LA FABRICACIÓN DE PERCEPCIONES
La percepción de la realidad por parte del ser humano representa un proceso relativamente complejo que se inicia durante la recepción de información por parte de los órganos y aparatos sensoriales del cuerpo. Presenta al menos dos puntos de vulnerabilidad que ofrecen a los seres maliciosos la posibilidad de manipular la percepción: el primero es su fragilidad proporcional a su complejidad, del mismo modo que una cadena se rompe tanto más fácilmente -por su eslabón más débil- cuanto más larga es; y el segundo se deriva de su carácter parcial y subjetivo.
Si tratamos de superar la insuficiencia, la incompletud y la subjetividad perceptiva mediante artificios tecnológicos, muchas veces no hacemos más que aumentar el grado de complejidad y por tanto proporcionalmente el de fragilidad, haciendo al individuo aún más vulnerable a la manipulación de sus percepciones por diversos medios. Sin embargo, hay individuos o entidades que parecen haber desarrollado una especialidad: la de sustituir la percepción natural de la realidad por un relato artificial, falaz o ficticio que puede desviarse de ella de forma más o menos drástica y dramática.
Los medios de percepción que se ofrecen al ser humano
actualmente son de dos tipos: los naturales y los artificiales. Los
primeros provienen de su sistema sensorial y los segundos fueron inventados en
distintas épocas como tantos instrumentos puramente mecánicos en unos casos, o
cargados de electrónica en otros, generalmente más recientes.
Además de los cinco sentidos clásicos y conocidos, el ser
humano también posee sentidos que le permiten orientarse en el espacio,
encontrar su equilibrio, sentir emociones (incluso pensamientos) otros
individuos a distancia, anticipar acontecimientos, etc. Mediante diferentes
sensores más o menos efectivos, precisos, selectivos de más o menos largo
alcance y amplia cobertura, puede así percibir la posición y el movimiento de
un objeto o sujeto de observación, y otras características convencionalmente
percibidas como su color, forma, textura, materia, etc., pero que la ciencia
hoy en día tiende a considerar como conjuntos dinámicos de átomos o
moléculas. Sin embargo, sus sensores y órganos sensoriales solo
representan la primera etapa del dispositivo para percibir información
relacionada tanto con él mismo como con otras entidades del
Universo. Estos luego se transmiten al cerebro a través del sistema
nervioso.
El cerebro juega un papel clave en el procesamiento de las
percepciones, haciéndolas inteligibles. En particular, invierte la imagen
recibida del exterior por el ojo en la retina. Transforma en colores las
señales recibidas por los tres tipos de sensores retinianos. Transforma
en ruidos, gritos o palabras las vibraciones sonoras captadas a la altura del
oído. Traduce las sustancias químicas percibidas por las papilas
gustativas en sabores. Constantemente interpreta la información recibida
en diferentes formas y por múltiples sensores
tendiendo más o menos automáticamente a descartar lo que no encaja con
la imagen del mundo que ya ha creado gracias no solo a sus sentidos naturales,
sino también a su medios artificiales de percepción.
Para superar sus deficiencias sensoriales naturales o
accidentales, así como la limitación de sus sentidos en general, por ejemplo en
relación con ciertos animales, los seres humanos han inventado varios medios a
lo largo de los siglos. Los instrumentos más antiguos que pudo fabricar
para tales fines son probablemente el monóculo y los anteojos. El
equivalente a la audición tomó primero la forma de una trompeta acústica y, más
recientemente, de audífonos. Se han creado múltiples dispositivos para
permitirnos aumentar nuestros medios de percepción. El microscopio, el
telescopio óptico, el radiotelescopio, pero también el telégrafo, la radio, la
televisión, los satélites de comunicación o de espionaje e Internet se
encuentran entre ellos. De hecho, percibimos el mundo a través de ellos.
Con o sin medios artificiales para aumentar los sentidos o
compensar su falta o sus limitaciones, las percepciones resultantes dependen
más o menos fuertemente del trabajo realizado a nivel del cerebro para procesar
la información recibida. La gran mayoría de los individuos neurotípicos
tienden así a la "disonancia cognitiva" cuando los nuevos datos no
encajan con la imagen del mundo, la representación interna que hacen de él a
medida que evolucionan desde la más temprana edad. Lo hacen aún más cuando
las reacciones emocionales inducidas por estos datos percibidos son
negativas (por ejemplo, en forma de miedo, ira u odio). En tal
caso, la disonancia con lo adquirido es demasiado fuerte y estos últimos
simplemente son rechazados. Cuando los datos agradan o dejan
emocionalmente indiferente, pero contradicen el esquema ya construido, son
distorsionados por el cerebro para encajar en él.
