LA LETRA PEQUEÑA DE LA LEY TRANS
El autor del artículo describe casos que podrían darse tras la aprobación de la Ley Trans en España y que dañan muy gravemente los derechos y la seguridad de las mujeres y los niños.
Los juristas, al igual que los médicos y otros muchos
profesionales, poseemos una jerga propia. Cientos de palabras que sólo nosotros
entendemos. Aparecen en nuestros escritos, en nuestras sentencias. A veces,
resultan tan determinantes que la utilización de una sola de ellas puede
motivar nuestra decisión.
Ocurre lo mismo con las leyes. Y, sobre todo, con las
exposiciones de motivos que las preceden y que explican cuál ha sido la razón
que ha llevado al legislador a aprobarlas. Extensas declaraciones que, en
muchos casos, parecen hechas para que el ciudadano medio, lego en Derecho, pese
a sus esfuerzos titánicos, no logre entenderlas.
Es por esta razón por la que, con estricto ánimo aclaratorio, me veo en la necesidad de exponer ciertas cuestiones relativas a la Ley Trans. Y para ello es preciso hablar de algunos casos, reales o potenciales, que pueden afectar y, sin duda, si se aprueba tal y como está, afectarán a millones de mujeres.
Adán, por ejemplo, que, pese a su aspecto claramente
masculino, 1,90 metros, barba larga y genitales acordes a su sexo, acaba de
acudir al Registro Civil para rectificar el error en que se incurrió cuando le
inscribieron.
Con la Ley Trans aprobada, ya no necesita aportar informes
psicológicos ni hormonarse durante dos años. Lo único que debe hacer es acudir
al citado Registro y volver a hacerlo a los tres meses para reafirmarse.
Hecho esto, Adán será mujer y, en consecuencia, la sociedad habrá de
reconocerla como tal. Como una mujer de complexión fuerte y frondosa barba. Una
mujer a la que, además, le gustan las mujeres. Es decir, lesbiana.
Pongamos que, por casualidad, Adán es profesora de Educación Física en un
colegio. Como ya es mujer, no podrá entrar en el vestuario de los niños. Pero
sí en el de las niñas. Y allí dentro, de acuerdo con sus funciones, vigilarlas.
Además, como amante de los deportes que es, por las tardes, cuando termina su
jornada laboral, acude regularmente al gimnasio. A un gimnasio femenino al que,
tras su rectificación registral, puede por fin acceder. Una vez dentro podrá
ducharse junto a sus compañeras y pasearse por el vestuario, desnuda si le
viene en gana, mientras trata de entablar conversación con aquellas que le
parezcan más atractivas.
Se me olvidaba. Adán practica
natación. Cuando era hombre, estaba federado. Ahora, después de pasar por el
Registro Civil, se ha convertido en federada. Le gusta nadar, aunque nunca fue
especialmente bueno. En una ocasión, hace ya unos años, quedó décimo, su
mejor marca.
Ahora está muy contenta porque, en la categoría femenina en la que intervino la
semana pasada, consiguió adelantar en la piscina a todas sus competidoras. Por
fin tiene lo que se merece, su ansiada medalla de oro colgada del cuello, junto
a su nuez.
Pero Adán es una buena chica. No tiene maldad.
Saúl, en cambio, es distinto. Es hombre y está orgulloso de serlo. Un hombre
fuerte y varonil, como los de antes. La mujer en la cocina y obediente.
"Porque si no, Carmen, ya sabes lo que te pasará". El guantazo de
ayer fue sólo un aviso.
Y como a su primo, que es igual que él, pero menos listo, le condenaron por un
delito de violencia de género, Saúl ha preferido adelantarse a lo inevitable.
Así, sin decírselo a nadie, ha acudido al Registro y se ha convertido en mujer.
Un mes después, Carmen, lesionada, acude a comisaría. Y cuando los agentes
tratan de detener a Saúl, este
sonríe y saca un papel de su bolsillo. ¡Alto! Soy mujer. Ya lo era cuando la golpeé, de modo que nada
de violencia de género. Mujer contra mujer, cantaba Mecano.
Lean el artículo 41.3 del proyecto de Ley Trans.
¿Y Ramón? Una persona terrible. Fue condenado por dos delitos de violación y
acaba de manifestar públicamente que se siente mujer. Ha solicitado su ingreso
en una prisión de mujeres. En su celda, en la litera de abajo, está
Lucía. Al tercer día, justo antes de amanecer, la agrede sexualmente.
Le cambian de celda. Cuando entra en la nueva, saluda a Rocío.
Queridos lectores, juzguen por ustedes mismos. Y, sobre todo, lean siempre la
letra pequeña.
José María Asencio. Juez, escritor y miembro de Jueces para la Democracia.
https://es.sott.net/article/84818-Lo-que-esconde-la-letra-pequena-de-la-Ley-Trans-en-Espana
No hay comentarios:
Publicar un comentario