28.6.18

No hay ningún Dios allí arriba, el universo es un infinito ser consciente

REVELACIONES                                                                     

La revelación es la comunicación de Dios con sus hijos sobre la Tierra y sólo los profetas pueden recibirla, según la iglesia, aunque no necesariamente está limitada a ellos.

En tiempos de desesperación o tal vez porque se requiere urgentemente de alguna respuesta, los hombres suelen invocar a la deidad para obtenerla. Una vez recibida, ésta pasa a constituir una fuerte creencia para el receptor, quien, la mayoría de las veces, se complace en difundirla de manera casi siempre dogmática. Al ser una comunicación directa de Dios, está exenta del proceso racional e inclusive, se superpone a la percepción. De allí en más dependerá de la influencia que el “beneficiado” ejerza sobre las demás para que sea aceptada o rechazada.

El así determinado profeta recibirá con desagrado cualquier rechazo o intento de especulación sobre su “visión”, juzgando de ignorantes a quienes osen refutarlo. Su actitud, lejos de toda maldad intencionada, es un reemplazo del proceso cognitivo racional, que le brinda la seguridad interior de la creencia en algo determinado por Dios.

No es extraño, tampoco, que esta manifestación enigmática de la verdad, esté compuesta por un “tandem” de epifanías, que pueden incluir datos sobre el futuro de la humanidad, la creación, cosmogonía, antropogénesis y muchos temas más, que dependerán en mucho del espectro previo de temas que el receptor manejaba.

Estas revelaciones pueden ser simples o de alta complejidad, mezclando, la mayoría de las veces, verdades con mentiras.

En momentos de desesperación, decíamos, suele reinar una gran confusión y la gente, desilusionada por las respuestas científicas acotadas por los intereses políticos y económicos y de las mentiras religiosas, puede fácilmente convertirse en seguidora de algún arúspice ocasional.


En cuanto el grupo de creyentes aumente en número, la creencia en común les dará la seguridad de sentirse contenidos y acompañados, seguridad que se convertirá, la mayoría de las veces, en desprecio por aquéllos que no se unen a su devoción.

Este proceso aplica para los seguidores de religiones oficiales, grupos más pequeños de disidentes y ocasionales líderes y lacayos surgidos en las redes sociales.

Pongamos el ejemplo de Moisés. Se dice que invocó a una deidad para liberar al pueblo judío y la respuesta a su búsqueda fue la aparición de Yahvé (Jehová), a quien el revisionismo arqueológico e histórico le asigna un lugar que no es, precisamente, el de Dios Único y Universal. Esta manifestación trajo consigo una serie de dogmas, creencias, imposiciones y hechos, muchos de los cuales son, varios miles de años después, creídos ciegamente por millones de personas.

De esta misma iluminación, surgen después otros profetas que son inspirados por ángeles o dios mismo, para establecer variantes del dogma.

En las asambleas espiritistas, las invocaciones traen siempre al invocado que puede ser un pariente muerto o un personaje como Jesús, o cualquier otro sabio que quiera ser consultado. Éste brindará respuestas propias del sujeto llamado, incluyendo conocimientos de la vida privada de los asistentes.
Este tipo de conexiones pueden suceder también en sueños o estados de vigilia, pero se facilitan cuando el individuo tiene la capacidad de establecer su conciencia en estado alfa, que es un lugar intermedio entre ambos. También sucede cuando el invocante entra en “trance” inducido por la danza, el alcohol o sustancias alucinógenas.

Pero… ¿De dónde provienen estas anunciaciones?

Hablamos, en artículos anteriores, de los planos matriciales y nuestra capacidad de que la conciencia se traslade por ellos, conectándonos con dimensiones superiores o inferiores.

Esos planos son recorridos, también, por otras entidades como nosotros, que pueden provenir de la tierra, de otras galaxias o del futuro, porque, recordemos, que el espacio-tiempo sólo existe en la realidad 3D.

De la misma manera que los humanos nos gratificamos cuando la gente nos sigue (lo cual es una prueba de éxito y afirmación de nuestro ego), otras entidades también lo gozan e inclusive, se alimentan de sus seguidores.

Así, arcontes, demonios, líderes de Nibiru o capitanes de naves espaciales, encuentran en el humano una sustancia rica y fácil de digerir, nada menos que la luz que emana del espíritu increado.

Hace muchos años, cuando daba exitosas conferencias en Buenos Aires y en ocasión de una particularmente asistida por cientos de personas, al finalizar, algunos de ellos se acercaron a felicitarme, agradecerme e incluso, tocarme y una señora declaró: “eres el mesías”. En ese momento percibí a una fuerza oscura que descendía sobre nosotros, algo baboso, sombrío y peligroso que se complacía de lo que allí pasaba.

Es difícil, cuando algo así sucede, renunciar a la satisfacción que se siente, difícil pero necesario, porque de otra forma quedamos atrapados por la entidad, al mismo tiempo que todos los que nos sigan.

También tengo epifanías, podría decirse que todo el tiempo y ahora mismo, mientras escribo, lo que hago es transmitir algo que me es inspirado. El responsable del dictado es mi ser interior, la entidad espiritual a la que responde esta unidad de carbono y algunas veces, inteligencias superiores que me instruyen sin reclamar nada a cambio.

No hay ningún Dios allí arriba, el universo es un infinito ser consciente, energético y capaz de reunir información sobre sí mismo. Nosotros somos parte de eso. Ninguna civilización extraterrestre superior cree en dios alguno. No hay libros sagrados y mucho menos dogmas a seguir. Ni el mal ni la muerte existen. Todo lo que vemos ahora es fenoménico e impermanente, es un fluir constante de energía. Nada mas.

Si nos concentramos en el Ser y establecemos como único guía a ese ser interior, poco a poco esa relación irá creciendo y nos alimentará con la verdad, que no es nuestra verdad particular, sino el Dharma Universal.


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