CONFRONTANDO AL DUEÑO DE LA PATENTE
La Tierra es un reino, no es un planeta. No es un objeto, por lo tanto, no tiene borde. La Tierra se definiría más fácilmente como un entorno de sistema. ― Nikola Tesla
La inteligencia es un arma arrojadiza que se puede volver en
contra de aquel que la utiliza constantemente. Y esto lejos de ser una apología
a la ignorancia, es una aclaración que trata ante todo de sacarnos de nuestras
propias limitaciones perceptuales, para poder ver más allá, de las normas que nos han enseñado
para medir la realidad.
Si nuestra mente y nuestro cuerpo, obedecen a un diseño
inteligente, entonces el patrón de medida de nuestro avatar, será el diseño
original que le interesaba al creador de este vehículo, de forma que pudiésemos
estar siempre dentro de unos límites asumibles de control, fuera de los cuales,
seríamos capaces de tomar consciencia y confrontarle.
Y enfrentarnos a él, para pedir explicaciones acerca del porqué, nos encontramos encerrados dentro de una realidad, sin recuerdos anteriores, teniendo que pasar por unos filtros, que lo único que hacen es volver a meternos una y otra vez en la rueda, de una magnitud llamada tiempo, que cada vez se demuestra más artificial. Y si no artificial, muy limitada.
LA PATENTE DEL AVATAR HUMANO
Ningún ingeniero que patente una creación propia, está
dispuesto a perder los derechos de explotación sobre su diseño, y siempre se
guarda en caso de emergencia, la clave que hace funcionar su invento, de manera
que aunque seamos usuarios de su tecnología, él siempre tenga la llave y el
poder, de apagar, activar o destruir su creación, si no cumple con su plan
previsto.
Si nosotros como usuarios de este avatar dentro de esta
realidad, que a modo de entorno cerrado nos sirve de escenario, para seguir un
plan, no nos damos cuenta de que nuestro cuerpo es un mero dispositivo, para el
que somos afines, según un código genético que puede actuar como antena de
recepción de consciencia, reduciremos la realidad solamente a este plano de
experiencia.
De forma que en cualquier manifestación, en la que tengamos
oportunidad de participar dentro de este entorno, nos veamos obligados a
aceptar unas normas demiúrgicas para poder entrar. Si no
somos conscientes de ello, quiere decir que no recordaremos si nuestra
presencia aquí es voluntaria u obligada. Y el dueño de la patente, seguirá
teniendo el control.
En cambio, si nos hacemos conscientes de que estamos
utilizando un vehículo dentro de una realidad limitada, es porque en algún momento hemos elegido participar de
un plano limitado de consciencia, porque tenemos que hacer algo aquí dentro. En
nuestro propio diseño está la mente de quién lo ha proyectado, por lo que
nuestra forma de razonar, es en parte heredada.
SI HAS PODIDO ENTRAR, TAMBIÉN PUEDES SALIR
Y si nuestra forma de razonar es heredada, y nosotros
también tenemos capacidad creadora, de igual forma que el dueño de nuestro
diseño, no solamente somos capaces de crear, sino de hacer ingeniería inversa,
extrapolando a través de nuestra limitada experiencia un conocimiento que ya
forma parte de nosotros, al que solo podemos acceder saltándonos la norma de la
patente.
Mientras respetemos la propiedad de la patente, vamos a
seguir un plan que nos obliga a no ser dueños de la realidad presente, dentro
de este entorno cerrado. Porque de igual forma que hemos podido entrar, también
podemos salir. Y si somos capaces de salir, haciendo esta ingeniería inversa,
en algún momento deberemos renunciar y dejar atrás las reglas del diseño.
Mucho me temo que la inmensa mayoría de nosotros, en su
momento no leyó la letra pequeña del contrato, porque aquí nos han dejado sin
manual de usuario. Y eso es precisamente lo que le da ventaja al dueño de la
patente. Contratar tecnología está al alcance de cualquiera si hablamos de
servicios o suministros, pero después darse de baja, no es tan fácil ¿verdad?
El proveedor del servicio, antes de que te des de baja
definitivamente, hará lo imposible, para que firmes un contrato de permanencia.
Creo que es una manera muy gráfica de explicarlo. Cuando te quieras dar de alta
todo son facilidades y ventajas, pero cuando te quieres ir, de lo primero que
te hablan es de penalizaciones y de la letra pequeña que no has leído.
CÓMO “DARSE DE BAJA” DE LA RED DEMIÚRGICA
Y si a pesar de todo decides largarte, este proveedor de
tecnología o de servicios, no puede hacer absolutamente nada para retenerte.
Eres dueño de ti mismo para cambiar de proveedor, para continuar bajo mejores
condiciones después de negociar, o para no contratar absolutamente con nadie y
buscarte la vida fuera de esta jaula tecnológica.
Nadie puede obligarte a seguir utilizando un servicio que no
te satisface o que no cumple tus expectativas funcionales. Es por eso que este
dueño de la patente, para acceder a su entorno cerrado, lo tiene todo montado
de forma que para poder circular por aquí y tener tu experiencia, asumas un
contrato de permanencia, con una letra pequeña indescifrable.
Pero como nadie te puede obligar a firmar una permanencia,
llegado el momento vas a tener que tomar una decisión ¿sigo o me largo? Y si me
voy ¿es solo para cambiar la marca o el proveedor? Entonces parece que no me
estaría yendo de verdad. Un cambio de proveedor no es evolución, o es que
acaso, ¿pretenden hacernos creer que solamente podemos evolucionar según sus
patrones?
Piensa que si nos venden tan cara esta experiencia, en la
que es tan fácil entrar, pero tan difícil salir, quiere decir que los dueños y
administradores de esta patente en realidad, no son tan poderosos como aparentan
ser. Y que si tratan de reconducirnos una y otra vez dentro del mismo circuito,
es porque no tienen otra cosa y son ellos los que dependen de nosotros.
Si nos hacemos conscientes de esto, entonces nos damos
cuenta que somos nosotros los que tenemos el poder.
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