El poder de la intención
Continuamos
con la publicación de la precuela al libro Pensar con el Corazón,
del catedrático y teólogo Carlos Enrique Delfino, que Vida
Coherente lanzará
en el último trimestre de 2019. En este capítulo se retoma el tema del engaño de los sentidos para entrelazarlo con
conceptos como la cronestesia, el paradigma holográfico, el Proyecto
Genoma Humano Completo, el Campo de Información Conciencial, la
morfogénesis, el ADN fantasma, la intención sintérgica y otras
pruebas empíricas en las que se basa el segundo paso del Método
Vida Coherente y el milagro de la Conciencia y la manifestación
holográfica.
Los
sentidos nos engañan
Como
dijimos en el capítulo
anterior,
los sentidos nos engañan. “Casi
todos piensan que están rodeados de objetos sólidos que tienen
existencia propia, y la verdad es que ni siquiera pueden tocarlos. Lo
que experimentan como ‘solidez’ es la repulsión electromagnética
de dos cargas iguales, los electrones del objeto con su carga
negativa y los electrones de la mano también con carga negativa. Esa
fuerza de repulsión activa las terminales nerviosas del sistema
periférico, el cual manda una señal eléctrica al cerebro que es el
que nos hace ‘sentir’ una experiencia de solidez.”
Si
todo fuera como nos hacen creer los sentidos —si la realidad fuera
idéntica a la experiencia de realidad que tenemos en esta densidad
donde todo se siente sólido, duro y denso—, no habría
autosanación. No funcionarían placebos tales como el de poder
curarse al tomar una pastilla de nada. Y lo mismo ocurriría con las
enfermedades por sugestión, es decir, cuando una persona se enferma
a sí misma.
Toda
esta realidad es un truco de los sentidos. Es como si estuviéramos
en un simulador de realidad virtual. La percepción del tacto es otro
truco, porque nadie puede tocar nada, y si realmente tocáramos algo
causaríamos una reacción en cadena, un estallido atómico.
En
2012, gracias a la resonancia magnética funcional, que es un tipo de
escaneo cerebral en tiempo real, se descubrió que el cerebro es
atemporal. Es decir, hay un proceso cerebral que se llama cronestesia
que implica que si yo le estoy hablando del pasado a una persona,
automáticamente se encienden todas las otras regiones cerebrales que
se ocupan del presente o del futuro.
El
cerebro mezcla la temporalidad. Recordar algo es lo mismo que
vivirlo, pues el cerebro segrega las mismas sustancias. Tener miedo
al futuro es lo mismo que ya estarlo viviendo, pues se segregan las
mismas cosas. Eso es la cronestesia cerebral, que responde a la
realidad que es atemporal.
Esto
es muy importante y hay que tenerlo en cuenta porque esas
características inconscientes las utilizamos para realizar
ejercicios de control mental que no fallan. El control mental no es
otra cosa que poner al inconsciente a nuestro favor y no en contra
como generalmente se encuentra con sus miedos y creencias limitantes.
La
verdadera realidad no es como la experimentamos con los sentidos, un
engaño del simulador virtual. Veamos ahora otro engaño.
El paradigma holográfico
En
la escuela nos enseñaron que toda la información y todos los rasgos
están en los genes. Tenemos 35 mil genes, más o menos. Lo mismo que
un gusano o que una mosca. Pero sin duda tenemos mucha más
información que un gusano y que una mosca. Sin embargo, tenemos la
misma cantidad de genes. ¿Entonces dónde está el resto de la
cantidad de información que tenemos? En placas holográficas que
genera el ADN.
La
mayoría de cada uno de nuestros rasgos está en placas, plantillas o
patrones holográficos, que se pueden ver uno por uno a medida que va
avanzando la morfogénesis. Los genes apenas tienen la información
de cómo generar proteínas.
Michael
Talbot (1) afirma categóricamente que “lo que percibimos como
realidad es solamente una tela en espera que se la pinte con
cualquier imagen que queramos.”
