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© PENSANDO LA EXISTENCIA DE DIOS
¿Y SI DIOS EXISTE?
En el libro "Dios,
la ciencia, las pruebas" se exponen argumentos -desde la óptica de la
ciencia que de siempre se había desentendido de ello- de la posible existencia
de Dios a partir de la cuestión aceptada mayoritariamente de un comienzo del
universo (Big Bang).
Si ahora la ciencia se ha avenido a entrar en esta búsqueda,
dejando atrás descalificaciones por supersticiones y dogmas religiosos,
significa que quizás nos acerquemos a la confluencia de las dos acepciones
sostenidas hasta hace poco: El universo ha existido siempre vs. El universo ha
sido creado.
Es evidente que ambas no pueden ser verdad y que en cada caso nuestra situación cambia. De un universo que va al azar (con nosotros dentro) a un universo que tiene una razón de ser, una finalidad, va un trecho y nos motiva de manera muy diferente (aunque no lo entendamos del todo).
Opuesta a la tesis de un universo totalmente material
-existente de siempre- el hecho de suponer que podría haber empezado en un
punto donde todavía no había espacio ni tiempo ni materia, deja abierta la opción
de la existencia de un dios creador, intemporal e inmaterial.
Los "dioses" que han llenado nuestro imaginario y
que se han ido haciendo visibles en diferentes etapas de nuestra historia
podrían ser seres de otros mundos -con notable poder e inteligencia- pero en
ningún caso ser los creadores iniciales del universo.
Más allá de metafísicas y religiones, la inmensidad del
universo nos empuja a encontrarle un significado, un origen, una finalidad...
cosas que nos abocan a tener que reconocer la existencia de algún ser extraordinariamente
inteligente detrás de todo.
No poder captar debidamente su magnitud, no nos ahorra el
interés y la “necesidad” de saber, por aquello de las preguntas primordiales:
¿quién soy?, ¿de dónde vengo?, ¿adónde voy?, ¿qué hago aquí?
Es una tarea frustrante en gran medida encararse con estos
interrogantes por la falta de capacidad de comprensión del cerebro humano,
pero, hasta donde lleguemos, podemos especular un poco, pues la cuestión nos
tiene a todos intrigados.
Así que yo también quiero añadirme al debate aportando un
par de opciones en las que alguna vez he pensado pero que, todo hay que decirlo,
tampoco aclaran la cuestión de fondo.
La primera es la de suponer que formamos parte de un
organismo mayor, donde nosotros somos como las células de nuestro cuerpo son
respecto a nosotros. La otra sería el conocido show de Truman en el sentido de
estar en un gran escenario y que todo el universo que nos rodea es una imagen
holográfica.
Todavía todo es un misterio, que no significa inexistencia
de algo sino desconocimiento, pues a lo largo del tiempo se han ido desvelando
un montón de misterios que han pasado a ser cosas de dominio público, por tanto,
todo puede acabar sabiéndose.
Hasta que no podamos saber su significado debemos tirar de
intuición y actuar de acuerdo con lo que nos “resuene” sin dejar por ello de hacernos alguna reflexión:
¿Nos gusta más que el universo haya estado siempre aquí o
que en algún momento alguien lo haya creado? ¿Saberlo daría respuesta a los
interrogantes trascendentes sobre nuestra existencia?
Quizás, antes de que fuera un universo impersonal y azaroso,
nos iría mejor que hubiera alguien detrás pues, a pesar de que pueda ser un
mala bestia, ¡al menos tendríamos a quien dirigirnos, tanto en las verdes como en
las maduras!
O así me lo parece
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Joan Martí - elcamidelavida@gmail.com - 19
febrero 2024
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