NUEVA FRONTERA DE VIGILANCIA: Las vacunas del covid-19
"La conquista de la naturaleza por el hombre, si los sueños de algunos planificadores científicos se hacen realidad, significará la dominación de unos pocos cientos de hombres sobre miles y miles de millones de hombres". CS Lewis, La abolición del hombre
Nos guste o no, la pandemia COVID-19, con su oculta amenaza de
vacunaciones forzadas, rastreo de contactos y vacunas codificadas
genéticamente, está impulsando a la humanidad a una velocidad vertiginosa hacia
una nueva frontera -una matriz de vigilancia- como sólo se ve en la ciencia
ficción.
Aquellos que ven estos desarrollos con persistente desconfianza tienen buenas razones para ser cautelosos: el gobierno ha tenido durante mucho la tendencia en desencadenar horrores indecibles en el mundo en nombre de la conquista mundial, la adquisición de mayor riqueza, la experimentación científica y el avance tecnológico, todo bajo el disfraz del bien común.
De hecho, durante décadas, "nosotros el pueblo" hemos sido
tratados como ratas de laboratorio por los organismos gubernamentales: enjaulados,
etiquetados, experimentados sin nuestro conocimiento o consentimiento, luego
convenientemente descartados y dejados para sufrir las consecuencias.
No es necesario cavar muy hondo, o remontarse muy atrás en la historia
de la nación para descubrir numerosos casos en los que el gobierno deliberadamente
llevó a cabo experimentos secretos con una población confiada, enfermando a
personas sanas rociándolas con productos químicos, inyectándolas
enfermedades infecciosas y exponiéndolas a toxinas aerotransportadas
Hoy en día, este mismo gobierno -que ha utilizado toda la tecnología que
se nos ha vendido como la que más nos conviene (dispositivos GPS, vigilancia,
armas no letales, etc.) para rastrearnos, controlarnos y entramparnos- quiere
que sigamos su ejemplo mientras se prepara para lanzar las vacunas contra el
COVID-19, que le debe mucho a la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada
de Defensa del Pentágono por sus
labores pasadas sobre cómo armarse y defenderse contra las enfermedades
infecciosas.
La administración Trump, a través del Instituto Nacional de Salud, ha
concedido 22,8 millones de dólares a siete empresas para desarrollar
inteligencia artificial (AI), aprendizaje automático, etc., con aplicaciones
para teléfonos inteligentes, dispositivos de mano y software "que
pueden identificar
y rastrear los contactos de las personas infectadas, realizar seguimiento de
los resultados verificados de los tests de COVID-19 y vigilar el estado de
salud de las personas infectadas y potencialmente infectadas".
Todo esto forma parte de la Operación
Warp Speed, que el Presidente Trump ha comparado con el Proyecto
Manhattan, un esfuerzo secreto del gobierno dirigido por los militares para
diseñar y construir la primera bomba atómica del mundo.
Hay muchas razones para ser cautelosos. Hay un mundo siniestro más allá
de lo que percibimos, un mundo en el que los que están en el poder compiten por
el control de la única mercancía que es un ingrediente necesario para la
dominación total: Ustedes.
Por usted, me refiero al individuo en toda su singular humanidad.
Permanecer singularmente humano y mantener su individualidad y dominio
sobre sí mismo -mente, cuerpo y alma- frente a las tecnologías de las empresas
y gobiernos que buscan invadirnos, entrometerse, vigilarnos, manipularnos y
controlarnos puede ser uno de los mayores desafíos que tenemos por delante.
Estas vacunas contra el COVID-19, que se basan en la tecnología del ARN
mensajero que influye
en todo, desde los virus hasta la memoria, son sólo el punto de inflexión.
Las bases que se están sentando con estas vacunas son un prólogo de lo
que se convertirá en la conquista por parte del estado policial de una nueva
frontera relativamente inexplorada: el espacio interior, concretamente el
funcionamiento interno (genético, biológico, biométrico, mental, emocional) de
la raza humana.
Si te has quedado desconcertado por el rápido deterioro de la privacidad
en el marco del estado de vigilancia, prepárate
para estar aterrorizado por la matriz de vigilancia que se pondrá en marcha tras
el lanzamiento de la vacuna COVID-19 por parte del gobierno.
El término "matriz" fue introducido en nuestro léxico cultural
por la película de 1999, The Matrix en la que Neo, un programador/hacker
informático, despierta a la realidad de que los humanos han sido esclavizados
por la inteligencia artificial y están siendo recolectados por su energía
bioeléctrica.
Conectado a una simulación neuro-interactiva de la realidad llamada
"La Matrix", los humanos se mantienen inmóviles y dóciles mientras
que los androides robóticos recogen la electricidad que sus cuerpos producen.
Para que las máquinas que hacen funcionar La Matrix mantengan el control,
imponen lo que parece ser un mundo perfecto para los humanos con el fin de
distraerlos, complacerlos y someterlos.
