OLVIDA LO QUE TE HAN CONTADO DEL PARTO
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EL PARTO NO TIENE NADA QUE VER con el que nos han contado toda la vida desde Hollywood, las biblias y otros púlpitos, desde nuestra mas tierna infancia, con la consiguiente deformacion y añadiendolo a otros "traumas" inventados.
Jesusa
Ricoy, matriactivista
Tengo
38 años. Nací en Alicante y vivo en Londres. Soy
matriactivista,
'antenatal teacher', encapsuladora de placentas y profesora de
'hypnobirthing'. Vivo acompañada por un escocés estupendo. Tenemos tres
hijos, Euan (12), Kier (7) y Anaïs (2). No tengo religión.
Matrieducación.
'antenatal teacher', encapsuladora de placentas y profesora de
'hypnobirthing'. Vivo acompañada por un escocés estupendo. Tenemos tres
hijos, Euan (12), Kier (7) y Anaïs (2). No tengo religión.
Matrieducación.
Ricoy (Jesusaricoy.com) es
especialista en matrieducación (3colours.net): forma
a
profesionales del parto y a mujeres que quieren conocerse y ser dueñas de su cuerpo. Me pide que cite a Agnes Gereb, matrona, obstetra y psicóloga de 60 años que vive en Budapest, ahora bajo injusto arresto domiciliario después de haber asistido a 3.500 partos en un país desasistido, pese al apoyo de los padres.
¿Qué es una parideira?
Un objeto de cerámica... que marcó mi vida. Una amiga de mi abuelo lo
encontró abandonado en una playa de Galicia.
Descríbalo.
Mezcla de orinal y macetero alto, la señora me explicó que se utilizaba hace dos siglos para parir sentada. Yo tenía 8 años, y ahí comprendí el parto
vertical. Y eso me llevó a ser lo que hoy soy.
¿Y qué es hoy?
Antenatal teacher, título universitario británico inexistente en España:
imparto educación perinatal a adultos, para que sepan todo lo que conviene saber en torno al parto.
¿Y qué es lo más importante?
Oponerse a la violencia obstétrica.
¿Qué es la violencia obstétrica?
Cualquier cosa que se le haga a una mujer en el parto sin haberle informado con detalle para que ella decida libremente: goteros, drogas, presiones uterinas, episiotomías (corte en el perineo), cesáreas...
¿Presiones uterinas?
Aún se hace en España: presionar el vientre de la parturienta, subirse
encima...
Se supone que todo es por su bien, ¿no?
No todo. ¡Un parto puede ser un éxtasis o una violación! Muchas mujeres
quedan traumatizadas tras el parto porque se les ha faltado al respeto, a su dignidad, se las ha privado de su autonomía para decidir sobre su cuerpo. ¡Y eso equivale a una violación!
¿Y el parto puede ser un éxtasis, dice?
Sí: un buen parto fisiológico lo es. Yo misma lo he experimentado con mis
partos.
¿Cómo es un parto fisiológico?
La mujer elige la postura que le sugieren sus contracciones, y te aseguro
que tumbarte boca arriba es lo último que quieres: ¡duele mucho! Hay que
empujar en dirección al techo. Es complicado y antigravedad.
¿Qué preocupa más a las parturientas?
"¿Cómo sabré que estoy de parto?". "¿Y si defeco durante el parto?". "¿Cómo lograré que el bebé coma y duerma bien?".
Lo de la defecación...
Si estás pensando en contenerte, ¡mal podrás empujar para parir bien! No
pienses en eso, y si defecas, ¡mejor para el bebé!
¿En serio?
¿Por qué nacemos junto al ano? En contacto con heces, el bebé desarrolla
inmunidad, ¡quedará inmunizado ante más bacterias!
¿Y qué pasa si nace de una cesárea?
Nace en un campo aséptico, por lo que será más vulnerable a infecciones
microbianas. La lactancia materna también inmuniza, y le da al bebé lo que necesita: la saliva del bebé transmite mensajes químicos, y si está
resfriado, ¡la composición de la leche se modificará para protegerle de ese
resfriado!
¿Hasta qué edad conviene mamar?
Un mínimo de seis meses, y hasta los dos años. Antiguamente se mamaba hasta los siete años. ¡de ahí lo de dientes de leche! En Mongolia aún maman hasta esa edad.
¿Toca recuperar feminidad?
Gracias al feminismo yo puedo decir hoy que quiero cosas que también me
pertenecen: ser libre como madre y dedicarme a mis hijos, hablar de mi
matriz, mi vagina...
¿Le faltaba esto al feminismo?
¿Está liberada la mujer si la publicidad aún representa la menstruación como líquido azul? ¡Por eso acuño el matriactivismo!
¿Qué es el matriactivismo?
Ideé el concepto enraizándolo al matriarcado: reivindico ser libre siendo
mujer sexualmente, menstruando, pariendo, lactando, siendo menopáusica... y hasta sin dientes.
¿Un feminismo uterino?
¡Un activismo desde la matriz! Para mis clases, llevo fotos del cuello del
útero en el iPad: ¡porque casi nadie sabe cómo es!
Pues es verdad.
La mujer conoce mejor los planetas del sistema solar que su cuerpo. ¿Han
visto sus placentas? ¿Saben que el clítoris mide entre 8 y 12 centímetros de
largo y 6 de ancho?
¿Qué más les enseña?
Que hoy es ya posible propiciar partos fisiológicos, en condiciones ideales
de seguridad e higiene. ¡Aprovechémoslo!
¿Fueron así sus partos?
Fueron fisiológicos sin analgesia ni intervención alguna, de rodillas... ¡y
eufóricos! Pero luego padecí depresiones posparto...
¿Y eso?
Nos preparamos para ser autónomas económicamente, pero cuidar de un bebé que parece un alien... se infravalora socialmente.
¿Cómo superó sus estados depresivos?
En el tercer posparto me cuidé mucho más. Y tomé mi placenta. Y no hubo ya depresión. Cambié mi antigua actitud de superwoman por la de deidad: todos tuvieron que mimarme. ¡Ah, qué bien estuvo eso!
¿Qué es eso de tomar su placenta?
Se cocina la placenta al vapor, se deshidrata y se muele, y ese polvo se
encapsula (en casi 200 cápsulas): al ingerir cada cápsula incorporas muchos nutrientes, vitaminas... También puede tomarse un trozo crudo en un batido de frutas, enseguida tras el parto.
Vaya... ¿Con qué efectos?
La placenta es muy rica en hierro, vitaminas, células madre, oxitocina y
otras hormonas y nutrientes. Tomarla incrementa la energía y la leche de la madre.
profesionales del parto y a mujeres que quieren conocerse y ser dueñas de su cuerpo. Me pide que cite a Agnes Gereb, matrona, obstetra y psicóloga de 60 años que vive en Budapest, ahora bajo injusto arresto domiciliario después de haber asistido a 3.500 partos en un país desasistido, pese al apoyo de los padres.
¿Qué es una parideira?
Un objeto de cerámica... que marcó mi vida. Una amiga de mi abuelo lo
encontró abandonado en una playa de Galicia.
Descríbalo.
Mezcla de orinal y macetero alto, la señora me explicó que se utilizaba hace dos siglos para parir sentada. Yo tenía 8 años, y ahí comprendí el parto
vertical. Y eso me llevó a ser lo que hoy soy.
¿Y qué es hoy?
Antenatal teacher, título universitario británico inexistente en España:
imparto educación perinatal a adultos, para que sepan todo lo que conviene saber en torno al parto.
¿Y qué es lo más importante?
Oponerse a la violencia obstétrica.
¿Qué es la violencia obstétrica?
Cualquier cosa que se le haga a una mujer en el parto sin haberle informado con detalle para que ella decida libremente: goteros, drogas, presiones uterinas, episiotomías (corte en el perineo), cesáreas...
¿Presiones uterinas?
Aún se hace en España: presionar el vientre de la parturienta, subirse
encima...
Se supone que todo es por su bien, ¿no?
No todo. ¡Un parto puede ser un éxtasis o una violación! Muchas mujeres
quedan traumatizadas tras el parto porque se les ha faltado al respeto, a su dignidad, se las ha privado de su autonomía para decidir sobre su cuerpo. ¡Y eso equivale a una violación!
¿Y el parto puede ser un éxtasis, dice?
Sí: un buen parto fisiológico lo es. Yo misma lo he experimentado con mis
partos.
¿Cómo es un parto fisiológico?
