El origen extraterrestre del genoma
humano
Dos
virólogos de Boston y un astrobiólogo y un matemático de
Kazajistán han investigado los vestigios de un misterioso algoritmo
incrustado en el genoma humano que obedece a patrones artificiales.
Ellos aseguran que el código está relacionado con un extraño virus
llamado Borna virus que se fusionó con el ADN de los homínidos hace
dos millones de años provocando su modificación cerebral. Ya en
1981, un Premio Nobel de Medicina aseguraba que el ADN humano había
sido enviado a nuestro planeta por una civilización extraterrestre.
Todo parece indicar que estas contundentes pruebas científicas
podrían constituir el eje de las investigaciones que ponen en
evidencia la manipulación no-humana del ser humano en el pasado.
Teoría
de la Panspermia dirigida
Francis
Crick, Premio Nobel de Medicina (1962) por el descubrimiento de la
estructura del ADN humano, publicó un extraordinario libro titulado
“Life Itself” (1984) en el que argumenta —desde una perspectiva
científica— que la vida en la molécula de ADN, que es la esencia
de la vida, no pudo originarse por accidente en el planeta Tierra.
En
su libro, Crick se mofa de la teoría de la panspermia meteórica que
gusta tanto a los científicos ortodoxos según la cual un “caldo
primitivo” y moléculas accidentalmente chocaron unos contra otros
produciendo la vida.
“Pensar que la vida en la Tierra se originó por el choque de moléculas y un ‘caldo primitivo’ llegado en un meteorito, equivaldría a creer que un flamante Jumbo Jet se formó como resultado del caos y choque de partículas provocados por un tornado en un basurero.” (Fuente: Francis Crick en Life Itself).
Según
Crick, la molécula del ADN es extraordinariamente compleja y su
relación con las proteínas también lo es. Y tras estudiar esa
compleja relación, él llegó a la conclusión de que el ADN humano
fue enviado a la Tierra por una civilización extraterrestre del otro
lado del universo, que se enfrentaba a un ocaso tal vez como
resultado de la explosión de una supernova, por lo que esta
civilización buscó perpetuar su existencia y la esencia de la vida
enviando bacterias hacia otras partes del universo en una o varias
naves espaciales cargadas con ADN. Y una de estas naves cargadas de
bacterias se estrelló en la Tierra.
Crick
llamó a esta misteriosa teoría “la panspermia dirigida.” La
bacteria entonces se derramó en la Tierra y empezó a reproducirse y
a evolucionar, y eventualmente se transformó en lo que hoy somos.
Si
la teoría del Premio Nobel, Francis Crick, fuera verdadera, entonces
tendríamos que considerar otra posibilidad que es que la supuesta
civilización extraterrestre que envió el ADN a este planeta pudo
haber diseñado genéticamente ese ADN.
Recientemente
se ha descubierto que el ADN es un fantástico medio de grabación de
información. De hecho alrededor de todo el mundo se están
registrando patentes para usar el ADN como artefacto de grabación
con la posibilidad de grabar enormes cantidades de información en
él.
En
este momento, científicos han sido capaces de grabar 100 letras de
canciones en el ADN de la bacteria E. Coli, y la evidencia sugiere
que la capacidad de almacenamiento es ilimitada, tal vez incluso
suficiente como para grabar el conocimiento entero de una
civilización.
Según
Francis Crick, tal vez el 97% del ADN humano que ha sido llamado “ADN
basura” — y que los científicos en Occidente han decidido
ignorar justificándose con el argumento materialista/fisicalista de
que ese ADN no está asociado a la producción de proteínas—
contenga mensajes grabados desde el inicio de la evolución, es
decir, información interactiva grabada por nuestros diseñadores en
espera de que en algún momento de la evolución logremos
decodificarlos.
Además,
el autor especialista en civilizaciones antiguas, Graham Hancock,
sugiere al igual que el proyecto
del genoma humano ruso,
que el método de descodificación está relacionado con los estados
alterados de la conciencia. Esa es la hipótesis central de su libro
“Supernatural” junto con la posibilidad de que los mundos
espirituales son reales.
