18.7.18

Servir al Ser Universal implica reconocer el espiritu en todas las criaturas vivas

Serve Non Servivit                                              

La  Orden de los Pobres Compañeros de Cristo y del Templo de Salomón( Pauperes Commilitones Christi Templique Salomonici) fue fundada entre los años 1118 y 1119 por nueve caballeros liderados por Hugo de Payns.

Esta controversial organización religioso-militar se convirtió en una de las más poderosas del medioevo; hasta que su maestro, Jacques de Molay fue inmolado en la hoguera, junto a los principales líderes, en el año 1307, acusados de herejía.

Después de eso, muchos grupos reclamaron ser sus sucesores, incluyendo a la libre masonería.

De ser los principales servidores de la Iglesia Romana durante las cruzadas, pasó a ser disuelta por la Inquisición y calificada de traicionera a la humanidad por los idealistas del neo-nazismo.

Los curiosos podrán encontrar amplia información al respecto en internet o en librerías, pero lo que aquí nos ocupa es específicamente una frase atribuída a ellos: “Serve Non Servivit“, Servir, No Ser Servido.

La palabra servir, (ser apta o útil [una cosa] para el fin que se expresa o estar capacitada [una persona] para la cosa que se expresa) , se asocia al significado [persona] que está al servicio de algo o de alguien, o persona que sirve a otra, en especial en las tareas domésticas, sinónimo de sirviente.
Por tal razón, en favor del culto al ego que priorizamos en la actualidad, el término ha sido menospreciado y reducido de categoría.


¿Por qué, sin embargo, esta cualidad era considerada como alta virtud en el pasado y se revalorizó en el presente con la frase “El que no vive para servir, no sirve para vivir“, atribuida a Teresa de Calcuta?.

Seguramente, porque depende del contexto.

En uno, donde la criatura humana se siente limitada y menospreciada, al punto de creer que debe defender su ego del ataque del medio ambiente, la categoría de servidor puede ser considerada casi un insulto.

En tanto que las personas que afianzan su valor en su esencia espiritual, consideraran el servir  como una virtud inalienable.

Porque se trata, en verdad, de servir al Ser, al nexo interior que tenemos con el universo viviente.
Una persona que realiza tareas domésticas, un barrendero o basurero, el comerciante detrás del mostrador, el empleado o ejecutivo de una empresa, el soldado u oficial y hasta el gobernante son o debieran ser, en verdad, servidores.

¿Cómo podríamos, entonces, considerar denigrante a una actividad que es, intrinsecamente, la base de cualquier actividad humana?

Pues solamente porque, en el contexto actual, priorizamos el servirnos a nosotros mismos, en forma egoísta, antes que servir a los demás. Y esto sucede porque perdimos de vista la idea de que somos, originalmente, seres ligados a un único Ser Universal.

Aunque verbalicemos acerca de nuestra calidad de espíritus increados, de nuestra fusión con el Ser o como creyentes, afirmemos “servir a Dios”, servimos, en todo caso, sólo a nosotros mismos o a las instituciones que nos hacen sentir que pertenecemos a “algo”.

Luego nos escandalizamos cuando nuestros gobernantes y sacerdotes , que son reflejo de nosotros mismos, se sirven a si mismos o a un amo oculto y oscuro, sin asumir que la elección la hemos hecho nosotros, no con la elección del gobernante, sino con la de a quién servimos.

Servir al Ser Universal o a Dios (si lo prefieres) implica reconocer la esencia espiritual de todas las criaturas vivas, por lo que no los sirves sentado en meditación u orando en el templo y pagando diezmos, los sirves reconociendo al ser en todos y convirtiéndote en servidor de ellos.




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