Tenemos
que revisar qué fue lo que pasó históricamente y a qué
conclusiones llegaron los soviéticos respecto al concepto de ADN
holográfico, que casualmente surgió después de que se postuló el
paradigma holográfico en Occidente ¿Coincidencia?
El
paradigma holográfico es una hipótesis de David Bohm que fue
comprobada treinta años después. Joseph Bell practicó el
experimento del entrelazamiento cuántico desde los años 60, aunque
con tantas fisuras que no lo aceptaban los detractores del paradigma.
En 1983, el Dr. Alain Aspect (2), un francés doctor en óptica que
trabajó con fotones, logró hacer el experimento del entrelazamiento
cuántico de manera correcta. Con su experimento, el Dr. Aspect logró
demostrar la no-localidad universal.
El
experimento consistía en medir la polarización de los fotones.
Demostró que esta polarización es paralela, es decir, que cuando se
miden las polarizaciones de uno de los dos fotones emitidos al mismo
tiempo, se obtienen las del otro. Es decir que lo que nosotros
identificamos como dos realidades diferentes es, en verdad, una sola
realidad.
El
problema que se presentó de manera inmediata era mucho más
complejo. Literalmente, una partícula puede estar en otro planeta y
otra aquí. Y si movemos la que está aquí, la que está en otro
planeta se mueve igual. Por la distancia, la velocidad de esa señal
que entrelaza las partículas tiene que ser obviamente mayor que la
de la luz. ¿Qué tipo de señal sería esa, tan rara, que era mucho
más veloz que la luz?
Hubo
una gran cantidad de propuestas, y muchas hipótesis. Se propuso que
se trataba de taquiones, campos de torsión, etc. Pero la hipótesis
que prevaleció fue la de David Bohm, quien dice que desde la
perspectiva del súper holograma llamado universo se puede percibir
cómo dos partículas se entrelazaran a través de una señal que une
a ambas, pero en realidad ¡es solo una ilusión!
La
realidad verdadera es que todo ya está conectado. Es decir, no hay
ninguna señal que viaje, sino que ya estaba conectada mediante lo
que llamamos el tejido del universo. Por lo tanto, todo está
entrelazado, todo está conectado con todo, todos somos uno y todo es
uno. Esa es la gran hipótesis del paradigma holográfico.
En
2012, un gran grupo de físicos teóricos de todo el mundo llegó a
la misma conclusión:
“La velocidad de la señal no puede ser superior a la de la luz de manera aleatoria debe ser, necesariamente, infinita.”
Les
agradecemos mucho su labor, pero treinta años antes ya lo había
dicho David Bohm. Todo está conectado con todo. Y lo que hoy
llamamos el tejido del universo es lo mismo que el enrejado (Laticce)
del Dr. Jacobo Grinberg, un campo holográfico de información que
interactúa constantemente con nuestro campo neuronal para manifestar
la realidad perceptual que no es materia, sino conciencia.
Pasaron
algunos años. Y como suele suceder en Occidente, el conocimiento fue
ignorado a tal grado que el libro La Realidad Holográfica (3), una
recopilación de varios autores realizada por Ken Wilber, fue
imposible de conseguir durante al menos 20 años. Además, la
hipótesis del libro fue presentada en 1982, pero el libro no se
publicó sino hasta cinco años después, en 1987.
En
La Realidad Holográfica, el neurocientífico Karl Pribram expresa
una afirmación gigantesca:
“Nuestro cerebro no es otra cosa que un holograma que interpreta matemáticamente a un universo holográfico.”
El Proyecto Genoma Humano Completo
Como
dijimos, en Occidente nadie le hizo caso a lo expuesto en el libro La
Realidad Holográfica. Pero los rusos siempre están “a la pesca”
y son muy rápidos. Así que decidieron utilizar el paradigma
holográfico y sus postulados para estudiar el ADN humano en lo que
llamaron el Proyecto Genoma Humano Completo.
Es
importante difundir que el proyecto se inició en 1990, cuando Rusia
todavía era Unión Soviética. Por lo que, mientras que los
soviéticos estudiaron el ADN completo, los occidentales solamente
estudiamos la pequeña parte del ADN que produce proteínas. Se dijo
que este era el 10% del ADN completo, pero eso fue una mentira, ya
que sólo es el 2%. ¿Qué función tiene el otro 98%?
