Continuamos
con la publicación de la precuela al libro Pensar con el Corazón,
del catedrático y teólogo Carlos Enrique Delfino, que Vida
Coherente lanzará
en el último trimestre de 2019. En este capítulo, se
analiza la gran discrepancia que existe entre el nuevo paradigma de
la arqueología y el texto bíblico.
Ante
los ojos dudosos de la mayoría, la egiptología que dio inicio en el
siglo XIX y el Nuevo Paradigma Arqueológico (NPA) de la arqueología
moderna, del que debemos mencionar a la Universidad de Tel Aviv y a
Israel Finkelstein (1) han revelado una espectacular discrepancia
entre la Biblia y la situación de Canaán en la supuesta fecha de la
conquista, entre 1230 y 1220 a.C.
No
son dos días, sino dos siglos de intensas excavaciones y estudios de
los restos de la antigua civilización egipcia, que han ofrecido una
cronología detallada de los sucesos, personalidades y lugares de la
época de los faraones.
La
expedición de Napoleón Bonaparte fue la primera aventura científica
que podemos tomar como el inicio de la egiptología. Este gigantesco
trabajo terminó impreso en los 24 volúmenes de la Description
de l’Egypt (2),
de 1809. Así que hablamos de 200 años sobrados en el estudio de
Egipto.
Asimismo,
la narración del Éxodo está llena de un cúmulo de referencias
geográficas muy detalladas y concretas, más aún que las
descripciones de los relatos patriarcales.
En
las abundantes fuentes egipcias que describen la época del Imperio
Nuevo en general, y del siglo XIII en particular, no hay referencias
a los israelitas, ni siquiera un solo indicio.
La
estela (inscripción en piedra) del faraón Merneptah se refiere a
Israel como un grupo humano que ya residía en Canaán, el cual fue
completamente destruido en la campaña bélica de 1210 llevada a cabo
en aquella tierra por el mencionado faraón. Esta es la única
referencia que existe sobre los residentes cananeos, masacrados por
no pagar los tributos correspondientes al gobernador-dios, es decir,
al faraón.
En
contraste, no hay ninguna pista, ni siquiera una sola palabra, sobre
israelitas antiguos en Egipto, ni en inscripciones monumentales sobre
muros de templos, ni en inscripciones funerarias ni en papiros.
Israel no aparece por ningún lado, ni como posible enemigo de
Egipto, ni como amigo, ni como nación esclavizada: ¡No existieron
en esa época y en ese lugar y punto!
Asimismo,
las repetidas prospecciones arqueológicas realizadas en todas las
regiones de la península, incluida la zona montañosa de los
alrededores del emplazamiento tradicional del monte Sinaí, junto al
monasterio de Santa Catalina, sólo han proporcionado pruebas
negativas: no se ha encontrado un solo fragmento, ninguna estructura
o casa ni resto alguno de un campamento antiguo.
Como
mencionamos en el capítulo
anterior,
mucho más al norte, ni Jericó estaba en su lugar en aquella época.
No fue sino hasta 200 años después cuando comenzó a crecer muy
lentamente una población en ese lugar. Y 600 años después ya era
una gran ciudad, aunque ese dato ya no sirve, pues las cronologías
arqueológica y bíblica no coinciden.
De
hecho, en el registro arqueológico de la península del Sinaí no
existe, en el supuesto momento del Éxodo (siglo XIII a.C.), ningún
tipo de prueba. Lo que redondea una súbita pero pavorosa revelación
que deja a la luz una mentira respetada por más de 2600 años. (3)
La
importancia del revisionismo histórico y el nuevo paradigma
arqueológico
Las
técnicas arqueológicas modernas, basadas en el nuevo paradigma
arqueológico, son capaces de hallar en cualquier parte del mundo
huellas incluso de los escasísimos restos dejados por cazadores,
recolectores y pastores nómadas. Así que el origen de los hebreos
está en otro lugar geográfico, es muy diferente al que nos
impusieron y, precisamente, ese es el tema actualmente predominante
en el plan de estudios del curso
La Verdad sobre la Biblia,
de Vida
Coherente,
el cual seguirá siendo impartido de manera indefinida mientras
existan personas interesadas en verdades científicamente probadas y
comprobadas, y no en lo que les contaron (con buena intensión, por
supuesto), sus propios y programados padres.
