En el principio…
Qué es la Biblia. Continuamos con la publicación de la precuela al libro Pensar con el Corazón, del profesor Carlos Enrique Delfino, que Vida Coherente lanzará en el último trimestre de 2019. En este capítulo se analizan una serie de investigaciones científicas de la nueva arqueología y el revisionismo histórico que ponen en evidencia algo que muchos todavía se niegan a reconocer: Los cuatro evangelios del Nuevo Testamento fueron copiados de la cultura egipcia, la Biblia es un ‘cuento histórico’ escrito para completar la historia hebrea con fines políticos, y con el paso del tiempo se ha convertido en el libro que nos ha hecho creer más falsedades.Sí la primera gran mentira es ese Dios separado de lo que presuntamente creó —cuya inexistencia se demostró desde varios frentes, siendo la teoría de supercuerdas una de las tantas demostraciones científicas—, por ahora nos alcanza con citar una afirmación en la que todos los neurocientíficos están de acuerdo:
“Fuera
del cerebro no hay objetos” (1), solo hay energía e información,
por lo cual esta realidad es una simulación. “La realidad es una
ilusión, aunque muy persistente”, como decía Einstein (2).
“Y el Señor percibió el aroma agradable, y dijo el Señor para sí: Nunca más volveré a maldecir la tierra por causa del hombre, porque la intención del corazón del hombre es mala desde su juventud; nunca más volveré a destruir todo ser viviente como lo he hecho.” (3)
Qué es la Biblia, el libro que nos ha hecho creer más falsedades a lo largo de la historia
La Biblia, interpretada como “la palabra de Dios,” es el libro más leído de la historia en nuestro planeta —aunque en realidad no se trata de un libro sino de una recopilación de muchos libros. Es decir, la Biblia es la recopilación de escritos que nos han hecho creer más falsedades a lo largo de la historia.Por ejemplo, se ha fundamentado con pruebas arqueológicas que el Pentateuco de los patriarcas, líderes, jueces y reyes, se escribió en el siglo VII a.C. y no en el siglo XIII a.C., como se suele creer. El Pentateuco fue escrito bajo orden directa del rey Josías de Judá, que sí existió y tenía que crear algo con lo que todos los hebreos pudieran identificarse, pues había que prevenir la dispersión.
Ahora sí
podemos entender cómo se ensambló aquella asombrosa composición
literaria bajo la presión de un conflicto creciente con Egipto en el
siglo VII a.C. Es así que la epopeya de la salida del pueblo de
Israel de Egipto no es una verdad histórica, sino una vigorosa
expresión de miedo y esperanza.
El
enfrentamiento entre Moisés y el faraón reflejó la transcendental
contienda entre el joven rey Josías y el faraón Neco, quien estaba
recién coronado y no se sabía lo que iba a hacer —de hecho, en el
siglo VI a.C., Judá había sido conquistada por Nabucodonosor II. De
este modo, para defenderse, Josías habría necesitado a todo el
reino del norte —es decir Israel—, en donde todavía se adoraba a
deidades Cananeas como Moloch, Baal y Asera. Pero el reino del norte
ya había sido tomado casi un siglo y medio antes por los asirios,
comandados por Sargón el Grande, quienes permanecieron en la zona
pues a Sargón se le ocurrió vivir en la ciudad de Samaria dando pie
a una lucha sin cuartel contra el sincretismo.
Qué es la Biblia según el revisionismo arqueológico
Los que nos tomamos el trabajo de investigar, hemos podido notar que las mentiras de la Biblia, que galopan sobre otras mentiras, están mucho mejor fundamentadas de lo que se puede creer. En 1992, cuando dos eruditos bíblicos, Robert Eisenman y Michael Wise, publicaron su libro “Los rollos del Mar Muerto al descubierto” (4), incluyeron el “testamento de Amram” entre los 50 textos recopilados en su obra. Al parecer, el poco conocido personaje Amram fue el padre de Moisés, o sea el padre de nadie, pues Moisés no existió.
