© LA RELACIÓN DE PAREJA... ¿UNA QUIMERA?
A partir del amor romántico –o la conveniencia- se promueven unas asociaciones de pareja que aspiran a ser de duración indefinida... lo que no es cierto si consideramos aspectos fundamentales.
La tendencia a vivir en pareja es algo arraigado en la
sociedad. Otra cosa es la pervivencia de esta asociación vital que, cuando se pone
en marcha, parece del todo inquebrantable.
Lo jodido de este asunto es que juegan emociones y aspiraciones profundas que hacen difícil saber discernir la evolución de un compromiso que a lo largo de la vida se ve sometido a retos diversos.
Las agradables sensaciones que derivan de un vivir
emparejado se van alterando con la aparición de otros ingredientes: hijos,
dificultades económicas, merma de la atracción física...
Cuando las cosas dejan de ser idílicas comienzan a surgir
malentendidos, disputas y decepciones. Aquí se abre el campo abonado a las rupturas
o, al menos, a las infidelidades.
La reflexión que se da en estos casos es: Mantener a la
pareja escondiendo insatisfacciones (o infidelidades) o plantear la separación...
Si desaparece el respeto mutuo es mejor plegar velas, por
muy complicado que sea, antes de caer en la rutina conformista de aquellos que
se aguantan para evitar complicaciones.
La relación de pareja es cosa de dos y no siempre los dos
tienen las mismas expectativas o ganas de aguantar, por eso hay rupturas
pactadas o provocadas sólo por una de las partes.
Si entramos en el terreno de la trascendencia hemos de
reconocer que no gobernamos los ciclos vitales sino que debemos ajustarnos a
ellos de la mejor manera.
Hay demasiadas cosas que influyen en nuestras vidas y que
nos obligan a seguir caminos que quizás no habríamos elegido... aunque
generalmente todo es para nuestro bien.
Si tenemos confianza en la vida, si creemos que nos ama, nos
lo tomaremos todo como venga y seguiremos adelante buscando nuevas
oportunidades y experiencias.
Aquel dicho de que “el hombre propone y Dios dispone”
intenta reflejar la realidad de la vida y si hacemos caso de ello iremos mucho
mejor, menos angustiados, más predispuestos a disfrutar de lo que se presente.
La alternativa a la vida de pareja tiene muchas gradaciones.
Se puede compartir la vida con otra persona pero viviendo en sitios diferentes.
Se puede participar en actividades sociales comprometidas o bien compartir
pareja eventualmente para actos lúdicos.
Por otro lado existen aquellos retiros totales de las
relaciones sociales cuando aparecen las vocaciones intensas en alguna tarea
científica o artística o bien alguna creencia vital alternativa o religiosa
Vivir solo, aislado, no es el antídoto de la vida en pareja.
El ser humano es un animal social y sólo necesita encontrar la mejor fórmula
para insertarse en la dinámica relacional.
En cualquier caso hay muchas formas de vivir y sacar
provecho de este gran don de la vida y ninguna es mejor que otra. Cada uno debe
descubrir la suya.
O así me lo parece
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Joan Martí – elcamidelavida@gmail.com – 13
diciembre 2023
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