16.7.20

Cerrazón y miedo de la mayoría a contagiarse de un “coñavirus” que no mata ni a dios

EL COÑAVIRUS NO ES TAN FIERO COMO LO PINTAN

SINOPSIS: El miedo al contagio del “coñavirus” está generando más TEMOR que la peste negra entre la población. Ahora bien, si la infección es de veras tan grave como nos la pintan ¿por qué cojones no vemos las calles REPLETITAS de CADÁVERES?

Y no me vengáis con el puto rollo de que ya tenemos 40 ó 60.000 muertos. Porque de 45 millones de españoles, esa es una cifra absolutamente INCOMPATIBLE con la DESPROPORCIÓN de los niveles de respuesta del gobierno ante la «crisis». Porque os recuerdo que el país no se paró cuando llevábamos 40.000 fallecidos por «coñavirus», sino MUCHO tiempo ANTES.

Dicho esto, lo mismo da ya que desde el prisma estrictamente LEGAL la “coñamascarilla” NO SEA OBLIGATORIA siempre que seas capaz de mantener una distancia mínima de “seguridad” de 1,5 metros. Porque, lo importante por lo visto -y por cómo de malamente se me mira por la calle por no llevarla- es que te comportes como un puto BORREGO más de la manada y sanseacabó.


Para mí está más que claro que la masa adoctrinada (los “responsables” en este guion) prefieren  saltarse a la torera la ley a fin solamente de tratar de IMPONER a los DEMÁS su visión ultra temerosa de las cosas en vez de informarse a sí mismos y RESPETAR el criterio personal de todos aquellos a todas luces mejor informados que ellos (léase “las mascarillas no son siempre obligatorias y punto”).

Y es que en un escenario genuinamente simultáneo, comportarse de manera responsable   de veras  siempre ha consistido en informarse, en valorar cada cual sus riesgos y tomar la decisión personal  más acorde según qué ocasión.

Ahora bien, en el marco de este neoestado policial-secuencial que los caraduras del gobierno del gobierno han bautizado como “nueva normalidad”, aquello de la «responsabilidad» ha mutado, por obra gracia de su propaganda, en el acto de convertirse en un pelele con todas las letras; en un ser altamente maleablesumisoobediente y por supuesto siempre complaciente con el propio gobierno y con el resto de la manada, que es lo peor. A ver, decid conmigo: “SER-VI-LIS-MO”.

Cosa que afirmo, vuelvo a insistir, en razón de que la “obligatoriedad” de utilizar la mascarilla en todas partes y a todas horas sin excepción ninguna no ha sido una cosa dispuesta por el ejecutivo como tan meridianamente claro lo deja el texto del Real Decreto-ley 21/2020 de 9 de junio de medidas urgentes de prevención y coordinación para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por el “coñavirus”, en su capítulo II, artículo 6.1.a.

Ni de broma. Aun así, la universalización del uso de las “coñamascarillas” se está terminando de imponer por pura rutina gracias a las campañas de desinformación de los medios, a la incultura, a la cerrazón generalizada y al simple miedo de la inmensa mayoría a contagiarse de un “coñavirus” que con las cifras en la mano no mata ni a dios (y mucho menos sin algunas ayuditas incluidas de regalo en las vacunas de los «yayos» como ya vimos en entrada pasada, claro está).

Más allá de toda obligación legal, me reitero, esta misma mañana he tenido un rifirrafe con la farmacéutica de mi pueblo. Que no solo no es una paleta sino que además tiene carrera y que por ello, intuyo que debe saber leer (escribir e imprimir sí que sabe, como descubriréis más adelante).

Pues nada, el caso es que me acerco a la farmacia y me quedo a mi distancia obligatoria  pidiendo un producto. Cuando lo pone en el mostrador le digo de coña “¿me acerco un poquito más o me lo lanzas?”. Entonces la buena mujer, privada por lo visto de todo sentido (del humor y del común) me responde presa del miedo tras su escafandra (pantalla, mascarilla, etc.) que lo que tenía que haber hecho yo era ponerme la mascarilla para pasar a su local. Momento el cual aprovecho -con la sonrisa en los labios- para girarme señalando el cartel que tiene pegado en su puerta de la calle y recordarle los  condicionales que allí leo en letra pequeña, pero en negrita. Condicionales, añado, absolutamente fieles todos por cierto… al contenido del Decreto-ley citado más arriba).

Ella, ignorando completamente mi criterio y la propia ley, me contesta muy segura de sí misma que “sabe leer”, momento en el que yo me encojo de hombros, recojo la medicina y hago mutis por el foro para no volver. Que te den.

Para quien lo necesite, traduzco al Román paladino la respuesta de la farmacéutica: “Sé leer” significa que le importa TRES COJONES lo que diga esa misma ley que ella misma ratifica colgando ese cartel de su propia puerta; que ahora son sus MIEDOS quienes gobiernan la Tierra. Significa “te jodes, listillo, te bajas los pantalones como todos y perjudicas tu sistema respiratorio como hacemos [como tontos] los demás”.

Y si eso lo piensa una persona que seguro que sabe leer, pues imagina lo que pasa por las cabezas temerosas de las que no. Mi recomendación en estos casos es no sacar el tema en presencia de más de un «minion» a la vez, porque varios cagones juntos siempre gritan mucho más que cualquier individuo solitario con la razón de su parte.

