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8.6.18

Salirnos lo más rápido posible del terrible destino a que hemos sido expuestos

LAS HERRAMIENTAS DEL SISTEMA                                          

Un sistema es un conjunto ordenado de normas y procedimientos que regulan el funcionamiento de un grupo o colectividad. Como tal, guarda cierta coherencia y orden. En el sistema que vamos a ocuparnos (la vida en la Tierra) este régimen tiende a ser cerrado, es decir, a estar establecido sobre normas de las que es difícil o imposible escapar. Por lo tanto, afecta directamente a la ilusión del libre albedrío.
La estructura básica de la vida en la Tierra es, posiblemente, la “cadena alimenticia”, que, como su nombre inconscientemente lo dice, es una cadena de la que resulta imposible salir.

Es también su fundamento el proceso de nacimiento, crecimiento, enfermedad, envejecimiento y muerte (posiblemente con un reciclado de nuevo nacimiento después de la muerte).

La organización de la vida está formada por ciclos: el de la vida y la muerte, el del agua (evaporación, condensación, lluvia), etc., pues se trata de fenómenos impermanentes establecidos bajo las mismas normas (aparición, crecimiento, decadencia y desaparición).

Todos ellos suplen a un plan mayor que se basa en la preservación de la vida y en tomar ventaja y colocarse por encima de la cadena alimenticia natural (comer, no ser comidos).

Una verdadera telaraña (en todo el sentido de la palabra) que nos atrapa y nos acondiciona para acostumbrarnos a ella y creer firmemente que la necesitamos para sobrevivir.

En el terreno de la vida cotidiana, sobrevivir implica comer, tener un techo donde cobijarse, vestimenta que nos proteja de las inclemencias del tiempo y un seguro de salud que evite que muramos cuando enfermamos.

Sobre estas normas básicas se ideó una ilusión ficticia adicional que incluye necesidades secundarias (automóviles y viviendas lujosas, ropa de marca, viajes lejanos, etc).

Con el objetivo de soslayar el trauma que todo este sistema provoca en el hombre, se inventaron los días festivos, las vacaciones y las diversiones.

Para alimentar la cadena básica de nacimiento y muerte se estableció un principio de dos sexos diferentes que buscan siempre su unión a través de un proceso químico que produce atracción entre ellos.

Pero como el hombre es un inconforme perpetuo (por alguna razón que pocos conocen) fue necesario añadir al sistema una red de trampas y engaños para conformarlo.

Una de ellas es la religión, conjunto de doctrinas que conforman creencias que pretenden explicar, de manera a veces metafórica, a veces mitológica, problemas básicos de la existencia, principalmente: qué somos, por qué estamos aquí, quién o qué creó todo esto, por qué está todo esto aquí, de qué manera apareció y sobre todo, qué pasa después que morimos.

En el mismo orden de cosas y para albergar a aquellos cuya mentalidad no aceptaba estas metáforas y mitologías, se creó la ciencia, que pretende explicar lo mismo; pero a través de un método que, finalmente, también genera creencias a las que llaman leyes.

Todos aquellos asuntos a los que la ciencia no logra llegar porque no son factibles de ser reproducidos por métodos científicos, son negados o estudiados a través de la metafísica.

La cuestión de la sobrevivencia, en tanto, es “resuelta” a partir de una estructura de profesiones eficientes y empresas con empleadores y empleados, que garantizan (ilusoriamente) una estabilidad en la obtención de los sustentos básicos y secundarios (alimento, vivienda, vestimenta, etc.). Esa relación es siempre temerosa y frustrante, pues en la misma nos fagocitamos unos a otros, compitiendo, pasándonos de listos, explotando, produciendo poco, robando, engañando y las mil y una formas que hemos desarrollado para obtener más realizando menos (o logrando que otros lo realicen para nosotros quedarnos con el fruto de su esfuerzo o inteligencia)

Con todo y esto, aparecen en el humano síntomas perpetuos de ANGUSTIA, provenientes, aparentemente, de su estructura emocional y de la INSEGURIDAD originada en la IMPOTENCIA ANTE LA MUERTE o peor aún, cuando toma consciencia de su IMPOTENCIA FRENTE AL SISTEMA.

Mientras que las normas religiosas intentan calmar esta ansiedad inculcando la creencia en la vida en el más allá, la ciencia concluye con un encogimiento de hombros o una postura escéptica que sugiere la disolución de la consciencia al final del ciclo de vida.

Así, tenemos a gran parte de la humanidad esperando recompensa a sus sufrimientos después de la muerte y/o trabajando por superar las limitaciones naturales a través de la tecnología.

Entre ellos, un pequeño número parece haber adquirido la creencia de que este sistema es impuesto desde afuera por una inteligencia caprichosa y cruel y que es necesario escapar de esta “rueda samsárica” por medio de diferentes procedimientos personales.

Realmente, no tiene sentido preguntarse si esto es controlado por un dios bueno o un demonio malvado, cuando la cuestión fundamental es tomar consciencia del terrible destino a que hemos sido expuestos, no importa de quién sea la culpa y encontrar la forma de salirse, lo más rápido posible.

El factor determinante de toda esta pesadilla, el padre y la herramienta básica de manipulación es el TIEMPO, factor que nos expone en una sucesión de fenómenos sin que podamos tomar cuenta de ellos hasta que no hayan sucedido, es decir que nuestra percepción y pensamientos están fijados, siempre, en sucesos del pasado.

Incapaces de percibir el presente con nuestros sentidos, nos resulta casi imposible hacer las modificaciones necesarias para controlar nuestro futuro.

Y de allí surge, junto con el temor a la muerte, la emanación de nuestra angustia existencial, este sentirnos atrapados, esclavizados en una rueda interminable de penalidades.

Parece lógico, entonces, considerar la necesidad de evitar las “miradas al pasado” y concentrarse en una visión del presente, para lo cual es menester evitar, dentro de lo posible, el proceso mental de especular sobre todo lo que se percibe, ya que este procedimiento nos conduce a imágenes que “sucedieron”, no a lo que ahora mismo “es”.

Al mismo tiempo, actualizar una herramienta que no se fundamente en la dialéctica mental, sino en una metodología unificada de percepción, la que, en el mundo místico, se denomina INTUICION, aunque no sabremos precisamente de qué se trata.

Se cree que, sumado a esta intención de no especular sobre lo que percibimos, es necesario un desapego de los fenómenos y sus resultados (bienes de consumo), con lo que daríamos acceso libre a una visión no contaminada del universo y la vida.

No se trata entonces de una forma de meditación, un mantra o un hechizo en particular, sino de la intención y acción constantes para desarrollar esa intuición, ese vehículo de fusión con nuestro espíritu, a través de la firme convicción en la realidad de ese SER.

Con confianza en esa convicción, cualquier cosa que hagas para aprovecharte de otros o mostrar lo que no eres, será contraproducente, pues estará vulnerando normas que no se aplican en este “sistema”, pero que son arquetípicas en la estructura universal.

En nuestras manos está, entonces, continuar alimentando esta rueda de desilusiones, o comenzar a caminar en el terreno infinito del Ser.


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