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20.5.24

¿Sabe que el sistema financiero actual se basa en principios precisados por Yahweh?

LAS RELIGIONES HAN SIDO IDEADAS    

«Ellos deben sostener la existencia de Dios en la Biblia porque en esto se basa todo el sistema de poder que han construido» 

Mauro Biglino (Turín,1950) escritor, filólogo y hebraísta. Ha publicado en españolLa Biblia no es un libro sagrado, que se ha convertido en un fenómeno social en Italia donde ha vendido más de 300.000 ejemplares. 

Trabajó como traductor de hebreo masorético para una institución afín al Vaticano (Ediciones San Pablo). En el curso de los años ha traducido numerosos libros del Antiguo Testamento. Hasta que se decidió a publicar con una editorial independiente en 2010. A partir de ahí, la editorial San Pablo decidió suspender la relación profesional con usted. Esta especie de disidencia suya y las consecuencias que le han acarreado, a algunos nos recuerda la figura de Giordano Bruno. Un religioso que rompe con la doctrina oficial de la Iglesia y mantiene ideas contrarias a aquella, y cuyo destino fatal se hizo tristemente célebre.

Usted, primero, fue «despedido» por lo que escribió y publicó, y después ha sido objeto de ataques y difamaciones en las redes. ¿Quizás los tiempos no han cambiado tanto como parece y acaso la hoguera ha sido sustituida por el linchamiento mediático? 

En efecto debo constatar que los tiempos no han cambiado: quien piensa de manera diversa de lo que se considera la verdad absoluta, es obstaculizado de todos los modos posibles.

Por fortuna hoy no existen las hogueras porque están prohibidas por las leyes laicas, pero han sido sustituidas por aquello que usted justamente ha llamado «linchamiento mediático»: burlas, insultos, difamaciones y también amenazas son utilizadas diariamente en las redes para desacreditar mi persona.

Todo ello entraba dentro de lo previsible, por eso continúo adelante con serenidad y determinación; porque frente a los intentos de detener, ralentizar o desacreditar mi actividad de divulgación, existen miles de personas que aprecian mi trabajo y me piden de seguir adelante. No es casual que mis libros estén presentes en varios países de Europa: Croacia, Estonia, República Checa, Alemania, Holanda, Francia, Portugal y ahora también en España e Hispanoamérica y pronto en los EEUU. 

Usted sostiene una interpretación literal de La Biblia (A.T.). Y concluye que  este libro no habla de Dios ni de religión ni entidades espirituales ni es un libro «sagrado» y no habla de monoteísmo. ¿Son el concepto monoteísta y la idea del Dios bíblico una invención?  

Creo ante todo que un libro debe leerse como está escrito y en hebreo ni siquiera existe una palabra que indica Dios tal como lo entendemos nosotros. Por tanto, la Biblia no puede en absoluto hablar de Dios; de hecho narra las vicisitudes de una alianza entre el pueblo de Israel y un individuo de nombre Yahweh que era uno de los muchos Elohim presentes en el Antiguo Testamento. El monoteísmo no existe en la Biblia, se trata de una invención teológica que ha sido elaborada en el curso de los siglos por la casta sacerdotal judía primero y cristiana después. 

¿Con qué fin? 

Con el objeto de presentarse como única intermediaria entre el hombre y (el presunto) Dios. Esto confiere el poder de dominar las consciencias actuando con los mecanismos del premio/castigo, las promesas de felicidad o las amenazas de condena eterna, el sentimiento de culpa y la necesidad de redención.  

En el hebreo bíblico no existen ni siquiera las palabras que indican eternidad, crear de la nada, trascendencia, omnipotencia, omnisciencia… No existen por tanto los conceptos fundamentales de la religión que ha sido literalmente inventada a partir de este libro.  

¿Excluye o cuestiona esta conclusión la idea o existencia de un Dios trascendente más allá de cuanto afirma la Sagrada Escritura? 