Las
consecuencias de todo este trabajo son tan grandes, tan duras e
impresionantes, que es muy dudoso poder llegar a un acercamiento al
menos con los creyentes. Aunque trabajemos durante todo el día,
todos los días de la semana, durante muchos años, en la actualidad
2400 millones de personas viven involucradas en una realidad
cimentada en estos “cuentos históricos.” Mucha gente come y
sostiene a su familia gracias a las organizaciones religiosas que
adoran a esa deidad separada, demandante y cruel.
Es
por ello que consideramos un verdadero privilegio haber podido crear
un método de terapia energética muy sencillo, práctico y
entendible para despojarnos de los miedos, los prejuicios y las
creencias limitantes del ego que nos complican la vida. Como ya
mencionamos varias veces, el ego es una construcción, una falsa
entidad virtual,
construida por todo el cerebro que nos complica la vida, antes que
nada, por separarnos del entorno y convencernos de una autonomía que
no existe. (4)
Aún
no existe un adjetivo que pueda describir el escándalo que esto
generará cuando una simple masa crítica de cristianos (unos 9 mil)
entienda que esto, lejos de ser un ataque destructivo o una postura
caprichosa, se trata de un descubrimiento científico irrefutable. Si
alguno está en condiciones de refutarlo, lo esperamos con ansias.
Nadie más que nosotros quisiéramos que esto no fuera verdad. Pues
han sido muchos años de engaño y, actualmente, con el molesto
sentimiento de haber sido traicionados, contamos con técnicas de
gestión de emociones y meditaciones específicas para que no nos
afecte tanto esta colección de mentiras bloqueadoras, pues le quitan
al humano su capacidad de manifestar lo que sea por derecho propio.
La
separación es un asunto central para nosotros. La demostrada
intervención
del ADN mediante
un código genético numérico, con algoritmos que le dan forma a
nuestro cerebro (puro inconsciente), y las programaciones realizadas
por miles de años al humano —que aún siguen vigentes—, nos
llevan a concluir que la estrategia central de quienes nos
intervinieron es ¡separarlo todo! Y lo seguirán haciendo si no
hacemos algo al respecto.
A
continuación resumimos cuáles son esas separaciones milenarias:
1.
Nos separaron de nuestra verdadera identidad.
El sentido del yo, ego y ego límbico que usamos todos los días es falso, una construcción ilusoria del cerebro no existe en nuestros sistemas neuronales, es implantado, en cambio la conciencia está allí. El cuerpo no soy, el que piensa no soy, el que sufre no soy. ¡Soy conciencia!
El sentido del yo, ego y ego límbico que usamos todos los días es falso, una construcción ilusoria del cerebro no existe en nuestros sistemas neuronales, es implantado, en cambio la conciencia está allí. El cuerpo no soy, el que piensa no soy, el que sufre no soy. ¡Soy conciencia!
2.
Nos separaron de los demás.
El ego es la construcción ilusoria de todo el cerebro, que nos aísla del entorno (autonomía que no existe). Luego las jerarquías: iluminados, ascendidos y despiertos: ¿cómo vamos a despertar a la conciencia si ya está despierta? Solo puedes vivir desde la ilusión del ego o desde la realidad de la conciencia. Ni siquiera son dos lugares, el ego solo es una simulación dentro del único ámbito que existe: la conciencia. Los egos nos hacen vivir en la mentira.
El ego es la construcción ilusoria de todo el cerebro, que nos aísla del entorno (autonomía que no existe). Luego las jerarquías: iluminados, ascendidos y despiertos: ¿cómo vamos a despertar a la conciencia si ya está despierta? Solo puedes vivir desde la ilusión del ego o desde la realidad de la conciencia. Ni siquiera son dos lugares, el ego solo es una simulación dentro del único ámbito que existe: la conciencia. Los egos nos hacen vivir en la mentira.
