SINOPSIS: El miedo al contagio del “coñavirus” está generando más TEMOR que la
peste negra entre la población. Ahora bien, si la infección es de veras tan
grave como nos la pintan ¿por qué cojones no vemos las calles REPLETITAS de
CADÁVERES?
Y no me vengáis con el puto rollo de que ya tenemos 40 ó
60.000 muertos. Porque de 45 millones de españoles, esa es una
cifra absolutamente INCOMPATIBLE con la DESPROPORCIÓN de los niveles de
respuesta del gobierno ante la «crisis». Porque os recuerdo
que el país no se paró cuando llevábamos 40.000
fallecidos por «coñavirus», sino MUCHO tiempo ANTES.
Dicho esto, lo mismo da ya que desde el prisma estrictamente
LEGAL la “coñamascarilla” NO SEA OBLIGATORIA siempre que seas capaz de
mantener una distancia mínima de “seguridad” de 1,5 metros. Porque, lo
importante por lo visto -y por cómo de malamente se me mira
por la calle por no llevarla- es que te comportes como
un puto BORREGO más de la manada y sanseacabó.
Para mí está más que claro que la masa adoctrinada (los
“responsables” en este guion) prefieren saltarse a la torera la ley a
fin solamente de tratar de IMPONER a los DEMÁS su visión ultra temerosa
de las cosas en vez de informarse a sí mismos y RESPETAR
el criterio personal de todos aquellos a todas luces mejor informados
que ellos (léase “las mascarillas no son siempre
obligatorias y punto”).
Y es que en un escenario genuinamente simultáneo,
comportarse de manera responsable de veras siempre
ha consistido en informarse, en valorar cada cual sus riesgos y
tomar la decisión personal más acorde según qué
ocasión.
Ahora bien, en el marco de este neoestado policial-secuencial que
los caraduras del gobierno del gobierno han bautizado como “nueva normalidad”,
aquello de la «responsabilidad» ha mutado, por obra gracia de su propaganda, en
el acto de convertirse en un pelele con todas las letras; en
un ser altamente maleable, sumiso, obediente y
por supuesto siempre complaciente con el propio gobierno y con
el resto de la manada, que es lo peor. A ver, decid conmigo: “SER-VI-LIS-MO”.
Cosa que afirmo, vuelvo a insistir, en razón de que la
“obligatoriedad” de utilizar la mascarilla en todas partes y a todas
horas sin excepción ninguna no ha sido una cosa dispuesta por
el ejecutivo como tan meridianamente claro lo deja el texto del Real Decreto-ley 21/2020 de 9 de junio de medidas urgentes de
prevención y coordinación para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada
por el “coñavirus”, en su capítulo II, artículo 6.1.a.
Ni de broma. Aun así, la universalización del uso de las
“coñamascarillas” se está terminando de imponer por pura rutina gracias
a las campañas de desinformación de los medios, a la incultura,
a la cerrazón generalizada y al simple miedo de
la inmensa mayoría a contagiarse de un “coñavirus” que con las cifras en la
mano no mata ni a dios (y mucho menos sin algunas ayuditas
incluidas de regalo en las vacunas de los «yayos» como ya
vimos en entrada
pasada, claro está).
Más allá de toda obligación legal, me reitero, esta misma
mañana he tenido un rifirrafe con la farmacéutica de mi pueblo. Que no
solo no es una paleta sino que además tiene carrera y
que por ello, intuyo que debe saber leer (escribir
e imprimir sí que sabe, como descubriréis más adelante).
