UNA
REFLEXIÓN
Quisiera
deciros algo sobre la verdad: Desde siglos se nos ha negado. Aún
siendo imposible de esconderla del todo.
Por
nuestra historia, y digo la nuestra, han aparecido distintos dementes
e incapaces de soportar la fuerza y sutileza del mundo natural.
Califico así al verdadero demente.
Pero
ahí hay un aspecto a tener en cuenta: Como consecuencia de su
debilidad ellos han tenido muy claro su mundo teórico y que
convirtieron en su realidad y su verdad. Se sintieron a salvo y
crearon el concepto de civilización. Instauraron , por ello, “la
seguridad” e impusieron el terror a la muerte, que, hasta entonces,
había sido en nosotros, una consecuencia de nacer y estar vivo para
luego morir. Simple, llanamente y aceptado por nosotros.
Gozar
de la vida para luego dejarla, y dejarla en manos de otros que nos
sucedieran. Fue un bucle valiente, atrevido y natural. Y ahí no
pasaba nada, ¡nada! Éramos humanos y punto.
Ni
siquiera hacíamos el mundo, pues el mundo, con nosotros dentro, se
hacía a sí mismo.
Las
leyes naturales puestas ahí por la creación y un flujo perpetuo
hacia la conciencia de sí de todo ser vivo, destinado a liberarse de
sí mismo y una vez resuelta esa liberación dedicarse a la
liberación de todo ser vivo.
Eso,
para esos dementes, era el terror absoluto, implicaba su propia
liberación a la que no podían acceder por su propia condición de
seres amputados de conciencia humana.
Y
ahí nació la guerra. Perpetua.
Y
nació porque necesitaban imperiosamente amputar en nosotros esa
conciencia humana que nunca, ellos, iban a tener.
Ellos
sabían cuál era la fórmula idónea para suprimir esa conciencia
humana que les aterraba, pues ellos creían que mediante la
destrucción física y mental de nosotros iban a conseguirlo.
La
verdad es que saben que no pueden conseguirlo, aunque sí pueden
conseguir anularnos en la acción, y lo han conseguido.
Pero
la conciencia humana es otro asunto. Siempre florecerá hasta entre
el asfalto de las carreteras. No pueden.
No
nos dejemos convencer por el derrotismo impuesto por ellos.
No pueden y lo saben.
Y
no queda más que luchar desde la conciencia imperturbable de la
presencia que subyace en nosotros. Esa está ahí en las formas y
expresiones que queráis, pero está y estará siempre pues eso es,
simplemente ASÍ.
Saben
que esa es la verdad y saben que les hemos cazado. Pues esto,
nosotros y el mundo somos imparables.
Al
final de los finales: ¡Que les jodan!
Uno
como vosotros.
Quién
está detrás.
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