En el año
1992 todavía había arqueólogos tradicionalistas que ya
cuestionaban algunas cosas, y que incluso tenían pruebas, aun no
concluyentes, de la falsedad de la Biblia. ¡Pero el siglo XXI cambió
todo! Por ejemplo, el Dr. Magen Broshi (5), conservador emérito de
los manuscritos del mar muerto, afirmó como cosa vieja y sabida que
«la ciudad de Jericó estuvo desierta desde principios del siglo XV
hasta el siglo XI a.C.” Es decir, que Jericó no existía en el
siglo XIII a.C., como afirma el texto bíblico.
¿Entonces
qué es la Biblia, dónde quedaron las trompetas que derribaban muros
junto con el arca? ¿Nos engañaron otra vez? Siempre lo hicieron
—desde el principio de esta historia, por lo menos hace once mil
años—, lo siguen haciendo y lo seguirán haciendo si lo
permitimos.
Kathleen Kenyon expone la mentira de Jericó
La
primera arqueóloga en descubrirlo fue Kathleen Kenyon (1906-1978), a
quien se le considera una leyenda de la arqueología. Kenyon es
recordada como una mujer empoderada e influyente en el manejo de las
paletas, “tan robusta como las famosas torres escalonadas que
descubrió subyacentes”, y pionera del nuevo paradigma
arqueológico.
Para los
fundamentos del Jericó bíblico, Kathleen Kenyon es una mujer que
dejó una marca permanente en la disciplina —sin mencionar al pobre
viejo Jericó—, y eso no se puede atribuir a su nacimiento en la
casa del director del Museo Británico.
Kathleen
Kenyon pasó seis largos años excavando en el presunto sitio de
Jericó. Y encontró que en el siglo XIII a.C. ahí no había ninguna
ciudad y mucho menos vestigios de destrucción. Parece ser que 200
años antes, en el siglo XV a.C., existió en el lugar una ciudad de
Hicsos que no fue destruida por hebreos, sino por egipcios. Y no hubo
ahí nada más hasta el siglo XI a.C. Es decir que donde se supone
que estaba la famosa ciudad de Jericó, no hubo construcción alguna,
ni pastores con ganado, ni sembradíos, ni nada, ni 200 años antes
del siglo XIII a.C. ni 200 años después, durante un total de 400
años.
Qué es la Biblia, un ‘cuento histórico’ para completar la historia hebrea con fines políticos
Es cierto
que hubo una gran ciudad muy antigua de Hicsos en el siglo XVI a.C.
Pero fue destruida por fuego y sin la menor duda por egipcios, ya que
todo el territorio de Canaan era una provincia egipcia hasta el siglo
VI a.C. Es decir que nadie conquistó Canaan en el siglo XIII a.C., y
mucho menos los israelitas antiguos que en ese entonces eran una
pobre tribu incipiente de Canaan que había sido arrasada por el
Faraón Merneptah, tal como declara la famosa Estela de Merneptah
(1208 a.C.) en la que se narra una incursión militar (1210 a.C.) en
la provincia de Canaan para exterminar a los que no obedecían las
leyes egipcias.
Fue así
que la Biblia se escribió como un “cuento histórico” para
completar la historia hebrea con fines políticos. Los personajes
realmente históricos comienzan con David en el 1000 a.C. Pero en el
2100 a.C., que es la fecha donde se personifica a Abraham, no había
ahí ni camellos. Ni un triste hueso de camello ha sido encontrado de
esas épocas, así que todas las historias de camellos y de los hijos
de Jacob y José en Egipto, también son falsedades.
Si no
existió Jericó en el siglo XIII a.C., entonces también Josué es
falso, igual que toda la epopeya heroica de la conquista de Canaán
—con Moisés incluido.
Actualmente, los eruditos judíos reconocen
con toda tranquilidad que estas mentiras fueron necesarias en su
momento para construir la identidad del pueblo de Israel, y que hoy
continúan siendo impuestas y usadas para fundamentar los conflictos
de Oriente Medio y para engañar a la gente, quitándoles su
territorio y sus recursos.
La importancia del pensamiento crítico
Este
juego de mentiras tras mentiras es verdaderamente aterrador y debe
terminar. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que nos sigan mintiendo
como a niños? ¿Todavía no se sabe distinguir la diferencia entre
un investigador honesto y los ocurrentes “vende-cuentos” para
niños?
