Una aproximación desde la sociología
Siguiendo
la serie
de artículos con
la que tratamos reflexionar sobre cómo distinguir lo real de lo
falso y cómo definir la realidad, en esta ocasión vamos a abordar
el tema desde una nueva óptica. Si ya lo hemos hecho a través de
la física
cuántica (dos
realidades pueden coexistir al mismo tiempo), a través de la
filosofía (lo
real es aquello que se percibe como real) o a través
del cine (ficciones
en las que aparecen varias realidades), toca ahora abrir el libro de
la sociología y hablar de si la realidad es algo predeterminado,
algo que los individuos construyen individualmente, algo que se puede
modificar… etc.
Sin
duda volveremos a transitar por terrenos propios de la filosofía, e
incluso hablaremos de física. Como sabemos después de haber
leído varios artículos,
la reflexión sobre lo real ocupa varias ramas del saber, y es tan
estimulante y apasionante como compleja e inalcanzable. Con toda
seguridad nunca terminemos por definir qué es lo real, pero sin duda
habremos recorrido un camino enriquecedor. Después de nuestro viaje,
contemplaremos el mundo que nos rodea con mucho más conocimiento y
consciencia.
Primera parada: la discusión Determinismo vs. Libre albedrío
Necesitamos
comenzar por el principio. Si vamos a reflexionar sobre si la
realidad o lo real es algo que puede ser creado por el individuo, hay
que acudir a un antiguo debate: ¿es el individuo libre para decidir
su destino? Hay dos respuestas: la afirmativa y la negativa. La
corriente del determinismo apuesta por la segunda.
En
la figura de Laplace encontramos al máximo exponente de esta
doctrina filosófica, asegurando que, si
se conoce el estado actual de la realidad que nos rodea con total
precisión, se puede predecir cualquier evento del futuro.
Desde esta perspectiva la realidad que está por llegar puede ser
conocida en la realidad presente. Para ello es importante conocer
todas las variables que definen la realidad. Esta posición encuentra
apoyo en la física clásica, que se basa en la sucesión de la
cadena causa-consecuencia.
Así
pues, todo, absolutamente todo (la realidad, el pensamiento, la
física, las acciones humanas) es consecuencia de una causa. Si se
conoce la causa, se puede prever la consecuencia. Por eso el
determinismo defiende que las realidades, acciones, pensamientos y
acontecimientos físicos venideros están determinados por las causas
del presente. Conociendo perfectamente estas variables (futuras
causas) se podría prever qué realidades, acciones, pensamientos y
acontecimientos físicos tendrían lugar en el futuro. De hecho, para
los puristas de esta escuela, no
se conoce verdaderamente la realidad hasta que no se conocen
sus causas.
Sin
embargo, la física cuántica ha superado esta visión añadiendo una
variable con la que Laplace y los deterministas no contaban: el
caos.
Se ha demostrado que los sistemas físicos pueden verse alterados sin
causa aparente, por mera acción del impredecible y aleatorio caos.
Esto es importante e implica que, para unas mismas variables o
condiciones, dos sistemas iguales pueden derivar de manera
diferentes. Es decir, se crean realidades distintas partiendo de
realidades similares. Con el caos el determinismo queda obsoleto.
Pero la
filosofía va siempre más allá de la física, y el determinismo
aplicado a la vida de las personas, del individuo, encuentra caminos
para rechazar el libre albedrío: desde el determinismo lingüístico,
hasta el determinismo conductista, pasando por el determinismo
psíquico o el determinismo genético. Ya sea por el idioma que
hablamos, la educación que hemos recibido, la psicología que nos
defina o los genes que nos compongan, el determinismo sostiene
que los
individuos no tienen una verdadera capacidad de decisión sobre sus
destinos y
futuros.
Siempre
hay variables que condicionan y moldean el tipo de caminos que cada
persona puede (y de hecho va a) recorrer. Así como un individuo
psicológicamente tímido y callado nunca va a dar un discurso en
público (o siempre dirigirá su vida hacia evitar dicha situación),
el determinismo asegura que conociendo las causas y variables que
definen una realidad se pueden controlar sus efectos. Esto supone
moldear o dominar las realidades futuras.
Frente
a esta visión se encuentran los defensores del libre albedrío como
única verdad cierta en lo referente a la relación entre el
individuo y la realidad que le rodea (o, mejor dicho, las futuras
realidades que le rodearán). El libre albedrío defiende que todo
individuo es libre de tomar sus propias decisiones,
por lo que no importan los factores o variables que le definan o
conformen. Cualquier individuo, más allá de la raza, psicología,
genes, idioma, creencias, educación o convencimientos, es en última
instancia libre para escoger qué hacer en cada momento.
