En
las redes sociales es bastante común que alguien declare que tal o
cual persona (generalmente un político o actor) es “reptiliano”,
aludiendo a la raza de saurios que, alegadamente, viven mezclados con
los “humanos”, sin que lo percibamos. Hoy en día, ignorar que
cierto actor es, en realidad, un reptil o un MK Ultra es suficiente
para que seas calificado de borrego e imbécil. Pero ¿es así en
verdad? ¿quienes son los imbéciles?
Como
principio fundamental, lo que voy a contarles es una teoría, de la
cual no soy necesariamente creyente, sino que expongo para que el
lector tenga elementos de juicio que le faciliten separar la mentira
de las reacciones paranoicas y estas de la verdad.
El
famoso novelista H. P. Lovecraft (1890-1937), escribió una
serie de cuentos, compilados en Los Mitos de ChTulhu, donde la
humanidad es asediada constantemente por unas criaturas llamadas
PRIMIGENIOS, que luchan por recuperar su dominio de la superficie del
planeta, estando ellos condenados a vivir en el subsuelo, después de
alguna batalla perdida en el pasado remoto contra los ARQUETIPICOS
(que seríamos nosotros).
La
existencia de la tierra hueca, o una tierra interior, interesó a
autores como Julio Verne, Edgard Allan Poe, Edgard Rice Burroghs
y John Uri Lloyd, entre otros, formando parte
inseparable de Alicia en el País de las Maravillas, de la teoría
nacional-socialista y de las creencias de celtas y nórdicos, entre
otras civilizaciones, que luego fueron remedadas por el cristianismo
en la teoría de la existencia del infierno.
Ciertas
corrientes esotéricas, basadas, tal vez, en los escritos de Sitchin
sobre sus estudios de las tablillas sumerias, sugieren que la
humanidad fue sembrada por reptiloides conocidos como
“terraformadores” o “jardineros”, evolucionando a partir de
un reptil similar al velocirraptor, siendo, después, manipulados
genéticamente por el invasor Annunaki hasta ser llevados a una
condición similar al hombre de Neanderthal, siendo esta, mas tarde,
vuelta a manipular por alienígenas, posiblemente pleyadianos, hasta
su condición de CroMagnon.
Por
otra parte, en las bibliotecas pleyadianas, podemos leer que este
universo estaba originalmente habitado por razas humanas, hasta que
llegaron, desde otro cosmos, razas reptiloides que controlaron
militarmente a este, esclavizando a los nativos originales.
En
toda esta literatura está presente la lucha entre estas razas
de reptiles,
violentas y malvadas y los justos y solidarios humanos.
Aunque,
a decir verdad, todos los actuales humanos tendríamos una gran
proporción de reptil y una similar de humanos. Nuestro
comportamiento habitual denotaría esta presencia dual que confronta
lo egoista, competitivo y cruel, contra lo desprendido, solidario y
amoroso.
La
cuestión es que, desde la aparición de las teorías
conspiracionistas, este conocimiento esotérico que se había
mantenido en manos de unos pocos estudiosos, se ha convertido en una
especie de paranoia donde se acusa, señala y define a determinados
personajes como “reptiles” camuflados.
Resulta
un poco curioso que, cuando hablamos de determinado personaje famoso,
aparezca alguien diciendo: “es reptiloide”, como si eso lo
descalificara de alguna forma, pues, en realidad, TODOS
LO SOMOS.
La
diferencia real estaría definida por qué parte de tu naturaleza
domina sobre la otra, si la instintiva de sobrevivencia (reptil) o la
intuitiva de recuperación espiritual (humana).
Nuestro
mundo y tal vez nuestro universo, cuenta con las dos tendencias, las
dos líneas genéticas. Una con una marcada propensión a dominar a
los demás y esclavizarlos, la otra ocupada más en lo artístico y
en el goce de la naturaleza.
Muchos
que señalan a cierta actriz por ser reptiliana, posiblemente, sean
controladores de sus parejas o hijos, denotando una tendencia
realmente reptiloide.
El
mundo que queremos lo definimos a través de nuestra conducta y
aspiraciones, no generando “cruzadas de chismes” que inundan la
red con comentarios absurdos.
En
verdad, es posible que la raza blanca, descendiente de los arios, sea
la más reptil de todas las razas, pues ha sido guerrera y dominante
durante toda su historia, mientras que el resto de las razas, de
naturaleza más apacible y artística, podrían ser los reales
humanos, los descendientes de la Eva mitocondrial.
Para
reflexionar más y reaccionar menos es la cuestión. Porque en
verdad, creo, que no estamos en situación de separar exitosamente a
reptiles de los que no lo son, simplemente porque tenemos todo
confundido y entrecruzado y ya no hay razas puras. Lo que sí tenemos
es la opción de planificar y proyectar a través de la intención,
un mundo de criaturas sensatas, capaces de amarse entre sí a pesar
de las diferencias.
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