Pues nada, el caso es que me acerco a la farmacia y me
quedo a mi distancia obligatoria pidiendo un producto. Cuando
lo pone en el mostrador le digo de coña “¿me acerco un poquito más o me lo
lanzas?”. Entonces la buena mujer, privada por lo visto de todo sentido (del
humor y del común) me responde presa del miedo tras su
escafandra (pantalla, mascarilla, etc.) que lo que tenía que
haber hecho yo era ponerme la mascarilla para pasar a su local. Momento el cual
aprovecho -con la sonrisa en los labios- para girarme señalando el cartel que tiene
pegado en su puerta de la calle y recordarle los condicionales que
allí leo en letra pequeña, pero en negrita. Condicionales,
añado, absolutamente fieles todos por cierto… al contenido del
Decreto-ley citado más arriba).
Ella, ignorando completamente mi
criterio y la propia ley, me contesta muy segura de sí misma que “sabe leer”,
momento en el que yo me encojo de hombros, recojo la medicina y hago mutis por
el foro para no volver. Que te den.
Para quien lo necesite, traduzco al Román paladino la
respuesta de la farmacéutica: “Sé leer” significa que le importa TRES
COJONES lo que diga esa misma ley que ella misma ratifica colgando
ese cartel de su propia puerta; que ahora son sus MIEDOS quienes
gobiernan la Tierra. Significa “te jodes, listillo, te bajas
los pantalones como todos y perjudicas tu sistema
respiratorio como hacemos [como tontos] los
demás”.
Y si eso lo piensa una persona que seguro que sabe leer,
pues imagina lo que pasa por las cabezas temerosas de las que no.
Mi recomendación en estos casos es no sacar el tema en
presencia de más de un «minion» a la vez, porque varios cagones juntos
siempre gritan mucho más que cualquier individuo solitario con la razón de su
parte.
Y hablando de tontos, mientras esperaba la
apertura de la farmacia he saludado a un vecino allí mismo. Cuando pregunto
“qué tal” me responde -tirando de victimismo y de carné
de sufridor profesional- que para bajar calle abajo con
la mascarilla puesta pues que bien, pero que lo de subir…
Ocasión que no pierdo para invitar a ese lerdo a
leer el famoso cartel pegado a la puerta del comercio puntualizando las
situaciones donde no era legalmente necesario, ni inteligente,
el uso del nuevo accesorio de moda secuencial.
¿Y a que no sabéis cuál ha sido la reacción de este
interfecto tras terminar de leer? Pues se ha marchado el hijoputa con la cabeza
gacha y la “coñamascarilla” hasta los ojos y ha vuelto con ella de igual manera
poco después cuando han abierto por fin la farmacia. “Cojonudo, es tu salud”
–he pensado para mí-.
Dicho esto, por la tarde volví a la misma farmacia para
haceros una foto del susodicho cartel. Pero qué sorpresa la mía al descubrir
que el mensaje que nos libraba de utilizar la “coñamascarilla”
en todas partes y todas horas… se había TRANSFORMADO en una estrofa en
un papel decretando POR SU CUENTA el uso OBLIGATORIO de dicho accesorio en
ese local. Menuda caradura.
Sea como fuere y con la propaganda a todo trapo y las
cifras de “contagios” aumentando en cada telediario, recuerdo perfectamente a
los medios subiendo el volumen de la OBEDIENCIA y del MIEDO tras
la celebración callejera de los seguidores del Nápoles tras la conquista de la
Copa Italia:
Las celebraciones en Nápoles (sur de Italia) por la
victoria de su equipo sobre la Juventus en la final de la Copa Italia de
fútbol, con decenas de miles de personas en la calles sin ninguna
distancia de seguridad a pesar de la obligación debido a la pandemia,
ha provocado numerosas críticas.
El subdirector de la Organización Mundial de la Salud
(OMS), Ranieri Guerra, calificó de irresponsables a los
napolitanos por las escenas de aglomeraciones en las calles de la ciudad.
Días más tarde el ejercicio de insumisión inconsciente
volvía a repetirse con motivo de la 39ª edición de la Fiesta de la Música en
las calles de París esta vez:
Miles de parisinos han participado este
domingo en una fiesta con una decena de pinchadiscos a orillas del canal de
Saint Martin sin respetar la distancia social ni
utilizar medidas de protección, lo que hace temer un rebrote del
coronavirus.
