UNA VIDA EN LIBERTAD POR DEBAJO DEL RADAR
Luchad, y puede que muráis. Huid y viviréis… un tiempo al menos. Y cuando estéis en vuestro lecho de muerte dentro de muchos años ¿no cambiareis todos los días desde aquí hasta entonces, por una oportunidad, sólo una oportunidad, de volver aquí y decir a nuestros enemigos: Pueden quitarnos la vida, pero jamás nos quitarán… ¡La libertad! ― William Wallace, Braveheart
Una imagen épica a lo mártir en plan William Wallace,
es lo que muchos tienen en mente a la hora de enfrentarse a la tiranía. Cuando
precisamente es la única postura que alguien con un mínimo de inteligencia
sería la última en adoptar. Exponerse hoy ante el rodillo hegemónico
corporativo, es más un lujo de la disidencia controlada sistémica, que una
táctica inteligente.
Una táctica poco inteligente para rebelarse
Nos han dibujado una idea del héroe que se expone a pecho descubierto, para ser sacrificado públicamente casi con total seguridad, cómo precio a la liberación. Es una manera indirecta de decirnos, que acabaremos mal si decidimos encabezar una rebelión. La propia imagen de un Cristo crucificado, es un aviso para todos aquellos que decidan seguir el ejemplo.
Si lo piensas un poco, esa imagen de líder heroico de masas
en favor del pueblo, es justo la que proponen, para que de una manera muy
cortoplacista, seamos nosotros mismos los que nos identifiquemos frente al
sistema, haciendo más ruido que daño. Se puede decir que ya nos han propuesto
unos modelos, especialmente diseñados para que no lleguemos muy lejos.
Y es que cuando estos mismos modelos de héroe-mártir, que
alcanzan la gloria frente a todos en un homenaje de justicia y ego, se nos
proponen a través de los mismos canales de la corporación, es precisamente
porque quieren que los adoptemos. No hay manera más sencilla de acabar con la
disidencia, que tenerla bien identificada por ruidosa, reactiva y
cortoplacista.
No somos conscientes de hasta qué punto, se ha llevado a
cabo la programación, cuando hablamos de nuestros propios valores, o mejor
dicho, los que consideramos nuestros valores desde siempre, cuando todas
nuestras fuentes y canales de conocimiento, han estado siempre intervenidos
desde el primer momento, para moldearnos como esclavos.
Siendo reactivos señalamos nuestra posición
Darle armas al enemigo, es permitirle ver hasta qué punto te
afecta todo lo que dice y hace. No necesariamente implica ponerte de su lado o
traicionar tus propios principios o a quiénes están contigo. A veces basta
simplemente con dejarse ver, o con reaccionar a cada estímulo y trampa que nos
ponen delante, de forma que estamos entregando información siendo reactivos.
Hay que tener una libertad muy trabajada por dentro, para no
dejarse atrapar por el desánimo. Este jugar a no perder, supone una escisión
sobre nosotros mismos, en la que dejamos ver lo que tenemos que dejar ver, de
cara a lo social, mientras mantenemos nuestro núcleo lo más intacto posible,
que no es fácil, porque lo de dentro y lo de fuera se terminan uniendo.
Nuestras propias normas se aplican sobre nosotros a través
del canal de la voluntad, que se acopla y que se amolda a las normas del
entorno. Siempre y cuando estas normas no vayan contra nosotros mismos. Pero en
el momento en el que se produzca esta ruptura, la voluntad va a decir que no. Y
estará en esa libertad interior, el tener que discernir si mostrarnos o no.
Una vez hayamos dicho “por aquí no se pasa” ante el intento
de intromisión con violencia legal, física o social en nuestra individualidad y
nuestros derechos, frente al rodillo hegemónico aceptado por la mayoría,
ya no pasaremos jamás desapercibidos. Es aquí donde mentalmente nos situaremos
en primera línea de batalla, arengando a los escoceses a lo William
Wallace.
La sobreexposición es una desventaja táctica
Y después de la sobreexposición, nos daremos cuenta
demasiado tarde, que entre nuestras propias filas, algunos ya han perdido por
completo su capacidad de discernir, y no solo dejarán pasar, sino que
consentirán y serán partícipes, aunque vaya contra sí mismos o incluso contra
sus propios hijos, creyendo así que mantendrán algún privilegio o dejarán de
ser perseguidos.
Este básicamente es el guion del héroe que nos proponen
seamos, en el caso de que decidamos sacar los pies del tiesto. El que se pone
delante de la fila identificándose a sí mismo y a todo el grupo, de manera que
sea mucho más fácil terminar con toda la agitación, una vez se ha herido de
muerte el liderazgo, dando ejemplo de lo que le pasa al que decide rebelarse.
Mientras que la sobreexposición es una desventaja táctica
para los rebeldes, quienes se sobreexponen como cabezas visibles en la corporación, cumplen la
función de escudos humanos o testaferros, desviando la atención públicamente
hacia aquellos que se exponen como protagonistas, ocultando y protegiendo la
identidad de los verdaderos artífices.
El mejor ejemplo que ilustra esto, es la lista de las
personas más ricas del mundo publicada por Forbes todos los años ¿De verdad
nos creemos que esas personas son las más ricas del mundo? Si piensan que nos
quedamos ahí, en esa portada y en esa lista, es porque siguen la pauta de
inteligencia militar, de darnos información como si fuéramos críos o tontos.
Astutos como serpientes e inocentes como palomas
Así dice al menos lo que han dejado para el público en Mateo
10:16. Si dejamos de reaccionar a cada noticia, a cada enlace, a cada
amenaza, o a cada cebo informativo que nos dejen al alcance de la mano, a modo
de señuelo, dejaremos de ser sumamente identificables a la hora de reaccionar,
nuestra respuesta será mucho más efectiva, por ser imprevisible.
Ser creativos, aprender a no dejar pistas, a utilizar el
lenguaje bajo las barajas y el tablero sobre los cuales nos vemos obligados a
jugar, de forma que leamos entre líneas e interpretar el verdadero mensaje que
queramos trasladar. Si la Corporación nos trata como si fuéramos
idiotas, bajando el nivel y estupidizando al receptor, nosotros tenemos que ser
más inteligentes.
Nuestra fuerza está en la individualidad, y manteniendo esa
capacidad creativa, en la unión de lo diferente. Alejados de cualquier
hegemonía monocolor totalitaria, que pretenda borrar cualquier atisbo de
creatividad, o singularidad propia de las almas individuales, que no responden a jerarquía alguna.
A las jerarquías organizadas, se las derrota siendo imprevisibles.
Tenemos que aceptar que no todo el mundo entiende lo que se
está jugando. No solo de cara a su libertad y sus derechos, sino a todo lo que
trasciende detrás de la voluntad y libre albedrío, y su implicación en el
karma. Debemos aceptar el ritmo y camino individual de cada uno y no jugar a
convencer, porque no tenemos que convencer en un plano racional. Ese no es el juego.
Somos antihéroes en un mundo que ha dejado de creer en los
hombres buenos.
https://www.desesperadostv.com/2021/02/una-vida-en-libertad-por-debajo-del.html
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