La mujer elige la postura que le sugieren sus contracciones, y te aseguro
que tumbarte boca arriba es lo último que quieres: ¡duele mucho! Hay que
empujar en dirección al techo. Es complicado y antigravedad.
¿Qué preocupa más a las parturientas?
"¿Cómo sabré que estoy de parto?". "¿Y si defeco durante el parto?". "¿Cómo lograré que el bebé coma y duerma bien?".
Lo de la defecación...
Si estás pensando en contenerte, ¡mal podrás empujar para parir bien! No
pienses en eso, y si defecas, ¡mejor para el bebé!
¿En serio?
¿Por qué nacemos junto al ano? En contacto con heces, el bebé desarrolla
inmunidad, ¡quedará inmunizado ante más bacterias!
¿Y qué pasa si nace de una cesárea?
Nace en un campo aséptico, por lo que será más vulnerable a infecciones
microbianas. La lactancia materna también inmuniza, y le da al bebé lo que necesita: la saliva del bebé transmite mensajes químicos, y si está
resfriado, ¡la composición de la leche se modificará para protegerle de ese
resfriado!
¿Hasta qué edad conviene mamar?
Un mínimo de seis meses, y hasta los dos años. Antiguamente se mamaba hasta los siete años. ¡de ahí lo de dientes de leche! En Mongolia aún maman hasta esa edad.
¿Toca recuperar feminidad?
Gracias al feminismo yo puedo decir hoy que quiero cosas que también me
pertenecen: ser libre como madre y dedicarme a mis hijos, hablar de mi
matriz, mi vagina...
¿Le faltaba esto al feminismo?
¿Está liberada la mujer si la publicidad aún representa la menstruación como líquido azul? ¡Por eso acuño el matriactivismo!
¿Qué es el matriactivismo?
Ideé el concepto enraizándolo al matriarcado: reivindico ser libre siendo
mujer sexualmente, menstruando, pariendo, lactando, siendo menopáusica... y hasta sin dientes.
¿Un feminismo uterino?
¡Un activismo desde la matriz! Para mis clases, llevo fotos del cuello del
útero en el iPad: ¡porque casi nadie sabe cómo es!
Pues es verdad.
La mujer conoce mejor los planetas del sistema solar que su cuerpo. ¿Han
visto sus placentas? ¿Saben que el clítoris mide entre 8 y 12 centímetros de
largo y 6 de ancho?
¿Qué más les enseña?
Que hoy es ya posible propiciar partos fisiológicos, en condiciones ideales
de seguridad e higiene. ¡Aprovechémoslo!
¿Fueron así sus partos?
Fueron fisiológicos sin analgesia ni intervención alguna, de rodillas... ¡y
eufóricos! Pero luego padecí depresiones posparto...
¿Y eso?
Nos preparamos para ser autónomas económicamente, pero cuidar de un bebé que parece un alien... se infravalora socialmente.
¿Cómo superó sus estados depresivos?
En el tercer posparto me cuidé mucho más. Y tomé mi placenta. Y no hubo ya depresión. Cambié mi antigua actitud de superwoman por la de deidad: todos tuvieron que mimarme. ¡Ah, qué bien estuvo eso!
¿Qué es eso de tomar su placenta?
Se cocina la placenta al vapor, se deshidrata y se muele, y ese polvo se
encapsula (en casi 200 cápsulas): al ingerir cada cápsula incorporas muchos nutrientes, vitaminas... También puede tomarse un trozo crudo en un batido de frutas, enseguida tras el parto.
Vaya... ¿Con qué efectos?
La placenta es muy rica en hierro, vitaminas, células madre, oxitocina y
otras hormonas y nutrientes. Tomarla incrementa la energía y la leche de la madre.
Víctor Amela. LaVanguardia
Nos
llega de www.ginecologianatural.com este
extracto de la obra de Casilda Rodrigáñez “La represión del
deseo materno y la génesis del estado de sumisión inconsciente”,
que compartimos esperando sea de vuestro interés. Aprovechamos para
recomendaros encarecidamente el libro.
El
siguiente artículo es un extracto del libro:
“La
Represión del Deseo Materno y la génesis del estado de sumisión
Inconsciente” de Casilda
Rodrigáñez , en
el cual nos muestra como nuestra cultura patriarcal se encarga
de separar el flujo amoroso e instintivo entre mamá y bebé, lo
cual es el cimiento de una sociedad desconectada de lo esencial,
robotizada, sumisa y que mantiene el “statu quo”.
Como lo plantea Casilda en su libro:
la única forma en que una madre pueda más tarde entregar a sus hijos a las leyes y exigencias del sistema, del estado y el capital es reprimiendo su deseo materno a través de la separación de sus bebés mediante mentiras y creencias erróneas que lo sustentan.
A
continuación 7 de estas grandes mentiras:
Primera
Mentira: QUE
LA MUJER NECESITA ASISTENCIA MÉDICA PARA PARIR Y QUE POR ESO HAY
QUE PARIR EN UN HOSPITAL.
Segunda
Mentira: QUE
EL CALOSTRO ES MALO Y QUE HAY QUE ESPERAR UNAS HORAS PARA PONER AL
BEBÉ A MAMAR.
Tercera
Mentira: QUE
LA MADRE TIENE QUE DESCANSAR DESPUÉS DEL PARTO, Y POR ESO NO PUEDE
ESTAR CON LA CRIATURA
Cuarta
Mentira: EL
USO DEL CHUPETE ES UNA COSA NORMAL.
Quinta
Mentira: ES
NORMAL QUE LOS NIÑOS LLOREN
Sexta
Mentira: QUE
LOS BEBÉS NO SE ENTERAN NI SE DAN CUENTA DE NADA, PORQUE NO SON
INTELIGENTES, NO SABEN HABLAR.
Septima
Mentira: QUE
SI NO SE SEPARA A LAS CRIATURAS DE SUS MADRES, ESTAS SE ENMADRAN
DEMASIADO Y SE VUELVEN ENCLENQUES, RAQUÍTICAS O PSICÓTICAMENTE
DEPENDIENTES.
1. QUE
LA MUJER NECESITA ASISTENCIA MÉDICA PARA PARIR Y QUE POR ESO HAY
QUE PARIR EN UN HOSPITAL: PRIMERA MENTIRA
Desde
el momento en que se entera que está embarazada, la mujer se pone
en manos de los médicos. Esto forma ya parte de una norma cultural
incuestionable en Occidente, de la que sólo escapan escasísimas
minorías. Y, desde luego, el parto ha de tener lugar en un centro
hospitalario: el miedo y la ignorancia han tomado cuerpo dentro del
cuerpo de la mujer que desconoce sus funciones sexuales. Un miedo
que es dificilísimo de neutralizar, a pesar de los datos y
argumentaciones que se pueden alegar. Entre ellos, la aplastante
evidencia ya mencionada de lo que sucede en Holanda.
La
mujer ha perdido tanto la conciencia de su propio cuerpo y de sus
funciones sexuales, como la experiencia y el conocimiento que antes
se transmitía de madres a hijas, de unas generaciones a otras; se
ha destruido el tejido social (el apoyo mutuo) que incluía la
posibilidad de recibir en la
intimidad la
ayuda necesaria en el parto: las madres, las hermanas y las abuelas
de las actuales mujeres han parido ya en hospitales, con anestesia,
con goteo, con cesáreas, y han perdido ese conocimiento. No sólo
hay miedo a eventuales complicaciones, hay miedo también al dolor,
el cual se acrecienta en proporción directa al grado de
robotización del parto.
Entonces
la mujer renuncia definitivamente al deseo y a la conciencia y
reclama la anestesia. Se invierte el continuum humano. La
destrucción de las relaciones humanas basadas en el apoyo mutuo
lleva a la paradoja de parir y nacer entre desconocidos.
El
pez se muerde la cola: cuantas más generaciones de maternidades
hospitalarias, más distanciamiento de la maternidad entrañable y
de las propias funciones sexuales, más rigidez, más dolor, más
miedo, más peligro, más riesgo de complicaciones. Como decíamos
en la primera parte, el resultado de la represión y de
la ignorancia se convierte en realidad, en una situación
fáctica que se convierte en la justificación de la continuidad de
la situación creada.
En
el apartado anterior sobre el parto hemos visto las consecuencias
del parto ‘asistido’ por la medicina. Sólo vamos a referirnos
al tema de las cesáreas porque es una práctica en ascenso hoy en
día, que, efectivamente, convierte el parto en intervención
quirúrgica, y que además se mixtifica con el argumento de que así
las criaturas no sufren nada.
