RE-ENCANTAR EL MUNDO
En este tiempo particular atravesado por la Humanidad, a
raíz de una crisis de Covid de naturaleza en gran medida artificial que ha
aumentado la angustia existencial, la neurosis o la depresión de muchos seres
humanos, algunos planean o proponen re-encantar el mundo, hacerlo redescubrir
una dimensión maravillosa, hechizante, mágica o sobrenatural, perdida hace
mucho tiempo, si es que la Humanidad la conoció algún día, tal vez en tiempos
antediluvianos o edénicos. Por lo tanto, parece necesario ponerse de
acuerdo sobre la naturaleza de los encantamientos a implementar, así como la de
los potenciales encantadores, según los medios que usarían y su forma de
hacerlo, porque la frontera se difumina y se cruza rápidamente entre un
encantamiento y un maleficio.
Uno de los escollos en el camino del encantador y de sus obras es el del poder de hacer lo que le parece bien, aunque no pueda estar seguro de lo que realmente es bueno para los demás. Todos ven y miran la vida desde su propia perspectiva y rara vez tienen la capacidad de realmente ponerse las botas de sus hermanos. ¿Realmente contribuyó Merlín el llamado hechicero a mejorar la condición humana y terrenal? ¿O sólo buscó imponer su propia visión de las cosas, de lo que creía bueno y justo para su rey y para su pueblo, produciendo más conflictos de los que podía resolver, más muertes que curas?
Antes de él, existían un mago mucho mayor, abordado por tres
sabios, el que no sólo sabía cómo transformar el agua en
vino, multiplicando peces, caminando sobre el agua, sanando ciegos y
leprosos, resucitando muertos, sino también sacrificarse por el futuro del
mundo y encarnando así hasta lo más profundo de su carne su mensaje de amor
incondicional por los demás y por la humanidad. Dejó finalmente su huella
en una simple sábana, un sudario que aún conserva la huella de sus últimos
sufrimientos y de su resurrección.
Si a partir de entonces, el mundo conoció guerras en su
nombre, no fue en modo alguno por su propio hecho, sino por individuos que
pretendieron imponer su interpretación de la vida de este gran mago, que
algunos elevaron al rango de Dios. Él, durante su vida, abogó generalmente por
el perdón, la no violencia, la misericordia, la caridad y muchas otras
virtudes, presentándose con su vida como ejemplo de tales prácticas. O eso
parece, según cuenta la leyenda.
La clave para un futuro y exitoso encantamiento del mundo
podría resultar ser el respeto por el libre albedrío y las percepciones de cada
uno, sin que ningún encantador se imponga para seguir su ejemplo o su
camino. En astrología es bastante habitual afirmar que los astros proponen
y el ser humano dispone. Un encantador probablemente debería inspirarse en
esto y simplemente ofrecer una visión, o simplemente iluminar los distintos
caminos posibles con su propia luz. Corresponde entonces a los individuos
y a los diversos grupos elegir qué hacer, qué seguir, qué imitar, qué
superar!...
Un mundo no puede parecer completamente encantador para
todos si al menos alguno de ellos no encuentran su lugar en
él. Encontrarlo implica no solo el lugar, sino también el rol y por
supuesto la libertad de elegir uno y otro. Esto exige la ausencia de
constricciones, y por tanto de reglas, leyes, reglamentos… especialmente
grabadas en piedra o inscritas en papel. Sin embargo, tal ausencia
universal de límites podría conducir fácilmente al caos, las diversas
libertades individuales chocando más o menos violentamente, convirtiéndolas
eventualmente en un plasma ardiente o un gas explosivo.
Para evitarlo, anticipar las reacciones de los demás a raíz
de nuestras propias acciones, así como sus efectos en el entorno inmediato y
más lejano, depende de nuestro grado de conciencia con respecto a la ley de
causalidad según la cual todas las causas tienen efectos y todos los efectos
provienen de causas. La conciencia íntima de su existencia proporciona un
sentido de nuestra responsabilidad por las posibles consecuencias de nuestras
acciones, palabras y elecciones. La irresponsabilidad, por el contrario,
representa la incapacidad de considerar estas consecuencias o no preocuparse
por ellas, incluso disminuir su importancia.
No podemos esperar que se materialice un mundo re-encantado
sin una manifestación suficiente de un sentido de responsabilidad en nuestras
elecciones individuales y colectivas. Y desde este punto de vista, si
algunos individuos no se preocupan por los demás y no se preocupan por su
propio impacto en los demás, la comunidad se beneficiará de quitarles todo
poder de molestia, al no reconocerles ya la menor autoridad y al no darles ya
la menor oportunidad de ejercerla abusivamente sobre los demás. Un tirano
sólo puede ejercer su tiranía porque frente a él existen individuos que aceptan
someterse a su poder y obedecerle sin discusión, aun cuando lo que les pida sea
contrario a su interés o contrario a su sentido.
Re-encantar el mundo probablemente requerirá no ofrecer
ningún cargo ni papel de responsabilidad a individuos que no han desarrollado
el sentido correspondiente o que no lo utilizan porque no tienen un interés
principal para ellos mismos. En otras palabras, será útil y prácticamente
imprescindible sacar a los psicópatas del poder, de los puestos de liderazgo,
de puestos que les lleven a relacionarse con un gran número de individuos, y
confinarlos como máximo a roles auxiliares. Un mundo encantado existe
cuando cada uno encuentra el lugar que naturalmente le corresponde de acuerdo a
su capacidad de interactuar con los demás y con el medio ambiente sin dañarlo.
