegado ya.
Y el “habitante”, inválido y anulado, corre a su sillón preferido a domar sus neuronas con alcohol y televisión.
Una procesión diaria de “bellotas”, cápsulas vacías, sin contenido, se mueve todos los días de la cama al trabajo, del trabajo al sillón y del sillón a la cama.
Para eso, y solo para eso, muchos estudiaron durante veinte años…
Si de verdad quieres cambiar esto, créeme que no basta que te hagas seguidor de un blog o sigas un curso de despertadores de consciencia y andes por la vida creyendo que estás despierto, que eres un guerrero, un virya de vuelta al origen… y que la culpa de todo la tienen los malditos judíos…
Joder… hay que ser muy “básico” para pensar y actuar de esa forma. Saltan de una fantasía a otra con la facilidad que tiene un gamo…
Si de verdad quieres que esto cambie, tendrás que tomar medidas muy drásticas contigo mismo, entendiendo que las grandes aglomeraciones de personas en pequeñas áreas es el primer problema que tenemos que resolver y que una salida pacífica y sin muertes es que la gente, naturalmente, se dé cuenta y comience a emigrar, a salirse de las ciudades en favor de lugares campestres o pequeños pueblos.
En Europa las grandes ciudades siguen creciendo, mientras que los pueblos pequeños se vacían… En América hay extensiones inmensas de tierras que nadie ocupa, ni siembra.
Pequeñas comunidades agrícolas, con electricidad y servicios básicos localmente satisfechos, granjas, artesanías y algunos profesionales le darían a la tierra un respiro…
Pero ¿sabes por que esto no sucede?
Porque no le conviene a los grandes acaparadores de riquezas y porque el habitante bellota cree que va a vivir mal si se la juega a favor de su calidad de vida.
Una vez allí, vivirás de pequeños negocios: colmado, peluquería, venta de flores o plantas, producción de vegetales y animales de granja, venta de leche o huevos, servicios de reparaciones, construcción, bar, fabricación de cerveza, planta solar y miles de profesiones que te llenarán de satisfacción aún cuando no te retribuyan grandes cantidades de dinero. Te acostumbrarás a gastar poco, a enviar a reparar el televisor que funciona mal, a compartir la conexión de internet, a comprarle energía solar a tu vecino, a mantener tu auto durante veinte años y dedicarás tu tiempo extra y todas tus energías a reír con tus amigos y familia, a pescar, a caminar por el bosque…
¿Crees que esto no te haría feliz?

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