3.
Nos separaron de la verdadera percepción.
Sin conciencia ni siquiera podríamos percibir cosa alguna. El proceso de percepción es idéntico al de manifestación. Nos hicieron creer que somos espectadores pasivos, cuando en verdad somos manifestadores activos. De allí que vivir desde la conciencia es raro y lo presentan como muy difícil.
Sin conciencia ni siquiera podríamos percibir cosa alguna. El proceso de percepción es idéntico al de manifestación. Nos hicieron creer que somos espectadores pasivos, cuando en verdad somos manifestadores activos. De allí que vivir desde la conciencia es raro y lo presentan como muy difícil.
4.
Nos separaron de nuestra esencial libertad.
No solo eso, nos dejaron una falsa sensación de ella. No hacemos lo que queremos, nos empuja el gigantesco inconsciente neuronal, de tal manera que, con las nuevas tecnologías, se podría calcular la acción de un sujeto 10 minutos antes.
No solo eso, nos dejaron una falsa sensación de ella. No hacemos lo que queremos, nos empuja el gigantesco inconsciente neuronal, de tal manera que, con las nuevas tecnologías, se podría calcular la acción de un sujeto 10 minutos antes.
5.
Nos separaron de la verdadera realidad.
Al separarnos de la verdadera realidad la cambiaron por una simulación burda. El afuera, es otro truco cerebral. Todo es una cosa, lo que se siente afuera es una proyección ilusoria. De allí que el tremendo énfasis en el “trabajo interior” es otra falacia peligrosa. Ni afuera, ni dentro, no aquí, ni allá, ni arriba, ni abajo, es la totalidad.
Al separarnos de la verdadera realidad la cambiaron por una simulación burda. El afuera, es otro truco cerebral. Todo es una cosa, lo que se siente afuera es una proyección ilusoria. De allí que el tremendo énfasis en el “trabajo interior” es otra falacia peligrosa. Ni afuera, ni dentro, no aquí, ni allá, ni arriba, ni abajo, es la totalidad.
Despertar
es darte cuenta de tu conciencia eternamente despierta. ¡No
despertar, sino darse cuenta! Lo separado, la fragmentación las
“partes” (partículas), son ilusorias. La afirmación hecha
por el
filósofo Parménides
hace 2,500 años se comprueba en pleno siglo XX con los cálculos de
la física teórica de David Bohm. Y, además, ha quedado comprobada
empíricamente con el
experimento de Jacobo Grinberg que
demuestra, de manera inequívoca, que todo es uno y que la separación
es solo una experiencia que no permanece mucho tiempo.
Somos
conciencia creativa
La
raza humana está formada por individuos circunscritos en base a sus
experiencias. Pero no somos las experiencias, somos la única
conciencia. Por ello no somos autónomos, sino un colectivo donde
todos se necesitan. Todos necesitamos de todos. No somos un cuerpo
que tiene una conciencia, somos la conciencia experimentada en un
cuerpo de tercera densidad.
La
única actividad constante de una conciencia es manifestar, es decir
crear lo que sea a partir de la energía y la información mediante
un procedimiento descubierto por un científico no convencional, pero
de gran nivel, llamado Jacobo Grinberg.
Desde
sus conclusiones, tanto el proceso de percepción como el de
manifestación, solo son posibles mediante una síntesis energética.
Eso es la teoría sintérgica. (5)
Aunque
todo esté separado, en el tema que nos ocupa en este momento hay
algo que está totalmente unido, el Antiguo Testamento y el Nuevo
Testamento. Ambos fueron realizados por los
sacerdotes de Serapis en
el templo de Saqqara en Egipto.
Aquí
es donde cobra relevancia la hipótesis del Dr. Llogari Pujol, un
egiptólogo y ex-sacerdote católico que dedicó 40 años de su vida
a investigar estos temas. Desde nuestro punto de vista, su hipótesis
es la más coherente, mejor fundamentada y tan obvia que no deja
lugar a dudas.