Sin
embargo: las criaturas nacidas por cesárea sufren un traumatismo
específico: quedan privadas de la sensación física de participar
en su nacimiento y de vivirlo como un éxito en su actividad
personal. Llegan al mundo cruelmente: se tira de ellos, se les ‘saca
a la vida’, se les ‘reanima’ tan rápidamente como es posible,
se les pinza, se les pega -toda clase de traumatismos que les son
aplicados en grados diversos-… Como… el cordón umbilical se
corta inmediatamente, la criatura tendrá inevitablemente una
tendencia a sentirse inconscientemente amenazada de ahogo y de
asfixia. Para la mayoría de los seres humanos nacidos por cesárea,
el ser humano será un ‘monstruo terrorífico’. No han conocido
a su llegada al mundo la alegría de recostarse sobre su madre y ser
reconfortados por sus caricias, con lo que ello implica para la
renovación de los lazos mutuos. La criatura, rápidamente separada
de la madre, tendrá la huella de la siguiente secuencia de
sentimientos que marcarán su existencia: placer
; alegría ; excitación ; cólera ; tortura ; tormento ;
desastre (5).
Para
la medicina, sin embargo, que trata el parto como un carnicero trata
el cuerpo de la vaca que sale del matadero -porque ni siquiera
respeta, como hacen los veterinarios con los animales vivos, la
fisiología del acontecimiento-, la cesárea es únicamente un
trauma operatorio para la madre, que ahorra sufrimientos, de otro
modo inevitables, al bebé. Además es mucho más rápida que el
parto, apenas media hora de quirófano. Así se explica que tengamos
ya un 25 % de partos con cesárea (1 de cada 4) cuando, de esta
cifra, se podrían justificar como mucho y debido a las condiciones
actuales de rigidez uterina, 5 ó 7 de cada 100, que es más o menos
la cifra de cesáreas que se producen en Holanda.
Incluso
el ex Director de Salud Materno-Infantil de la OMS, Marsden Wagner,
declaraba en una entrevista (6) que en el mundo se practicaban el
doble de cesáreas de las necesarias. Recordaba que en 1985, la OMS
redactó un documento al respecto que se puso en práctica en los
hospitales de Escandinavia, Suiza y Alemania, pero no así en los de
España.
Entre otras cosas, en dicho documento se recomendaba evitar la posición dorsal … la mujer está tumbada durante el alumbramiento, lo que no es bueno, ya que está científicamente comprobado que al bebé le llega menos oxígeno y menos sangre y que el trayecto que tiene que recorrer es más largo. Wagner añadía: la desaparición de las matronas en España hace 5 ó 6 años fue catastrófica… En Escandinavia y Japón las matronas asisten más del 70 % de los partos y el médico sólo interviene en caso de algún problema. El disparate de lo que la medicina ha llegado a hacer con el parto es de tal calibre, que ahora deben suavizar un poco sus disciplinas para no perder su talante ‘científico’ y seguir manteniendo su credibilidad.
Entre otras cosas, en dicho documento se recomendaba evitar la posición dorsal … la mujer está tumbada durante el alumbramiento, lo que no es bueno, ya que está científicamente comprobado que al bebé le llega menos oxígeno y menos sangre y que el trayecto que tiene que recorrer es más largo. Wagner añadía: la desaparición de las matronas en España hace 5 ó 6 años fue catastrófica… En Escandinavia y Japón las matronas asisten más del 70 % de los partos y el médico sólo interviene en caso de algún problema. El disparate de lo que la medicina ha llegado a hacer con el parto es de tal calibre, que ahora deben suavizar un poco sus disciplinas para no perder su talante ‘científico’ y seguir manteniendo su credibilidad.
La
creencia en la necesidad de recibir atención médica durante el
embarazo y en el parto es una gran mentira, que se apoya -y al mismo
tiempo los reproduce- en el miedo y en la actual rigidez uterina.
Mientras esta mentira siga vigente se mantendrá a la mujer
desconectada de sus funciones sexuales.
2. QUE
EL CALOSTRO ES MALO Y QUE HAY QUE ESPERAR UNAS HORAS PARA PONER AL
BEBÉ A MAMAR: SEGUNDA MENTIRA
La
gran mayoría de las civilizaciones que la historia y la
antropología han podido estudiar han introducido artificios para
hacer imposible o limitar el consumo del calostro. (…) En la
mayoría delas culturas africanas el calostro era asimilado al pus o
a un veneno y por lo tanto debía ser evitado. Esto ha sido relatado
con precisión a propósito de los africanos de Sierra Leona y de
Lesoto…También en Bemba, Zambia, es costumbre dar grumos de
cereales al recién nacido… En el conjunto del continente asiático
ha habido un consenso para considerar nocivo el calostro. Ya dos
siglos antes de J.C., en India, la medicina ayurvédica recomendaba
la miel y la mantequilla clarificada durante los cuatro primeros
días, mientras el calostro se exprimía y se retiraba.
En Afganistán… era reemplazado por hierbas amargas y granos de hisopo. En Japón se daba un elixir llamado Jumi… que variaba según la casta… En la moderna Corea… el comienzo de la lactancia materna comienza al cuarto día… después de tres días de biberones. Ni los médicos ni las madres ponen en entredicho esta práctica que va a la par con la separación de las madres y los bebés durante su estancia en el hospital… En todos los lugares de partos que he visitado en China en 1977, se negaba el pecho al recién nacido hasta la edad de tres días… Las actitudes negativas frente al calostro no han perdonado al continente americano… Los sioux perturbaban ostensiblemente el principio de la relación madre-bebé y el consumo del calostro era incompatible con sus rituales (…) Igualmente las sociedades occidentales…
En el siglo VI antes de J.C. Procopio relató las costumbres de los pueblos nómadas del Norte de Suecia. El recién nacido era colgado de un árbol envuelto en pieles y alimentado con tuétano. En época de la Biblia se extraía y tiraba el calostro y el niño era purgado con miel para limpiar el intestino… Los médicos griegos, los romanos y después los médicos
En Afganistán… era reemplazado por hierbas amargas y granos de hisopo. En Japón se daba un elixir llamado Jumi… que variaba según la casta… En la moderna Corea… el comienzo de la lactancia materna comienza al cuarto día… después de tres días de biberones. Ni los médicos ni las madres ponen en entredicho esta práctica que va a la par con la separación de las madres y los bebés durante su estancia en el hospital… En todos los lugares de partos que he visitado en China en 1977, se negaba el pecho al recién nacido hasta la edad de tres días… Las actitudes negativas frente al calostro no han perdonado al continente americano… Los sioux perturbaban ostensiblemente el principio de la relación madre-bebé y el consumo del calostro era incompatible con sus rituales (…) Igualmente las sociedades occidentales…
En el siglo VI antes de J.C. Procopio relató las costumbres de los pueblos nómadas del Norte de Suecia. El recién nacido era colgado de un árbol envuelto en pieles y alimentado con tuétano. En época de la Biblia se extraía y tiraba el calostro y el niño era purgado con miel para limpiar el intestino… Los médicos griegos, los romanos y después los médicos
de
Europa occidental han compartido las mismas creencias. En el siglo
II después de J.C. Seranus enseñaba que las madres debían esperar
tres semanas antes de dar el pecho. En la Edad Media el agua de
rosas era una de las purgas utilizadas… En Bretaña el bebé no
debía ser puesto al pecho antes del bautizo… si el bebé tomaba
leche antes de la ceremonia, el diablo podía penetrar en su cuerpo
junto con la leche. En la Inglaterra de los Tudor y de los Estuardo…
no podía dar el pecho antes de una ceremonia religiosa de
purificación y de acción de gracias, llamada churching… (7)
El
cuento de que el calostro es malo para los bebés ha sido ya
derribado por la misma ciencia médica que ha tenido que reconocer
que el calostro contiene toda una serie de sustancias
importantísimas para la vida humana durante sus primeras cuarenta y
ocho horas fuera del útero materno (8).
El
bebé cuando nace no tiene un sistema inmunológico autónomo:
mientras vivía dentro del útero materno, el bebé participaba del
sistema inmunológico de la madre; recibía todos los anticuerpos
que ésta había generado a lo largo de su vida en el mundo
exterior.
El
sistema inmune de los bebés después del nacimiento tarda un tiempo
en constituirse y en crear las defensas adecuadas al medio normal de
los adultos. La autonomía no está prevista todavía; lo previsto
ontogenéticamente es la simbiosis con la madre; por eso, en los
primeros momentos después del nacimiento, la supervivencia ante el
medio se asegura a través del calostro de la madre, que contiene
proporciones altísimas de inmunoglobulinas.