Pero
también pido a la gente que no acepte cosas sólo porque se escuchan
como lo que querrían escuchar, ni tampoco que las den por verdaderas
sólo porque las escuchan en tal o cual programa de Internet, o en
cualquier otro sitio público.
En pocas
palabras, ¡no acepten nada la primera vez que se topan con algo o
con alguien! No es necedad sino “pensamiento crítico”. La
crítica es lo único que nos ayudará a terminar con estos engaños
maliciosos. Pues ya hay tantas mentiras que da náusea vivir en esta
frecuencia de realidad, viendo cómo mentira tras mentira unos pocos
siguen ganando toneladas de dinero.
Después
de poner en duda a todos los que afirman algo, investiguen por
ustedes mismos. Eso es lo que enseñamos en el “Nuevo Taller Pensar
con el Corazón I”, que puede tomarse en diferido o de manera
presencial. Pensar con el corazón es lo mismo que consultar a la
conciencia, y eso nunca falla. En Vida Coherente la mentira no tiene
lugar. Participen y lo verán.
Después
de ese aprendizaje impostergable, nuestro próximo curso se llamará
“La Ciencia de la Conciencia”, cuyo objetivo es enseñar a las
personas a investigar de una manera madura, seria y responsable.
Todos pueden hacerlo, pues investigar no está reservado para un
grupo de gente especial con dones intelectuales. Cualquier persona
que sepa leer y escribir lo puede hacer si conoce los pasos del
método científico.
Los cuatro evangelios del Nuevo Testamento fueron copiados de la cultura egipcia
Siguiendo con el método crítico, podemos afirmar que ahora sí tenemos pruebas indudables sobre lo que es la Biblia y de que los cuatro evangelios del Nuevo Testamento fueron copiados, con inusual exactitud, de cuentos y otras fuentes de la cultura egipcia, gracias a las impecables investigaciones plasmadas por el Dr. Llogari Pujol, en su libro Érase una vez: Jesús el egipcio.
Antes que
ese, hay otro libro no menos interesante aunque no tan enfocado a la
redacción de los evangelios, titulado “Jesús en el 3000 antes de
Cristo” (8). Y próximamente se publicará otro, basado en otras
fuentes egipcias donde se corrobora la misma hipótesis, pero desde
otra perspectiva. No es que el doctor Pujol salga a buscar fuentes a
Egipto. Él desarrolló su obra basándose en un modelo de
investigación que se caracteriza por contar con la profundidad, la
claridad y el orden propio de un método que proviene de la ciencia.
Esas
fuentes egipcias se pueden remontar a miles de años de antigüedad.
Por ejemplo, la primera oración de los textos de las pirámides,
dice textualmente:
“Este
es mi hijo amado en quien me complazco”, y no se trata de una voz
celestial que se escuchó después del bautismo de Jesús, sino de
una plegaria de la diosa Nut “la benéfica” por su hijo que era
Rey.
El texto
está escrito en el sarcófago de la tumba de ese rey (la pirámide
de Teti), y es una escritura que data del año tres mil antes de
Cristo. Hay escrituras más antiguas, del siglo IV a.C., como los
cuentos de Setme I y Setme II., en los que se lee a todas luces que
la historia del dios Horus (conocido como Si-Osiris), hijo de dios,
es idéntica a la de Jesucristo.
Por
ejemplo, el niño Horus nació el 25 de diciembre de una virgen
llamada Maitusket (la bienaventurada). Y obviamente es por eso que
desde el Concilio de Nicea del 325 d.C. se decidió festejar “el
Nacimiento” y la “Navidad” en Occidente, basándose en una
celebración totalmente egipcia.
¿Y ahora qué hacemos con los Mandamientos?
¡No
tienen validez! Pues fueron escritos en el siglo VII a.C. por el
escriba de turno en Judá, en la época del rey Josías, por motivos
exclusivamente políticos y no religiosos. Aunque la línea de
escritores fue “sacerdotal-deuteronomista”, los dedicados a las
leyes y normas estrictas de toda índole —sanitarias, sociales y
religiosas, algunas de ellas castigadas con la muerte— no solo
inventaron los Diez Mandamientos sino un montón de leyes para poner
en orden al reino del norte —en primer lugar—, y para luego
atraerlo hacia el sur, a Jerusalén.
