HORA 25: Profecía de nuestro exterminio técnico
¿La hora veinticinco? Según Virgil Gheorgiu, este es el momento en que todos los intentos de salvar el mundo se vuelven inútiles. Ni siquiera la llegada de un mesías resolvería nada.
Estamos allí porque tenemos ante nosotros una conspiración con formidables medios técnicos y financieros, una conspiración formada exclusivamente por víctimas y verdugos dispuestos. Hemos observado con los brazos cruzados cómo la pesadilla se ha instalado desde la globalización de los años 90 y la lucha contra el terrorismo, y luego ha progresado este año a una velocidad prodigiosa, una pesadilla que nada interrumpe en esta Navidad de plena apostasía católica romana.
La repugnante involución del Vaticano se ha llevado a cabo con la total indiferencia del rebaño de nuestros burgueses católicos, y se puede entender lo que podría motivar a Drumont, Bloy o Bernanos contra semejante engendro de bienpensante. ¿El uno por ciento o el uno por mil de los combatientes de la resistencia? El resto se sentó enmascarado y aplaudió.
La situación es peor que bajo el nazismo o el comunismo,
porque entonces estaba localizada. Hay Thomas Mann y Solzhenitsyn para dar
testimonio, para tronar contra, como dice Flaubert. Aquí, la situación
tecno-nazi de Schwab y compañía es y será global. La crisis del virus ha
desencadenado una solución totalitaria planetaria y unos expedientes
omnipresentes y demenciales. Por supuesto, el objetivo es principalmente
Occidente, y esta vieja raza blanca cada vez más estropeada, contra la que
advertí hace diez años (Carta abierta) o hace treinta (La noche del lemming).
Pero la naturaleza de Casandra es no ser creída nunca. Lee en Virgilio la
entrada del caballo en la ciudad de Troya para entenderlo. Tras la muerte de Laocoonte,
el pueblo troyano se alegra de derribar las murallas y dejar entrar la máquina
llena de guerreros.
Estamos, pues, en vísperas de un gigantesco exterminio y de
un abordaje total. Y todo esto ocurre con facilidad y tranquilidad, ante los
ojos de nuestras víctimas consentidas o indiferentes. Estamos pagando la suma
de la técnica y nuestra sumisión. Desde Chateaubriand hasta Heidegger, ha
sido recordada por todos los pensadores. Es esta monótona dependencia la que
nos hace incapaces de defendernos de los ineptos de la economía y de la
administración que hoy quieren convertir a su rebaño humano en filetes de Sol
Verde o en esclavos con correa electrónica. Y el rebaño está dispuesto,
entusiasmado como dijo Céline.
Chateaubriand en sus Memorias:
“En medio de todo
esto, fíjate en una contradicción fenomenal: el estado material mejora, el
progreso intelectual aumenta, y las naciones en vez de beneficiarse disminuyen:
¿de dónde viene esta contradicción?
Es porque hemos
perdido en el orden moral. A esta hora ya no se rebelan, parecen ser
consecuencia del paso del tiempo; si alguna vez fueron juzgados de manera
diferente, es porque todavía no estábamos, como nos atrevemos a decir,
lo suficientemente avanzados en nuestro conocimiento del hombre; ahora los
analizamos; los probamos en el crisol, para ver qué cosas útiles se pueden
extraer de ellos, igual que la química encuentra ingredientes en los caminos”.
Por eso los parlamentos y las administraciones no se
detendrán por nada. Y el rebaño quizá refunfuñe durante tres minutos, pero se
someterá como las otras veces, salvo que aquí será global y simultáneo. En
cuanto a las minorías rebeldes (1% como máximo) lo menos que podemos decir es
que no son muy activas...
En la hora veinticinco, Virgil Gheorghiu denuncia con su
personaje Trajano nuestra decadencia ligada al progreso, la comodidad, la
tecnología, la burocracia, lo que sea. El resultado es :
"Aprendemos las
leyes y la forma de hablar de nuestros esclavos para poder dirigirlos mejor. Y
así, poco a poco, sin darnos cuenta, renunciamos a nuestras cualidades humanas,
a nuestras propias leyes. Nos deshumanizamos, adoptamos el estilo de vida de
nuestros esclavos técnicos”
Esto explica por qué el hombre moderno, hijo de los derechos
constituidos y no ganados, se deja liquidar en todas partes tan
convenientemente.
"El hombre
moderno sabe que él y sus compañeros son elementos que pueden ser
reemplazados".
Quien no quiera su nuevo orden, será liquidado o marginado (sin restaurantes, tiendas, transporte, agua, electricidad).
Georghiu, futuro
sacerdote ortodoxo lo dice:
“Aquellos que no
respetan las leyes de la máquina, promovidas al rango de leyes sociales, son
castigados. El ser humano que vive en minoría se convierte, con el tiempo, en
una minoría proletaria".
Gheorghiu llama al humano deshumanizado el ciudadano
técnico:
"Los esclavos
técnicos ganarán la guerra. Se emanciparán y se convertirán en los ciudadanos
técnicos de nuestra sociedad. Y nosotros, los seres humanos, nos convertiremos
en los proletarios de una sociedad organizada según las necesidades y la
cultura de la mayoría de los ciudadanos, es decir, de los ciudadanos técnicos.
Y como nos recuerda Chateaubriand:
"En la sociedad
contemporánea, el sacrificio humano ya no es digno de mención. Es banal. Y la
vida humana sólo tiene valor como fuente de energía.
Y para concluir menos lúgubre que visionario:
"Por lo tanto,
pereceremos encadenados por esclavos técnicos. Mi novela será el libro de este
epílogo... Se llamará la hora veinticinco. El momento en que todos los intentos
de rescate se vuelven inútiles. Ni siquiera la llegada de un mesías resolvería
nada. No es la última hora: es una hora después de la última hora. El momento
preciso de la sociedad occidental. Es la hora actual, la hora exacta”.
Digo menos lúgubre que visionario porque ya es hora de ver y decir que todo esto es en última instancia científico y justo, como decía el ortodoxo Vladimir Volkoff, el bolchevique es el que quiere más, ya sea un idealista, un progresista, un banquero central, un militar o un agente secreto o incluso un periodista. El rebaño es el que no cree en ello o ríe burlonamente y en todo caso se somete. Es el que menos quiere. Es la manada de troyanos eufóricos. Virgil Gheorghiu – “La hora veinticinco".
Nicolas Bonnal
http://www.verdadypaciencia.com/2021/09/la-hora-25-y-la-profecia-de-nuestro-exterminio-tecnico.html
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