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20.7.22

Requiere responsabilidad y descubrir y aceptar el lugar y el papel de cada uno

RE-ENCANTAR EL MUNDO                    

En este tiempo particular atravesado por la Humanidad, a raíz de una crisis de Covid de naturaleza en gran medida artificial que ha aumentado la angustia existencial, la neurosis o la depresión de muchos seres humanos, algunos planean o proponen re-encantar el mundo, hacerlo redescubrir una dimensión maravillosa, hechizante, mágica o sobrenatural, perdida hace mucho tiempo, si es que la Humanidad la conoció algún día, tal vez en tiempos antediluvianos o edénicos. Por lo tanto, parece necesario ponerse de acuerdo sobre la naturaleza de los encantamientos a implementar, así como la de los potenciales encantadores, según los medios que usarían y su forma de hacerlo, porque la frontera se difumina y se cruza rápidamente entre un encantamiento y un maleficio.

Uno de los escollos en el camino del encantador y de sus obras es el del poder de hacer lo que le parece bien, aunque no pueda estar seguro de lo que realmente es bueno para los demás.  Todos ven y miran la vida desde su propia perspectiva y rara vez tienen la capacidad de realmente ponerse las botas de sus hermanos.  ¿Realmente contribuyó Merlín el llamado hechicero a mejorar la condición humana y terrenal? ¿O sólo buscó imponer su propia visión de las cosas, de lo que creía bueno y justo para su rey y para su pueblo, produciendo más conflictos de los que podía resolver, más muertes que curas?

Antes de él, existían un mago mucho mayor, abordado por tres sabios, el que no sólo sabía cómo transformar el agua en vino, multiplicando peces, caminando sobre el agua, sanando ciegos y leprosos, resucitando muertos, sino también sacrificarse por el futuro del mundo y encarnando así hasta lo más profundo de su carne su mensaje de amor incondicional por los demás y por la humanidad. Dejó finalmente su huella en una simple sábana, un sudario que aún conserva la huella de sus últimos sufrimientos y de su resurrección.

Si a partir de entonces, el mundo conoció guerras en su nombre, no fue en modo alguno por su propio hecho, sino por individuos que pretendieron imponer su interpretación de la vida de este gran mago, que algunos elevaron al rango de Dios. Él, durante su vida, abogó generalmente por el perdón, la no violencia, la misericordia, la caridad y muchas otras virtudes, presentándose con su vida como ejemplo de tales prácticas. O eso parece, según cuenta la leyenda.

La clave para un futuro y exitoso encantamiento del mundo podría resultar ser el respeto por el libre albedrío y las percepciones de cada uno, sin que ningún encantador se imponga para seguir su ejemplo o su camino. En astrología es bastante habitual afirmar que los astros proponen y el ser humano dispone. Un encantador probablemente debería inspirarse en esto y simplemente ofrecer una visión, o simplemente iluminar los distintos caminos posibles con su propia luz. Corresponde entonces a los individuos y a los diversos grupos elegir qué hacer, qué seguir, qué imitar, qué superar!...

Un mundo no puede parecer completamente encantador para todos si al menos alguno de ellos no encuentran su lugar en él. Encontrarlo implica no solo el lugar, sino también el rol y por supuesto la libertad de elegir uno y otro. Esto exige la ausencia de constricciones, y por tanto de reglas, leyes, reglamentos… especialmente grabadas en piedra o inscritas en papel. Sin embargo, tal ausencia universal de límites podría conducir fácilmente al caos, las diversas libertades individuales chocando más o menos violentamente, convirtiéndolas eventualmente en un plasma ardiente o un gas explosivo. 

Para evitarlo, anticipar las reacciones de los demás a raíz de nuestras propias acciones, así como sus efectos en el entorno inmediato y más lejano, depende de nuestro grado de conciencia con respecto a la ley de causalidad según la cual todas las causas tienen efectos y todos los efectos provienen de causas. La conciencia íntima de su existencia proporciona un sentido de nuestra responsabilidad por las posibles consecuencias de nuestras acciones, palabras y elecciones. La irresponsabilidad, por el contrario, representa la incapacidad de considerar estas consecuencias o no preocuparse por ellas, incluso disminuir su importancia.

No podemos esperar que se materialice un mundo re-encantado sin una manifestación suficiente de un sentido de responsabilidad en nuestras elecciones individuales y colectivas. Y desde este punto de vista, si algunos individuos no se preocupan por los demás y no se preocupan por su propio impacto en los demás, la comunidad se beneficiará de quitarles todo poder de molestia, al no reconocerles ya la menor autoridad y al no darles ya la menor oportunidad de ejercerla abusivamente sobre los demás. Un tirano sólo puede ejercer su tiranía porque frente a él existen individuos que aceptan someterse a su poder y obedecerle sin discusión, aun cuando lo que les pida sea contrario a su interés o contrario a su sentido.

Re-encantar el mundo probablemente requerirá no ofrecer ningún cargo ni papel de responsabilidad a individuos que no han desarrollado el sentido correspondiente o que no lo utilizan porque no tienen un interés principal para ellos mismos. En otras palabras, será útil y prácticamente imprescindible sacar a los psicópatas del poder, de los puestos de liderazgo, de puestos que les lleven a relacionarse con un gran número de individuos, y confinarlos como máximo a roles auxiliares. Un mundo encantado existe cuando cada uno encuentra el lugar que naturalmente le corresponde de acuerdo a su capacidad de interactuar con los demás y con el medio ambiente sin dañarlo.