Todas
aparecen como si fueran del siglo XIII a.C., y escritas por orden de
los inexistentes patriarcas Moisés y Josué en épocas del presunto
Éxodo, que tampoco existió.
Para que
el lector no tenga que consultar otros escritos, estos argumentos se
pueden reducir a cuatro grupos:
1. La falsa epopeya del pueblo de Israel
(1) En
200 años de egiptología, no se encontró ninguna cosa escrita en
Egipto que se refiera a los hebreos o al pueblo de Israel como un
pueblo esclavo que después se liberó. La estela del faraón
Merneptah es lo único que menciona a los israelitas como un pueblo
cananeo que fue masacrado por la campaña militar del mencionado
faraón en 1210 a.C. Dos años después se escribió en piedra, y,
hasta hoy, los egipcios saben que Israel era un pueblo cananeo que se
atrevió a pelear con las tropas de Merneptah y “fue tan
aniquilado”, dice la piedra, que “ni linaje les quedará”.
2. Cronologías Falsas
La única
mención de un Israel antiguo proviene de la estela de Merneptah,
datada en 1210 y no en 1430-1420, que es la fecha del Antiguo
Testamento para la gran epopeya de los hebreos, es decir ¡200 años
después! Los israelíes no conquistaron Canaán, sino que eran
oriundos de esa región, que era provincia egipcia y pagaba
impuestos. Otro detalle, según Éxodo 6:20, es que Moisés y Aarón
se consideran de cuarta generación a partir de José, mientras que
Josué es de la 12ª generación desde José (10). Por lo que a
Moisés y a Josué los separaban 8 generaciones, mientras que en el
supuesto Éxodo fueron, como sabemos, contemporáneos.
Estos
errores en las genealogías son imperdonables y no menores cuando se
inventa una historia que jamás sucedió. Es decir, una cosa fue la
invención de la epopeya del Éxodo y la conquista de Canaán, y otra
muy distinta las genealogías inventadas, pues ¡no coinciden! Y ni
siquiera tuvieron cuidado en arreglarlo, pues había que terminar
rápido.
3. Falta de vestigios en las otras regiones
La
arqueología tampoco encontró vestigio alguno de los hebreos ni en
Gosén, ni en la Península del Sinaí. Y mucho menos en el monte
Sinaí que le da el nombre a la península. Lo que significa que
ningún dios le dio a ninguna persona los mandamientos escritos en
piedra.
En el
siglo XIII a.C., que según la Biblia fue cuando se desarrollaron las
acciones de conquista, no se encontró nada. “Repetidas
excavaciones y prospecciones realizadas en toda la zona no han
proporcionado ni la más mínima prueba de actividad al final de la
Edad del Bronce, ni siquiera un solo cascote dejado por alguna
minúscula banda de hebreos asustados en fuga”
Debemos
comprender y tener muy en cuenta que no hay forma de equivocarse. Las
técnicas arqueológicas modernas son capaces de hallar huellas en
todo el mundo incluso de los escasísimos restos dejados por
cazadores, recolectores y pastores nómadas. De hecho, el registro
arqueológico de la península del Sinaí presenta testimonios de
actividad pastoral en épocas como el tercer milenio a.C. Pero en el
supuesto momento del Éxodo sencillamente no existen ese tipo de
pruebas y ni mucho menos de actividad violenta.
4. Motivaciones políticas de la mentira
Las
motivaciones políticas de la manipulación bíblica obedecen a la
situación de Judá en el siglo VII a.C. En el siglo VII a.C., el Rey
Josías necesitaba reunir el reino del norte (Israel) con el reino
del sur (Judá), de manera urgente, para defenderse de sus enemigos.
La gran diferencia entre ambos reinos era que en del norte se
continuaba adorando a los dioses cananeos, como Moloch, Baal y Asera.
Mientras que en el sur se adoraba exclusivamente a Yahvé. No es
casualidad que el primer mandamiento se refiera a la idolatría con
respecto a un presunto dios único separado: Yahvé o Jehová. (11)
Los Diez
Mandamientos no tienen validez universal, ni están hechos para
cualquier época de la historia. Se escribieron con un propósito
político específico, en un lugar específico y bajo un reinado muy
especial, el de Josías, que estaba muerto de miedo por los imperios
que lo rodeaban.