Los
neodarwinistas en Occidente llamaron “ADN
basura” al
98% del ADN que no pudieron descodificar. A ellos les convenía hacer
creer a la gente que hay cosas en la naturaleza que “no sirven para
nada”. Pues la hipótesis neodarwinista sostiene que la naturaleza
evoluciona mediante “ensayo y error.” Y según ellos, el cúmulo
de errores sería el “ADN basura,” por lo que no sirve para nada.
Algo demasiado sospechoso y difícil de creer.
El
universo gestiona todo mediante hologramas. ¿Por qué? Porque el
holograma es el único sistema capaz de tener en cada elemento la
información de todos los elementos, y si todo está conectado con
todo, la conclusión es simple.
Es
la manera más eficiente, más económica, más coherente y perfecta.
Sólo se necesita energía e información y el ADN no podía ser la
excepción. Así que los rusos fueron directo a la búsqueda de cómo
era que el ADN hacía los hologramas y encontraron que ese 98% que
los neodarwinistas occidentales llamaron “basura”, estaba
compuesto en su mayoría por cristal líquido y biofotones.
¿Qué
se hace con luz y cristales? Se hace rayo láser o, al menos luz
coherente y muy enfocada. Esa luz más la información entonces ¿qué
hacen? ¡Hologramas! Por lo tanto, el 98% de toda la morfogénesis se
diseña sobre la base de plantillas holográficas paso por paso.
Somos antenas y recibimos información
En
Occidente solemos caer en contradicciones espantosas. Y no podemos
pensar de otra manera, pues así nos educan en la escuela. Es una
locura decir que los rasgos que nos diferencian en color de ojos, de
piel y de pelo están en los genes. Los rusos simplemente pensaron de
otra manera y cambiaron la perspectiva, demostrando la ineficacia del
materialismo / mecanicismo.
El
ser humano tiene más o menos 35 mil genes. Resulta que la mosca de
la fruta tiene la misma cantidad, y es tan pequeñita. Se entiende
que cuanto más grande es el organismo más información tiene, y
cuanto más complejo es el organismo es porque hay más cantidad de
información (en sentido amplio).
Sin
duda, al lado de una mosca, los humanos tenemos bastante más
información. Y es totalmente obvio que los genes solos no pueden
albergar todas las características que tiene un ser humano. Sin
embargo, el Proyecto Genoma Humano occidental no pudo explicar
semejante paradoja, o no quiso hacerlo.
Entonces,
¿dónde se guardan todos esos datos que tiene el ser humano? En
plantillas holográficas que fabrica el mismo ADN. ¿Y de dónde saca
la información? La mayoría de esa información es recibida por el
cerebro. Cuando nos estamos formando, captamos información. Somos
antenas, receptores, captamos información y proyectamos nuestra
realidad circundante.
Morfogénesis y pruebas empíricas del milagro de la Conciencia
No
sólo el ADN es una antena. Tenemos antenas en cada una de nuestras
células, porque ahí hay moléculas de metales y esos metales
también operan como antenas. Somos antenas, recibimos información,
y también somos antenas en la totalidad, pues toda esa información
viene de lo único que hay, de lo único que existe: la Conciencia.
Todo
es Conciencia Absoluta, lo que pasa es que hay circunscripciones.
Nosotros recibimos información a través de la morfogénesis. Esta
es el ADN de la conciencia de la raza humana, de la conciencia
colectiva de la raza humana, del súper holograma que llamamos
universo, de todo eso que llega de diferentes maneras a través de
campos electromagnéticos, sonido y luz.
Varias
modalidades de energía incorporan información al ADN para que
podamos manifestar. Recibimos información desde fuera de nuestro
holograma que llamamos cuerpo.
