Lo que parece un acto de rebeldía y
valor, la ira o furia, ¿lo es realmente? ¿O es un acto de entrega a
jerarquias oscuras?
Lo que parece una acción de cobardía o
blandura, poner la otra mejilla, ¿lo es realmente? ¿O es una acto
de coraje superior?
La ira (que también se manifiesta como
perversidad) es uno de los cuatro caminos al infierno en el budismo.
Para el budismo, el infierno no es un sitio con llamas debajo de la
tierra, sino un estado de vida, de carencia de energía y confusión
mental, algo similar a lo que llamamos depresión profunda.
En ciertos tipos de enfermedades mentales, el
afectado pierde el control de sí mismo y muchas veces, comete actos
terribles. La mayoría de los crímenes y abusos que se realizan en
nuestra sociedad son efectuados bajo ese estado.
En el hinduísmo y budismo, los demonios de malas
cualidades e iracundos son denominados Asuras, también se conocen
como Rakshasas a seres demoníacos, siempre caracterizados por la
ira.
Cuando vemos las llamadas películas de acción,
constatamos que, en casi todas ellas, el protagonista es iracundo,
adquiere cualidades de ferocidad y agresividad y esto es recompensado
por alguna dama hermosa que accede a tener sexo con él.
Así, el comportamiento adecuado es recompensado
con el mayor placer destinado a los héroes.
Sin embargo, por otra parte, una persona que
permite que la furia lo controle y comete actos de violencia, es,
generalmente, encarcelado.
Los admirados soldados que invaden poblaciones
matando al enemigo, parecen héroes, pero esto es desde el punto de
vista de la nación invasora, nunca desde el de la víctima, que
sufre muerte, privación, violaciones y persecuciones, en un
verdadero marco infernal.
Lo que es descrito como un hecho de heroísmo,
reivindicación y defensa de la libertad, es, en verdad, un
sacrificio ritual masivo.
Ya sea en el terreno de lo individual o colectivo,
la ira y ferocidad son, en realidad, posesiones demoníacas,
un egregor (1)controlando a una criatura humana o a un
grupo que ha perdido el dominio de sí mismo. Por esta razón, cuando
esta emoción comienza, el iracundo siente confusión mental y es
incapaz de percibir ordenadamente la realidad que vive. Sentirá,
también, que la emoción crece y se alimenta a sí misma con
argumentos que, vistos desde afuera, son incoherentes. El colérico
acusa a su víctima de realizar actos o comentarios que él mismo ha
hecho y busca el apoyo de las personas a su alrededor, que
rápidamente se convierten en su objetivo si no se siente auspiciado.
El verdadero valor consiste en controlar la ira,
disolver el egregor demoníaco desde un corazón puro y amoroso.
Habiendo comprendido esto, podemos analizar con
mayor comprensión el significado de “poner la otra mejilla“.
Es claro que nadie quiere ser golpeado y parecer indefenso, pues sabe
que lo más probable es que, al ofrecer la otra mejilla, se la
golpeen también. Esta consideración se extiende a cualquier
situación humana de confrontación, ya sea por cosas tan mínimas
como el uso de un espacio de estacionamiento o un argumento en las
redes sociales. Ganar la pelea parece ser la consigna. Que nuestro
ego brille y sea respetado por todos. Que el público comprenda lo
peligroso que es “meterse con nosotros”.
Y esto ha llegado a tales extremos, que la mayoría
de las personas creen que bondad y debilidad son sinónimos. El
“machismo” en hombres y mujeres ha ganado terreno y alimentado
golosamente al egregor de violencia que domina a esta sociedad. Y
luego, parecemos no comprender por qué suceden las cosas que
suceden.
En el arte de la espada japonesa (iaido)
aprendemos que las diferencias deben ser resueltas sin desenvainar,
que esa es la única y verdadera victoria. Y si nos llevan a la
instancia de combatir, lo hacemos sin odiar al adversario, para no
alimentar al demonio del enfado.
Poner la otra mejilla no se trata de dejarse
abusar, sino de NO ODIAR, PERO PROHIBIR.
Hace muchos años, Konrad Lorenz
(2)comprobó que animales depredadores como los lobos,
demuestran piedad cuando vencen a un adversario de su especie. El
vencido ofrece su cuello para ser eliminado, pero el vencedor jamás
lo mata. En cambio, una paloma herida será torturada hasta la muerte
por sus congéneres.
Los seres humanos somos criaturas provenientes del
mundo de la luz y la bondad, no asesinos torturadores, el mundo
actual es producto de la acción de los egrégores producidos
por grupos con terribles intenciones y que sirven al mal, como los
antiguos inquisidores. Si quieres saber quiénes son la jerarquía
gobernante que nos abruma… allí los tienes…
Luchar contra ellos desarrollando una bondad sin
límites y un verdadero interés por nuestros congéneres. Cultivando
el valor del maestro de iaido. Amando, pero prohibiendo. Prohibiendo
el mal.
Notas:
(1) Egregor es un concepto propio del ocultismo que viene a representar una “forma de pensamiento” o “mente colectiva de grupo”, esto es, una entidad psíquica autónoma capaz de influir en los pensamientos de un grupo de personas. (2) Konrad Zacharias Lorenz (Viena, Austria, 7 de noviembre de 1903 - 27 de febrero de 1989), fue un médico austriaco que trabajó en estudio del comportamiento animal. Es uno de los padres de la etología.
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