El plan
de Josías ni siquiera funcionó. La tribu de Israel no sólo se
quedó en el norte, gobernada por Asiria, sino que un siglo después,
la tribu de Judá fue conquistada y deportada cincuenta años por el
imperio neo-babilónico a cargo de Nabucodonosor II.
Los
miedos de Josías se manifestaron. Y ahora sabemos que los mismos
judíos que participaron de estos indiscutibles hallazgos consideran
que se hizo lo único que había que hacer en el momento que se debía
hacer.
Pero todo
el cristianismo, que actualmente es más del 30% de la población
mundial, sigue aceptando la Biblia como “la palabra de Dios”,
cuando se trata sólo de un código inventado en un momento y un
lugar específico, que no tiene validez para el resto del planeta. Y
sus creyentes siguen el camino de la falsedad solo por tradición o
conveniencia, incluso la conveniencia de no querer investigar por sí
mismos.
Colofón
Para el próximo capítulo, veremos cómo Moisés es mencionado como personaje real en todo el Nuevo Testamento, desde los evangelios en boca del propio Jesús, hasta en el Apocalipsis. Obviamente, los escritores del Nuevo Testamento conocían el Antiguo Testamento como la palma de sus manos. La humanidad supo esto en la segunda mitad del siglo XX —antes de eso no había manera de saberlo.
También
existe en el mundo una insignificante minoría que asegura que toda
la Biblia es simbólica, algo que se vuelve totalmente irrelevante y
ridículo ante los miles de millones de cristianos que lo creen de
manera literal.
La
mayoría de los cristianos dirá que todo esto queda invalidado
porque los Mandamientos fueron “clavados en la cruz de Cristo”,
refiriéndose a los evangelios y no tomando en cuenta que a Moisés
se lo menciona como persona real en todo el Nuevo Testamento. Hay
otros cuya doctrina acepta los Mandamientos o uno de ellos
específicamente, como es el caso de los que guardan el sábado como
día de reposo dedicado a Dios.
Ese es el
cuarto mandamiento de una de las versiones de los Diez Mandamientos
que circulan por el mundo (hay por lo menos dos). ¿No les parece que
ya es hora de ponerse a investigar para eliminar estas mentiras
inventadas desde hace más de 2600 años? Las verdades están por
encima de cualquier conveniencia grupal o personal.
Notas
1. Francisco Rubia
Vila: El cerebro nos engaña. Editorial Ediciones Temas de Hoy.
Madrid, 2000. Páginas 159 – 183.
2. Francisco
Fernández Buey: Albert Einstein, ciencia y conciencia. Editorial El
Viejo Topo. Barcelona, 2005. Página 56.
3. Génesis 8:21.
Reina – Varela, revisión 1977. CLIE, España 1979.
4. Robert H.
Eisenman: The Dead Sea Scrolls Uncovered: The First Complete
Translation and Interpretation of 50 Key Documents Withheld for over
35 Years. Editorial Pengüin. USA, 1992. Página 92.
5. Magen Broshi:
«The Expansión of Jerusalem in the Reigns of Hezekiah and
Manasseh». Diario de exploración 24, Madrid, 1974. Páginas 21-26.
6. Kathleen
Mary Kenyon: Trowel
Brazel Blog,
2019.
7. Llogari Pujol:
Érase una vez: Jesús el egipcio. Editorial Tempestad. Barcelona,
2015. Páginas 52 – 53.
8. Claude-Brigitte
Carcenac Pujol: Jesús, 3000 años antes de Cristo: un faraón
llamado Jesús. Editorial Tempestad. Barcelona, 2013. Páginas 79 –
102.
9. Op. Cit.
10. I Crónicas 7:
7-27. Reina – Varela, revisión 1977. CLIE, España 1979.
11. Jehová es el
nombre que le dan a Dios en algunas versiones de la Biblia (Salmos
83:18, Salmos 100:3, Isaías 42:8). El Antiguo Testamento fue escrito
en un hebreo antiguo que no usaba vocales. YHVH representa formas del
verbo ser y quiere decir algo así como “Él quien será, es y
fue”.
12. Oseas 6:6.
Reina – Varela, revisión 1977. CLIE, España 1979.
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