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18.2.19

Salirse de este sistema es primordial, recobrar la libertad, bastarse a sí mismo

UNA VIDA CON SIGNIFICADO                                 

Cuando estudiaba, siempre había tres tipos de alumnos: los que se esforzaban por saber, los que hacían lo necesario para aprobar y los que no hacían absolutamente nada.
Luego comprendí que en el mundo laboral es igual. Están los creativos y eficientes, los que van sólo a cumplir su horario para cobrar su sueldo y los que no hacen nada y pierden su empleo.
Y, más tarde, vi que en la vida se repite lo mismo: hay quienes tratan de encontrar un significado para sus vidas, expandiendo su consciencia, buscando la verdad. Hay quienes se profesionalizan para “vivir bien” (esto es con bienes materiales). Y los que directamente viven instintivamente, cometen delitos o adquieren adicciones.
En medio de todo eso, vivimos dentro de un sistema que propicia la mediocridad a través de una cultura mediática estupidizante, el ensalzamiento de artistas chatos, información académica atrasada, falsedades históricas, geográficas y astronómicas, etc.
Todos conocemos ya el panorama.
Junto con una profundización de las garras del sistema, parece surgir de la Tierra misma la rebelión que podría, incluso, terminar con la especie humana.

Es una rebelión de la naturaleza, de cambio climático, huracanes y marejadas, vientos salvajes, lluvias copiosas o inexistentes…
Todos sentimos que algo está sucediendo, pero luego volvemos a nuestras oficinas y hogares a seguir con la misma rutina.
Y cuando uno de esos fenómenos nos quita alguna de nuestras comodidades, protestamos mucho y esperamos ayuda del sistema.
No nos imaginamos viviendo de otra forma diferente. O estamos demasiado viejos, o tenemos un buen trabajo o somos demasiado jóvenes y estamos en etapa de obtener certificaciones.
Nunca es buen momento para cambiar, entonces… cuando la crisis llega, simplemente nos extinguimos.
Y, por otro lado de la historia, tampoco sabemos a ciencia cierta qué hacer.
Sugiero que lo primero sea analizar lo que llamamos nuestra calidad de vida.
Sin embargo, estaremos de acuerdo en que hacer este análisis no es fácil, pues la mayoría de nosotros no está seguro de cómo le gustaría vivir. Es decir, el campo esta bien, pero solo para unas vacaciones... y ni hablar de dejar la computadora para coger la pala.
La causa principal de nuestra confusión y falta de perspectivas reside en nuestras creencias, la mayoría de las cuales nos han sido inducidas sin nuestra autorización ni consenso y forman parte del inconsciente colectivo de la humanidad y el individual de cada uno de nosotros.
Despejar el inconsciente para ser uno mismo y no el producto de la manipulación del sistema, es fundamental para que nuestro camino se aclare y perdamos los miedos clásicos que nos limitan.
Entre esos miedos está el consabido respeto hacia las autoridades y sus decisiones, quienes han demostrado con creces la poca confiabilidad que se merecen.
Han convertido nuestras “necesidades básicas” en su negocio particular y de pronto la medicina se ha vuelto inaccesible (recuerden que 50 años atrás no era así), la comida es un producto de dudosa composición y hasta el agua nos la venden envasada a precio de gasolina.
Nos tienen atrapados a través de esas necesidades, a las que han agregado otras como el banco y la compañía de seguros.
Y creemos que sin todo eso, correremos riesgos… cuando la vida en sí misma es peligrosa, enmarcada en los hechos de la enfermedad, la vejez y la muerte.
Creemos tener calidad de vida, repito, cuando nuestra existencia es monótona y carente de hechos “iniciáticos”.
Nuestros ancestros hiperbóreos daban mucha importancia y sentido a los “pasajes” y por eso existían los famosos “ritos de pasaje”.
Un pasaje es un cambio de estado, como por ejemplo, nacer o morir, o abandonar la pubertad.
Otra cosa que tenía mucha importancia era la relación con la naturaleza y sus seres sutiles.
El hombre ha traicionado a ambos y ahora es evitado por ese mundo natural que se ha tornado hasta agresivo con nosotros.
Y la traición no proviene de comer animales solamente, sino de deslealtad a la amistad que nos brindaron en algún momento.
Nos hemos cristalizado en la materia, hasta el punto que ya no vemos las cosas como realmente son y se nos escapan hechos y personajes que están ahí, frente a nosotros, y no podemos verlos.
De ser espíritus multidimensionales, nos hemos transformado en rocas, seres sin sensibilidad capaces de cualquier cosa por un poco de notoriedad o confort.
Hay mucho por recuperar… y mucho por reflexionar.
Salirse de este sistema es primordial, recobrar la libertad, bastarse a sí mismo, reivindicarse como guerrero.
CENTINELA

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