El Método Vida Coherente
Continuamos con la publicación de la precuela al libro Pensar con el Corazón, del catedrático y teólogo Carlos Enrique Delfino, que Vida Coherente lanzará en el último trimestre de 2019. En este capítulo, se esbozan los fundamentos teóricos del Método Vida Coherente introduciendo conceptos como el de paradigma holográfico, conciencia, funcionamiento del cerebro, realidad, mecánica cuántica y totalidad, entre otras muchas cosas.
Terapia
energética holodinámica
Después
de muchos años de trabajar con las falsedades que presentamos en los
capítulos anteriores y sintiendo, de manera inexorable, el “vacío
existencial” que contienen, comencé a investigar en serio y
por mi cuenta. Fueron 20 años del viaje más maravilloso de mi vida
y lo encontré cuando reconocí mi verdadero yo, mi conciencia, y así
nació el método Vida Coherente que hoy ayuda a tantas personas.
Expandir
la conciencia es el camino constante, pero pensar con el corazón
alude también a otros aspectos de nuestra experiencia en esta
frecuencia de realidad que hoy los conocemos gracias a una gran
cantidad de descubrimientos científicos realizados por muchos
profesionales serios y conscientes. Aquellos científicos que han
invertido décadas en estudiar este sorprendente órgano que late en
nuestro pecho, han llegado a conclusiones realmente asombrosas: ¡El
corazón no solo es una bomba de sangre! Los que todavía repiten tal
cosa se quedaron en un modelo obsoleto de la ciencia, tal vez de 50
años de antigüedad.
El
Heart Math Institute (Instituto Matemáticas del Corazón), fue el
primero en medir el campo electromagnético toroidal que genera el
corazón. Con cinco metros de diámetro en promedio, este inmenso
toroide nos envuelve totalmente y, por ello, es el corazón el que
está en mejores condiciones para recibir o enviar energía
directamente del Campo de Información Cósmica (CIC), donde se
encuentra la información de la totalidad.
La
conciencia es una sola y todo es uno. En esta frecuencia de realidad
tenemos una experiencia de individualidad porque en sí las
experiencias son particulares y únicas, pero todo lo que vemos que
parecen objetos separados es una simulación. Ya advertimos que la
neurociencia sabe que no hay objetos fuera del cerebro, solo energía
e información. Todos vemos las mismas cosas pues todos recibimos la
misma información, pero la experiencia perceptual, la realidad
circundante, la fabricamos cada uno de nosotros sobre la base de un
proceso unificador específico llamado sintergia, que fue diseñado
de manera muy precisa por el misteriosamente desaparecido
neurocientífico mexicano Jacobo Grinberg-Zylberbaum.
En
este bosquejo intentamos ejemplificar el proceso cotidiano de la
percepción que funciona en el rango de los microsegundos y consiste
en enviar una intención al Campo Informacional Cósmico (CIC), para
que éste nos devuelva la información necesaria para fabricar
hologramas dentro de nuestro cerebro y, acto seguido, proyectarlos
mediante un proceso llamado “resonancia adaptativa de fase
conjugada.” En realidad no se trata de una proyección, sino del
lugar donde colocamos cada objeto en el espacio, teniendo muy en
cuenta que todos los llamados objetos no tienen existencia absoluta
sino que son conciencia.
Grinberg
decía que el humano había olvidado la conciencia, sustituyéndola
por el concepto teórico de materia; es decir sustituyendo algo que
sí existe por algo que, como hemos visto, no existe.
El
primer curso de la secuencia de Vida Coherente da a conocer nuestra
Cosmovisión coherente y fundamentada a través de resultados
concretos referidos a la autosanación y a la autotransformación de
las personas, que cualquiera puede comprobar. No somos curanderos ni
sanadores. Cada uno se sana o se transforma a sí mismo. Nosotros
solo orientamos y proporcionamos las herramientas energéticas para
lograrlo.
Así
que la segunda parte de este libro está dividida en cinco temas, que
son los cinco pasos del Método Vida Coherente, pero con un orden más
preciso. Aquí encontrarás información relacionada con el Paradigma
Holográfico, la Conciencia, el funcionamiento del cerebro, la
realidad y estudios sobre la vida plena, entre otras muchas cosas.
El funcionamiento del cerebro y la Totalidad
Un
titular publicado por el diario “El País” de España se refiere
los trabajos de la neurociencia actual (1):
“La realidad con la que convivimos es una simulación de nuestro cerebro” (2).