Luego
la leche materna también las tendrá, pero en proporciones ya más
bajas. La transición está prevista de tal manera que la criatura
recién nacida, recostada sobre el cuerpo de la madre, si nadie se
lo impide, más o menos entre veinte minutos y una hora después de
nacer, buscará los pezones y empezará a succionarlos, sin que
nadie le ‘enseñe’. ¡¡Sería tan fácil, en lugar de tanta
histeria con la asepsia, y tanto meter a las criaturas en cubículos
esterilizados, el dejarlas succionar el calostro materno! ¡¡Y
sería tanto más placentero y tranquilizador para ellas!! (9)
Lo
mismo que, mientras no tenemos dientes, la supervivencia se asegura
succionando la leche materna -o los sucedáneos del progreso
técnico-patriarcal-, mientras que no tenemos defensas, y sobre todo
inmediatamente después del nacimiento en que nuestro sistema
inmune apenas ha empezado a enfrentarse al medio bacteriano
exterior, la supervivencia se asegura con las sustancias del
calostro materno -o los sucedáneos de la fría asepsia
hospitalaria-.
La
vida humana es una continuidad de procesos y su reproducción se
asegura por el principio del placer… o por los sucedáneos
técnico-plastificados inventados por el hombre para controlarla y
someterla a los intereses patriarcales, que son lo que hoy
constituyen el consabido principio
de realidad ya
indefectiblemente opuesto al principio
del placer.
La cuestión estriba en que la realidad que
se organiza es un diseño artificial que está arrancando las raíces
mismas de la vida, el principio inmanente de la vida, de manera tal
que en lugar de ser impulsada por los deseos, es sumergida en un mar
de carencias, donde se manipulan y dirigen todos sus movimientos,
llegando en los tiempos actuales, gracias al desarrollo de la
tecnología, a unos grados de robotización en otros tiempos
increíbles.
El
principio del placer es meramente el respeto a la vida; el principio
de la realidad es su robotización. Hoy, en la sociedad occidental,
el parto hospitalario, las cesáreas, el chupete de plástico, la
cuna y la leche artificial están ya generalizadas; cuando lo estén
la fecundación in vitro, la técnicas de desarrollo fetal en
laboratorio y la ingeniería genética, es decir, cuando ya ni el
coito ni la gestación en el útero materno sean necesarias para la
reproducción… ¿a dónde podremos volver la mirada para encontrar
algún hálito de vida humana? No es la técnica al servicio de la
vida humana, sino la robotización de los seres humanos por medio de
la técnica al servicio de la reproducción de los patrimonios y de
los capitales.
Volviendo
al por qué se ha dicho que el calostro es malo para los seres
humanos recién nacidos, hay que decir que se trata de asegurar que
la madre esté separada de la criatura durante los minutos y las
horas que siguen al alumbramiento, es decir, hay que evitar que se
produzca la impronta, el acoplamiento de los flujos maternos y que
se constituya la pareja madre-criatura fuera del útero. Lo mismo
que se castran a los toros para convertirlos en bueyes sumisos, hay
que eliminar la impronta que produciría una vida humana demasiado
exuberante, con demasiada energía para poderla domesticar.
La
impronta ha sido básica para la supervivencia de la especie humana
y de todas las especies de mamíferos, pues si la madre después de
parir es indiferente a las crías, estás mueren de frío, hambre y
soledad. Por eso el principio del placer está también asociado a
la maternidad, para asegurar que se produzca esa atracción mutua
que garantiza la reproducción de la vida; y por eso, las mujeres
inmediatamente después del parto entramos en un nuevo estado
emocional fortísimo, conmovidas por una enorme excitación; es el
deseo de sentir la criatura apegada al cuerpo que deviene pasión.
Para
unos, la producción hormonal es un factor responsable y para otros
u otras un factor secundario o asociado, o una mera señal
periférica. Lo cierto es que los seres humanos, en lo que a nuestra
condición de mamíferos se refiere, no estamos exentos de ese
peligro que supone la separación inmediata de la madre después del
parto, y que se traduce en un distanciamiento o indiferencia
emocional de la madre hacia las criaturas, o cuando menos, una gran
fisura en la expansión del deseo materno, para una posterior
recuperación y puesta a punto de una relación materno-filial según
la ley. El esquema del proceso de la madre sería más o
menos: deseo
— separación —frustración —depresión postparto —sublimación
— ‘amor’ materno-filial edípico —Poder.
Si
se sabe que la madre, si no se le aparta a la criatura recién
parida, descubrirá la pasión del deseo materno, del deseo de la
criatura, y la acogerá en su cuerpo, esta vez fuera y no dentro,
contra su piel, y que al cabo de una hora sentirá la respuesta del
bebé que moverá la boca en busca del pezón; si se sabe también
que la madre después de esto no podrá nunca actuar contra la
criatura, no podrá dejarla llorar, o meterla sola en una cuna o
dejarla en manos de una nodriza, o supeditar en modo alguno su
bienestar inmediato a un supuesto ‘bien’ futuro (el definido por
la ley y la moral edípica), porque se habrá producido en ella el
conocimiento de los deseos del bebé y el deseo de complacerlos, un
deseo arraigado en el vientre que no puede ser controlado ni
sometido; entonces, si todo esto es así, sabemos por qué ha sido
una estrategia del patriarcado prohibir la succión del calostro
(entre otras muchas prohibiciones, como estamos tratando de ver). Se
trata de que las criaturas no se queden fijadas en el vientre de la
madre, sino en su cabeza o en todo caso en su corazón que, a
diferencia del vientre, son controlables desde el exterior. Se
trata, en definitiva, de que la madre pueda entregar, más tarde, a
sus criaturas a las exigencias del Estado y del Capital.
Prohibir
el hecho físico, el calostro, es de una eficacia total para
asegurar la represión (el refoulement)
de la líbido materna; porque, al tiempo que se silencia lo que
verdaderamente se prohíbe para que no se sepa que existe -prohibir
la líbido materna directamente supondría mencionarla y dar(se)
cuenta de que existe-, se
garantiza totalmente la ejecución de la prohibición.
Porque, ¿qué otra manera hay de eliminar el deseo carnal y al
mismo tiempo posibilitar los cuidados imprescindibles para la
supervivencia? ¿Qué manera hay de fijar los límites entre el amor
libidinoso y la ternura
espiritual
que, a diferencia del primero, puede tolerar el sufrimiento presente
de la criatura en aras del supuesto bien ulterior del orden
patriarcal? El mecanismo es de una perfección tal que prueban años
y siglos de elaboración artesanal: el principio del placer que
hace girar la rueda de la vida se ha cambiado por la prohibición y
la orden. No se dice que lo que no hay que hacer es chupar el pezón
materno: no, a las mujeres del Tercer Mundo a las que se las tiene
que civilizar y cuya sexualidad debe ser mejor educada, no se les
dice directamente que es malo que sus bebés
chupen sus pezones; lo que se les dice es que su leche es menos
buena que los potecitos Nestlé ?(10).
No se puede decir que es malo que la madre quiera a su bebé; pero se puede decir que los flujos maternos son sucios y asquerosos, que el calostro es malo, que la madre tiene que pasar un periodo de ‘purificación’ o, modernamente, que hace falta higiene, asepsia y descanso para la recuperación.
No se puede decir que es malo que la madre quiera a su bebé; pero se puede decir que los flujos maternos son sucios y asquerosos, que el calostro es malo, que la madre tiene que pasar un periodo de ‘purificación’ o, modernamente, que hace falta higiene, asepsia y descanso para la recuperación.
3. QUE
LA MADRE TIENE QUE DESCANSAR DESPUÉS DEL PARTO, Y POR ESO NO PUEDE
ESTAR CON LA CRIATURA: TERCERA MENTIRA.
Las
razones para separar a las criaturas de la madre se actualizan. Ya
no se dice que el parto deja a la mujer en estado de ‘impureza’,
sino cansada y enferma.