Y más de lo mismo, pero con otros motivos, en las playas
de Reino Unido también:
“La conducta irresponsable y las
acciones de tantas personas
resulta [simplemente] escandalosa [bla, bla, bla].”
Fijáos cómo
en la toma inferior se ve gente, pero con grandes claros en la
arena a mi mitad de la toma. Pero cuando se quiere dar sensación de estar como
piojos en costura se utiliza un teleobjetivo para comprimir la perspectiva -y falsear
la realidad– con el resultado que habéis visto en la foto de arriba.
[Se declara un incidente de importancia después de que miles de
personas acudieran en masa a las playas de la costa sur de Inglaterra]” (Victoria
Jones, WalesOnline.co.uk, 27/06/2020)
Bueno, pues visto lo visto, imagino que ya tenéis claro
que “irresponsable”, hoy día, es el sinónimo más utilizado de
“desobediente” o hasta de “macarra”. Aun así, el objeto de esta entrada no es
precisamente ese ni mucho menos.
Lo que deseo destacar es que más de 5.000 personas de
tres ejemplos y países diferentes se han comido con patatas los desprecios y
la regañina de enteradillos, tertulianos y gobernantes.
¿Y a cuento exactamente de qué? pues en
base a una mentira superlativa y pare usted de contar: insultos que
se amparan en la CREENCIA infundada –y por ende indemostrable–
de que dichas reuniones multitudinarias iban por seguro a multiplicar las infecciones por
“coñavirus” (y la cifra de muertos por consiguiente
también) como los panes y los peces en aquel famoso episodio de ficción
histórica vaticana.
Ahora bien ¿y cómo sabemos que ejercicio de histeria tal
por parte de los medios no se merece ni un instante de tu
atención y que en condiciones normales el temido
“coñavirus” NO mata a la postre ni a dios? Para
corroborarlo basta con RECONTAR las cifras de MUERTOS en
aquellas ciudades pasado un mes de la celebración de fastos y
de encuentros tan “irresponsables” sobre el papel.
Dicho lo cual ¿habéis leído por algún sitio el titular
“se disparan las cifras de contagios y de muertos por
«coñavirus» en la ciudad de … [rellena el espacio con «Nápoles», «París» o
«Bournemouth»]?
Ni de broma, no lo habéis leído porque no ha
sucedido y punto. Porque de haber sido como los agoreros del Sistema
vaticinaban, podéis tener claro que las noticias habrían COPADO las
portadas de prensa y telediario.
Resumiendo: el puto “coñavirus” es un fantasma biológico que,
si bien puede infectar a muchos tal vez, sin embargo mata bien POCO y enferman
gravemente la MITAD de la mitad. Porque “infecto”, recuerdo, no
es lo mismo que “enfermo”, no lo es (salvo que no sepas leer… o que no
te dé la real gana de comprender como a mi farmacéutica, que para eso
tienes carrera).
Ya para rematar ¿a qué viene todo este rollo de la
pandemia? Pues a cuento de ir instaurando, poco a poco, una dictadura
planetaria secuencial.
Y tras algunos visionados de los últimos telediarios resulta
bien sencillo deducir que la cosa no ha hecho más que comenzar. De
hecho, ya estáis viendo con vuestros ojos al propio PUEBLO
exigiendo a gritos MÁS REPRESIÓN y MÁS CONTROL -como si la obediencia
extrema pudiera servirles de llave para la vida eterna-.
Dicho esto, aviso, RESISTIRSE a lo que viene
tiene PREMIO (pero un gran precio también). Sea como
fuere recordad:
- Consciencia para despertar
- Valor para rebelarse
- Fuerza para resistir
- Inteligencia para sobrevivir… entre tanto PALETO.
BIENVENIDOS A LA NUEVA TIERRA
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