Discutiendo
el libre albedrío, Schopenhauer creía que uno de los motivos para
la falta de libertad total eran las contrapartidas de ciertas
libertades. Ciertamente el hombre es físicamente libre de hacer
cualquier cosa, pero realmente no lo es, porque nunca hará algo que
no quiera hacer, algo cuyas consecuencias sean inaceptables para el
individuo. El miedo a esas consecuencias percibidas como negativas es
en realidad la causa de la falta de libertad.
Por
otro lado, Spinoza recordaba que los hombres se creen libres porque
son conscientes de sus deseos, pero en realidad ignoran las causas
por las cuales tienen esos deseos. Y esto ha sido demostrado de
manera científica desde varios campos como la física o la biología.
Los interesantes estudios de Benjamín Libet en los años ochenta
sugieren que las decisiones tomadas por una persona son primero
hechas en el inconsciente, de modo que la
creencia del individuo de que ha tomado voluntariamente cierta
decisión responde únicamente a la visión retrospectiva.
En
la realidad actual, en la que las variables que afectan a la
formación del individuo son algunas como el consumismo, la
desinformación, la publicidad o el miedo, es razonable preguntarse
si, efectivamente, cada persona es libre de tomar la decisión que
quiera. La pregunta más profunda y filosófica de todas: ¿somos
realmente libres? Los
defensores del libre albedrío lo tienen claro: sí. En el fondo
todos podemos hacer lo que queramos. Podemos tomar clases de vuelo,
hacer submarinismo, caminar hacia cualquier lugar del mundo,
vestirnos como queramos, hablar con quién queramos… podemos
incluso quitarnos la vida. Sin embargo, movidos (o, mejor dicho,
inmovilizados) por el
sentido común,
hay cientos de cosas que nunca haremos.
Y aunque
parezca que estamos en la sección de Reflexión
sobre la Sociedad,
el nexo de unión con la Reflexión
sobre la Realidad es
muy fino, y se concentra en la idea de que la
realidad es algo construido por la sociedad.
Lo
real se sirve a la carta: la profecía autocumplida
Cuando en
un artículo anterior tratábamos
de definir el concepto de realidad,
nos encontramos dando vueltas al diccionario, como una pescadilla que
se muerde la cola. En ese momento buscábamos definiciones, que al
fin y al cabo es una manera de buscar ingenuamente certezas. Hablando
de la realidad no hay definición válida, porque la
realidad es algo en continua construcción.
En
esta ocasión vamos a abordar nuestra reflexión apoyándonos en
interesantes variables como el Teorema de Thomas, la Profecía
Autocumplida, el Escotoma o el Efecto Pigmalión. Sumados, estos
factores conforman una buena guía para leer y entender la realidad
que nos rodea.
Al
sociólogo estadounidense William I. Thomas le debemos un teorema
clave para comprender el secreto del mundo, y es que las
personas son fácilmente manipulables cuando se trata de conocer la
realidad.
Si se consigue hacer creer a un grupo de individuos que una falsa
realidad es real, esta falsa realidad automáticamente pasa a ser una
realidad real, al menos para el grupo de individuos.
En su enunciado
literal el teorema dice: “Si
las personas definen las situaciones como reales, éstas son reales
en sus consecuencias”,
y es muy importante la segunda parte, porque si la percepción de la
realidad (aunque errónea) lleva a los individuos a realizar acciones
concretas, físicas y cuantificables, la falsa realidad pasa a ser,
de facto, real. Es falsa, pero tiene consecuencias físicas similares
a cualquier otra realidad real.
Interesante
es también la teoría de la Profecía Autocumplida, que señala un
curioso comportamiento psicológico de los seres humanos: cuando un
individuo se convence a sí mismo (o le convencen) de que una
situación o realidad es de una manera (aunque no sea su estado
real), finalmente la situación o realidad acabará siendo de la
manera que el individuo la entendía o percibía. De esta forma,
profecías que se basaban en hechos falsos pueden acabar siendo
reales, porque los individuos actuarán siguiendo esos hechos y
llevarán a la realidad a tomar la forma profetizada. Da
igual que esa realidad se haya construido con un sustrato falso, lo
importante es que se ha acabado construyendo, y que ahora es real.
Pese a haber nacido de un engaño.
En
la construcción de una realidad falsa suelen participar casi siempre
agentes externos, pero en ocasiones nuestro ojo sólo ve lo que
quiere ver. Esta cualidad de los individuos se relaciona con el
escotoma, o anulación de ciertas partes del campo visual. En cierta
manera las
personas elegimos qué ver, y por tanto moldeamos la realidad que nos
rodea,
alterándola y distorsionándola. Está científicamente comprobado
que nuestro cerebro selecciona la información que mayor placer nos
produce.