Desde que inicié mi actividad pública en 2010 (con el cese inmediato de la relación laboral con la editorial San Paolo) siempre he dicho que yo no hablo de Dios porque de eso no sé nada. Por tanto, no excluyo su existencia, no tengo la certeza de un ateo, me limito a contar aquello que leo en los códigos hebreos del A.T. y puedo asegurar que en aquel libro jamás se habla de un Dios único, trascendente, espiritual, omnisciente y omnipotente. 

El hecho de que en aquel libro no hable de ello no significa sin embargo que no exista: esto tiene que ver con la fe y con las convicciones de cada uno. Creo que mi trabajo resulte útil a quienes buscan a Dios, porque los libera de la ilusión de que Dios sea aquello inventado por los teólogos judeocristianos: mientras sigan anclados en aquella figura, viven en el engaño.  

Entre los siglos VI y X d.C. los masoretas recogen la tradición secular y trabajan sobre textos preexistentes. ¿En qué consistió este trabajo de los masoretas exactamente? 

Los masoretas han llevado a cabo una verdadera tarea redactora, tratando de dar unidad y coherencia al conjunto de estos libros de los cuales no se sabe casi nada: no se sabe con certeza quien los ha escrito ni cuándo, además nadie sabe cómo eran en su origen porque cada vez que los reescribían, los cambiaban, como afirman los mismos estudiosos hebreos, docentes en las universidades israelíes (ej. Alexander Rofe).

En el trabajo hecho durante estos siglos se añadieron los sonidos vocálicos (la puntuación masorética), para conseguir que desde ese momento las palabras fueran leídas de una manera precisa.  Aquellos libros, de hecho, estaban escritos sólo con consonantes y cada palabra –según los sonidos vocálicos que eran usados para leerla– podía cambiar de significado. Por ello los masoretas trataron de fijar definitivamente la modalidad de lectura. Pero todavía hoy, en la exégesis hebraica hay quien cambia las vocales, cambiando así el significado de las palabras: esta operación es lícita porque nadie sabe cómo se leía cada término original. No es casual que a finales de los años 50 del pasado siglo, en las universidades israelíes se puso en marcha un proyecto (Bible Project) que tiene por objeto el tratar de reconstruir una Biblia lo más cercana posible a aquella escrita en origen, para ello los estudiosos se han fijado un plazo de tiempo de dos siglos (!).

Todas estas incertezas están en la base del método de lectura al que me he referido al inicio y que considero sea el único intelectualmente honesto: aquel de «suponer que» aquello que está escrito literalmente en aquel libro sea verdad.  

¿Se podría verificar el viejo aforismo italiano: traduttore, traditore? 

La tarea del traductor comporta este riesgo, sobre todo con lenguas antiguas, sobre las cuales no existe nunca la certeza. En una traducción que pretenda ser intelectualmente honesta se necesita por tanto prestar mucha atención al contexto, que es un elemento indispensable para aproximarse todo lo posible al significado de cada término concreto. Precisamente para evitar este riesgo, al menos para las palabras más importantes, yo digo –p. ej.– que convendría no traducir términos como Elohim (voz plural que viene traducida por ‘Dios’, en singular),  Elyon (que es el comandante de los Elohim, pero que sin embargo viene traducido por ‘El Altísimo’ o se unifica con Elohim), ruach (que significa ‘objeto pesado’ en el que Yahweh combatía y se desplazaba, y que viene sin embargo traducido como ‘Gloria’).

Todas las traducciones de la tradición religiosa buscan la manera en que el lector piense que la Biblia hable de Dios. Por ejemplo, los verbos en plural que se refieren a los Elohim a menudo son traducidos en singular, para hacer creer que la Biblia habla de un Dios único… O bien el término olam que viene traducido como ‘eternidad’, cuando el mismo Diccionario de Hebrero Bíblico de la Sociedad Bíblica Británica recoge que no significa eternidad, sino un largo periodo del que no se conoce su duración. Estas son verdaderas y auténticas traiciones.  