La
necesidad del descanso se propicia argumentando que la madre no está
en condiciones físicas para dar a la criatura todo lo que necesita,
y se dispone que pase la mitad del día -más o menos según los
casos- en los famosos ‘nidos’ de las clínicas y hospitales, al
cuidado de una enfermera que le dará el biberón de la noche, y a
lo mejor el de por la mañana temprano, para que la madre descanse…
Y
como cada vez el parto es más una intervención quirúrgica y el
post-parto, por tanto, un post-operatorio del que la madre tiene que
recuperarse, tenemos servida una nueva razón para mantener a la
madre ‘descansando’ y ‘recuperándose’, alejada del bebé,
¡¡como si el estar juntos madre y bebé fuese incompatible con el
descanso!! ¡cómo si el descanso no consistiese en dejar que el
bebé vacíe los pechos que palpitan llenos de leche! Claro que es
importante el descanso y la recuperación de la madre, y por eso lo
que hay que hacer es liberararla de otras preocupaciones y de los
trabajos domésticos para que pueda dedicarse a descansar con su
criatura.
Porque
la madre puede dar de mamar a la criatura en la cama, echada de
lado, sin que ello le produzca absolutamente ningún cansancio.
Lo
que cansa son la visitas, la luz intensa, el folklore que se
organiza destruyendo la intimidad de la pareja, y el esfuerzo que
tiene que hacer la madre para mantener el tipo y la educación
yreprimir sus deseos y su líbido: eso es lo que consume las
energías y distrae a la mujer de sus propias sensaciones íntimas.
Una
vez cortada la impronta, cuanto más se distraiga a la mujer durante
los primeros días después del parto, cuanto más ajena esté la
mujer a las pulsiones sexuales de su cuerpo, cuanto más jaleo de
visitas y de ritos sociales y más controles médicos, más se podrá
hablar del bienestar del bebé, de la bondad del amamantamiento de
manera aséptica, porque se sabe que lo que el bebé recibirá no
son los flujos maternos del deseo incontrolado, y que la madre
tendrá cada vez menos producción de leche. El engaño se ha ido
haciendo más y más sofisticado, más elaborado, porque se sabe que
la madre va a dar de mamar sin líbido materna, con la misma
frialdad con la que una mujer se puede acostar con un hombre sin
deseo.
Por
eso cada vez es más frecuente que incluso mujeres que quieren dar
de mamar a sus bebés se queden sin leche a los dos o tres meses o
incluso antes.
Este
panorama nos vuelve el pensamiento a los grupos ginecofocales
descritos por Martha Moia en la obra ya citada, que nos refiere a
una forma de convivencia y a un tejido social en armonía con el
principio de la vida humana:
1) se explica que los bebés se críen mejor si hay muchas mujeres lactantes a la vez;
2) se entiende que las mujeres que han crecido juntas y compartido los amores primarios -la madre, las tías, las hermanas- puedan ayudar al parto y luego a la recién parida en una intimidad compatible con el acto sexual.
3) como todo esto no es ningún secreto, y como los varones adultos han pasado por ello y su sexualidad se ha ido diversificando sobre la base de una gran expansión del erotismo primario, todos respetan la intimidad, los deseos y los sentimientos recíprocos de la madre y de la criatura, y no se les pasa por la imaginación la noción o el sentimiento de estar siendo excluidos de algo.
1) se explica que los bebés se críen mejor si hay muchas mujeres lactantes a la vez;
2) se entiende que las mujeres que han crecido juntas y compartido los amores primarios -la madre, las tías, las hermanas- puedan ayudar al parto y luego a la recién parida en una intimidad compatible con el acto sexual.
3) como todo esto no es ningún secreto, y como los varones adultos han pasado por ello y su sexualidad se ha ido diversificando sobre la base de una gran expansión del erotismo primario, todos respetan la intimidad, los deseos y los sentimientos recíprocos de la madre y de la criatura, y no se les pasa por la imaginación la noción o el sentimiento de estar siendo excluidos de algo.
4. EL
USO DEL CHUPETE ES UNA COSA NORMAL: CUARTA MENTIRA.
Si
una imagen pudiese ilustrar el Crimen de la Madre y resumir el
abandono y carencia que sufren las criaturas -es decir, la tragedia
de la humanidad- esa imagen sería la de unchupete
de plástico.
Si
no tuviésemos la deformación adulta y la costumbre de pensar de un
modo adultocéntrico -y de vivir de un modo adultocrático- en
realidad el Secreto de la Humanidad no sería tal secreto: la
carencia sería una verdad tan abrumadora que no podríamos vivir ni
cinco minutos sin sentirnos desbordadas y desbordados por
laabundante cantidad de sus manifestaciones. Es un espectáculo
grotesco, y a la vez cruel y trágico, que todas las criaturas
humanas se críen chupando un pezón artificial, un trozo de
plástico hinchado y sujeto a una arandela de color. Porque no es
una manía de una criatura aislada o de un grupo de criaturas. Es lo
normal en las criaturas separadas de sus madres, y nadie se asombra,
exactamente por lo mismo que nadie se asombra de que los partos sean
dolorosos y tengan lugar en los hospitales con asistencia médica.
Para darnos sólo un poco de cuenta de lo que esto significa
podríamos probar los adultos a comprarnos muñecas hinchables y
consoladores de plástico y abstenernos de tener relaciones sexuales
con parejas de carne y hueso durante unos cuantos años para ver qué
tal nos lo pasamos. Quizá entonces podríamos empezar a ver el
mundo con
ojos de niño,
como propone Tonucci.
Claro
que como, según la lógica del pensamiento patriarcal, el erotismo
primario es un auto-erotismo, un puro narcisismo, ¿para qué
queremos los pechos de la madre? Se supone que el biberón y el
chupete nos sirven igual que el cuerpo materno. Aunque si fuese
verdad lo del narcisismo primario, ¿para qué el chupete? ¿O será
que lo del narcisismo es la actitud erótica obligada al dejarnos
solos y solas sin madre? En cualquier caso, nadie se hace demasiadas
preguntas sobre el uso del chupete. Sirve para hacer callar a las
criaturas y eso ya basta.
El
chupete es solo la punta del iceberg, de un iceberg que es la
destrucción del amor maternal y de la sexualidad infantil de la que
venimos hablando. Es una pieza más de la historia de la humanidad,
de esta historia del crimen de la madre. (¡Ay, qué lejos estamos
de la Historia que nos enseñaron en la escuela con sus reyes, sus
batallas y sus reparticiones!)
En
los comienzos de la degradación social y de la robotización de la
maternidad, las señoras dejaron de criar a sus bebés y empezaron a
entregarlos a nodrizas, a las sirvientas o a las criadas, pues
todavía no se habían inventado las leches artificiales y el
plástico.
En
otras palabras, antes de la era de la tecnología, la robotización
había empezado por medio del ‘amor’ mercenario, como dice
Michel Odent:
Las nodrizas y las prostitutas de las sociedades monógamas tenían en común el ser mercenarias que vendían sucedáneos de amor, ya se tratara de amor conyugal o de amor maternal…(11)
Sobre
las nodrizas, Alice Miller, recogiendo los recientes
‘descubrimientos’ sobre la práctica del filicidio a lo largo de
la historia humana, nos recuerda que uno de cada dos bebés
confiados a las nodrizas moría, y que por esta razón se las
llamaba en muchos lugaresfaiseuses
d’anges (en
castellano, hacedoras
de ángeles).
Del
‘amor’ mercenario al plástico; de las nodrizas y criadas, al
chupete, al biberón y a la guardería, y de las prostitutas a las
muñecas y consoladores de plástico. La verdad es que los adultos
hoy siguen utilizando la prostitución porque, al fin y al cabo, más
vale un ser humano de carne y hueso mercenario que un trozo de
plástico…
Quizá
por eso, y no por casualidad, muchos niños/as que han mamado
durante un tiempo insuficiente, rechazan el chupete y terminan
chupándose el dedo. Los/as que nunca han mamado, en cambio, aceptan
el chupete desde un principio.
El
chupete cubre la robotización de la función materna, que consiste
básicamente, como decían los psicoanalistas, en separar la función
materna de la madre, es decir que la función de nutrición etc., se
realice sin el deseo materno que pueda haber en la madre. Por
eso, incluso cuando se preconiza la vuelta a la lactancia materna se
hace bajo ciertos preceptos y reglas -que pocas madres se
atreven a violar-, de tal manera que siguen
siendo las normas y la ley la que mueven a la madre y no el deseo;
así se consigue que la madre no se deje llevar por eventuales
deseos o por compasión hacia la criatura que llora de hambre y de
soledad (12).
Además de aconsejar habitaciones diferentes para la madre y la criatura, se impone un orden y un férreo control de las tetadas que no será más que el caos en la alimentación de los bebés: Para estudiar el modo de alimentación que conviene mejor al bebé humano, algunos investigadores han analizado la leche de un centenar de animales en relación con la frecuencia de las tetadas. Cuanto más rica es la leche en materias grasas y en proteínas, mayor es el intervalo de tiempo entre tetada y tetada… Según este estudio, la leche de mujer estaría equilibrada para nutrir a un bebé si el intervalo es de veinte minutos a dos horas. Esta investigación demuestra hasta qué punto los pediatras se han equivocado cuando han decidido que los bebés amamantados por la madre debían alimentarse cada cuatro horas (13).