El lugar y el papel de cada ser que desea participar en la
creación de un futuro encantado depende de sus capacidades, aptitudes y
predilecciones naturales en su interacción con las cosas y los seres de este
mundo. Estas últimas las podemos agrupar bajo el término genérico de
"formas" más o menos organizadas, noción que incluso puede extenderse
a las esferas emocional y mental en la medida en que las emociones y los
pensamientos forman parte de lo que creamos y con lo que interactuamos, algunos
de ellos bien definidos y estructurados mientras que otros son mucho más
difuminados o evanescentes, como el gas.
Una humanidad re-encantada sólo puede ser sana, equilibrada
y armoniosa, como un cuerpo en perfecta salud. Por analogía con este
último, sus diversos grupos e individuos, que representan órganos, tejidos y
células, asumen con madurez sus funciones libremente elegidas y respetan las de
los demás. Algunos juegan el papel del cerebro en cierto modo, otros del
corazón, otros de los pulmones, o del esqueleto, o de las manos, o de las
piernas, o de los riñones, etc. según orienten, distribuyan, den y amen,
dinamicen la vida y el desarrollo, edifiquen, muevan o purifiquen… Sin
embargo, a diferencia de un cuerpo, los roles y funciones pueden variar a lo
largo de la vida.
La civilización actual ha perdido todo encanto al verse de
alguna manera maldita, embrujada por hechizos mortales, porque se ha
distanciado de la naturaleza y de la Creación, perdiendo de vista su fuente
divina en favor de una creciente atracción por lo artificial, el mundo, las máquinas,
y los robots... Se dejó corromper por los mercaderes, cegar por los portadores
de falsa luz, subyugar a los flautistas, conducida por chacales disfrazados de
pastores... Estaba colgada del confort, la seguridad material, luego la salud,
mejor para encarcelarlo. Para volver a encantar, la Humanidad tendrá que
abandonar tanto la comodidad como la seguridad material en favor de lo
desconocido y el riesgo. Tendrá que encontrar su fuente espiritual de
confianza, fuerza, vida y conciencia.
No se puede experimentar simultáneamente el encanto que
implica una dimensión paranormal o metafísica y una vida cómoda y segura que
brinda la pura materialidad desconectada de tal dimensión, pero conectada a
redes informáticas. Cuanto más se conecta la Humanidad con las máquinas, más
abandona su potencial encantador y los individuos que podrían
revivirlo. Cuanto más confía en el primero, menos usa su propio
poder.
La tecnología moderna puede haber querido competir de alguna
manera con los magos de antaño, pero puede haber logrado milagros artificiales
con el vuelo de aviones más pesados que el aire a través de la levitación de
los santos, con la reanimación del corazón como la resurrección de los muertos,
con la transmutación que permite la fisión nuclear como la transformación del
agua en vino, con Internet como comunicación telepática, los Jedi de Star Wars
y la varita de Harry Potter siempre hacen más sueño que la tecnología de Star
Trek.
Por un lado, tenemos dependencia de máquinas y estructuras
complejas de poder, industria y comercio. Por otro, abrimos la puerta a
las dimensiones sagradas y divinas del Hombre y la Humanidad. Sin embargo,
queda una trampa propicia para esto último: el de buscar el poder sobre
las cosas, sobre la naturaleza y sobre los demás en lugar de la armonía con
ellos. Por un lado tenemos a los que siempre buscan más influencia y
control sobre las multitudes (como los que buscan los transhumanistas y las
autoproclamadas “élites”), y de otro los que se ponen a su servicio. Los
primeros monopolizan los poderes, mientras que los segundos ofrecen sus
dones.
La humanidad se encuentra en una encrucijada. Tendrá
que elegir entre la seguida durante al menos algunos siglos y que la lleva
directamente al abismo de la esclavitud global a la materia, a la tecnología y
a las "élites" que las controlan, y la del cruce, que conduce a lo
desconocido, pero tiene un gran potencial de liberación y realización a través
de soñar, reencantar el mundo, regresar a los valores sagrados y eternos...
Este camino probablemente no abandonará toda la tecnología,
al menos inicialmente, pero ya no será su esclava. La tecnociencia puede
simplemente limitarse a facilitar el reencantamiento del mundo, reduciendo
la carga de trabajo de los quehaceres y la dificultad de los retos sin reducir
la masa muscular por falta de ejercicios físicos o la de las neuronas por falta
de estimulación mental. Asimismo, este nuevo camino probablemente no
producirá de inmediato resultados dramáticos o incluso notables con respecto a
posibles habilidades paranormales. “Con gran poder, gran responsabilidad”, como
acertadamente se decía hace unos años. Y si no queremos ver a la Humanidad
hundirse en una nueva forma de infierno, será mejor que madure antes de estar
dotada de extraordinarios dones parapsíquicos.
Reencantar el mundo de manera suficientemente sabia requiere
ciertas condiciones previas, como el desarrollo y la manifestación de un
sentido de responsabilidad, el descubrimiento y la aceptación del lugar y el
papel de cada persona con el objetivo de la armonía y la simbiosis, la
estimulación de nuestra dimensión espiritual para comprometernos mejor con un
camino colectivo común, pero también el reconocimiento de la psicopatía como un
factor en gran medida disruptivo en tal compromiso. Algunos seres humanos,
en número creciente, tienden a considerar que actualmente estamos viviendo una
pesadilla, sin embargo tienen el poder de transformarla en un maravilloso
sueño. Se empieza trabajando sobre uno mismo, sobre tu forma de ver la
vida, sobre tu capacidad para discernir la verdad de la mentira
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