En
ese momento, el proyecto de genoma humano completo de los rusos
estuvo dirigido por los camaradas Pjotr Gariaiev y Vladimir Poponin,
con un variado equipo multidisciplinario en el que participaron hasta
lingüistas. Todos ellos trabajaron en un proyecto que descubrió
muchas cosas sorprendentes.
Por ejemplo, que el ADN es no local —una
característica cuántica en una macro molécula que además afecta
el entorno— y que está conectado al campo de información cósmica
como todas las cosas.
Este
experimento fue dirigido por el físico ruso Vladimir Poponin a
comienzos de los años 90. Poponin quería investigar la relación
entre el ADN humano y los fotones. El ensayo consistía en vaciar
completamente un tubo de vidrio sacando todo el aire de él, quedando
dentro sólo las pequeñas partículas de luz (fotones).
Poponin
midió la distribución de los fotones dentro del tubo. Esta parte
del experimento no mostró sorpresas y los fotones estaban
distribuidos de forma aleatoria dentro del tubo, como era de esperar.
La
siguiente parte del experimento es realmente interesante. Poponin
colocó ADN humano dentro del tubo y, cuando volvió a medir los
fotones, estos estaban alineados con la cadena de ADN humano. Es
decir que el ADN tiene efecto sobre la energía del cosmos. Algo
dentro de nosotros tiene efecto en el mundo que nos rodea. Esta fue
la primera vez que esta prueba fue verificada en un laboratorio.
El
siguiente paso del experimento es aún más interesante, pues al
remover el ADN del tubo se esperaba que los fotones volvieran a
esparcirse aleatoriamente. Pero lo que ocurrió es que los fotones
permanecieron alineados aun cuando el ADN no estaba en el tubo.
Nada
en nuestra física podía explicar ese comportamiento. El experimento
se denomina el “ADN fantasma”. Lo que muestra es que nuestro ADN
se comunica con la energía del gran Campo de Información Cósmica.
Estos paquetes de energía se comunican con nuestro ADN a través de
este campo que previamente no se había reconocido. En ese momento el
equipo de Gariaiev y Poponin lo llamó “Campo Nuevo” porque
siempre estuvo ahí, aunque no lo habían reconocido.
Mucho
tiempo antes de que los rusos llevaran a cabo el experimento del ADN
fantasma, el neurocientífico mexicano Jacobo Grinberg realizó un
experimento conocido como el Potencial Transferido, mediante el cual
demuestra exactamente lo mismo: todo está conectado con todo a
través de un campo que es capaz de atravesar una jaula Faraday y que
tiene un comportamiento que no toma en cuenta las leyes de la física
tal como las conocemos en esta frecuencia de realidad.
Al
momento de su experimento, el Dr. Jacobo Grinberg no era famoso y
Pjotr Gariaiev ni siquiera es reconocido por la ciencia oficial, por
lo que estamos hablando de casos aislados de científicos trabajando
cada uno por su parte y, en muchos casos llegando a conclusiones
sobre descubrimientos que ya habían sido realizados en otro lugar
del planeta. Se dice que los rusos están cincuenta años más
adelantados que nosotros en ciencia, pero no se nos ocurre unirnos
para llegar más lejos en un esfuerzo conjunto.
El
proceso que se pudo observar en el mencionado experimento de Jacobo
Grinberg deja en evidencia un campo de energía que lo abarca todo.
Se trata de una clara prueba empírica de la llamada totalidad o el
uno. Sin importar el nombre, podemos estar seguros de que la
verdadera realidad es una sola cosa, no una masa informe
omniabarcante.
Existen
zonas de diferentes grados de coherencia, frecuencias más altas o
bajas, de diferentes densidades informacionales. Es decir que no se
trata de una aburrida homogeneidad indiferenciada. Las afirmaciones
que cita Michel Talbot (5) de David Bohm, específicamente referidas
a la totalidad, son realmente asombrosas:
“En
el cosmos todo está hecho del tejido holográfico ininterrumpido,
tiene tan poco sentido pensar que el universo está formado por
«partes», como creer que la sangre de un cuerpo humano es
independiente de las venas y arterias por donde fluye.”