Además de aconsejar habitaciones diferentes para la madre y la criatura, se impone un orden y un férreo control de las tetadas que no será más que el caos en la alimentación de los bebés: Para estudiar el modo de alimentación que conviene mejor al bebé humano, algunos investigadores han analizado la leche de un centenar de animales en relación con la frecuencia de las tetadas. Cuanto más rica es la leche en materias grasas y en proteínas, mayor es el intervalo de tiempo entre tetada y tetada… Según este estudio, la leche de mujer estaría equilibrada para nutrir a un bebé si el intervalo es de veinte minutos a dos horas. Esta investigación demuestra hasta qué punto los pediatras se han equivocado cuando han decidido que los bebés amamantados por la madre debían alimentarse cada cuatro horas (13).
La
sarta de mentiras de la medicina oficial proseguía enunciando la
duración de la tetada: diez minutos en cada pecho. Y ahora sabemos
que la leche humana con la mayor abundancia de proteínas y demás
nutrientes se produce después de los primeros veinte minutos de
mamada (14).
5.
ES NORMAL QUE LOS NIÑOS LLOREN:
QUINTA MENTIRA
Groddeck,
en una de sus cartas, y con toda esa ironía que le caracteriza, le
dice a su nterlocutora ficticia: Pero
probablemente, lo que no sabe Ud…. es que los niños lloran cuando
se les hace unas cosas y dejan de llorar cuando se les hace
otras (15).
Es
decir, que lo normal no es que las criaturas lloren, sino que lloren
cuando les ocurre unas cosas y dejen de llorar cuando les ocurren
otras.
Desde
que Leboyer y el equipo de parto
sin violencia de
Pithiviers, Francia (16), demostraron que un bebé al nacer no solo
no tiene por qué llorar sino que puede sonreir,
nadie puede sostener el tópico de que es
normal que los niños lloren,
ni permanecer impasible ante el llanto de una criatura. Aunque no
exista el deseo, la sola compasión ante su llanto nos tendría que
impedir cumplir con nuestros deberes de madres patriarcales.
Al
ignorar y frustrar los deseos de las criaturas, producimos, digamos
que inconscientemente, la carencia, el estado de necesidad;
pero las necesidades, que se van haciendo acuciantes, hacen que los
bebés lloren con angustia y desesperación (17). En este punto,
cabría preguntarse ¿cómo podemos no darnos cuenta de lo que
estamos haciendo? ¿Cómo es posible que la evidencia no llegue a la
conciencia? ¿Cómo es posible que podamos no reconocer el
significado del llanto de los pequeños seres humanos desde sus
cunas?
La respuesta es que estamos específicamente insensibilizadas y preparadas para oír ese llanto sin inmutarnos emocionalmente; y esa insensibilización emocional especial requiere, además de no cuestionar lo que hicieron con nosotras nuestras madres y no sentir nuestra falta básica, una mentira muy importante a nivel consciente: lo de que es normal que las criaturas lloren y que, a veces, es hasta conveniente. De otro modo nos resultaría imposible permanecer impasibles ante el llanto de los bebés.
La respuesta es que estamos específicamente insensibilizadas y preparadas para oír ese llanto sin inmutarnos emocionalmente; y esa insensibilización emocional especial requiere, además de no cuestionar lo que hicieron con nosotras nuestras madres y no sentir nuestra falta básica, una mentira muy importante a nivel consciente: lo de que es normal que las criaturas lloren y que, a veces, es hasta conveniente. De otro modo nos resultaría imposible permanecer impasibles ante el llanto de los bebés.
Insensibilizadas,
sin reconocer nuestro propio abandono, desconectadas de nuestras
propias pulsiones, las madres en lugar de seguir el impulso del
deseo, nos constituimos en autoridad
que decide lo
que el bebé va a recibir y lo que va a llorar. Hemos logrado
esa
frialdad y ese distanciamiento emocional que nos permite salirnos
del campo de atracción de los flujos maternos para actuar según
los dictados de una racionalidad que recoge las normas establecidas
-las razones médicas o de la tradición familiar-, abandonando a la
criatura en ese campo de atracción que enseguida, con la
desaparición del deseo materno, se convertirá en un campo yermo.
Nuestro Poder está hecho del sufrimiento de las criaturas.
Es
normal que los bebés lloren porque es normal que las madres – y
los padres- ejerzan el Poder sobre ellos.
Antes
de las prohibiciones todo estaba preparado para colmar los deseos de
cada vida que nacía: pues la propia criatura estimula e induce la
producción del deseo maternal. Cuando nacemos, todo el Paraíso se
encuentra en el cuerpo materno: calor corporal, caricias, aliento,
olor, sonidos, manos, besos, lametazos, alimento, pezones,
regazo, lo
que tan sólo todavía es objeto de nuestros deseos, y que luego ha
de convertirse en un rosario de carencias y necesidades.
Entonces desconocemos la necesidad, y así creceríamos sin conocerla, sí, claro está, ese cuerpo materno formase parte de un tejido social basado en el apoyo mutuo. Pero si por accidente casual algo nos faltase, quedaría el recurso del llanto para avisar de que algo anómalo estaba ocurriendo.
Entonces desconocemos la necesidad, y así creceríamos sin conocerla, sí, claro está, ese cuerpo materno formase parte de un tejido social basado en el apoyo mutuo. Pero si por accidente casual algo nos faltase, quedaría el recurso del llanto para avisar de que algo anómalo estaba ocurriendo.
Por
eso el comportamiento adulto es doblemente cruel: primero provocar
la carencia y luego hacer oídos sordos al llanto, al único medio
de aviso de los bebés.
El
llanto de la criatura recién nacida no se parece al llanto adulto:
es un llanto que habla, que comunica un dolor y una desesperación
angustiosa y al mismo tiempo, de rabia y de sorpresa. No es el
llanto de la resignación, del ser humano que ya se ha aposentado en
el Valle de Lágrimas. Es el llanto de la criatura que está siendo
expulsada del Paraíso.
¡Cuánta
vida hay todavía en ese llanto, cuánta producción de deseos que
están siendo frustrados en esos primeros días y semanas! La
criatura no tiene noción del tiempo ni de la esperanza. Cuando está
sola y tiene hambre, la sensación de carencia no la puede paliar
pensando en que después vendrán, en que luego le daran de comer.
El sentimiento de abandono y la desesperación son casi absolutas.
Dejar
llorar a un recién nacido es uno de los comportamientos más viles
y prepotentes de los adultos y adultas de este mundo;
muestra el fortísimo endurecimiento emocional, la enorme
insensibilidad humana que tenemos para ignorar el sufrimiento de la
criatura; y muestra hasta qué punto podemos ser engañados.
Es un momento culminante de toda esta historia. El momento de la película en el que arrancan los acordes más tenebrosos. Cuando las criaturas humanas solo deseamos amor y ternura de los demás congéneres y estos te lo niegan y te abandonan a la soledad. Y cuando protestas, reclamas, insistes llorando, te dejan llorar para que aprendas a aceptar las leyes y la crueldad del mundo.
Cada criatura humana tenemos muchas horas lloradas. Como un piloto que necesita muchas horas de vuelo para aprender a pilotar un avión, necesitamos muchos horas lloradas para aprender a vivir en la sociedad patriarcal. Nos cuesta mucho aceptar el abandono y la rigidez de las formas, resignarnos a la frialdad adulta. En ese mar de lágrimas que se podría recoger a lo largo de la crianza de cada criatura están metabolizados los deseos y el amor primario de cada vida humana, de esa vida deseante que se frustra para hacerla entrar en el orden, en la ley de la familia, en el triángulo edípico.
Es un momento culminante de toda esta historia. El momento de la película en el que arrancan los acordes más tenebrosos. Cuando las criaturas humanas solo deseamos amor y ternura de los demás congéneres y estos te lo niegan y te abandonan a la soledad. Y cuando protestas, reclamas, insistes llorando, te dejan llorar para que aprendas a aceptar las leyes y la crueldad del mundo.