Este es el problema: la Matrix de Neo no está tan lejos de
nuestros propios mundos tecnológicamente conectados en los cuales estamos cada
vez más endeudados a gigantes de la industria como Google para alimentar una
gran parte de nuestras vidas. Como explica el periodista Ben Thompson:
Google+ consiste en unificar todos los servicios de Google bajo una
única conexión que puede ser rastreada a través de Internet en cada sitio
que difunde anuncios de Google, utiliza la conexión de Google o utiliza Google
Analytics. Cada función de Google+ - o de YouTube, o de Maps, o de Gmail, o
cualquier otro servicio - es
una "trampa anti-moscas" diseñada para asegurar que estás conectado
por Google en todo momento.
Todo lo que hacemos depende cada vez más de nuestros dispositivos
electrónicos conectados a Internet y, en última instancia, está controlado por
ellos. Por ejemplo, se calcula que en 2007 había 10 millones de sensores que
conectaban dispositivos electrónicos artificiales (teléfonos móviles,
computadoras portátiles, etc.) a Internet. Para 2013, esta cifra se había
elevado a 3.500 millones. Para el 2030, se
estima que alcanzará los 100 billones.
Gran parte, si no todos, de nuestros dispositivos electrónicos estarán
conectados a Google, una red neuronal semejante a un cerebro mundial masivo.
Los recursos de Google, más allá de cualquier cosa que el mundo haya
visto jamás, incluyen los enormes conjuntos de datos, que resultan del hecho de
que mil millones de personas utilizan Google cada día y el gráfico de
conocimiento de Google "que está compuesto por 800
millones de conceptos y miles de millones de relaciones entre
ellos".
¿El objetivo final? La creación de una nueva especie "humana",
por así decirlo, y la NSA, el Pentágono y la "Matrix" de agencias de
vigilancia son parte del plan. Como dijo William Binney, uno de los principales
denunciantes de la NSA, "El
objetivo final de la NSA es el control total de la población".
Cuidado, esto no es control de la población en el sentido convencional.
Se trata más bien de controlar la población a través de la singularidad, una
especie de combinación máquina-humano en la que la inteligencia artificial y el
cerebro humano se fusionan para formar una mente sobrehumana.
“Google conocerá la respuesta a tu pregunta antes de que la hayas
formulado", predice el científico transhumanista Ray Kurzweil, "leerá
cada correo electrónico que hayas escrito, cada documento, cada pensamiento
ocioso que escribas en la ventana de consulta de un buscador". Él te
conocerá mejor que tu pareja íntima. Mejor, quizás, que tú mismo.
El término "singularidad" -es decir computadoras que simulan
la vida humana misma - ha sido inventado hace años por los genios matemáticos
Stanislaw Ulam y John von Neumann. "El progreso cada vez más rápido de la
tecnología", advirtió von Neumann, "da la impresión de acercarse
a una singularidad esencial en la historia de la raza, más allá de la cual
los asuntos humanos, tal como los conocemos, no podrían continuar.
El plan
consiste en desarrollar una red informática que presentará un
comportamiento inteligente equivalente al de los seres humanos o
indistinguible para el año 2029. Y el objetivo
es tener computadoras que sean
"mil millones de veces más poderosas que todos los cerebros humanos de la
Tierra".
Neuralink, una Interfaz de cerebro- chip Computadora (BCI), abre el
camino al control de la inteligencia artificial del cerebro humano. En este
punto, la desconexión entre los humanos y las computadoras controladas por la
inteligencia artificial se volverá borrosa y las mentes humanas y las
computadoras se volverán una sola. En el peor de los casos, hackear un
dispositivo tipo Neuralink podría convertir a los "hosts"
en ejércitos de drones programables capaces de hacer lo que su "amo"
quiera", escribe Jason Lau para Forbes.
Los avances de la neurociencia indican que se puede predecir el
comportamiento futuro sobre la base de la actividad de ciertas partes del
cerebro, lo que podría crear un escenario de pesadilla en el que los
responsables gubernamentales seleccionarían ciertos segmentos de la población
para una vigilancia, o una cuarentena más invasiva, o una cuarentena basándose
únicamente en la química de su cerebro.
Por ejemplo, los investigadores del Mind Research Center han escaneado
los cerebros de miles de reclusos para rastrear su química cerebral y su
comportamiento después de su liberación. En un experimento, los investigadores
determinaron que los reclusos con niveles más bajos de actividad en el área del
cerebro asociada con el procesamiento de errores tendrían
una mayor probabilidad de cometer un delito dentro de los cuatro años
siguientes de ser liberados de la prisión. Si bien los investigadores
advirtieron que no se debían utilizar los resultados de sus investigaciones
como método para predecir la delincuencia futura, no hay duda de que se
convertirá en un centro de estudio para los funcionarios del gobierno.