De
igual forma, David Bohm afirma en otro lugar:
“Un
electrón no es una «partícula elemental»; es sólo el nombre que
se da a cierto aspecto del tejido holográfico ininterrumpido y
dinámico que constituye el Cosmos. Dividir la realidad en partes y
después darles nombre es siempre arbitrario, un convencionalismo,
porque las partículas subatómicas no están más separadas unas de
otras que los distintos dibujos de una alfombra estampada.”
Intención sintérgica coherente y manifestación holográfica
La
realidad perceptual es holográfica. Lo que vemos, las
manifestaciones holográficas, son nuestra realidad circundante y son
generadas por el perpetuo intercambio de energía e información
entre nuestro campo energético y el Campo de Información Cósmica.
Muchas
veces no logramos ni el intercambio adecuado ni su resultado, que es
la síntesis de energía que llamamos manifestación. La buena
noticia es que podemos transformar nuestra energía de intercambio en
forma de intención lo suficientemente coherente como para poder
manifestar de manera eficiente y efectiva todo lo que se nos ocurra.
El
Dr. Jacobo Grinberg (7) detalla claramente cuáles deben ser las
características de esa intención, tomando muy en cuenta que el
objetivo final es la conciencia de unidad con todos y todo a través
de la expansión consciencial.
“Según
la teoría sintérgica, el cerebro crea un campo de interacciones
capaz de modificar la estructura de la matriz del espacio-tiempo
(Laticce). Esta alteración unifica la actividad cerebral con el
resto de la creación en diferentes niveles, dependientes de la
densidad informacional del campo neuronal, su coherencia y
frecuencia, es decir, su sintergia. A mayor sintergia del campo,
mayor unificación. A su vez, la sintergia del campo neuronal depende
del poder de los patrones neuronales de inclusión que el cerebro ha
logrado activar.”
Es
simple. La interacción, como siempre lo supimos, debe ser coherente.
La coherencia es un proceso donde cada paso que se da a medida que se
avanza hacia la meta, surge del paso anterior de manera lógica y
natural. La coherencia se puede perder por un tiempo, pero, también
se puede recuperar, por lo tanto, no representa para nosotros un
problema indescifrable.
La
densidad informacional se alcanza también naturalmente, si
permanecemos en el campo de interacciones, de una manera activa
alcanzando en el espacio-tiempo mayores niveles de inclusión y
unidad.
Por
su parte, la altísima frecuencia de la energía que, sumada a las
características anteriores conforman el milagro de la sintergia
(síntesis de energía), se logra, al menos, en un proceso de
autotransformación a través de los ejercicios de control mental y
la práctica de la meditación autoalusiva permanente y sin límite.
Es decir que no se necesitan rituales, ni posturas extrañas, ni
silencio total.
Después
de un tiempo de practicar esa meditación, se permanece en ella
incluso en medio de las actividades diarias ya que logramos ingresar
de manera habitual al proceso de auto observación de la totalidad de
nosotros mismos, incorporando todo tipo de experiencias, incluyendo
las de otros, sin rechazarlas, juzgarlas o identificarse con ellas.
Yo no soy esa experiencia, soy mucho más. Soy la realidad verdadera,
para nuestra cosmovisión, la conciencia.
La intención consciente
Finalmente,
sintetizamos que el poder de la verdadera intención es ilimitado. No
existe nada imposible. El detalle está en saber qué es realmente la
intención, y el peligro es que se confunda con deseos egóicos.
La
intención consciente es un proceso de intercambio entre el campo
bioenergético de una persona y el campo de información cósmica
(CIC). Ervin Laszlo llamó a esto “campo akáshico”. David Bohm
le denominó “orden implicado”. Físicos actuales que también
son practicantes de la meditación, como John Hagelin, llegaron a
llamarlo “campo unificado”. Jacobo Grinberg le decía el enrejado
(Laticce). Nosotros, en Vida Coherente, lo llamamos “campo de
información cósmica” (CIC).