Cada criatura humana tenemos muchas horas lloradas. Como un piloto que necesita muchas horas de vuelo para aprender a pilotar un avión, necesitamos muchos horas lloradas para aprender a vivir en la sociedad patriarcal. Nos cuesta mucho aceptar el abandono y la rigidez de las formas, resignarnos a la frialdad adulta. En ese mar de lágrimas que se podría recoger a lo largo de la crianza de cada criatura están metabolizados los deseos y el amor primario de cada vida humana, de esa vida deseante que se frustra para hacerla entrar en el orden, en la ley de la familia, en el triángulo edípico.
Dice
Odent (18) que La
cólera es una reacción sana minimizadora de los efectos nefastos
de una situación de sumisión.
La
cólera no es una producción primaria de la criatura. Lo que le es
innato y le es propio, es la capacidad de luchar contra lo que le es
nocivo; la capacidad de encolerizarse y de reaccionar ante el daño
que le hacen. La cólera, como el llanto, es una reacción de
defensa por el daño que la sociedad patriarcal produce a la
criatura; no son instintos tanáticos de matar al padre, ni
tendencias destructivas dispuestas a dispararse en cualquier
momento: son instintos de defensa de nuestros deseos de vivir, y la
más sana resistencia a la autoridad de los padres. Lo que pasa es
que nos lo cuentan al revés: que la represión de la sociedad
adulta sobre las criaturas es la autodefensa de la comunidad frente
a la maldad innata.
Toda la cultura es una sucesión de justificaciones de la represión de las criaturas, todos los discursos religiosos, filosóficos, científicos, etc., en sus niveles más superficiales (la ley civil) como en los más sagrados que apuntan a la formación del inconsciente (mitos, tabúes y religión); desde el pecado original al complejo de Edipo y las carencias innatas inventadas por el psicoanálisis o la destructividad depredadora innata inventada por la etología; todos tienen en común el dar la vuelta al asunto: la represión adulta es la autode-fensa de una sociedad civilizada frente a una realidad biológica, un tanto salvaje (Pellicer (19)), frente a los perversos polimorfos como, finalmente, calificaría Freud a las criaturas humanas.
Toda la cultura es una sucesión de justificaciones de la represión de las criaturas, todos los discursos religiosos, filosóficos, científicos, etc., en sus niveles más superficiales (la ley civil) como en los más sagrados que apuntan a la formación del inconsciente (mitos, tabúes y religión); desde el pecado original al complejo de Edipo y las carencias innatas inventadas por el psicoanálisis o la destructividad depredadora innata inventada por la etología; todos tienen en común el dar la vuelta al asunto: la represión adulta es la autode-fensa de una sociedad civilizada frente a una realidad biológica, un tanto salvaje (Pellicer (19)), frente a los perversos polimorfos como, finalmente, calificaría Freud a las criaturas humanas.
Por
eso, ante todo, hay que ocultar todas las huellas y vestigios de que
la carencia, la agresividad y la necesidad nunca fueron primeras, y
que son los contraefectos de la represión. Y el llanto del bebé es
uno de esos vestigios
que encontramos en todos los orígenes de
la vida humana, de la condición humana; una de las pruebas de la
frustración del amor primario: el llanto es la queja, el dolor de
la herida. Por ello, la creencia de que es normal y que no tiene
importancia que las criaturas lloren es además un velo para ocultar
los orígenes.
Y
los niños y las niñas lloran mucho porque se tarda mucho en
aprender a resignarse; horas, días, semanas, meses, años. ¡Cuántas
lágrimas para hacernos capaces de vivir en este mundo!. Es tan
frecuente el llanto en la infancia en nuestro mundo que,
efectivamente, resulta verdad que es
normal que los niños lloren,
pues ya forma parte de la realidad. Como dicen Deleuze y Guattari,
es la conciencia verdadera de un movimiento falso: una vez más el
resultado de
la represión se presenta como condición pre-existente que la
justifica: entonces ya no hay más que dejar que los políticos y
los hombres de negocios den vivas al pragmatismo.
6. QUE
LOS BEBÉS NO SE ENTERAN NI SE DAN CUENTA DE NADA, PORQUE NO SON
INTELIGENTES, NO SABEN HABLAR: SEXTA MENTIRA
¿Acaso
pertence Ud. también a esa rara especie de personas que opinan que
los niños, antes de nacer, carecen de sentimientos? -
pregunta Groddeck- (20); y luego más adelante dice sobre los que
tratan a los bebés como objetos insensibles: Parecen
no tener ni rastro de sentimiento por oprimir sin misericordia a una
criatura delicada e indefensa (…) Es más tienen hasta el empaque
de decir que el niño ni sufre ni se entera (…) Y cuando sale al
mundo, sin aliento, la comadrona le azota en el culo hasta que, como
prueba de que siente y le duele, llora (21).
A
veces se le hace cualquier cosa con un bebé porque se piensa que no
se da cuenta de nada, porque no tiene memoria ni inteligencia. Esta
creencia se debe a la educación escolástica (que en lo esencial no
ha sido modificada por la Ilustración) que hemos recibido,
estructurada en la escisión soma-psique. Todos los conocimientos
que adquirimos los registramos descompuestos, como las matemáticas
descompenen una parábola en X y en Y, pero la parábola sigue
siendo una parábola por mucho que la conviertan en una función
polinómica. Sabemos que los bebés que tienen carencias afectivas
fuertes y que han tenido grados de abandono importantes, tienen
dificultades no solo psicomotrices sino también de lenguaje.
El
sistema nervioso crece como todo el organismo humano movido por las
pulsiones de los deseos; y aunque la vitalidad humana es fortísima
y su capacidad de supervivencia incalculable, no es ilimitada, y
cuando la represión de la producción de los deseos se pasa de un
cierto límite, el sistema nervioso, las conexiones neuronales y
neuromusculares quedan lesionadas (22)
Desde
el comienzo de una vida, la angustia permanece intacta, pesada. Lo
clava a uno en su lugar. Yo que lo sé por haberla encontrado con
frecuencia a mi alrededor y, en primer lugar en mí, me sorprendo
siempre al verla aparecer detrás de las máscaras…
Acabo
de ver la película [de
la propia vida], pero
el peligro no estaba al final, estaba al comienzo (23).
Esto
contradice que el principio de la vida humana sea el lenguaje y
permite ver que la vida humana es algo mucho más complejo y que las
emociones y los sentimientos ya nos hacen ser lo que somos antes de
empezar a hablar y a razonar, que hay una razón o un sentido que no
pasa por el lenguaje, que es la razón del deseo.
Con
ello queremos decir que los bebés sí se
dan cuenta de
lo que se les hace, de la relación humana que se establece con
ellos; podemos decir que se dan mucha más cuenta que los humanos
adultos que estamos ya psíquicamente tan reducidos y acorazados,
tan escondidos detrás de las máscaras, que somos insensibles a los
deseos y a los alientos humanos; y, para remate, tan engañados en
lo consciente, que tenemos cerradas las puertas de muchas de las más
importantes formas de percepción. Pero como decía Groddeck el
hombre recién nacido siente… siente
incluso tanto y más que una persona mayor (24).
El
que los/as adultos/as constituidos en sociedad patriarcal hayamos
perdido la capacidad de consentir, de sentir
con los
bebés; el que esta sociedad sea una sociedad distante y alejada de
las criaturas recién nacidas sin ninguna cultura ni sabiduría ni
pautas de comportamiento para la comunicación afectiva con los
humanos recién nacidos y criaturas pequeñas, puesto que ha
prohibido la sexualidad primaria humana, sólo quiere decir que es
una sociedad con intereses (la realización de los patrimonios)
contrarios a la vida humana y que requiere su sacrificio y su
explotación; no quiere decir que esas criaturas sean tontas de
nacimiento e insensibles.
Milenios
de civilización basada en la creencia, estratégicamente inducida,
de que nacemos ‘malos’, ‘egoístas’ y ‘tontos’, sin
ningún tipo de sabiduría, nos han distanciado de las criaturas
recién nacidas, de los seres deseantes que salen a la luz del
mundo.
Lo
que esto sí nos explica es por qué nuestra conciencia se forma sin
el recuerdo de lo que nos pasó en los tres primeros años de vida.
Es
curioso que, en cambio, la psiquiatría sí reconoce este fenómeno
de los agujeros de la conciencia en los casos de los supervivientes
de accidentes mortales. Es conocido por esta ciencia que en estas
personas se produce un agujero en su conciencia: no recuerdan
nada
de lo que ocurrió desde unos segundos o minutos antes del accidente
hasta unos minutos después (recuerdo
que iba conduciendo oyendo a los Doors, y luego que me metían en la
ambulancia…).