Y hablando de tontos, mientras esperaba la apertura de la farmacia he saludado a un vecino allí mismo. Cuando pregunto “qué tal” me responde -tirando de victimismo y de carné de sufridor  profesional- que para bajar calle abajo con la mascarilla puesta pues que bien, pero que lo de subir…

Ocasión que no pierdo para invitar a ese lerdo a leer el famoso cartel pegado a la puerta del comercio puntualizando las situaciones donde no era legalmente necesario, ni inteligente, el uso del nuevo accesorio de moda secuencial.

¿Y a que no sabéis cuál ha sido la reacción de este interfecto tras terminar de leer? Pues se ha marchado el hijoputa con la cabeza gacha y la “coñamascarilla” hasta los ojos y ha vuelto con ella de igual manera poco después cuando han abierto por fin la farmacia. “Cojonudo, es tu salud” –he pensado para mí-.

Dicho esto, por la tarde volví a la misma farmacia para haceros una foto del susodicho cartel. Pero qué sorpresa la mía al descubrir que el mensaje que nos libraba de utilizar la “coñamascarilla” en todas partes y todas horas… se había TRANSFORMADO en una estrofa en un papel decretando POR SU CUENTA el uso OBLIGATORIO de dicho accesorio en ese local. Menuda caradura.

Sea como fuere y con la propaganda a todo trapo y las cifras de “contagios” aumentando en cada telediario, recuerdo perfectamente a los medios subiendo el volumen de la OBEDIENCIA y del MIEDO tras la celebración callejera de los seguidores del Nápoles tras la conquista de la Copa Italia:

Las celebraciones en Nápoles (sur de Italia) por la victoria de su equipo sobre la Juventus en la final de la Copa Italia de fútbol, con decenas de miles de personas en la calles sin ninguna distancia de seguridad a pesar de la obligación debido a la pandemia, ha provocado numerosas críticas.

El subdirector de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Ranieri Guerra, calificó de irresponsables a los napolitanos por las escenas de aglomeraciones en las calles de la ciudad.


Días más tarde el ejercicio de insumisión inconsciente volvía a repetirse con motivo de la 39ª edición de la Fiesta de la Música en las calles de París esta vez: 

Miles de parisinos han participado este domingo en una fiesta con una decena de pinchadiscos a orillas del canal de Saint Martin sin respetar la distancia social ni utilizar medidas de protección, lo que hace temer un rebrote del coronavirus.


Y más de lo mismo, pero con otros motivos, en las playas de Reino Unido también:
“La conducta irresponsable y las acciones de tantas personas resulta [simplemente]  escandalosa [bla, bla, bla].” 

Fijáos cómo en la toma inferior se ve gente, pero con grandes claros en la arena a mi mitad de la toma. Pero cuando se quiere dar sensación de estar como piojos en costura se utiliza un teleobjetivo para comprimir la perspectiva -y falsear la realidad– con el resultado que habéis visto en la foto de arriba.


Bueno, pues visto lo visto, imagino que ya tenéis claro que “irresponsable”, hoy día, es el sinónimo  más utilizado de “desobediente” o hasta de “macarra”. Aun así, el objeto de esta entrada no es precisamente ese ni mucho menos.

Lo que deseo destacar es que más de 5.000 personas de tres ejemplos y países diferentes se han comido con patatas los desprecios y la regañina de enteradillos, tertulianos y gobernantes.

¿Y a cuento exactamente de qué? pues en base a una mentira superlativa y pare usted de contar:  insultos que se amparan en la CREENCIA infundada –y por ende indemostrable– de que dichas reuniones multitudinarias iban por seguro a multiplicar las infecciones por “coñavirus” (y la cifra de muertos por consiguiente también) como los panes y los peces en aquel famoso episodio de ficción histórica vaticana.

Ahora bien ¿y cómo sabemos que ejercicio de histeria tal por parte de los medios no se merece ni un instante de tu atención y que en condiciones normales el temido “coñavirus” NO mata a la postre ni a dios? Para corroborarlo basta con RECONTAR las cifras de MUERTOS en aquellas ciudades pasado un mes de la celebración de fastos y de encuentros tan “irresponsables” sobre el papel.

Dicho lo cual ¿habéis leído por algún sitio el titular “se disparan las cifras de contagios y de muertos por «coñavirus» en la ciudad de … [rellena el espacio con «Nápoles», «París» o «Bournemouth»]?

Ni de broma, no lo habéis leído porque no ha sucedido y punto. Porque de haber sido como los agoreros del Sistema vaticinaban, podéis tener claro que las noticias habrían COPADO las portadas de prensa y telediario.

Resumiendo: el puto “coñavirus” es un fantasma biológico que, si bien puede infectar a muchos tal vez, sin embargo mata bien POCO y enferman gravemente la MITAD de la mitad. Porque “infecto”, recuerdo, no es lo mismo que “enfermo”, no lo es (salvo que no sepas leer… o que no te dé la real gana de comprender como a mi farmacéutica, que para eso tienes carrera).

Ya para rematar ¿a qué viene todo este rollo de la pandemia? Pues a cuento de ir instaurando, poco a poco, una dictadura planetaria secuencial.

Y tras algunos visionados de los últimos telediarios resulta bien sencillo deducir que la cosa no ha hecho más que comenzar. De hecho, ya estáis viendo con vuestros ojos al propio PUEBLO exigiendo a gritos MÁS REPRESIÓN y MÁS CONTROL -como si la obediencia extrema pudiera servirles de llave para la vida eterna-.

Dicho esto, aviso, RESISTIRSE a lo que viene tiene PREMIO (pero un gran precio  también). Sea como fuere recordad:

  • Consciencia para despertar
  • Valor para rebelarse
  • Fuerza para resistir
  • Inteligencia para sobrevivir… entre tanto PALETO.


BIENVENIDOS A LA NUEVA TIERRA

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