El
Efecto Pigmalión es otro ejemplo de cómo podemos crear realidades a
través de convicciones o percepciones que no tienen por qué ser
verdaderas. Aunque parezca una frase hecha, si creemos en algo
podemos hacerlo verdad. Este efecto se ha demostrado especialmente en
el ámbito de la educación: las expectativas de un profesor sobre
sus alumnos se cumplirán. Si el profesor espera de ellos el fracaso,
fracasarán. Si espera el éxito, lo tendrán. ¿Cómo es posible?
Porque nuestra
percepción de la realidad construye la realidad.
Aunque estemos equivocados y nuestras premisas sean falsas, en
realidad lo importante es lo que creemos y cómo entendemos la
realidad que nos rodea. Como dice Thomas, “las impresiones
subjetivas pueden ser proyectadas en la realidad, de tal modo que
llegan a ser verdaderas para quienes las proyectan.”
Sin
embargo, la mayoría de los casos de creación o construcción de
realidades que en realidad son falsas tienen lugar de manera externa
a la consciencia de los individuos. Como analizamos en
otro artículo,
hay una clara división entre clases en la sociedad, que de manera
simplificada pueden estructurarse en clase dominante y clase
dominada. Corresponde a la primera la creación de falsas realidades,
algo que la clase dominante realiza mediante los medios de
comunicación principalmente, con las estrategias
de desinformación y distracción.
Consecuencias de la creación de una falsa realidad
Uniendo
la primera parte del artículo (discusión sobre la libertad de
actuación del individuo) con la segunda (la creación de
realidades), podemos entender la reflexión que pretendemos abordar.
Si el individuo tiene predeterminada su actuación sobre la realidad
que le rodea debido a un sinfín de factores (psicológicos,
genéticos, raciales, de convicciones, por efecto de la
desinformación, la manipulación, la distracción, la publicidad…)
y además la realidad que le rodea ni siquiera es real, nos
encontramos en una situación complicada para la libertad real de las
personas. ¿Cómo
va a ser alguien libre si no controla sus propias decisiones ni es
consciente de la realidad en la que vive?
En
realidad ambas deficiencias están relacionadas: creyendo que la
realidad es A (aunque en realidad sea B), el individuo realizará
acciones relacionadas con la realidad A, en la que cree vivir. Un
buen ejemplo podemos encontrarlo en la
sociedad de consumo.
El individuo cree que en esta realidad: “Cuanto más compre, más
contento estaré y más aceptación recibiré”. Viviendo en esta
realidad tienen lugar las acciones que decide la persona: comprar sin
necesidad real, vestir como otras personas, escuchar la música que
escuchan otros, hablar como hablan otros… etc. De esta manera,
partiendo de una premisa falsa (¡en realidad no importa lo que
compres, tu vida no depende realmente de ello!), el individuo ha
realizado acciones y ha tomado decisiones concretas y que han tenido
consecuencias físicas (ha comprado cosas, ha gastado dinero, ha
decorado su piso con muebles suecos…).
Si
el sistema (las clases dominantes) crea una realidad basada en el
consumo, los individuos (las clases dominadas), convencidos de que el
mundo funciona así, aceptan la realidad y actúan en su marco.
Así, convenciendo
a los individuos de que la realidad es x, la realidad será
efectivamente x, aunque la realidad en realidad no sea x.
De otra manera: las clases dominantes deciden la realidad que crean y
las clases dominadas la hacen suya. Y es una estrategia muy efectiva:
como decía Morfeo en Matrix, “los individuos están tan conectados
al sistema que lucharían por defenderlo”, aunque en realidad
sea un sistema negativo para sus propios intereses como
personas.
Como
hemos dicho, la creación de falsas realidades no parte siempre de
las esferas más altas del sistema de clases. En ocasiones es el
propio individuo quien se crea su propio falso
mundo real. Otro
ejemplo práctico: el autoconvencimiento derivado del escotoma (la
selección de información y el desecho de las partes de la realidad
que no queremos ver) tiene un gran impacto en la percepción que los
votantes tienen de los candidatos en unas elecciones. Pese a que uno
de los candidatos esté describiendo la realidad tal y como es, si a
nosotros no nos gusta, nuestro cerebro nos ayudará a desecharlo,
reforzando las características negativas del candidato o minimizando
sus cualidades. Siempre
haremos lo que creamos que es mejor hacer. No lo que sea realmente
mejor.
Finalmente,
varios autores han señalado que, especialmente en la sociedad
actual, posmoderna y tecnológicamente avanzada, la mayor parte de la
gente vive en una “hiperrealidad”, esto es, un estado de
incapacidad de la conciencia de distinguir la realidad real de la
falsa realidad. Contra esta situación sólo queda una cosa:
levantarse del sofá, mirar el mundo que nos rodea y reflexionar.
VISTO EN: https://vaventura.com/reflexion/reflexion-realidad/la-realidad-una-aproximacion-desde-la-sociologia/
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