La imagen del mundo que un determinado individuo construye
puede estar más o menos deformada o distorsionada en relación con la realidad
objetiva según su funcionamiento neuronal (resultante de sus hábitos de
pensamiento) y según sus capacidades mentales de análisis y lógica,
pero también según su grado de humildad (o de orgullo) frente
a campos de conocimiento, aquellos que cree conocer o ha explorado
suficientemente, como aquellos que aún desconoce más o menos por
completo. La vanidad y la suficiencia engendradas por un conocimiento
adquirido no aceptan en efecto el cuestionamiento de éste cuando nuevos datos
tenderían a destruir sus fundamentos.
Un buen dominio de la lógica es prácticamente imprescindible
para llevar a cabo un análisis coherente y relativamente imparcial no sólo de
la representación del mundo ya elaborada (incluidas diversas teorías y
creencias) sino también de nuevas observaciones que, además, siempre pueden
entrar en contradicción. La lógica hace que sea más fácil separar la
verdad de la falsedad y la mentira.
También es fundamental una buena dosis de verdadera
humildad, esta vez para poder aceptar los errores, inverosimilitudes e
inconsistencias del modelo de mundo ya construido internamente frente a nuevas
percepciones o un influjo de “luz” que las destaca. Cuando hemos basado
nuestra vida en un error (como por ejemplo la teoría viral), el
orgullo favorecido por la notoriedad (tanto individual como colectiva),
el consenso (incluso la unanimidad) y la inteligencia representa
un poderoso obstáculo al cuestionamiento de los conocimientos adquiridos,
cuánto incluso estos serían más o menos completamente falsos y fraudulentos.
Otros obstáculos al cuestionamiento de lo adquirido hoy
resultan ser el interés económico, el deseo de control social o político y el
miedo a lo desconocido. Los individuos o grupos motivados principalmente
por el mantenimiento o aumento de sus privilegios tienen así todo el beneficio
e interés en mantener a la Humanidad en el estado que les permitió llegar donde
están. Con este fin, pueden jugar con el orgullo de los
"expertos", el embrutecimiento de las masas por una educación
deficiente que les prohíbe cualquier sentido real de la lógica y la mente
analítica elaborada, el control de estas mismas masas por lo emocional al
ofrecerle ocio estimulando a este último en detrimento de la mente y
sumergiéndolo en un estado de miedo casi perpetuo (mediante la
estimulación de los medios apropiados). Conociendo la psicología
humana y la forma en que el individuo percibe e imagina el mundo, pueden
entonces dictar a la masa humana la forma en que debe percibir la realidad en
adelante. Obtienen resultados tanto más rápidos y espectaculares cuanto
que intervienen en todas las etapas del mecanismo perceptivo.
Ofreciendo a la humanidad sensores e instrumentos de
análisis cada vez más sofisticados y multiplicados, si es posible en un único
medio (como el "smartphone"), se desvía del uso de sus
propios recursos naturales. El individuo sometido a teléfonos y otros instrumentos
supuestamente “inteligentes” les otorga sus propias capacidades de observación,
memorización, análisis y reflexión. Abandona lo natural por lo artificial
y se vuelve dependiente de la tecnología para satisfacer una parte cada vez
mayor de sus necesidades diarias. Sin estos artificios, está perdido, en
un estado de anhelo, incluso en pánico real. Ya no sabe memorizar,
calcular, reflexionar, analizar por sí mismo. Por lo tanto, existe una
diferencia fundamental entre, por ejemplo, un simple par de anteojos y un
llamado teléfono inteligente. Donde el primero se contenta con rectificar
el camino de la luz recibida para mejorar la visión, el segundo
cortocircuita el proceso perceptivo y por lo tanto evita que funcione
normalmente al pretender ofrecer algo mejor al individuo. Sin embargo, un
órgano o una función que no se utiliza decae.
Pasada la fase inicial de recepción de la información, los
individuos mal intencionados pueden hoy en día intervenir a nivel cerebral
mismo, y esto en múltiples zonas o fases del procesamiento de la
información. En particular, mediante el uso de ondas sonoras u ondas
electromagnéticas, según la tecnología utilizada, ahora se pueden crear
pensamientos artificiales, hacer que se escuchen voces en la cabeza, inducir emociones,
estrés “flotante” (de origen indefinible por parte del individuo),
producen alucinaciones sensoriales, etc. En el caso de las ondas
electromagnéticas pulsadas (4G, 5G, Wi-Fi, etc.) , estas
alteraciones en la percepción y funciones cerebrales van acompañadas de
diversos síntomas, variables según el individuo, pero cuya causa
electromagnética rara vez es reconocida por la medicina y los médicos.