En
enero de 2016, los neurocientíficos Facundo Manes, Raúl Rojas y
Susana Martínez-Conde viajaron a Barcelona a dar una conferencia en
la que explicaron que la realidad con la que convivimos no es “la
realidad”, sino una simulación de nuestro cerebro. (3)
Actualmente,
todos los “neurocientíficos de laboratorio” coinciden en que no
hay objetos fuera del cerebro (4), que toda nuestra experiencia y
toda la acción sucede dentro del cerebro y que la realidad tal como
nosotros la vemos es una simulación, ni siquiera muy precisa, pues
como el cerebro no puede gestionar la verdadera realidad debe generar
un modelo de realidad.
La
“realidad real” tiene características que el cerebro no
entiende, por ejemplo: atemporalidad y no-localidad. Imaginen un
mismo objeto en varios lugares a la vez. Es difícil de imaginar.
Imaginen un objeto sin extensión, sin espacio. Esto es imposible de
concebir en el estado actual del cerebro humano.
No
sabemos si estas limitaciones fueron posteriores a la Gran
Intervención de la raza humana —que
es sostenida por una programación constante— o si siempre fue así,
tal vez para experimentar un tipo diferente de vivencia. El caso es
que el cerebro no puede gestionar las principales características de
lo verdaderamente real.
Esta
maqueta simplificada de realidad que se desarrolla dentro de los
límites del cerebro (afuera solo hay energía e información) radica
en el ámbito de la ilusión, es el “Velo de Maya” (Maya en
sánscrito significa literalmente “lo que no es”), o “las
sombras en la caverna de Platón” —otro símil muy acertado en la
historia del pensamiento humano. La maqueta tiene un cierto nivel de
realidad, existe como ilusión, y los sueños oníricos también
existen pero no tienen el nivel de “realidad real” sino que son
realidades dependientes del sujeto que las proyecta. Si el sujeto no
sueña o no duerme, no puede aparecer sueño onírico alguno. Son
realidades irreales, ilusorias, dependientes, y nada se altera si no
se manifiestan. De allí que se llamen contingentes.
Así
que tenemos muchos tipos de realidad que podemos clasificar en dos
grupos:
1
- La
Realidad necesaria se
suele llamar de varias maneras: Conciencia, Ser Necesario o Dios, con
una diferencia enorme respecto a las religiones que adoran a un “dios
externo” separado —algo contradictorio en sí mismo, pues se
puede probar experimentalmente que todos somos uno, y por lo tanto,
todos somos parte de la Realidad necesaria.
2
- La
Realidad contingente tiene
muchos tipos y formas de manifestarse y, además, produce
experiencias en la conciencia. Aunque su naturaleza es ilusoria,
existe como ilusión. Su existencia es dependiente y consensual con
respecto a las experiencias individuales, pero de todos modos nos
afecta.
“La
realidad verdadera es la totalidad”, repetían constantemente los
pioneros de este paradigma. Con todo un sistema de cálculos
matemáticos, David Bohm concluyó que el llamado “entrelazamiento
cuántico” no es una señal más rápida de la luz que sale de la
Partícula “A” y viaja hasta la partícula “B”, como pensaron
la mayoría de los físicos teóricos, sino que ambas partículas ya
estaban conectadas entre sí.
Esa
es la hipótesis fundamental del Paradigma Holográfico (5). Y por si
la afirmación de Bohm no fuera suficiente, tenemos a su
contemporáneo mexicano, el Dr. Jacobo Ginberg (6), quien, con su
experimento empírico del Potencial transferido demostró, sin lugar
a dudas, que todo está conectado de manera absoluta. ¡Todo es uno!
Aquí
la solución experimental se junta con la solución matemática, de
tal manera que negar que todo es uno, aunque diferente, sería una
postura absurda e irracional. Estas son hipótesis científicas, no
creencias sin fundamento. Por lo tanto, son refutables si otro
investigador logra demostrar lo contrario.
La
realidad holográfica
La
realidad manifestada, es decir la realidad contingente, es
holográfica. La mayoría de la gente cree que este conocimiento es
vanguardista, pero desde los años cincuenta del siglo XX, el
neurofisiólogo Karl Pribram ya sabía que el cerebro se comporta
como un holograma.
¡El
cerebro es un holograma!, entendiendo como tal un sistema tan
especial que cada elemento contiene la información de todos los
otros elementos. Y esta no es una hipótesis como cualquier otra,
sino que fue comprobada miles de veces en animales de laboratorio,
aunque no siempre se publicó.
