DESAPRENDER: Ni conocimiento, ni condicionamiento
La mayoría de las personas están tan absortas en la contemplación del mundo exterior que son totalmente ajenas a lo que está pasando dentro de sí mismas. ― Nikola Tesla
He conocido a muchas personas que perseguían la certeza,
como piedra angular para seguir adelante, en su camino de consciencia y
conocimiento. Y debo reconocer que me he sentido por detrás, en el camino de
aprendizaje en más de mil y una ocasiones. Todavía me siento así. Cuando te das
cuenta que todo esto da igual, tú percepción y todo lo que crees saber, pasa a
un segundo plano.
Adiestramiento por condicionamiento, no es conocimiento
Te la estás jugando con una herramienta mucho más poderosa, a la que lo único que puedes hacer, es abrir la puerta y dejar actuar, porque no puedes enseñarle nada que no haya visto antes. Ves que a nivel humano lo mejor que puedes hacer, es no estorbar con tus limitaciones y miedos.
¿Y a qué me refiero con mis limitaciones? Con el paso del
tiempo y las hostias que te vas dando por el camino, te vas dando cuenta que
aprender, no es otra cosa sino desprenderse del lastre, con el que te han
estado adiestrando y condicionando toda la vida.
Parece que incorporar cosas nuevas y conocimientos, los
cuales decimos o sentimos que nos resuenan, es lo mejor que nos podría pasar.
Estoy de acuerdo con ello, pero gracias al discernimiento, me doy cuenta de
que si hay algo que me resuena, es porque previamente y
en algún momento, ese conocimiento o bien formaba parte de mí, o bien no había
sido capaz de digerirlo hasta hoy.
Y sin ánimo de creerme la persona más sabía del mundo, me
doy cuenta de que el verdadero aprendizaje, no es más que el desprenderse de
todo el lastre y la carga de peso muerto aprendido, que nos condiciona a lo
largo de toda nuestra vida para no dejarnos ver lo
que ya tenemos dentro.
Aprender a desaprender
Recuerdo una campaña publicitaria que me tocó especialmente
en la que hablaba de desaprender. En ese momento me pareció una idea muy
atractiva, porque parecía transmitir un verdadero reinicio a lo que ya
conocías, para empezar de cero y construir ideas nuevas más liberadoras. No veo
la tele, pero sí presto mucha atención a la publicidad que veo en cualquier
medio.
Soy consciente de que la publicidad es un arma poderosa, y
por ello a pesar de lo que yo quiera en mi vida en cuanto a desconectar de la
Matrix, tengo muy presente los mensajes implícitos que recibo a diario, lo
desee o no. Y cuando por primera vez escuché la palabra desaprender, lo primero
en lo que pensé fue en destruir todo lo anterior para empezar a construir ideas
nuevas partiendo de un punto cero incierto.
Lo importante era cambiar el sistema de referencia en el que
me movía, para crear unos nuevos ejes en los cuales construir mi espacio y mi
tiempo. Si caes en la cuenta de que aprender en el más noble y limpio de los
sentidos, te hace buscar fuera de ti mismo en fuentes externas, lo que vas a
experimentar es que cada vez eres más ignorante o mejor dicho: te sientes más
ignorante. Cuanto más aprendes, te puedes llegar a preguntar a dónde va a parar
todo esto.
Para mí es parte del camino, porque cuanto más aprendo más
ignorante me siento de todo aquello que me queda no solamente por aprender,
sino por percibir, que es donde está la gracia. Humanamente hablando, cuanto
más investigas, más lees, más escuchas a otras personas, más aprendes de todas
aquellas versiones que por ti mismo, no hubiera sido capaz de llegar, te das
cuenta que, el camino del aprendizaje, no tiene fin porque hay tantos caminos
cómo almas.
El verdadero conocimiento es identificarnos con el alma
Y si eres lo suficientemente sencillo para aceptar que
humanamente, no lo sabes todo y que tu percepción es limitada, te das cuenta, o
mejor dicho, te terminas dando cuenta a base de desgaste, de que el verdadero
aprendizaje, consiste en desprenderse de todo el condicionamiento, normas y
regulaciones, que concibes como correctas, pero que no hacen más que
encajonarte en un recinto previamente establecido.
El conocimiento adquirido es un punto de partida, pero no es
la respuesta definitiva en nuestro camino de descubrimiento. El verdadero
aprendizaje, no es otra cosa que ir descargándonos del lastre, de todo aquello
que ya sabemos al llevar dentro, y que desde que ponemos un pie en este mundo,
no parece seguir otro objetivo más que el ser enterrado olvidado o eliminado.