Usted habla de los «libros desaparecidos» de La Biblia. Incluso menciona una suerte de «cementerio de los libros» (algo que casi parece ficción literaria). ¿Qué hay de cierto y qué fue de los «libros desaparecidos»?   

En mis trabajos he señalado un elenco de once libros citados en el Antiguo Testamento, pero que oficialmente no se encuentran (han desaparecido). Conviene saber que los judíos no podían destruir los libros escritos por sus antepasados en los cuales apareciera uno de los nombres de Yahweh, por eso los conservaban en un local anexo a las sinagogas (guenizá), y después los sepultaban, literalmente.

Yo creo que estos libros desaparecidos eran demasiado explícitos al presentar la figura de Yahweh y su modus operandi y de combatir (El libro de las guerras de Yahweh: Números). Por tanto, habrían podido cuestionar la doctrina teológica del Dios único y espiritual, por ello fueron puestos «fuera de circulación», pero estoy seguro de que todavía existen y podrían revelarnos aspectos muy interesantes y curiosos.  

Llama la atención del lector no iniciado ciertos términos del A.T. que todavía se pueden leer en algunas biblias: ‘dioses’, ‘Elohim’, ‘Jehová’, ‘Yahweh’, ‘El Shaddai’, ‘Adonai’ ¿Quiénes son estas ‘entidades’? ¿Quiénes eran los Elohim? 

Los Elohim eran individuos de carne y hueso que colonizaron la Tierra y se la dividieron para gobernarla. El nombre Jehovah es uno de tantos modos en que podía ser vocalizado el tetragrama YHWH escrito solo con consonantes: Jehovah, Yahweh, Yihwih…

En Deuteronomio se dice claramente que en la repartición hecha por el comandante Elyon entre los Elohim, la heredad, esto es, la asignación reservada a Yahweh fue la familia de Jacob/Israel y solo esta. Otros miembros de la familia descendientes del padre Abraham (Terach) fueron asignados a otros Elohim: los moabitas a Camos, los amonitas a Milcom, etc. Los Elohim combatían entre ellos para arrebatarse estos territorios unos a otros; basta pensar que en Éxodo Yahweh viene definido como ish milchamah, esto es, ‘hombre de guerra’ y efectivamente hacía solo esto. 

La Biblia es una gran crónica de guerra en la que se narra los intentos de Yahweh y los suyos por conquistar tierras que no les habían sido asignadas, pero su promesa de dar al pueblo de Israel todos los territorios que van desde el Nilo hasta el Éufrates (Génesis) nunca fue cumplida. Yahweh no era capaz de mantener sus promesas porque no era Dios y sus antagonistas, Elohim como él, se lo impidieron. 

¿Pueden parangonarse los Elohim a los theoi griegos o a «dioses» de culturas como Sumer o Egipto? 

En dos de los libros publicados por Mondadori hago un análisis paralelo entre los Elohim bíblicos y los theoi griegos. Ambos tienen las mismas características, las mismas actitudes, los mismos medios de desplazamiento y tienen las mismas necesidades fisiológicas, particularmente la de inhalar el humo producido por la grasa animal abrasada al fuego que tanto les gustaba porque los calmaba, los «aplacaba» como señala claramente la Biblia.

No solo los griegos, también los romanos y en general todas las civilizaciones antiguas nos hablan de aquellos «hijos de las estrellas» que llegaron del cielo, fabricaron al hombre con el objetivo de tener un esclavo que trabajase para ellos y después se repartieron los territorios. Han sido llamados theoi por los griegos, devaspor los hinduistas, neteru por los egipcios,  asipor los pueblos del norte de Europa y así sucesivamente.