La
gran búsqueda de Einstein hasta su muerte no prosperó, porque lo
que él buscaba era la super ecuación matemática que pudiera
definir esa impresionante realidad. Pero básicamente todos nos
referimos a la misma realidad. En términos comunes, para que todos
puedan entenderlo, nos referimos al akasha del hinduismo milenario
(lo cual es la información), y junto a este, a la energía (prana),
que es lo que forma todo el universo. Energía e información siempre
van juntas, igual que el espacio-tiempo.
La
segunda parte de esta ecuación proviene de Grinberg:
“Según
la teoría sintérgica, el cerebro y el CIC crean y sostienen un
campo de interacciones (energía-información), capaz de modificar la
estructura de la matriz del espacio-tiempo (Laticce). Esta alteración
unifica la actividad cerebral con el resto de la creación en
diferentes niveles, dependientes de la densidad informacional, su
coherencia y frecuencia, energética, es decir, su sintergia. El
crecimiento de esos tres elementos es lo que favorece la síntesis de
energía (Sintergia) y la sintergia no es otra cosa que nuestra
realidad perceptual o, en su caso, una manifestación consciente.”
La conciencia de unidad
El
objetivo final es la conciencia de unidad, es decir, la conciencia de
toda la realidad que se logra a través de la meditación
autoalusiva. Autoaludir es observar la totalidad de uno mismo en un
período de tiempo determinado.
Sin
embargo, eso es un hecho científico que la verdadera realidad es una
sola, y que todo es uno y todos somos uno. Lo individual son las
experiencias, y estamos circunscritos a una. Pero nunca dejamos de
ser la conciencia única, omniabarcante, no local, atemporal,
infinita, etc. Tenemos la solución matemática y la prueba empírica
con el famoso experimento de Grinberg.
Cuando
alguien quiere expandir su conciencia y lograr una manifestación que
parece difícil, por ejemplo, manifestar la salud en medio de un
cáncer terminal, solo tiene que aceptar, sin duda alguna y con plena
conciencia, que todos somos uno y todo es uno.
El
problema es que lo aceptamos de manera intelectual, pero no lo
sentimos. Si lo aceptáramos con plena conciencia y con la totalidad
de nosotros mismos, nos reuniríamos en cada oportunidad que se
presente, porque no hay nada más potente para una intención que
unirnos sobre la base de lazos afectivos, con mente y conciencia a
través del corazón.
Como
ya dijimos antes, después de años de investigación, el Instituto
Heart Math tuvo que admitir que el corazón está directamente
conectado a una inteligencia superior. Esa inteligencia superior es
la conciencia y con ella se puede lograr lo que sea.
Solo
basta que algunos de nosotros nos reunamos para que juntos
manifestemos mucho más y mejor. El Instituto Heart Math logró
medirlo con la coherencia cardíaca y la sincronicidad de las
pulsaciones. Incluso algo tan grosero como el electromagnetismo se
puede acoplar entre los participantes. Pues la energía consciencial
infinita es infinitamente más sutil que cualquier otra energía.
La
intención es poderosa para una sola persona. Pero vislumbremos ahora
la suma de todas nuestras energías al ponernos en intercambio con el
CIC. Aquí tampoco hay límites y podemos asegurar que, desde nuestro
punto de vista, las cosas se manifiestan más rápido y la influencia
se va haciendo cada vez mayor hasta llegar al punto de la masa
crítica. Y allí sí es totalmente posible la gran manifestación de
la historia y el comienzo de la verdadera historia humana. Pues hasta
el momento solo conocimos la historia de los egos humanos.
Notas
1.
Michael Talbot. El universo holográfico. Editorial Palmira, México,
2007.
2.
Alain Aspect. Informe del Instituto de Óptica Teórica de Orsay,
Francia.
3.
Ken Wilber. El paradigma holográfico. Editorial Kairós. Barcelona,
1987.
5.
Michael Talbot. El universo holográfico. Ed. Palmyra, Madrid, 2007.
Página 64.
6.
Michael Talbot. Op.Cit. Página 65.
7.
Jacobo Grinberg. La Teoría Sinérgica. Universidad Nacional Autónoma
de México e Instituto Nacional para el estudio de la conciencia.
México, 1991. Página 49.
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