Si a mí me afectó la palabra desaprender, no ha sido hasta
ahora que he entendido que el verdadero conocimiento, no es otra cosa sino
conectar con nuestra verdadera esencia. Y esta esencia tratará de
ser interpretada en todo momento por ayudas externas, entidades, egrégores,
nuevas vías y nuevos maestros, qué harán todo lo posible por canalizar, o mejor
dicho, por desviar todo lo que ya llevas en tu alma, tratando por todos los
medios de darle un sentido y un significado, que solo te corresponde
a ti el dar por bueno o no.
La Matrix está muy bien hecha, y nosotros como
parte participante de ella, nos nutrimos en la medida que nos corresponde a nuestra
limitada condición. Pero esto no quiere decir, que nuestra totalidad ha de
quedar encerrada en esta Matrix, por más compleja y atractiva que nos parezca,
el conocer cada resquicio de esta arquitectura holográfica artificial.
No dejarse arrastrar por la dualidad
Si entendemos que el verdadero conocimiento, el conocimiento
real, es en realidad una liberación y descarga de todo el condicionamiento e
implantes, por los que se nos fuerza a aceptar, para tener esta experiencia
humana en la tercera dimensión, al final del camino, nos daremos cuenta de que
nos sobra mucho más de lo que nos falta, para aceptar nuestra verdadera
naturaleza.
La contradicción resulta, cuando enfrentamos lo que creemos
saber con nuestros sentimientos, con nuestros valores, con nosotros mismos
cuando no hay nadie más mirando. Porque ya llevamos dentro por así decirlo, lo
que está bien y lo que está mal, aunque sea una forma muy limitada de entender nuestra
alma, dentro de esta dualidad que nos fuerza a estar en un lugar o en el opuesto.
Mientras nos vamos liberando de todo el lastre, aceptando
las consecuencias de lo que ello implica, por no querer participar en esta
dualidad de acción reacción, que nos sentencia a formar parte, nos vamos dando
cuenta que la respuesta, no es formar parte de un bando por muy bueno que
parezca, si no el de saber estar en el escenario desde arriba, para poder
observarnos y ser capaces de discernir dónde estamos en cada momento, sin
necesidad de firmar un contrato de afiliación, al bando de “los buenos” o al de
“los malos”.
Maldito sea el día en el que me crea a mí mismo, formar
parte de un bando sea así el de “los buenos”, porque eso querrá decir que he
caído en la trampa de la dualidad. Maldito sea el día en el que me crea mejor
que los demás, para dar órdenes y lecciones, cuando quizás quién me ayude, o
quién me abra la puerta, sea la persona o el alma, que menos me espere.
Ver el escenario desde arriba
Las almas no necesitan aprender, porque ya tienen todo el
conocimiento primordial, como fractales que son. Cuando hablamos de aprender,
lo que realmente estamos expresando es descubrir lo que ya llevamos dentro, en
un camino de liberarnos de las cargas e implantes impuestos, para tener esta
experiencia humana. Y si tuviera que reducirlo todo a un refrán, este
sería; nada nuevo hay bajo el sol. Nos pasamos toda la vida
buscando fuera de nosotros mismos, lo que ya por condición nos pertenece y
llevamos dentro.
Liberarnos de todo aquello con lo que nos han cargado, para
hacernos creer que lo necesitamos, de forma que caigamos una y otra vez en la
trampa de la dualidad, para hacernos volver una y otra vez. Si lo piensas, la
dualidad nos hace creer que si nosotros somos los buenos y los nobles, existe
un bando de malos y villanos a los que enfrentarnos.
Cuando la realidad es que este signo y esta polaridad, no
son más que condicionantes que nos condenan, a una tercera dimensión a la que
hemos venido a realizar un trabajo, o tener una experiencia, que previamente
hemos aceptado, sabiendo que podríamos estar por encima del escenario. El
problema y principal desafío, es que no
tenemos consciencia o memoria de ello.
Pero la principal prueba de que esto es así, es que estamos
aquí a pesar de todo. Y depende solamente de nosotros a través de nuestro libre
albedrío, optar por ver la batalla desde uno de los múltiples bandos, reducidos
a dos por la dualidad, o tener el aguante y valor suficiente, para verlo desde
arriba y saber reconocer al enemigo, no como al alma o persona que tengamos
delante, sino a aquel que nos ha enfrentado en un campo de batalla artificial,
para alimentarse de nosotros, mientras estemos viviendo esta experiencia.
Cuando no sepas qué hacer o qué sentir, míralo todo desde
arriba porque tú tienes más poder, que aquel que maneja el escenario en el que
han tratado de encerrarnos, bajo una falsa ilusión de dualidad.
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