Sin embargo, también ha habido, y desde hace más tiempo,
técnicas más suaves y/o "naturales" (no tecnológicas) pero
relativamente eficaces y más propias de la psicología: hipnosis, inducción de
"psicosis de formación de masa”, mensajes subliminales auditivos o
visuales, manipulación, propaganda y desinformación, condicionamiento
psicológico, aunque en este último caso pueden ser más violentos cuando van
acompañados de privaciones, estrés o incluso tortura física o psíquica, dando
lugar a lo que clásicamente se denomina “lavado de cerebro” u otra disociación
de la personalidad tras politraumatismos.
Cuanto más avanzan sus conocimientos en relación con los
seres humanos, más pueden aprovecharse de ellos los seres mal intencionados
para manipularlos y obligarlos a hacer, decir o ser cualquier cosa, incluso
acciones, palabras y estados que son contra natura. Y cuanto más mantendrán
a la Humanidad en las esferas de la conciencia material y emocional en
detrimento de las esferas mental, intuitiva, psíquica y espiritual,
especialmente estimulando los instintos animales (de supervivencia, de
reproducción) y emocionales (jugando sobre el miedo o
usando la ley de atracción y repulsión), más fácil será para ellos
esclavizarlo e imponerle una falsa realidad. Los instintos y las emociones
representan la puerta a la manipulación y el control sobre los individuos
cuando ya están, por naturaleza o por costumbre, sujetos a ellos en detrimento
de las esferas superiores. Y no es por nada en particular que los gurús de
las sectas tiendan casi sistemáticamente a denigrar a la “mente” como su
enemiga o más bien como aquella contra la que su rebaño debe luchar o
huir. En efecto, la razón y el discernimiento representan obstáculos para
una buena manipulación, mientras que ésta ganará jugando con el miedo y el
instinto de supervivencia para poner el cuerpo y el cerebro en el modo
adecuado, el de "lucha o huida, pero sobre todo, no tomes el momento de
pensar en lo que estás haciendo o en lo que percibes”.
Una luz de alerta o vigilancia debe encenderse en cada
individuo que se ofrece a rechazar su mente, su cerebro, la razón o la lógica,
para volver a los instintos primordiales, para apostar o confiar sólo en sus
sensaciones, para satisfacer sus anhelos, deseos o pasiones sin freno (y
sin preocuparse por las consecuencias para uno mismo y para los demás) También
debe encenderse cuando se dice contra qué enemigos luchar, reales o
imaginarios, materiales o ideológicos, visibles o invisibles (como los
virus) Desde una perspectiva evolutiva o espiritual, la única lucha real
que hay que librar está dentro de uno mismo, contra los propios demonios, las
propias ilusiones, las propias fantasías que se hacen pasar por reales, las
propias mentiras sobre uno mismo, el propio orgullo, la propia estrechez de
miras, mente y corazón...
Cuanto más sepamos elevar y mantener nuestra conciencia en
las esferas mental, intuitiva, psíquica y espiritual, tanto más nuestro
discernimiento, nuestras intuiciones, nuestra alma y nuestro espíritu nos
permitirán detectar intentos de alterar nuestra libre y natural percepción del
mundo, de los demás y de nosotros mismos, aunque eso signifique engañarnos a
nosotros mismos y crear nuestra propia percepción o imagen ilusoria de la
realidad. Ganamos al permanecer libres para cometer errores, para elegir
nuestro camino, incluso si resulta temporalmente sin esperanza (los
cambios de sentido existen para aquellos que tienen la humildad de cometerlos). Los
conflictos surgen en cuanto uno de nosotros trata de imponer su propia
percepción o visión del mundo a los demás, tanto más fácilmente cuanto que esta
percepción proselitista proviene en sí misma de la manipulación. Ante la
complejidad y la inmensidad infinita del Universo, en comparación con los
limitados medios sensoriales, la Verdad última sólo puede
provenir de la puesta en común de múltiples percepciones individuales
combinadas (comúnmente consideradas como "verdades"), cuando
así los múltiples ángulos de visión y las perspectivas acaban superponiéndose
paso a paso y dando la vuelta al horizonte, luego a la bóveda celeste y también
a la del inframundo.
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