La Biblia es solo uno de los tantos libros escritos por la humanidad y nos cuenta la historia de uno de aquellos Elohim, aquel llamado Yahweh y al cual –como he dicho– le fue asignada la familia de Jacob.  

¿Cómo ha sido construida una religión de algo que no es «espiritual» ni «sagrado» ni «divino»? 

El libro La Biblia no es un libro sagrado responde a esta pregunta. Sintetizo la respuesta. Las distintas religiones han sido ideadas partiendo de historias reales que después han sido transformadas e interpretadas en clave espiritual. Quienes han detentado el poder han creado y utilizado este instrumento, procurando mantener oculto el conocimiento de la verdad al vulgo,  que no tenía acceso a los libros «sagrados», una historia revisada y reconstruida para fundamentar el poder sobre las masas.

Han sido muy eficaces porque las religiones son el único sistema de control de los pueblos que ha perdurado más de 2.000 años. Ningún imperio en la historia ha durado tanto. El secreto de la longevidad de las religiones está en su capacidad de dar respuesta a la madre de las angustias en el hombre: el miedo a la muerte. Para lo que cada religión ha elaborado la suya: desde la resurrección a la reencarnación hinduista o el renacimiento budista… 

Considerando las experiencias fundantes o mitos fundacionales del pueblo hebreo y de la religión judeocristiana: la alianza entre el patriarca Abraham con El Shaddai y de Moisés con Yahweh en la «teofanía» del monte Horeb: ¿Deben ser considerados mitos o realidad histórica? ¿Qué hay de trascendente en estas historias? 

Leyendo la Biblia no se deduce nada de trascendente. Si adoptamos el método de «suponer que» se trate de historias reales, aquel libro trata de un pacto, una alianza forjada al objeto de obtener ventajas recíprocas: por una parte un poderoso (Yahweh) que encuentra un pueblo del cual servirse, y por otra parte, un pueblo que recibe la ayuda y una serie de ventajas que se concretan solo en esta vida.  

En la Biblia no existen premios ni castigos después de la muerte; no existen paraísos o infiernos y tampoco el purgatorio, no existe el pecado original y no existe el concepto de Dios «omnipotente», una traducción errónea (¿o falsa?) de El-Shaddai que en la mejor de las hipótesis significa ‘Señor de la estepa’.

El fundamento del judaísmo y del cristianismo se encuentra por  tanto en sucesos históricos precisos que después han sido redactados y presentados en clave alegórica, metafórica y espiritualista para «inventar» las religiones.  

Sin duda la tradición judeocristiana ha influido en el pensamiento filosófico y político, en las ciencias y otras ramas del saber, y por ende en parte de la historia de la humanidad. Así las cosas: ¿Se hace necesario reescribir la historia del mundo?  

Absolutamente sí. La historia que nos han contado no es la verdadera. Partiendo del modo en que ha nacido Homo sapiens (que es producto de intervenciones genéticas bien precisas descritas también la Biblia, además de en las narraciones sumerio-acadias). Todo debe reescribirse y lo que puede recabarse de los textos antiguos resulta mucho más fascinante de lo que nos han contado. 

Por lo demás, la verdadera historia nos ayuda a comprender gran parte de la realidad actual: he escrito un libro con una profesora de Filosofía del Derecho La Bibbia non l’ha mai detto donde documentamos cómo el sistema judicial italiano está condicionado por la Iglesia.

Aunque va más allá: ¿Cuántos saben que el sistema financiero que gobierna el mundo está basado sobre principios (del débito-crédito) que han sido formulados con precisión por Yahweh y descritos en la Biblia (Deuteronomio y Proverbios)? 

FUENTE: LUIS RIVERO

https://loquepodemoshacer.wordpress.com/2024/05/17/es-tiempo-de-despertar-249-las-religiones-han-sido-ideadas-partiendo-de-historias-reales-que-despues-han-sido-transformadas-e-interpretadas-en-clave-espiritual-entrevista-a-mauro-biglino/

 

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