El
Dr. Pujol afirma que todo el Nuevo Testamento fue “mandado a hacer”
a eruditos en Egipto debido a la urgente necesidad del Imperio Romano
de establecer una “religión de Estado”. Fueron necesariamente
eruditos, porque todo fue escrito con la técnica de las simetrías.
El aparato crítico tiene errores, pero son contados, especialmente
cuando nos referimos a las genealogías contra los presuntos hechos
históricos. Las simetrías literarias son las que protegen todos los
textos bíblicos de errores argumentales. Quienes hicieron esto no
fueron unos improvisados, sino que eran las personas más instruidas
de ese momento histórico.
El
asunto se complica mucho cuando los sacerdotes de Serapis hacen
aparecer el nombre de “Moisés” en boca del mismo Jesús, que,
siendo “Dios con nosotros,” debería saber que el tal Moisés fue
un personaje inventado para completar la historia de los judíos.
En
los Evangelios abundan las referencias que demuestran que ambos
testamentos fueron realizados por los mismos eruditos:
“Y
como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario
que el Hijo del Hombre sea levantado” (Juan 3:14).
“Seis
días después, Jesús llevó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan
a una montaña alta donde estaban solos. Allí, frente a ellos, Jesús
se transformó. Su cara comenzó a brillar como el sol, y su ropa se
volvió tan blanca como la luz, entonces se les aparecieron Moisés y
Elías hablando con Jesús. Pedro le dijo a Jesús: Señor, qué
bueno que estemos aquí. Si quieres hago tres chozas: una para ti,
otra para Moisés y otra para Elías. Mientras Pedro hablaba, una
nube brillante los envolvió y desde la nube se escuchó una voz que
dijo: «Este es mi Hijo amado con el que estoy muy contento.
¡Escúchenlo!»” (Mateo 17: 1-5).
Así
aparece, otra vez, la oración egipcia de la diosa“Nut”, escrita
en el sarcófago de su hijo rey, en la pequeña pirámide de “Teti”,
con las mismas palabras, pero tres mil años más antiguas.
En
el caso de las cartas de San Pablo, queda claro que Moisés no solo
es un personaje inventado, sino que además fue un acontecimiento
histórico creado, como
ya dijimos,
para ejemplificar la contienda del rey Josías contra el nuevo faraón
Neco.
Pues
dice a Moisés (7):
“Tendré
misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que
yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que
corre, sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice
a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi
poder y para que mi nombre sea anunciado por toda la Tierra. De
manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere
endurecer, endurece” (Romanos 9:15-18).
En
Hechos de los Apóstoles es más que evidente:
“El
mismo Esteban, que mientras sus ojos veían al mismo Jesús a la
derecha del mismísimo Dios, antes de ser lapidado, cuenta toda esta
historia, es un resumen de Moisés, los mandamientos y todo lo que no
existió” (Hechos 7: 37-39).
Este
Moisés (8) es el que dijo a los hijos de Israel:
“Profeta
os levantará el Señor vuestro Dios de entre vuestros hermanos, como
a mí; a él oiréis. Este es aquel Moisés que estuvo en la
congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte
Sinaí y con nuestros padres y que recibió palabras de vida que
darnos, a las cuales nuestros padres no quisieron obedecer, sino que
las desecharon y, en sus corazones, se volvieron a Egipto” (Hechos
7: 37-39).
Finalmente,
el Apocalipsis nos muestra que los profetas también se equivocan.
Además de sugerir que uno de los dos testigos en el capítulo 11:6
es Moisés, “por las aguas que convierte en sangre y las famosas
plagas”, también se le menciona directamente en este versículo:
“Y
cantan el cántico de Moisés siervo de Dios…” (Apocalipsis 15:3)
(9)
Si
sumamos las consecuencias del capítulo
anterior con
éste, es fácil comprender que Moisés era demasiado importante para
no existir.