Este
es un mecanismo de autodefensa del ser humano para sobrevivir, pues
no puede somatizar el pánico que produce la cercanía de la muerte;
entonces el pánico es refouladopor
la conciencia.
Lo
mismo que hacemos las criaturas humanas cuando nos niegan el cuerpo
materno, y, luego, cuando los objetos de la sublimación de nuestra
herida, nuestros padres, nos continúan abandonando y decepcionando
día tras día de nuestra infancia.
Este refoulement de
la frustración del amor primario no sólo impide que recordemos la
herida, sino que nos coloca en un mundo distante de las criaturas, y
nos hace insensibles a sus deseos, incapaces de comunicarnos y de
conectar con su aliento vital. Los ignorantes no son los bebés. Los
ignorantes somos las adultas y los adultos que ignoramos
absolutamente todo lo que se relaciona con la líbido primaria y con
las criaturas deseantes: tenemos almacenado en nuestro inconsciente
todo nuestro saber y nuestra experiencia vital sobre la cuestión.
Fue un mecanismo de supervivencia, pero como dice Alice Miller, el o
la adulta, en un proceso no demasiado rápido, podría ser capaz de
recuperar la conciencia del amor primario reprimido y su
sensibilidad hacia las criaturas humanas.
Porque
no es sólo un amor, o una líbido, o un deseo ‘primero’. Es el
amor, la líbido y el deseo primero y primario;
es decir, es lo que subyace por debajo de toda la economía
libidinal y lo que hace decir a Balint que todo anhelo erótico es
una anhelo de volver a la armonía erótica inicial. Por eso es una
falacia y una prepotencia adulta creerse y justificar la autoridad
de los padres sobre las criaturas porque las segundas no
saben porque
los padres son los que saben.
Los
padres aventajan a la criatura en el conocimiento de las leyes
patriarcales y del orden que rige la sociedad patriarcal, por
supuesto.
Pero,
en cambio, las criaturas saben todavía lo que los padres han
olvidado por completo: el amor, la líbido y los deseos primarios.
Sus
pequeños cuerpecitos son un tesoro de conocimientos humanos que los
padres desconocen. Por eso, a veces sucede, si un rayito de deseo y
de luz se filtra a través de las corazas de los cuerpos y de las
conciencias adultas, que se nos abre una brecha por la que podemos
volver a aprender de las criaturas esos amores primarios.
Se
ha destruido la relación erótica intensa que impulsa las funciones
maternas para echar a andar en los primeros momentos de la vida, y
la hemos sustituido por unas operaciones técnico-sanitarias; es
decir, hemos reducido la función materna a los aspectos de
protección, higiene y alimentación que tiene dicha función,
pero eliminando
la líbido que la impulsa.
Lo que se entiende por ‘función materna’ hoy en día es lo que
queda de esa función después de quitarle el deseo. Entonces
‘función materna’ es, efectivamente, toda una lista de medidas
técnico-sanitarias de las que la criatura no ‘sabe’ nada.
Lo
que no se dice y no sabemos, o hacemos como si no lo supiéramos, es
que la producción deseante si no se reprimiese, realizaría de por
sí todas las medidas de protección, higiene y alimentación
propias de la vida humana (no los inventos artificiales para
realizar las plusvalías de la industria del consumo y la
publicidad).
Es
decir, la criatura deseante sabe lo
que quiere mejor que la madre cuya libidomaterna fue secada en
la mesa del paritorio o antes.
Por
eso hay que dar por supuesto que la criatura es un ser tonto que no
entiende ni percibe nada: para cambiar el deseo por la lista de
medidas artificiales sustitutivas. Para que pueda ser tratado como
un trozo de estómago ulceroso o un apéndice infectado que se
retira con guantes de goma y bajo los focos de un quirófano. Si el
deseo de la madre puede alcanzar la sensibilidad del bebé es porque
hay una reciprocidad libidinal en la producción deseante de ambas.
La madre -u otra mujer recién parida o que haya sido madre y
que sea capaz de sentir las pulsiones de la libido sexual
materna, o quizá los niños o niñas que todavía tienen esa
sensibilidad a flor de piel, o quizá, en un grupo humano en el que
no se hubiese destruido el apoyo mutuo, posiblemente cualquier
adulto o adulta del entorno inmediato- podría mediar entre la
sociedad y la criatura para expresar con palabras los deseos del ser
que palpita junto a su cuerpo y que ella percibe. Pero al cortarse
el deseo materno, el recién nacido queda desconectado del mundo,
como un tonto que no sabe ni entiende.
Y
bajo este supuesto de que son los adultos quienes verdadera-mente
conocen y saben de las necesidades (¡en ningún caso se trata de
los deseos!) del bebé, no sólo se niega lo que no se reconoce como
necesario sino que se destruye la sabiduría instintiva con la que
nacemos: cuándo y cuánto tenemos que comer, que dormir o que
ayunar (25). La flexibilidad de la que disponemos y la capacidad de
autoregulación van truncándose día a día, norma tras norma, de
manera que finalmente, como dice Eneko Landburu (26), médico
higienista del colectivo Sumendi, hasta la salud deja de estar en
nuestras manos en la creencia general de que es cosa de
especialistas.
7. QUE
SI NO SE SEPARA A LAS CRIATURAS DE SUS MADRES, ESTAS SE ENMADRAN
DEMASIADO Y SE VUELVEN ENCLENQUES, RAQUÍTICAS O PSICÓTICAMENTE
DEPENDIENTES: SÉPTIMA MENTIRA
Siempre
que esté saciado el deseo de contacto con su madre, la criatura
puede volcar sus deseos hacia otros seres. Pero todo lo que sea
sustituir a la madre impregnada del deseo materno, bien sea con
nodrizas o con chupetes o con lo que sea, será para la criatura una
frustración.
En este sentido, la madre es imprescindible; lo que no quiere decir que seaexclusiva o excluyente, porque el deseo mismo no es exclusivo ni excluyente. Ahora bien, que el deseo no sea exclusivo no significa que se pueda provocar la separación de dos seres acoplados, en los momentos de su pasión amorosa, apelando a la no-exclusividad. Desde luego que un bebé puede sentirse bien en otros brazos que nos sean los de su madre, pero cuando ha saciado sus deseos maternos. De otro modo es frustrar el deseo y el amor, que no tiene nada que ver con la no-exclusividad. Los deseos de las criaturas son indefinidos e ilimitados precisamente a condición de que no se las bloquee, a condición de que se les permita su producción. Lo mismo que cuando de adultos nos enamoramos, nos invade una alegría y un bienestar general tan grande que sentimos ganas de abrazar y de besar a todos/as los/as que nos rodean.
En este sentido, la madre es imprescindible; lo que no quiere decir que seaexclusiva o excluyente, porque el deseo mismo no es exclusivo ni excluyente. Ahora bien, que el deseo no sea exclusivo no significa que se pueda provocar la separación de dos seres acoplados, en los momentos de su pasión amorosa, apelando a la no-exclusividad. Desde luego que un bebé puede sentirse bien en otros brazos que nos sean los de su madre, pero cuando ha saciado sus deseos maternos. De otro modo es frustrar el deseo y el amor, que no tiene nada que ver con la no-exclusividad. Los deseos de las criaturas son indefinidos e ilimitados precisamente a condición de que no se las bloquee, a condición de que se les permita su producción. Lo mismo que cuando de adultos nos enamoramos, nos invade una alegría y un bienestar general tan grande que sentimos ganas de abrazar y de besar a todos/as los/as que nos rodean.
Precisamente
lo que comprobamos en los grupos humanos en los que se respetan los
deseos de la pareja madre-criatura recién nacida, es que esas
criaturas son mucho menos exclusivas y excluyentes, mucho menos
dependientes de sus padres, y, en general, independientes y
emocionalmente seguros mucho antes que los niños y niñas
occidentales, si es que llegamos alguna vez a serlo, pues lo que nos
sucede más bien es que la frustración primera produce una
inseguridad neurótica que prevalece de por vida y que se trata de
compensar con la posesión.
Es
decir, que no es el deseo saciado lo que hace que la criatura se
aferre psicóticamente a la madre, sino el deseo frustrado, la falta
del amor materno lo que le hace seguir buscando ansiosamente ese
amor materno y lo que le hace dependiente de la madre.
La
relación desinhibida madre-recién nacido no encierra los deseos de
la criatura, sino que, por el contrario, permite su expansión
erótica ulterior.
“La
Represión del Deseo Materno y la génesis del estado de sumisión
Inconsciente” de Casilda
Rodrigáñez
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