En
2012, Robert Gifford, un virólogo de The Aaron Diamond AIDS Research
Center y su compañero John Coffin, también virólogo que de Escuela
de Medicina de Boston, publicaron en la famosa Revista Nature los
resultados de una investigación en la que descubrieron la existencia
de un misterioso virus que está fusionado con la especie humana,
llamado Borna virus.
Gifford
y Coffin trabajaban en un proyecto de terapia génica para quitarle
la parte patógena a un virus y agregarle un código genético para
posteriormente inyectarlo al paciente y curar una enfermedad.
Mientras trabajaban en el proyecto, encontraron un extraño
código numérico en el ADN.
No podían acreditar lo que encontraron, y se dieron cuenta que el
tipo de virus que provocaba el código numérico es un tipo de virus
muy distinto al de la terapia génica que ellos usaban. Se trataba de
un virus ARN con el que nunca se había trabajado antes. Ellos
dijeron textualmente lo siguiente:
“El ADN humano ha sido modificado hace dos millones de años por un virus para desarrollar el cerebro de los homínidos.”
Y
como no pudieron explicar el virus por medio de la teoría de la
evolución, decidieron llamarlo “la infección prehistórica.” En
la película 2001: Odisea del Espacio, el genio Stanley Kubrick
aborda la teoría de la infección en una fabulosa escena llena de
misticismo en la que claramente se alude al hecho de que un grupo de
homínidos cambia su esencia después de interactuar con un
misterioso monolito que aparece súbitamente frente a su cueva:
Pruebas
de una intervención de la raza humana
En
2013, el matemático Vladimir Scherbak (Universidad de Al-Farabi) y
el astrobiólogo Maksim Makukov (Instituto Astrofísico de Fesenkov,
Kazajistán), retomaron el misterioso código numérico incrustado en
el ADN humano y encontrado un año antes por los científicos de
Boston, y descubrieron que no era otra cosa que un algoritmo
informático, como el de una computadora, un patrón que no obedecía
a nada natural y que necesariamente había sido creado de forma
artificial.
¿Qué
hace un algoritmo en el ADN humano? Cambiar resultados aleatoriamente
o a placer de quien lo programó. Y eso es lo que investigadores como
Carlos Delfino, han llamado “La gran intervención de la raza
humana.” Pues lo que se hizo con la incrustación del código
genético fue básicamente realzar la parte material sobre la parte
espiritual, o el “cuerpo” sobre el “alma” en términos del
dualismo cuerpo-alma que ha sido una cuestión eternamente pendiente
en la antropología filosófica.
“Es decir, nos programaron con el materialismo y toda la cultura que se fundó después fue en torno a los objetos materiales. Así pasaron años, siglos, milenios, pues esto ocurrió desde antes de la gran catástrofe diluviana, volviéndonos idólatras del materialismo.” (Fuente: Carlos Delfino en La Gran Intervención de la Raza Humana).
El
descubrimiento de Scherbak y Makukov fue publicado en la revista
Icarus, una revista científica ortodoxa. En el artículo los
investigadores aportaron una serie de pruebas en la sucesión de
aminoácidos en la cadena de ADN que presentaban un patrón lógico,
incluso simbólico, y también matemático. Y apuntaron a la
correspondencia flexible de los aminoácidos. Esto quiere decir que
hay cadenas en nuestro ADN que son tremendamente fáciles de
manipular artificialmente.
Esto
coincide con lo que mencionaban las antiguas culturas del mundo en
sus mitos, acerca de la manipulación
artificial del homínido por los “dioses” para crear al hombre.
Es decir que la ciencia contemporánea está corroborando el
conocimiento mitológico que hasta hace poco tiempo se tenía por
“falso” y “fantástico.”
Según
los descubrimientos, el Borna virus, también afecta a otras especies
animales, como las ovejas y los caballos. Pero la especie humana lo
tiene fusionado con su código genético en una medida de un 8%. Esa
fusión fue introducida de forma artificial —como un retrovirus—
para modificar el ADN.
En
la ciencia moderna se conoce que mediante los virus se pueden
modificar las cadenas del ADN. Por lo que todo apunta a una
manipulación genética realizada muy posiblemente por
extraterrestres, ya que incluso el propio Darwin habló de un eslabón
perdido en la cadena evolutiva que no se puede explicar.
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