Desde
el punto de vista de la teología bíblica tradicional, esto sería
más violento que el que vio por primera vez explotar una bomba
atómica, pero tan cierto es que las bombas atómicas existen, como
que Moisés y el Éxodo son inventos del siglo VII a.C y no
acontecimientos ni personajes reales del siglo XIII A.C.
Más
valdría acostumbrarse e investigar cada uno por sí mismo, pues las
consecuencias todavía no terminan. Un síntoma evidente de los
cambios de época en la historia humana es que la gente comienza a
darse cuenta de que habían vivido dentro de un mito, dentro de un
cuento para mantenerlos controlados.
Cuando
aparece nueva información, o la dejan aparecer, es porque el viejo
paradigma de la arqueología bíblica y sus creencias limitantes ya
no cubren las necesidades básicas para las que fueron creados.
Entonces se viene una revolución ideológica, y después de muchas
contiendas contra los defensores del antiguo paradigma, se instala el
nuevo y todo cambia.
Eso
sucede en todos los ámbitos de la vida humana con precisión
matemática.
¿Por
qué esta vez no nos ahorramos las contiendas, que son penosas,
agotadoras y prolongan el sufrimiento, y permitimos que el nuevo
paradigma se instale pacíficamente?
Ya
no hay cómo sostener el cristianismo. Por donde se lo mire, ese
barco se va a pique.
Pero
el tema no termina aquí. Cuando Jesús supuestamente dice: “En
verdad les digo, antes que Abraham fuese yo soy”, en clara alusión
al “yo soy” del Antiguo Testamento, cabe recordar la cantidad de
pruebas arqueológicas de que ni
Abraham, ni Isaac, ni Jacob, ni el resto de los patriarcas
existieron.
No
es sino a partir de David y Salomón que empiezan a aparecer personas
reales en el Antiguo Testamento. Antes de eso, todo es puro invento.
Pero acaso… ¿Jesús no lo sabía?
En la imagen del encabezado se puede ver a Dios padre pintado magistralmente por Giulio Romano,
en el siglo XVI de nuestra era. Aunque parezca increíble, muchos
todavía imaginan que Dios es así.
Somos
hijos de los mitos, las leyendas y los cuentos. Y es comprensible,
pues la gente tiene que vivir sin sobresaltos, buscar la calma y la
seguridad, sin tener que pensar ni investigar para dormir tranquilos;
como los niños, o los bebés…
La
pregunta es: ¿Hasta cuándo? ¿Cuándo vamos a crecer? El sistema
todavía nos mantiene esclavizados porque nos negamos a dar el salto,
nos negamos a crecer y salir de la zona de confort. No nos atrevemos
a frenarlos, y ellos nos siguen manejando como siempre lo han hecho
desde la antigüedad, con sus ridículas mentiras.
1.
Israel Filkesntein y Neil Asher Silberman: La
Biblia desenterrada.
Madrid, Editorial Siglo XXI de España, 2003.
2.
Sa Majesté L’Empereur Napoléon: Le
Grand. Description de L’Egypte.
L’Imprimerie Impériale. Paris, 1809.
3.
Israel Filkesntein y Neil Asher Silberman: Op.Cit.
Páginas 75 – 76.
4.
Francisco Rubia Vila: El
cerebro nos engaña.
Editorial Ediciones Temas de Hoy. Madrid, 2000. Páginas 159 – 183.
5.
Jacobo Grinberg: La
Teoría Sintérgica: científicos mexicanos.
México, Universidad Nacional Autónoma de México e Instituto
Nacional para el estudio de la conciencia, 1991. Páginas 41 – 49.
6.
Llogari Pujol. Érase
una vez: Jesús el egipcio.
Editorial Tempestad. Barcelona 2015. Páginas 13 – 16.
7.
Romanos 9:15-18. Reina – Varela, revisión 1977. CLIE, España
1979.
8.
Hechos 7: 37-39, Reina – Varela, revisión 1977. CLIE, España
1979.
9.
Apocalipsis 15:3, Reina – Varela, revisión 1977. CLIE, España
1979.
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