19.2.20

Una ley contra discriminación que es un recopilatorio de ventajas y privilegios

¿SON LOS HOMOSEXUALES SERES SUPERIORES?             
La pregunta tiene miga: ¿Son los homosexuales hombres y mujeres superiores? Porque eso es lo que la propaganda mediática y estatal nos hace creer. Aunque propalan que son simplemente parte de “la diversidad” de género, su privilegiada fuerza mediática nos empuja a verlos como seres superiores. Más osados, valientes y hechos a sí mismos que los vulgares varones a los que les gustan las mujeres, a los que se les deja como idiotas o, peor, como violadores en potencia. Si un hombre es heterosexual y forma una familia corriente, está siempre bajo sospecha. Si es un gay, es un líder.

Y todo esto no es casual. No puede serlo. Porque una cosa es reconocer la igualdad de derechos y deberes para las comunidades LGTBI y otra muy distinta, privilegiarlos. Por ejemplo, si unos cuantos miles de hombres y mujeres heterosexuales se manifestaran por las calles como lo hacen los homosexuales, algunos (y algunas) en pelotas y con gestos provocadores, se les censuraría en los medios e incluso se les reprimiría duramente. Por el contrario, los homosexuales pueden montar incluso orgías en los desfiles gay y no les pasa nada. De hecho, se les aplaude.

El ascenso de un homosexual, hombre o mujer, en la empresa, pública o privada, está garantizado a poco que valga el espécimen. Porque como, ante una decisión adversa, se le ocurra decir que se le está discriminando por razón de sexo (por no privilegiarlo), la superioridad que haya tomado la decisión puede sufrir consecuencias poco agradables. Como ya sucedía en leyes similares (la de Violencia de Género) se practica la inversión de la carga de la prueba: un acusado de discriminación por esta causa debe demostrar su inocencia, cuando la ley establece más bien que es el acusador el que debiera demostrar el delito. Sin embargo, persiste el prejuicio de que todo hombre es proclive a ser violento con la mujer y a discriminar al homosexual. Por la cara.

Y así está España, el estado más tolerante con las minorías del planeta Tierra. De hecho, no sólo tolera, sino que prevarica a favor del entorno homosexual. Y hace años ya, décadas, que a un homosexual no se le ve como un bicho raro en ninguna parte. Todos tenemos amigos homosexuales y ni reparamos en ello ni los diferenciamos de ninguna manera. Ni llaman la atención siquiera, a menos que quieran y exageren: ellos pintados y marcando culito y ellas con pinta de camionero y dejándose bigote.

¿Y qué decir de las leyes como la madrileña y la catalana, que remedan la proposición de ley elaborada por la Federación estatal de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales? Lo que se presentaba como una ley contra discriminaciones injustas se ha convertido en un recopilatorio de ventajas y privilegios laborales, educativos y presenciales que no tiene ningún otro colectivo desfavorecido: ni los ancianos, ni las madres solas, ni los gitanos, ni los inmigrantes, ni los parados de larga duración, etc. ¿Y quién dirá en los colegios (públicos o católicos) cuál es “la realidad” de esas orientaciones?

Aunque en una primera fase parece que no está muy definido, es más que probable (seguro) que enseguida las asociaciones LGBT se erijan en intérpretes únicos y privilegiados para decir cómo es “la realidad”. Las brutales multas que propone la Ley no son solo para las “terapias psicológicas para librarse de la homosexualidad” sino incluso para “cualquier intervención religiosa”, como por ejemplo rezar para librarse de lo que un católico considera una vulneración de la Ley de Dios. ¡Y hay decenas de miles de homosexuales católicos!
Este portal encuentra inadecuado que se forme a los niños en la escuela para que “prueben” a sentirse homosexuales: ellos a ser niñas; y ellas a ser niños. Porque una cosa es la igualdad y otra el proselitismo. Conocemos la teoría subyacente: que intentan “liberar de complejos” a los niños que serán naturalmente homosexuales en cuanto alcancen la pubertad; y formar al resto para no rechazarlos. Pero ¿y si se intentara educar al revés? ¿Y si se invitara a niños y niñas a probar a jugar a novios e iniciarse en los toqueteos? Las "ampas" de toda España se lanzarían a la yugular de los enseñantes, ¿a que sí?

Hace más de 40 años que la Ley de Vagos y Maleantes franquista, que penaba las conductas homosexuales, no rige en la vida de los españoles. A ver si se van enterando todos de una vez.
Y conste que nos parece muy bien que homosexuales como Boris Izaguirre triunfen en la televisión soltando pluma hasta la exageración. A fin de cuentas, lo que pretende es provocar sonrisas en los espectadores. Pero amigo, un ministro Marlaska es otra cosa: un incompetente absoluto, capaz de justificar las agresiones físicas y verbales que sufrieron diputados, hombres y mujeres, en un desfile del Orgullo Gay.
Por cierto: ¿Cómo que Orgullo Gay? Efectivamente. Las organizaciones LGTBI no persiguen su igualdad, sino demostrar su superioridad, como superiores se sienten todo orgullosos ante el resto de los humanos.
(Fuente: https://acratasnet.wordpress.com/)


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