LIBERARSE RESIDE EN ROMPER LOS MUROS DEL MIEDO
… Y LAS FALSAS ESPERANZAS
Un número cada vez mayor de seres humanos ya no puede
soportar la condición de esclavitud en la que se ven sumidos con el pretexto de
una pandemia. Muchos aprovechan la oportunidad de salir de la hipnosis [1]
producida por las élites a través de los medios de comunicación dominantes y,
eventualmente, comienzan a participar en procesos judiciales colectivos [2].
Otros se resignan, entre el miedo a morir y la esperanza de que una vacuna
vendrá a liberarlos y a devolverles su vida anterior, aunque sus amos
dirigentes les hayan recalcado que su condición actual sería la nueva
normalidad [3]. De hecho, casi todo el mundo, a excepción de los amos
esclavistas, está encarcelado en su propia casa o en un espacio mucho más
reducido que el conocido hasta ahora. ¿Existe entonces una llave para abrir la
puerta de esta prisión?
La primera condición para salir de una prisión es tomar conciencia de su existencia y luego darse cuenta de que estamos encerrados en ella. Algunas personas podrían pensar que si no vemos una prisión, no existe. ¿Han preguntado a las víctimas de las sectas lo que piensan? Las peores cárceles no son necesariamente de piedra, hormigón o metal. Por el contrario, sus muros pueden estar construidos de emociones, pensamientos o creencias. Los carceleros lo saben. Los maestros, aún más. Existen numerosas formas para confinar emocionalmente, mentalmente o psíquicamente a un ser humano y actualmente nuestros dirigentes esclavistas las utilizan prácticamente todas [4].