La
realidad holográfica está en perpetuo movimiento, y por eso se le
conoce rigurosamente como realidad holodinámica. Se trata de un tipo
único de sistema que cuenta con esa característica, aunque no
debemos confundirlo con “lucecitas de colores”, ni con
ocurrencias extrañas. El único sistema capaz de mantener la
realidad debe ser necesariamente holodinámico.
Entonces,
lo que hace ese holograma que llamamos cerebro es recibir energía e
información y generar una realidad holográfica allí dentro. Jacobo
Grinberg se refería al cerebro de manera directa como “conciencia”,
pues nada es materia, todo es conciencia. Ahora bien, si todo sucede
dentro de la materia gris, ¿por qué vemos cosas afuera? Porque hay
otro proceso que hace que las cosas “se proyecten afuera” aunque
no estén allí. Por esa característica también podemos decir que
el cerebro humano es holográfico, pues lo propio de un holograma es
precisamente hacernos ver cosas que no están en ese lugar.
Si
vemos un vaso delante de nosotros, pero luego nos informan que no es
el vaso en sí, sino el holograma del mismo vaso, nosotros lo
veríamos aquí, perfectamente tridimensional. No lo podríamos
tocar, pero lo veríamos aquí. ¿Y de verdad está aquí? No, no
está aquí. Está allá y está siendo proyectado con rayos láser.
Lo
propio de los hologramas es hacernos ver cosas donde no están. En
otro capítulo explicaremos bien el proceso, que es un poco más
complicado que una simple proyección y se llama Resonancia
Adaptativa de Fase Conjugada. Pero por ahora lo que importa es que no
hay objetos fuera del cerebro, lo cual es una prueba más de que la
materia no existe.
La
materia es simplemente una ilusión, o en todo caso una modalidad de
la energía. La Dra. Susana Martínez-Conde cuenta con una gran
cantidad de experimentos que
demuestran que la realidad que vemos no es la verdadera realidad.
Las
cosas no residen afuera, sino dentro del cerebro. Y se puede decir
que es un engaño del cerebro, una simulación. Así es como se forma
nuestra realidad circundante. ¿Y por qué vemos todos lo mismo si es
nuestro cerebro el que simula la realidad? Si todo está allí
adentro y si somos independientes, ¿por qué vemos todos lo mismo?
Porque tenemos campos energéticos iguales y todos recibimos la misma
información.
Lo
primero que hay que entender es que no somos independientes en el
sentido de autonomía, sino que es el ego lo que nos convence de una
autonomía que no existe, como tampoco existe el mismo ego en el
sentido de que no reside en ningún lugar, ni lóbulo ni región ni
núcleo alguno en el cerebro. Como dice el Dr. Francisco J. Rubia
Vila: “El ego no existe, es una construcción ilusoria de todo el
cerebro, que intenta convencernos de que tenemos una autonomía que
tampoco existe.”
Entonces,
la importancia de conocer el proceso de cómo se conforma la realidad
circundante radica en comprender que no somos dueños de la realidad
que proyectamos. Somos dueños de nuestro mundo personal circundante.
A pesar de que recibimos la misma información que todos, también
podemos hacer muchas cosas con esa misma información. La podemos
pintar de negro, la podemos pintar de rosa, le podemos dar un matiz
alegre, le podemos dar un matiz deprimente, podemos frenar la entrada
de algunas cosas que nos molestan o que nos asustan. Podemos dejar
entrar información basura que simplemente nos arruina la vida.
Podemos hacer muchas cosas con nuestra propia realidad.
Todo
está siendo constantemente observado, todo sucede dentro de la única
conciencia. Cuando David Bohm empezó a desarrollar el paradigma
holográfico dijo:
“Voy
a rehacer la mecánica cuántica con dos postulados totalmente
distintos a la cuántica. El primero es que para que se manifieste
una partícula no hace falta un observador. La partícula está allí,
existe sin el observador. Y la segunda, es que toda la realidad no es
probabilística como afirmaba Niels Böhr, sino matemática.”
Mecánica
cuántica y paradigma holográfico
En
la cosmovisión Vida Coherente tomamos algunos elementos de la
mecánica cuántica, pero ello no nos sirve para completar la
totalidad, pues la cuántica se enfoca sobre todo al estudio de las
partes (partículas) y las fuerzas que influyen a escala de Planck
(subatómica). En el capítulo titulado Teoría Cuántica de Campo,
explicamos que la cuántica es necesaria para entender el
comportamiento de los campos, pero no para la manifestación.