No hay límite a lo que se puede lograr, tanto si se trata de un buen o
mal uso de las interfaces cerebro-computadora.
Los investigadores del Centro Médico de la Universidad de Duke han
creado una interfaz cerebro-cerebro entre las ratas de laboratorio, que les
permite transferir informaciones directamente entre sus cerebros. En el marco
de un experimento particular, los investigadores entrenaron a una rata para
realizar una tarea en la que golpeaba una palanca cuando se encendía. El
cerebro de la rata entrenada fue conectado al cerebro de una rata no entrenada
por medio de electrodos. La rata no entrenada pudo entonces aprender el
comportamiento de la rata entrenada mediante estimulación eléctrica. Esto
incluso funcionó a larga distancia usando Internet, con una rata de
laboratorio en Carolina del Norte guiando las acciones de una rata de
laboratorio en Brasil.
Es evidente que estamos entrando rápidamente en la "era
post-humana", una era en la que el hombre se convertirá en un nuevo tipo
de ser. "Los dispositivos tecnológicos", escribe el periodista
Marcelo Gleiser, "se implantarán en nuestras cabezas y cuerpos, o se
utilizarán de manera periférica, como Google Glass, ampliando
nuestros sentidos y capacidades cognitivas".
El transhumanismo, la fusión de máquinas y personas, está aquí para
quedarse y seguirá desarrollándose.
De hecho, a medida que la ciencia y la tecnología avancen, la capacidad
de controlar a los humanos irá en aumento. En 2014, por ejemplo, se ha revelado
que los científicos han
descubierto cómo desactivar la parte de nuestro cerebro que controla si estamos
conscientes o no. Cuando los investigadores de la Universidad George
Washington enviaron señales eléctricas de alta frecuencia al claustrum, esa
delgada capa de neuronas que se extiende entre los lados izquierdo y derecho
del cerebro, sus pacientes perdieron la conciencia. De hecho, una paciente
empezó a hablar lentamente hasta que se quedó callada e inmóvil. Cuando
recobró la conciencia, no tenía ningún recuerdo del evento.
Añádase a esto el hecho de que cada vez más seres humanos tendrán
microchips implantados con fines tan benignos, como rastrear a niños, o como
dispositivos médicos para ayudar a nuestra salud. Tales dispositivos
"apuntan a una sociedad de vigilancia que es el Gran Hermano del interior
que mira hacia al exterior", advierte la Dra. Katina Michael. "Los
gobiernos o las grandes empresas tendrían la capacidad de rastrear las acciones
y los movimientos de las personas, clasificarlas en diferentes grupos
socioeconómicos, políticos, raciales o de consumidores y, en última instancia,
incluso controlarlas".
Como lo explico claramente en mi libro "Battlefield
America: The War on the American People", el problema es el control.
De hecho, Facebook y el Departamento de Defensa están trabajando para
manipular nuestro comportamiento. En un estudio de 2012, Facebook
rastreó los estados emocionales de más de 600.000 de sus usuarios. El
objetivo del estudio era ver si las emociones de los usuarios podían
manipularse en función de si recibían información positiva o negativa en sus
flujos de informaciones. La conclusión del estudio fue que "los
estados emocionales pueden transferirse a otras personas a través del contagio
emocional, conduciendo a las personas a experimentar las mismas
emociones sin que sean conscientes".
Todo esto indica una nueva vía para las grandes empresas y entidades
gubernamentales que quieren un control social absoluto. En lugar de depender
únicamente de los equipos SWAT y en los dispositivos de vigilancia, trabajarán
para manipular nuestras emociones para mantenernos en sintonía con el estado
policial americano.
Ahora añada a esta mezcla esta vacuna desplegada a gran velocidad, con
todas las posibilidades desconocidas y temibles asociadas a ella para modificar
o controlar la epigenética humana, y empezarás a ver los peligros inherentes a
la adopción ciega de tecnologías emergentes sin ninguna restricción para
protegerse de la tiranía y el abuso tecnológico.
Una cosa es que la nave estelar Enterprise vaya audazmente a donde
ningún hombre ha ido antes, pero incluso el Sr. Spock reconoció
los peligros de un mundo dominado por la IA. "Las computadoras son
excelentes y efectivas sirvientes", observó en el episodio de Star
Trek, "pero no tengo ningún deseo de servir bajo ellas".
http://ciudadanoaustral.org/biblioteca/05.-C.S.-Lewis-La-abolicio%23U0301n-del-hombre.pdf Es evidente que serviremos ante ellas. la IA, no como individuos pero si como masa, el resto que nos negamos a semejante aberración ignoro el futuro que nos espera solo veo el mío y es que antes muerto que dominado eso es lo ÚNICO claro que he tenido siempre desde que me dedico a la búsqueda de la verdad y asumido que JAMÁS la hallaré, pero sigo en ello.
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