El lugar y el papel de cada ser que desea participar en la creación de un futuro encantado depende de sus capacidades, aptitudes y predilecciones naturales en su interacción con las cosas y los seres de este mundo. Estas últimas las podemos agrupar bajo el término genérico de "formas" más o menos organizadas, noción que incluso puede extenderse a las esferas emocional y mental en la medida en que las emociones y los pensamientos forman parte de lo que creamos y con lo que interactuamos, algunos de ellos bien definidos y estructurados mientras que otros son mucho más difuminados o evanescentes, como el gas.

Una humanidad re-encantada sólo puede ser sana, equilibrada y armoniosa, como un cuerpo en perfecta salud. Por analogía con este último, sus diversos grupos e individuos, que representan órganos, tejidos y células, asumen con madurez sus funciones libremente elegidas y respetan las de los demás. Algunos juegan el papel del cerebro en cierto modo, otros del corazón, otros de los pulmones, o del esqueleto, o de las manos, o de las piernas, o de los riñones, etc. según orienten, distribuyan, den y amen, dinamicen la vida y el desarrollo, edifiquen, muevan o purifiquen… Sin embargo, a diferencia de un cuerpo, los roles y funciones pueden variar a lo largo de la vida.

La civilización actual ha perdido todo encanto al verse de alguna manera maldita, embrujada por hechizos mortales, porque se ha distanciado de la naturaleza y de la Creación, perdiendo de vista su fuente divina en favor de una creciente atracción por lo artificial, el mundo, las máquinas, y los robots... Se dejó corromper por los mercaderes, cegar por los portadores de falsa luz, subyugar a los flautistas, conducida por chacales disfrazados de pastores... Estaba colgada del confort, la seguridad material, luego la salud, mejor para encarcelarlo. Para volver a encantar, la Humanidad tendrá que abandonar tanto la comodidad como la seguridad material en favor de lo desconocido y el riesgo. Tendrá que encontrar su fuente espiritual de confianza, fuerza, vida y conciencia. 

No se puede experimentar simultáneamente el encanto que implica una dimensión paranormal o metafísica y una vida cómoda y segura que brinda la pura materialidad desconectada de tal dimensión, pero conectada a redes informáticas. Cuanto más se conecta la Humanidad con las máquinas, más abandona su potencial encantador y los individuos que podrían revivirlo. Cuanto más confía en el primero, menos usa su propio poder. 

La tecnología moderna puede haber querido competir de alguna manera con los magos de antaño, pero puede haber logrado milagros artificiales con el vuelo de aviones más pesados ​​que el aire a través de la levitación de los santos, con la reanimación del corazón como la resurrección de los muertos, con la transmutación que permite la fisión nuclear como la transformación del agua en vino, con Internet como comunicación telepática, los Jedi de Star Wars y la varita de Harry Potter siempre hacen más sueño que la tecnología de Star Trek. 

Por un lado, tenemos dependencia de máquinas y estructuras complejas de poder, industria y comercio. Por otro, abrimos la puerta a las dimensiones sagradas y divinas del Hombre y la Humanidad. Sin embargo, queda una trampa propicia para esto último: el de buscar el poder sobre las cosas, sobre la naturaleza y sobre los demás en lugar de la armonía con ellos. Por un lado tenemos a los que siempre buscan más influencia y control sobre las multitudes (como los que buscan los transhumanistas y las autoproclamadas “élites”), y de otro los que se ponen a su servicio. Los primeros monopolizan los poderes, mientras que los segundos ofrecen sus dones. 

La humanidad se encuentra en una encrucijada. Tendrá que elegir entre la seguida durante al menos algunos siglos y que la lleva directamente al abismo de la esclavitud global a la materia, a la tecnología y a las "élites" que las controlan, y la del cruce, que conduce a lo desconocido, pero tiene un gran potencial de liberación y realización a través de soñar, reencantar el mundo, regresar a los valores sagrados y eternos...

Este camino probablemente no abandonará toda la tecnología, al menos inicialmente, pero ya no será su esclava. La tecnociencia puede simplemente limitarse a facilitar el reencantamiento del mundo, reduciendo la carga de trabajo de los quehaceres y la dificultad de los retos sin reducir la masa muscular por falta de ejercicios físicos o la de las neuronas por falta de estimulación mental.  Asimismo, este nuevo camino probablemente no producirá de inmediato resultados dramáticos o incluso notables con respecto a posibles habilidades paranormales. “Con gran poder, gran responsabilidad”, como acertadamente se decía hace unos años. Y si no queremos ver a la Humanidad hundirse en una nueva forma de infierno, será mejor que madure antes de estar dotada de extraordinarios dones parapsíquicos. 

Reencantar el mundo de manera suficientemente sabia requiere ciertas condiciones previas, como el desarrollo y la manifestación de un sentido de responsabilidad, el descubrimiento y la aceptación del lugar y el papel de cada persona con el objetivo de la armonía y la simbiosis, la estimulación de nuestra dimensión espiritual para comprometernos mejor con un camino colectivo común, pero también el reconocimiento de la psicopatía como un factor en gran medida disruptivo en tal compromiso. Algunos seres humanos, en número creciente, tienden a considerar que actualmente estamos viviendo una pesadilla, sin embargo tienen el poder de transformarla en un maravilloso sueño. Se empieza trabajando sobre uno mismo, sobre tu forma de ver la vida, sobre tu capacidad para discernir la verdad de la mentira

https://nouveau-monde.ca/reenchanter-le-monde/  

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