EL COLAPSO,
¿Y DESPUÉS?
Con el deterioro generalizado de los valores morales y
espirituales, de la cultura, de la vida política, de las instituciones, de las
condiciones de vida, creo que estamos en un mundo que está llegando a su
fin. El Maligno, cualquiera que sea su naturaleza y cualesquiera que sean
nuestras creencias, siempre ha existido y siempre ha estado trabajando,
destructivo. En particular, siempre se ha manifestado dentro de la
humanidad del lado de los poderosos que quieren gobernar la sociedad en contra
de su voluntad. Por otro lado, hay pueblos que soportan y sufren. Es
inherente a nuestra condición de vida en la Tierra.
Pero hoy, gracias al capitalismo desenfrenado y sus poderosos catalizadores, la globalización y lo digital, las fuerzas del mal se han vuelto hegemónicas. Ejercen particularmente a través de multinacionales depredadoras (Big Pharma, Big Techs, armamentos, (des)información, fondos de cobertura, etc.).
Detrás de este desastroso cartel operan familias reinantes desde hace mucho tiempo, Rockefeller, Rothschild, Carnegie, Windsor, etc., y también nuevos entrantes, psicópatas ultra ricos como Bill Gates, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, cuyos diseños podemos ver claramente liberticidas o mortales. Los partidarios de esta cima de la pirámide están afiliados a lugartenientes que se imaginan a sí mismos como parte de la élite y en realidad son solo marionetas manipuladas. En Francia, se llaman Macron, Attali, Fabius… y ellos mismos drenan sus camarillas de lacayos, incluso dentro de nuestros representantes nacionales y locales, que cumplen órdenes por cobardía, interés propio o idealismo ciego.Además, nosotros, los miles de millones de terrícolas, que
“no somos seres humanos en una experiencia espiritual, sino seres espirituales
en una experiencia humana”, como bien dijo Teilhard de Chardin, nacimos libres
para realizar nuestra vida terrenal. Creyentes o no, no pedimos nada más
que poder seguir nuestros caminos de vida en el mundo en que vivimos, nuestro
mundo.
Nuestro mundo, dividido entre democracias, dictaduras y
estados totalitarios, empeñado en caminos puramente materialistas, corre tras
un “progreso” desenfrenado cuyo desenlace natural es el transhumanismo. El
hombre aumentado será poderoso, pero dócil y totalmente bajo control, esclavizado. La
población puede así ser privada de libertad, explotada, reducida a la
esclavitud. Con la eliminación de los inútiles (los jubilados, los
enfermos y los ingenuos) que constituyen un déficit, y la confiscación de
las riquezas en beneficio de la casta gobernante, será el amanecer del Nuevo
Orden Mundial al que tanto nuestros líderes contemporáneos anhelan.
Todo en nuestro entorno demuestra, para quien quiera abrir
los ojos, la convergencia de los medios desplegados hacia este objetivo
último. Desestabilización de estados soberanos (legislación
supranacional, apoyo al terrorismo, corrupción de líderes), captura de riqueza
pública (privatizaciones forzadas, venta de empresas estratégicas) y
riqueza privada (depredación por multinacionales, destrucción de pequeñas
empresas y emprendimientos individuales).
Escucha y vigilancia de poblaciones (red Echelon, redes
satelitales, inteligencia artificial y explotación de datos por parte de
Facebook, Google y otros), denigración, ostracismo y, a veces, también
asesinato de personalidades honestas que denuncian abusos, reemplazo de monedas
fiduciarias por una moneda única desmaterializada y centralizada que permite el
control de la población, armas psicotrónicas (energía dirigida, que
permite el control de multitudes), eugenesia (cosificación, selección de
humanos, reducción de la población mundial), geoingeniería (manipulación
del clima con el programa HAARP)
Envenenamiento generalizado del suelo (pesticidas), del
aire (chemtrails y chembombs), del mar (contaminación masiva en el
mercurio y plásticos), el entorno general(profusión de ondas
electromagnéticas) y finalmente de toda la cadena alimenticia,
enfermedades que de ella resultan y estallan (síndrome de down, autismo,
cáncer, enfermedades autoinmunes), guerras y genocidios, destrucción de
religiones y valores tradicionales, nivelación de la educación,
desmantelamiento de los servicios públicos (SNCF, Escuela, Correos,
Seguridad Social, hospitales).
Degradación de los bienes comunes (fauna, flora, agua,
aire, etc.), desinformación y manipulación de las poblaciones por parte de los
gobiernos y sus medios de comunicación subvencionados, patentamiento de los
vivos, división y oposición de comunidades, crédito social (para los
europeos, el pase digital es un primer paso), desintegración de la unidad
familiar, promoción de estilos de vida alternativos (LGBTQ), pornografía y
cambios de sexo desde edades tempranas.
¿Cómo no ver, ante tanta profusión y
tanta diversidad de exacciones, un deseo de esclavizar a la humanidad?
En mi opinión, nuestro futuro está trazado, seguirán ocurriendo graves hechos
en los próximos meses y años, que corren el riesgo de poner en peligro nuestra
integridad, nuestra libertad y nuestras vidas.
Ante esto, no esperen nada de los políticos de turno, ni de
sus adversarios, ni de un salvador providencial. El sistema ha llegado a
tal nivel de corrupción y desintegración que ya no puede surgir un
salvador. Contemos solo con nosotros mismos, nuestra familia, nuestros
amigos, nuestras redes de solidaridad, nuestro Dios. No teman al futuro, a
la adversidad, a la crítica, a la discriminación, a la injusticia, a la
persecución, es nuestra condición como seres humanos. Sigamos libres,
rectos, unidos. Hagamos nuestra parte con valentía, caridad y esperanza.
Vivamos plenamente, cumplamos nuestra vida terrenal y nuestra vida espiritual:
estemos en armonía con la naturaleza y con Dios.
Así como nuestros pensamientos negativos de venganza, celos,
desconfianza… alimentan un egregor que influye en los comportamientos y
pensamientos de nuestros contemporáneos, así nuestra generosidad, nuestra
benevolencia, nuestro amor tienen un efecto benéfico en quienes nos rodean,
inmediatos y distantes. Como nos enseñaron nuestros padres, sigamos
practicando y dando ejemplo.
Llegará el momento en que nosotros o nuestros hijos
reconstruyamos lo que ha sido destruido.
O no. Quizás será el fin del mundo tal como lo
conocemos, que en todo caso no está destinado a durar, a diferencia de nuestras
almas que son eternas.
Bernard Thorens
Este texto es la
continuación de Fortunas y
desgracias de Francia
No hay comentarios:
Publicar un comentario