Las
partículas no solucionan nada. A este nivel necesitamos una teoría
de la totalidad, un estudio preciso de lo que los físicos teóricos
llaman “teoría del todo”. Aunque también es cierto que es usual
omitir fenómenos cruciales sólo a muy altas energías. Además, la
inconsistencia entre la mecánica cuántica y la relatividad general
implica que una de las dos debe ser remplazada por una teoría que
incorpore la gravedad cuántica.
La
gravedad universal y la gravedad cuántica se comportan de forma
diferente, por lo que es necesario recurrir a esas omisiones. Por eso
“la teoría del todo” tampoco puede afirmar algo sobre la
totalidad.
Fue
desde allí que empezamos a utilizar con éxito el paradigma
holográfico de la física, que parte del axioma que todo lo dividido
es una ilusión, mientras que la Totalidad es la verdadera realidad.
Fue David Bohm, refiriéndose al fenómeno del entrelazamiento de
partículas subatómicas, quien propuso una hipótesis que hasta hoy
sigue firme.
Lo
que une a las partículas subatómicas no es una “señal” que
viaja más rápido que la luz, sino el hecho de que ya todo estaba
unido en un sistema holodinámico en el que cada elemento contiene la
información de todos los otros. Aquí la manifestación no tiene
nada que ver con el famoso “colapso de función de onda”, sino
que las distintas realidades se manifiestan gracias a una síntesis
de energía (sintergia).
Para
colmo, la misma mecánica cuántica se está poniendo en el lugar que
le corresponde, investigando los límites del pensamiento humano
(epistemología) y no la esencia de la realidad (ontología). El
catedrático de la universidad de Barcelona, José Ignacio Latorre
(7), afirma que:
“Si
en cuántica el hecho de observar afecta y transforma lo que observo,
entonces tengo que plantearme qué significa saber o conocer, porque
no conozco la realidad, en verdad la perturbo luego, mi conocimiento
no es el de la realidad, es de otra cosa. Por lo tanto, no existe la
posibilidad de saber cómo es la realidad desde la cuántica.”
Apenas
si hemos logrado esbozar los fundamentos teóricos del Método Vida
Coherente. Y en el próximo capítulo entraremos de lleno al primer
paso, de tal manera que este libro, pueda también ser un como un
manual práctico para lo que se necesite. Los primeros cuatro pasos
son precisamente para la manifestación consciente.
El
quinto y último, es el resultado que siempre esperamos y que ya lo
vimos cientos de veces en menos de cinco años. Lo llamamos plenitud
y tiene mucho que ver con la certeza que lo que estamos haciendo es
lo correcto. Los resultados en personas y casos reales son el mejor
indicador de la eficiencia y eficacia de un método de autosanación
y autotransformación. Esos resultados, en su mayoría, están
grabados y archivados con pruebas médicas, de tal manera que, si
alguien tiene dudas, los pueda consultar y así participar
tranquilamente de todo el proceso de un método que no conoce el
fracaso.
Notas
1.
Mediavilla, Daniel (2016). “La
realidad con la que convivimos es una simulación de nuestro
cerebro”,
en: El
País,
31 de enero de 2016.
2.
Mediavilla, Daniel (2016), Op.
Cit.
3.
Susana Martínez Conde es Directora del Laboratorio de Neurociencia
Visual del Instituto Barrow de Phoenix, en los Estados Unidos;
Facundo Manes es neurocientífico y rector de la Universidad Favaloro
de Buenos Aires, Argentina, y Raúl Rojas es experto en inteligencia
artificial de la Universidad Libre de Berlín.
4.
Francisco J. Rubia Vila es Profesor Emérito de la Universidad
Complutense de Madrid, y cuenta con una amplia formación en
neurociencia alemana.
5.
Ken Wilber. El
paradigma holográfico.
Editorial Kairós. Barcelona, 1987. Pág. 16 – 17.
6.
Jacobo Grinberg. La
Teoría Sinérgica.
Universidad Nacional Autónoma de México e Instituto Nacional para
el estudio de la conciencia. México, 1991. Páginas 41 – 49.
7.
José Ignacio Latorre. Cuántica,
tu futuro en juego.
Ed. Ariel. Barcelona, 2017. Pág 26.
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